JMJ
Pax
Mujer, ¡qué grande es tu fe!
† Lectura del santo Evangelio según san Mateo 5, 21-28
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús se retiró a la comarca de Tiro y Sidón. Entonces una mujer cananea le salió al encuentro y se puso a gritar: "Señor, hijo de David, ten compasión de mí. Mi hija está terriblemente atormentada por un demonio".
Jesús no le contestó una sola palabra; pero los discípulos se acercaron y le rogaban:
"Atiéndela, porque viene gritando detrás de nosotros".
El les contestó:
"Yo no he sido enviado sino a las ovejas descarriadas de la casa de Israel".
Ella se acercó entonces a Jesús, y postrada ante él, le dijo: "¡Señor, ayúdame!"
El le respondió:
"No está bien quitarles el pan a los hijos para echárselo a los perritos". Pero ella replicó:
"Es cierto, Señor; pero también los perritos se comen las migajas que caen de la mesa de sus amos".
Entonces Jesús le respondió:
"Mujer, ¡qué grande es tu fe! Que se cumpla lo que deseas".
Y en aquel mismo instante quedó curada su hija.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Suplicamos tu oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin tus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que leas. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdanos en tus intenciones de Misa!
Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Nota: es una película protestante, por eso falta LA MADRE.
El Misterio de la Misa en 2 minutos: https://www.youtube.com/watch?v=0QCx-5Aqyrk
El que no valora una obra de arte es porque necesita cultura: https://www.youtube.com/watch?v=mTKKaT-KaKw
Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/media/y3hgYNp23xu
El Gran Milagro (película completa): http://www.gloria.tv/media/hYyhhps7cqX
Explicación: http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!
San Leonardo, "El GRAN tesoro oculto de la Santa Misa": http://iteadjmj.com/LIBROSW/lpm1.doc
Audio (1/5): https://www.youtube.com/watch?v=2NjKuVnxH58
Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). La Misa es lo mínimo para salvarnos. Es como si un padre dijera "si no comes, te mueres, así que come al menos una vez por semana". Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice al otro: "Te amo, pero no quiero verte todos los días, y menos los de descanso"? ¿Le ama realmente?
Faltar a Misa viola los principales mandamientos: el primero ("Amar a Dios sobre todas las cosas") y tercero ("Santificar las fiestas"). Por nuestro propio bien y evitar el infierno eterno, Dios sólo nos pide que nos regalemos 1 de las 168 horas de vida que Él nos regala cada semana: 0,6% ¡No seamos ingratos! Idolatramos aquello que preferimos a Él: los "dioses" son el descanso, entretenimiento, comida, trabajo, compañía, flojera. Prefieren baratijas al oro. Si en la Misa repartieran 1 millón de dólares a cada uno, ¿qué no harías para asistir? ¡Pues recibes infinitamente más! "Una misa vale más que todos los tesoros del mundo"… Por todo esto, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15).
Si rechazamos la Misa, ¿cómo vamos a decir "Padre Nuestro" si rechazamos volver a la Casa del Padre? ¿cómo decir "Santificado sea Tu Nombre", "Venga a nosotros Tu Reino", "Hágase Tu Voluntad", "Danos hoy nuestro pan supersubstancial de cada día" y "no nos dejes caer en la tentación más líbranos del malo", si todo eso lo obtenemos de la Misa?
Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es imprescindible la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado… ver más en http://www.iesvs.org/p/blog-page.html
Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa (Jn 15,22).
† Misal
20o. Dom Ord Ciclo A
Antífona de Entrada
Dios nuestro y protector nuestro, un solo día en tu casa es más valioso para tus elegidos, que mil días en cualquier otra parte.
Oración Colecta
Oremos:
Enciende, Señor, nuestros corazones con el fuego de tu amor a fin de que, amándote en todo y sobre todo, podamos obtener aquellos bienes que no podemos nosotros ni siquiera imaginar
y has prometido tú a los que te aman.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.
Primera Lectura
Conduciré a los extranjeros a mi monte santo
Lectura del libro del profeta Isaías 56, 1. 6-7
Esto dice el Señor:
"Velen por los derechos de los demás, practiquen la justicia, porque mi salvación está a punto de llegar y mi justicia a punto de manifestarse.
A los extranjeros que se han adherido al Señor para servirlo, amarlo y darle culto, a los que guardan el sábado sin profanarlo y se mantienen fieles a mi alianza, los conduciré a mi monte santo y los llenaré de alegría en mi casa de oración. Sus holocaustos y sacrificios serán gratos en mi altar, porque mi casa será casa de oración para todos los pueblos".
Palabra de Dios.
Ta alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
Del salmo 66
Que te alaben, Señor, todos los pueblos.
Ten piedad de nosotros y bendícenos; vuelve, Señor, tus ojos a nosotros. Que conozca la tierra tu bondad y los pueblos tu obra salvadora.
Que te alaben, Señor, todos los pueblos.
Las naciones con júbilo te canten, porque juzgas al mundo con justicia; con equidad tú juzgas a los pueblos y riges en la tierra a las naciones.
Que te alaben, Señor, todos los pueblos.
Que te alaben, Señor, todos los pueblos, que los pueblos te aclamen todos juntos. Que nos bendiga Dios y que le rinda honor el mundo entero.
Que te alaben, Señor, todos los pueblos.
Segunda Lectura
Dios no se arrepiente de sus dones ni de su elección
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 11, 13-15. 29-32
Hermanos: Tengo algo que decirles a ustedes, los que no son judíos, y trato de desempeñar lo mejor posible este ministerio. Pero esto lo hago también para ver si provoco los celos de los de mi raza y logro salvar a algunos de ellos. Pues, si su rechazo ha sido reconciliación para el mundo, ¿qué no será su reintegración, sino resurrección de entre los muertos? Porque Dios no se arrepiente de sus dones ni de su elección.
Así como ustedes antes eran rebeldes contra Dios y ahora han alcanzado su misericordia con ocasión de la rebeldía de los judíos, en la misma forma, los judíos, que ahora son los rebeldes y que fueron la ocasión de que ustedes alcanzaran la misericordia de Dios, también ellos la alcanzarán. En efecto, Dios ha permitido que todos cayéramos en la rebeldía, para manifestarnos a todos su misericordia.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Jesús predicaba el Evangelio del Reino y curaba las enfermedades y dolencias del pueblo.
Aleluya.
Evangelio
Mujer, ¡qué grande es tu fe!
† Lectura del santo Evangelio según san Mateo 5, 21-28
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús se retiró a la comarca de Tiro y Sidón. Entonces una mujer cananea le salió al encuentro y se puso a gritar: "Señor, hijo de David, ten compasión de mí. Mi hija está terriblemente atormentada por un demonio".
Jesús no le contestó una sola palabra; pero los discípulos se acercaron y le rogaban:
"Atiéndela, porque viene gritando detrás de nosotros".
El les contestó:
"Yo no he sido enviado sino a las ovejas descarriadas de la casa de Israel".
Ella se acercó entonces a Jesús, y postrada ante él, le dijo: "¡Señor, ayúdame!"
El le respondió:
"No está bien quitarles el pan a los hijos para echárselo a los perritos". Pero ella replicó:
"Es cierto, Señor; pero también los perritos se comen las migajas que caen de la mesa de sus amos".
Entonces Jesús le respondió:
"Mujer, ¡qué grande es tu fe! Que se cumpla lo que deseas".
Y en aquel mismo instante quedó curada su hija.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración de los Fieles
Celebrante:
Presentemos, hermanos, nuestras súplicas al Señor y pidámosle que atienda a sus hijos, según las necesidades de cada uno de ellos:
Respondemos: Te rogamos Señor.
Roguemos al Señor por quienes, a causa de su enfermedad, porque están al servicio de sus hermanos o por cualquier otro motivo, no han podido venir a celebrar con nosotros el domingo; a fin de que, ya que no pueden participar de la alegría de esta celebración, no se vean privados nunca del gozo del Señor.
Te rogamos Señor.
Roguemos por los que ayudan a los pobres o hacen obras de misericordia en favor de sus hermanos, para que Dios premie abundantemente el bien que hacen, y lo que reparten a sus hermanos el Señor lo multiplique y lo convierta para ellos en premio de vida eterna.
Te rogamos Señor.
Roguemos por los que están de viaje, por los que tienen que vivir fuera de su hogar o alejados de sus familiares y amigos, para que Dios los proteja de todo peligro, los ayude en sus dificultades y les conceda retornar, sanos y salvos, a sus hogares.
Te rogamos Señor.
Roguemos finalmente por nosotros mismos, para que el Señor nos haga perseverar en la fe cristiana, nos ayude a conocer más y más el Evangelio de Cristo, fortalezca nuestra voluntad en el bien, nos guarde de todo mal y nos conceda alcanzar la vida eterna.
Te rogamos Señor.
Celebrante:
Dios nuestro, que con el ejemplo de tu Hijo, manso y humilde de corazón, nos has manifestado tu designio de salvar a todos los hombres, escucha nuestras oraciones y revístenos de los mismos sentimientos de Cristo, para que, con nuestras obras y palabras, demos siempre testimonio de tu amor fiel.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Oración sobre las Ofrendas
Acepta, Señor, los dones que te presentamos para esta Eucaristía a fin de que, a cambio de ofrecerte lo que tú nos has dado, podamos recibir de ti tu misma vida.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio
El día del Señor
En verdad es justo bendecirte y darte gracias, Padre santo, fuente de la verdad y de la vida, porque nos has convocado en tu casa en este día de fiesta.
Hoy, tu familia reunida en la escucha de tu Palabra, y en la comunión del pan único y partido, celebra el memorial del Señor resucitado, mientras espera el domingo sin ocaso en el que la humanidad entera entrará en tu descanso. Entonces contemplaremos tu rostro y alabaremos por siempre tu misericordia.
Con esta gozosa esperanza, y unidos a los ángeles y a los santos, cantamos unánimes el himno de tu gloria:
Antífona de la Comunión
Mi alma espera al Señor con más ansia que los centinelas el amanecer, porque con el Señor viene la misericordia y la abundancia de su gracia.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Tú que nos hecho partícipes de la vida de Cristo en este sacramento, transfórmanos, Señor, a imagen de tu Hijo, para que participemos también de su gloria en el cielo.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén
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† Meditación diaria
Vigésimo Domingo
ciclo a
EL VALOR DE LA ORACIÓN
— Cómo pedir. El Señor atiende con especial solicitud la oración por los hijos.
— Cualidades de la oración: perseverancia, fe y humildad. Buscar la ayuda de otros para que unan su oración a la nuestra.
— Pedir en primer lugar por las necesidades del alma, y por las materiales en la medida en que nos acerquen a Dios.
I. En el Evangelio de la Misa1, San Mateo nos dice que Jesús se retiró con sus discípulos a la región de Tiro y Sidón. Pasó de la ribera del mar de Galilea a la del Mediterráneo. Allí se le acercó una mujer gentil, perteneciente a la antigua población de Palestina –el país de Canaán– donde se asentaron los israelitas. Y a grandes voces le decía: ¡Señor, Hijo de David, apiádate de mí! ¡Mi hija es cruelmente atormentada por el demonio!
El Evangelista consigna que Jesús, a pesar de los gritos de la mujer, no respondió palabra. Este primer encuentro tuvo lugar, según indica San Marcos, en una casa, y allí la mujer se postró a sus pies2. El Señor, aparentemente, no le hizo el menor caso.
Después, Jesús y sus acompañantes debieron de salir de la casa, pues San Mateo escribe que los discípulos se le acercaron para decirle: Atiéndela para que se vaya, pues viene gritando detrás de nosotros. La mujer persevera en su clamor, pero Jesús se limita a decirle: No he sido enviado sino a las ovejas perdidas de Israel. Esta madre, sin embargo, no se dio por vencida: se acercó y se postró ante Él diciendo: ¡Señor, ayúdame! ¡Cuánta fe!, ¡cuánta humildad!, ¡qué interés tan grande en su petición!
Jesús le explica mediante una imagen que el Reino había de ser predicado en primer lugar a los hijos, a quienes componían el pueblo elegido: No está bien -le dice- tomar el pan de los hijos y echárselo a los perrillos. Pero la mujer, con profunda humildad, con fe sin límites, con una constancia a toda prueba, no se echó atrás: Es verdad, Señor -le contesta-, pero también los perrillos comen de las migajas que caen de las mesas de sus amos. Se introduce en la parábola, conquista el Corazón de Cristo, provoca uno de los mayores elogios del Señor y el milagro que pedía: ¡Oh mujer, grande es tu fe! Hágase como tú quieres. Y quedó sana su hija en aquel instante. Fue el premio a su perseverancia.
Las buenas madres que aparecen en el Evangelio manifiestan siempre solicitud por sus hijos. Saben dirigirse a Jesús en petición de ayuda y de dones. Una vez será la madre de Santiago y de Juan la que se acerque al Señor para pedirle que reserve un buen puesto para sus hijos. Otra vez será aquella viuda de Naín que llora detrás de su hijo muerto y consigue de Cristo, quizá con una mirada, que se lo devuelva con vida... La mujer que nos presenta el Evangelio de hoy es el modelo acabado de constancia que deben meditar quienes se cansan pronto de pedir.
San Agustín nos cuenta en sus Confesiones cómo su madre, Santa Mónica, santamente preocupada por la conversión de su hijo, no cesaba de llorar y de rogar a Dios por él; y tampoco dejaba de pedir a las personas buenas y sabías que hablaran con él para que abandonase sus errores. Un día, un buen obispo le dijo estas palabras, que tanto la consolaron: "¡Vete en paz, mujer!, pues es imposible que se pierda el hijo de tantas lágrimas"3. Más tarde, el propio San Agustín dirá: "si yo no perecí en el error, fue debido a las lágrimas cotidianas llenas de fe de mi madre"4.
Dios oye de modo especial la oración de quienes saben amar; aunque alguna vez parezca que guarda silencio. Espera a que nuestra fe se haga más firme, más grande la esperanza, más confiado el amor. Quiere de todos un deseo más ferviente –como el de las madres buenas– y una mayor humildad.
II. La oración de petición ocupa un lugar muy importante en la vida de los hombres. Aunque el Señor nos concede de hecho muchos dones y beneficios sin haberlos pedido, otras gracias ha dispuesto otorgarlas a través de nuestra oración, o de la de aquellos que se encuentran más cerca de Él. Enseña Santo Tomás5 que nuestra petición no se dirige a cambiar la voluntad divina, sino a obtener lo que ya había dispuesto que nos concedería si se lo pedíamos. Por eso es necesario pedir al Señor incansablemente, pues no sabemos cuál es la medida de oración que Dios espera que colmemos para otorgarnos lo que quiere darnos. Hemos de solicitar también a otras personas que rueguen por las intenciones santamente ambiciosas que tenemos en nuestro corazón, y por todo aquello que deseamos obtener del Señor. El mismo Santo Tomás explica que una de las causas de que Jesús no respondiera enseguida a esta mujer fue porque quería que los discípulos intercedieran por ella, para hacernos ver de esta manera lo necesaria que es, para conseguir algunas cosas, la intercesión de los santos6. El milagro extraordinario que le pedía esta mujer gentil necesitó también una oración excepcional, acompañada de mucha fe y de mucha humildad. Perseverar es la condición primera de toda petición: es preciso orar siempre y no desfallecer7, enseñó el mismo Jesús. "Persevera en la oración. –Persevera, aunque tu labor parezca estéril. –La oración es siempre fecunda"8. La petición de la mujer cananea fue eficaz desde el primer momento. Jesús solo esperó a que se dispusiera su corazón para recibir el gran don que solicitaba.
Hemos de pedir con fe. La misma fe "hace brotar la oración y la oración, en cuanto brota, alcanza la firmeza de la fe"9; ambas están íntimamente unidas. Esta mujer tenía una fe grande: "cree en la Divinidad de Cristo, cuando le llama Señor; y en su Humanidad cuando le dice Hijo de David. No pide ella nada en nombre de sus méritos; invoca solo la misericordia de Dios diciendo: "Ten piedad". Y no dice ten piedad de mi hija, sino de mí, porque el dolor de la hija es el dolor de la madre; y a fin de moverle más a compasión, le cuenta todo su dolor; por eso sigue: Mi hija es malamente atormentada por el demonio. En estas palabras descubre al Médico sus heridas y la magnitud y especie de su enfermedad; la magnitud, cuando le dice: Es atormentada malamente; la especie, por las palabras: por el demonio"10.
La constancia en la oración nace de una vida de fe, de confianza en Jesús que nos oye incluso cuando parece que calla. Y esta fe nos llevará a un abandono pleno en las manos de Dios. "Dile: Señor, nada quiero más que lo que Tú quieras. Aun lo que en estos días vengo pidiéndote, si me aparta un milímetro de la Voluntad tuya, no me lo des"11 Solo quiero lo que Tú quieres y porque Tú lo quieres.
III. Esta mujer que pide y recibe nos enseña con su ejemplo una cualidad más de la buena oración: la humildad. La oración debe brotar de un corazón humilde y arrepentido de sus pecados: Cor contritum et humiliatum, Deus, non despicies12, el Señor, que nunca desprecia un corazón contrito y arrepentido, resiste a los soberbios y da su gracia a los humildes13. A quien se sabe servus pauper et humilis14.
El Señor desea que le pidamos muchas cosas. En primer lugar, lo que se refiere al alma, pues "grandes son las enfermedades que la aquejan, y estas son las que principalmente quiere curar el Señor. Y, si cura las del cuerpo, es porque quiere desterrar las del alma"15. Suele suceder que "apenas nos aqueja una enfermedad corporal, no dejamos piedra por mover hasta vernos libres de su molestia; estando, en cambio, enferma nuestra alma, a veces todo son vacilaciones y aplazamientos (...): hacemos de lo necesario accesorio, y de lo accesorio necesario. Dejamos abierta la fuente de los males y pretendemos secar los arroyuelos"16. Para el alma podemos pedir gracia para luchar contra los defectos, más rectitud de intención en lo que hacemos, fidelidad a la propia vocación, luz para recibir con más fruto la Sagrada Comunión, una caridad más fina, docilidad en la dirección espiritual, más afán apostólico... También quiere el Señor que roguemos por otras necesidades: ayuda para sobreponernos a un pequeño fracaso; trabajo, si nos falta; la salud... Y todo en la medida en que nos sirva para amar más a Dios. No queremos nada que, quizá con el paso del tiempo, nos alejaría de lo que verdaderamente nos debe importar: estar siempre junto a Cristo.
A Jesús le es especialmente grato que pidamos por otros. "La necesidad nos obliga a rogar por nosotros mismos, y la caridad fraterna a pedir por los demás. Es más aceptable a Dios la oración recomendada por la caridad que aquella que está motivada por la necesidad"17, enseña San Juan Crisóstomo.
Hemos de orar, en primer lugar, por aquellas personas a quienes nos une un vínculo más fuerte, y por aquellas que el Señor ha puesto a nuestro cuidado. Los padres tienen una especial obligación de pedir por sus hijos; mucho más si estos estuvieran alejados de la fe o el Señor hubiera manifestado una particular predilección por ellos llamándolos a un camino de entrega. Y para que Dios nos oiga con más prontitud, acompañemos con obras nuestra petición: ofreciendo horas de trabajo o de estudio por esa intención, aceptando por Dios el dolor y las contrariedades, ejerciendo la caridad y la misericordia en toda oportunidad.
Los cristianos de todos los tiempos se han sentido movidos a presentar sus peticiones a través de santos intercesores, del propio Ángel Custodio, y muy singularmente a través de Nuestra Madre Santa María. Dice San Bernardo que "subió al Cielo nuestra Abogada, para que, como Madre del Juez y Madre de Misericordia, tratara los negocios de nuestra salvación"18. No dejemos de acudir cada día a Nuestra Señora; mucho nos va en ello.
1 Mt 15, 21-28. — 2 Mc 7, 24-25. — 3 San Agustín, Las Confesiones, 3, 12, 21. — 4 ídem, Tratado sobre el don de la perseverancia, 20, 53. — 5 Santo Tomás, Suma Teológica, 2-2, q. 83, a. 2. — 6 ídem, Catena Aurea, vol. II, p. 338. — 7 Lc 18, 1. — 8 San Josemaría Escrivá, Camino, n. 101. — 9 San Agustín, Sermón 115. — 10 Santo Tomás, Catena Aurea, vol. II, pp. 336-337. — 11 San Josemaría Escrivá, Forja, n. 512. — 12 Sal 50, 19. — 13 Cfr. Pdr 5, 5; Sant 4, 6. — 14 Cfr. Liturgia de las Horas. Himno del oficio de lecturas en la Solemnidad del "Corpus et Sanguis Christi". — 15 San Juan Crisóstomo, Homilías sobre San Mateo, 14, 3. — 16 Ibídem. — 17 ídem, en Catena Aurea, vol. I, p. 354. — 18 San Bernardo, Sermón en la Asunción de la B. Virgen María, 1. 1.
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† Santoral (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)
| San Bernardo San Bernardo: gran predicador, enamorado de Cristo y NO ERES MÁS SANTO |
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ACORDAOS de San Bernardo | Acordaos, oh piadosísima Virgen María!, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que haya acudido a Vos, implorado vuestra asistencia y reclamado vuestro socorro, haya sido abandonado de Vos. Animado con esta confianza, a Vos también acudo, oh Virgen, Madre de la vírgenes, y aunque gimiendo bajo el peso de mis pecados me atrevo a comparecer ante Vuestra presencia Soberana. No desechéis oh purísima Madre de Dios mis humildes súplicas, antes bien, escuchadlas favorablemente. Amén | ||
Bernardo significa: "Batallador y valiente". (Bern=batallador; Nard=valiente)
En orden cronológico, o sea en cuanto al tiempo, San Bernardo es el último de los llamados Padres de la Iglesia. Pero en importancia es uno de los que más han influido en el pensamiento católico en todo el mundo.
Nace en Borgoña, Francia (cerca de Suiza) en el año 1090. Sus padres tuvieron siete hijos y a todos los formaron estrictamente haciéndoles aprender el latín, la literatura y, muy bien aprendida, la religión.
La familia que se fue con Cristo
Esta familia ha sido un caso único en la historia. Cuando Bernardo se fue de religioso, se llevó consigo a sus 4 hermanos varones, y un tío, dejando a su hermana a que cuidará al papá (la mamá ya había muerto) y el hermanito menor para que administrara las posesiones que tenían. Dicen que cuando llamaron al menor para anuanciarle que ellos se iban de religiosos, el muchacho les respondió: "¡Ajá! ¿Conque ustedes se van a ganarse el cielo, y a mí me dejan aquí unicamente en la tierra? Esto no lo puedo aceptar". Y un tiempo después, también él se fue de religioso. Y más tarde llegaron además al convento el papá y el esposo de la hermana (y ella también se fué de monja). Casos como este son más únicos que raros.
La personalidad de Bernardo
Pocos individuos han tenido una personalidad tan impactante y atrayente, como San Bernardo. El poseía todas las ventajas y cualidades que pueden hacer amable y simpático a un joven. Inteligencia viva y brillante. Temperamento bondadoso y alegre, se ganaba la simpatía de cuantos trataban con él. Esto y su físico lleno de vigor y lozanía era ocasión de graves peligros para su castidad y santidad. Por eso durante algún tiempo se enfrió en su fervor y empezó a inclinarse hacia lo mundano y lo sensual. Pero todo esto lo llenaba de desilusiones. Las amistades mundanas por más atractivas y brillantes que fueran lo dejaban vacío y lleno de hastío. Después de cada fiesta se sentía más y más desilusionado del mundo y de sus placeres.
A mal grave, remedio terrible
Como sus pasiones sexuales lo atacaban violentamente, una noche se revolcó entre el hielo hasta quedar casi congelado. Y el tremendo remedio le trajo mucha paz.
Una visión cambia su rumbo: una noche de Navidad, mientras celebraban las ceremonias religiosas en el templo se quedó dormido y le pareció ver al Niño Jesús en Belén en brazos de María, y que la Santa Madre le ofrecía al Niñito Santo para que lo amara y lo hiciera amar mucho por los demás. Desde este día ya no pensó sino en consagrarse a la religión y al apostolado.
Un hombre que arrastra con todo lo que encuentra
Bernardo se fue al convento de monjes benedictinos llamado Cister, y pidió ser admitido. El superior, San Esteban, lo aceptó con gran alegría pues, en aquel convento, hacía 15 años que no llegaban religiosos nuevos.
Bernardo volvió a su familia a contar la noticia y todos se opusieron. Los amigos le decían que esto era desperdiciar una gran personalidad para irse a sepultarse vivo en un convento. La familia no aceptaba de ninguna manera.
Pero aquí sí que apareció el poder tan sorprendente que este hombre tenía para convencer a los demás e influir en ellos y ganarse su voluntad. Empezó a hablar tan maravillosamente de las ventajas y cualidades que tiene la vida religiosa, que logró llevarse al convento a sus cuatro hermanos mayores, a su tío y casi a todos los jóvenes de los alrededores, y junto con 31 compañeros llegó al convento de los Cistercienses a pedir ser admitidos de religiosos. Pero antes en su finca los había preparado a todos por varias semanas, entrenándolos acerca del modo como debían comportarse para ser unos fervorosos religiosos. En el año 1112, a la edad de 22 años, se fue de religioso al convento.
El papá, el hermano Nirvardo, el cuñado y la hermana, ya irán llegando uno por uno a pedir ser recibidos como religiosos.
Formidable poder de atracción. En toda la historia de la Iglesia es difícil encontrar otro hombre que haya sido dotado por Dios de un poder de atracción tan grande para llevar gentes a las comunidades religiosas, como el que recibió Bernardo. Las muchachas tenían terror de que su novio hablara con el santo, porque lo mas probable era que se iría de religioso. En las universidades, en los pueblos, en los campos, los jóvenes al oírle hablar de las excelencias y ventajas de la vida en un convento, se iban en numerosos grupos a que él los instruyera y los formara como religiosos. Durante su vida fundó más de 300 conventos para hombres, e hizo llegar a gran santidad a muchos de sus discípulos. Lo llamaban "el cazador de almas y vocaciones". Con su apostolado consiguió que 900 monjes hicieran profesión religiosa.
Fundador de Claraval. En el convento del Císter demostró tales cualidades de líder y de santo, que a los 25 años (con sólo tres de religioso) fue enviado como superior a fundar un nuevo convento. Escogió un sitio sumamente árido y lleno de bosques donde sus monjes tuvieran que derramar el sudor de su frente para poder cosechar algo, y le puso el nombre de Claraval, que significa valle muy claro, ya que allí el sol ilumina fuerte todo el día.
Supo infundir del tal manera fervor y entusiasmo a sus religiosos de Claraval, que habiendo comenzado con sólo 20 compañeros a los pocos años tenía 130 religiosos; de este convento de Claraval salieron monjes a fundar otros 63 conventos.
La oratoria de santo. Después de San Juan Crisóstomo y de San Agustín, es difícil encontrar otro orador católico que haya obtenido tantos éxitos en su predicación como San Bernardo. Lo llamaban "El Doctor boca de miel" (doctor melífluo) porque sus palabras en la predicación eran una verdadera golosina llena de sabrosura, para los que la escuchaban. Su inmenso amor a Dios y a la Virgen Santísima y su deseo de salvar almas lo llevaban a estudiar por horas y horas cada sermón que iba a pronunciar, y luego como sus palabras iban precedidas de mucha oración y de grandes penitencias, el efecto era fulminante en los oyentes. Escuchar a San Bernardo era ya sentir un impulso fortísimo a volverse mejor.
Su amor a la Virgen Santísima.
Los que quieren progresar en su amor a la Madre de Dios, necesariamente tienen que leer los escritos de San Bernardo, porque entre todos los predicadores católicos quizás ninguno ha hablado con más cariño y emoción acerca de la Virgen Santísima que este gran santo. Él fue quien compuso aquellas últimas palabras de la Salve: "Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María". Y repetía la bella oración que dice: "Acuérdate oh Madre Santa, que jamás se oyó decir, que alguno a Ti haya acudido, sin tu auxilio recibir".
El pueblo vibraba de emoción cuando le oía clamar desde el púlpito con su voz sonora e impresionante. "Si se levantan las tempestades de tus pasiones, mira a la Estrella, invoca a María. Si la sensualidad de tus sentidos quiere hundir la barca de tu espíritu, levanta los ojos de la fe, mira a la Estrella, invoca a María. Si el recuerdo de tus muchos pecados quiere lanzarte al abismo de la desesperación, lánzale una mirada a la Estrella del cielo y rézale a la Madre de Dios. Siguiéndola, no te perderás en el camino. Invocándola no te desesperarás. Y guiado por Ella llegarás seguramente al Puerto Celestial". Sus bellísimos sermones son leídos hoy, después de varios siglos, con verdadera satisfacción y gran provecho.
Viajero incansable. El más profundo deseo de San Bernardo era permanecer en su convento dedicado a la oración y a la meditación. Pero el Sumo Pontífice, los obispos, los pueblos y los gobernantes le pedían continuamente que fuera a ayudarles, y él estaba siempre pronto a prestar su ayuda donde quiera que pudiera ser útil. Con una salud sumamente débil (porque los primeros años de religioso, por imprudente, se dedicó a hacer demasiadas penitencias y se le daño la digestión) recorrió toda Europa poniendo la paz donde había guerras, deteniendo fuertemente las herejías, corrigiendo errores, animando desanimados y hasta reuniendo ejércitos para defender la santa religión católica. Era el árbitro aceptado por todos.
Exclamaba: A veces no me dejan tiempo durante el día ni siquiera para dedicarme a meditar. Pero estas gentes están tan necesitadas y sienten tanta paz cuando se les habla, que es necesario atenderlas (ya en las noches pararía luego sus horas dedicado a la oración y a la meditación).
De carbonero a Pontífice. Un hombre muy bien preparado le pidió que lo recibiera en su monasterio de Claraval. Para probar su virtud lo dedicó las primeras semanas a transportar carbón, y el otro lo hizo de muy buena voluntad. Después llegó a ser un excelente monje, y más tarde fue nombrado Sumo Pontífice: Eugenio III. El santo le escribió un famoso libro llamado "De consideratione", en el cual propone una serie de consejos importantísimos para que los que están en puestos elevados no vayan a cometer el gravísimo error de dedicarse solamente a actividades exteriores descuidando la oración y la meditación. Y llegó a decirle: "Malditas serán dichas ocupaciones, si no dejan dedicar el debido tiempo a la oración y a la meditación".
Despedida gozosa. Después de haber llegado a ser el hombre más famoso de Europa en su tiempo y de haber conseguido varios milagros (como por ej. Hacer hablar a un mudo, el cual confesó muchos pecados que tenía sin perdonar) y después de haber llenado varios países de monasterios con religiosos fervorosos, ante la petición de sus discípulos para que pidiera a Dios la gracia de seguir viviendo otros años más, exclamaba: "Mi gran deseo es ir a ver a Dios y a estar junto a Él. Pero el amor hacia mis discípulos me mueve a querer seguir ayudándolos. Que el Señor Dios haga lo que a Él mejor le parezca". Y a Dios le pareció que ya había sufrido y trabajado bastante y que se merecía el descanso eterno y el premio preparado para los discípulos fieles, y se lo llevó a sus eternidad feliz el 20 de agosto del año 1153. Solamente tenía 63 años pero había trabajado como si tuviera más de cien. El sumo pontífice lo declaró Doctor de la Iglesia.
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Samuel, Santo Juez y Profeta de Israel, 20 de agosto
Juez y Profeta de Israel Martirologio Romano: Conmemoración de san Samuel, profeta, quien llamado por Dios, siendo aún niño, fue después juez en Israel y, por mandato divino, ungió a Saúl como rey de su pueblo, pero rechazado éste por su falta de fidelidad, confirió también la unción real a David, de cuya descendencia había de nacer Cristo.
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Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina01
Filiberto de Jumièges, Santo Abad, 20 de agosto
Abad Martirologio Romano: En el monasterio de Noirmoutier, en la isla de Hero, en la costa de Aquitania, san Filiberto, abad, que, educado en la corte del rey Dagoberto, y todavía adolescente, se hizo monje. Fundó y dirigió primeramente el cenobio de Jumièges y después el de Hero (c. 684).
San Filiberto nació en Eauze en Gascogne (Francia), en 617 o 618. Era hijo de Filibaud, conde y obispo de Vic o de Aire en Gers. A los diez y seis años, partió para la corte de Dagoberto, donde fue colocado entre los "pajes". Allí recibió una educación palaciega y se relacionó con Dadon, el futuro obispo de Rouen, al que se le conoce mejor como San Ouen. Después de cuatro años de formación al lado de Dagoberto, podría haber accedido a un cargo real importante que le hubiera asegurado un sobresaliente porvenir social, pero Filiberto no es hombre de contentarse con una herencia de facilidades debidas a su nacimiento. Rechaza entonces las comodidades y abandona los fastos de la corte. |
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Fuente: Vatican.va
Bernardo Tolomei, Santo Abad y Fundador, 20 de agosto
Abad y Fundador Martirologio Romano: En Siena, de la Toscana, muerte del san Bernardo Tolomei, abad y fundador de la Congregación Olivetana según la Regla de san Benito. Trabajó con gran empeño por la disciplina monástica y, cuando la peste asolaba Italia, murió entre los monjes de Siena, expuestos al mismo peligro (1348).
Nació en Siena el 10 de mayo de 1272. En el bautismo recibió el nombre de Giovanni. Fue educado en el colegio de Santo Domingo de Camporeggio, en Siena, por los frailes predicadores (dominicos). Estudió derecho en su ciudad de origen, donde también formó parte de la Cofradía de los Disciplinados de Santa María de la Noche, que asistían a los enfermos en el hospital del lugar. Una ceguera progresiva, casi total, le obligó a renunciar a una carrera pública. |
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Fuente: Vatican.va
Maria de Mattias, Santa Fundadora, 20 de agosto
Fundadora Martirologio Romano En Roma, santa María de Matías, virgen, que fundó el Instituto de las Hermanas de la Adoración de la Preciosísima Sangre del Señor (1866).
Nació el 4 de febrero de 1805 en Vallecorsa (Italia) en una familia acomodada y de profunda fe cristiana. Ya desde niña se familiarizó con la Sagrada Escritura, y sintió un gran amor a Jesús, Cordero inmolado por la salvación de la humanidad. Tuvo especial devoción por la Sangre de Cristo, derramada por amor a los hombres. |
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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; hablarcondios.org, Catholic.net, misalpalm.com
Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/
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