JMJ
Pax
Sus parientes decían que se había vuelto loco
† Lectura del santo Evangelio según san Marcos 3, 20-21
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús entró en una casa con sus discípulos y acudió tanta gente, que no los dejaban ni comer. Al enterarse sus parientes, fueron a buscarlo, pues decían que se había vuelto loco.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Suplicamos tu oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin tus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que leas. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdanos en tus intenciones de Misa!
Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Nota: es una película protestante, por eso falta LA MADRE.
El Misterio de la Misa en 2 minutos: https://www.youtube.com/watch?v=0QCx-5Aqyrk
El que no valora una obra de arte es porque necesita cultura: https://www.youtube.com/watch?v=mTKKaT-KaKw
Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/media/y3hgYNp23xu
El Gran Milagro (película completa): http://www.gloria.tv/media/hYyhhps7cqX
Explicación: http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!
San Leonardo, "El GRAN tesoro oculto de la Santa Misa": http://iteadjmj.com/LIBROSW/lpm1.doc
Audio (1/5): https://www.youtube.com/watch?v=2NjKuVnxH58
Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). La Misa es lo mínimo para salvarnos. Es como si un padre dijera "si no comes, te mueres, así que come al menos una vez por semana". Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice al otro: "Te amo, pero no quiero verte todos los días, y menos los de descanso"? ¿Le ama realmente?
Faltar a Misa viola los principales mandamientos: el primero ("Amar a Dios sobre todas las cosas") y tercero ("Santificar las fiestas"). Por nuestro propio bien y evitar el infierno eterno, Dios sólo nos pide que nos regalemos 1 de las 168 horas de vida que Él nos regala cada semana: 0,6% ¡No seamos ingratos! Idolatramos aquello que preferimos a Él: los "dioses" son el descanso, entretenimiento, comida, trabajo, compañía, flojera. Prefieren baratijas al oro. Si en la Misa repartieran 1 millón de dólares a cada uno, ¿qué no harías para asistir? ¡Pues recibes infinitamente más! "Una misa vale más que todos los tesoros del mundo"… Por todo esto, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15).
Si rechazamos la Misa, ¿cómo vamos a decir "Padre Nuestro" si rechazamos volver a la Casa del Padre? ¿cómo decir "Santificado sea Tu Nombre", "Venga a nosotros Tu Reino", "Hágase Tu Voluntad", "Danos hoy nuestro pan supersubstancial de cada día" y "no nos dejes caer en la tentación más líbranos del malo", si todo eso lo obtenemos de la Misa?
Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es imprescindible la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado… ver más en http://www.iesvs.org/p/blog-page.html
Catecismo 2181: La Eucaristía del domingo fundamenta y confirma toda la práctica cristiana. Por eso los fieles están obligados a participar en la Eucaristía los días de precepto, a no ser que estén excusados por una razón seria (por ejemplo, enfermedad, el cuidado de niños pequeños) o dispensados por su pastor propio (cf CIC can. 1245). Los que deliberadamente faltan a esta obligación cometen un pecado grave."
Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa (Jn 15,22).
† Misal
sab 2a. Ordinario año Par
Antífona de Entrada
Vi al Señor sentado en un trono excelso; lo adoraban una multitud de ángeles que cantaban a una sola voz: "Este es aquél cuyo poder permanece eternamente".
Oración colecta
Escucha, Señor, con bondad, las súplicas de tu pueblo, y concédenos luz para conocer tu voluntad y fortaleza para cumplirla.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.
Primera Lectura
¿Por qué cayeron los valientes en medio de la batalla?
Lectura del segundo libro de Samuel 1, 1-4.11-12.17.19.23-27
En aquellos días después de derrotar a los amalecitas, David se fue a Siquelag y allí permaneció dos días. Al tercer día llegó un hombre del campamento de Saúl, con los vestidos rotos y la cabeza cubierta de polvo; llegó a donde estaba David y se postró en señal de reverencia. David le preguntó:
"De dónde vienes?"
El respondió:
"Vengo huyendo del campamento de Israel".
David le preguntó:
"¿Qué ha pasado? Cuéntamelo".
Respondió:
"El pueblo fue derrotado en la batalla y huyó; muchos cayeron y entre los muertos se encuentran Saúl y Jonatán".
Entonces David rasgó sus vestiduras, y lo mismo hicieron los que estaban con él.
Prorrumpieron en lamentaciones y llanto y ayunaron hasta la noche por Saúl y Jonatán, por el pueblo del Señor, y por la casa de Israel, pues habían muerto a espada. Entonces David entonó esta elegía por Saúl y su hijo Jonatán:
"Tus héroes, Israel, han sido inmolados en tus montañas. ¿Por qué cayeron los valientes?
Saúl y Jonatán, queridos y admirados, inseparables en la vida y unidos en la muerte, más veloces que las águilas y más fuertes que los leones.
Hijas de Israel, lloren por Saúl, que las vestía de púrpura y de lino, que las cubría de joyas y de oro.
¿Por qué cayeron los valientes en medio de la batalla? Jonatán yace muerto en tus montañas.
Por ti, Jonatán, hermano mío, estoy lleno de pesar. Te quise con toda mi alma y tu amistad fue para mí más estimable que el amor de las mujeres.
¿Por qué cayeron los valientes y pereció la flor de los guerreros?"
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
Del Salmo 79
Señor, vuelve tus ojos a nosotros.
Escúchanos, pastor de Israel, que guías a José como un rebaño; tú, que estás rodeado de querubines, manifiéstate; ante la ruina de Efraín, Benjamín y Manasés, despierta tu poder y ven a salvarnos.
Señor, vuelve tus ojos a nosotros.
Señor, Dios de los ejércitos, ¿hasta cuándo seguirás airado y sordo a las plegarias de tu pueblo? Nos has dado llanto por comida y por bebida, lágrimas en abundancia. Somos la burla de nuestros vecinos, el hazmerreír de cuantos nos rodean.
Señor, vuelve tus ojos a nosotros.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Abre, Señor, nuestros corazones, para que comprendamos las palabras de tu Hijo.
Aleluya.
Evangelio
Sus parientes decían que se había vuelto loco
† Lectura del santo Evangelio según san Marcos 3, 20-21
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús entró en una casa con sus discípulos y acudió tanta gente, que no los dejaban ni comer. Al enterarse sus parientes, fueron a buscarlo, pues decían que se había vuelto loco.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración sobre las ofrendas
Acepta, Señor, el sacrificio que vamos a ofrecerte, y, por sus méritos, escucha nuestras filiales oraciones y santifica toda nuestra vida.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio
Restauración universal en Cristo
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo nuestro Señor. A quien hiciste fundamento de todo y de cuya plenitud quisiste que participáramos todos.
El cual, siendo Dios, se anonadó a sí mismo, y por su sangre derramada en la cruz,
puso en paz todas las cosas.Y así, constituido Señor del universo, es fuente de salvación eterna para cuantos creen en Él.
Por eso,
con los ángeles y los arcángeles y con todos los coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria:
Antífona de la comunión
Señor, en ti está la fuente de la vida, y tu luz nos hace ver la luz.
Oración después de la comunión
Oremos:
A quienes has alimentado con tus sacramentos, concédeles, Dios Todopoderoso, servirte con una vida que te sea agradable.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
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Dia 20/01-1 San Sebastián (Mártir, rojo)
Antífona de Entrada
Este hombre es un verdadero mártir, ya que derramó su sangre por Cristo; no temió las amenazas de quienes lo juzgaron y mereció así el Reino de los cielos.
Oración Colecta
Oremos:
Dios todopoderoso y eterno, que otorgaste a san Sebastián la gracia de luchar por la fe hasta el martirio; concédenos, por su intercesión, soportar por tu amor todas las adversidades y caminar incansablemente hacia ti, que eres nuestra vida.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.
Primera Lectura
No teman las amenazas ni se asusten
Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro 3, 14-17
Hermanos: Dichosos ustedes si tienen que sufrir por ser buenos. No teman las amenazas ni se asusten.
Veneren en sus corazones a Cristo, el Señor, dispuestos siempre a dar, al que las pidiere, las razones de la esperanza de ustedes. Pero háganlo con sencillez y respeto y estando en paz con su conciencia. Así quedarán avergonzados los que denigran la conducta cristiana de ustedes, pues mejor es padecer haciendo el bien, si tal es la voluntad de Dios, que padecer haciendo el mal.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
Del salmo 33
El Señor me libró de todos mis temores.
Bendeciré al Señor a todas horas, no cesará mi boca de alabarlo. Yo me siento orgulloso del Señor; que se alegre su pueblo al escucharlo.
El Señor me libró de todos mis temores.
Proclamemos qué grande es el Señor y alabemos su nombre. Cuando acudí al Señor, me hizo caso y me libró de todos mis temores.
El Señor me libró de todos mis temores.
Vuélvanse a él y quedarán radiantes, jamás se sentirán decepcionados. El Señor siempre escucha al afligido, de su tribulación lo pone a salvo.
El Señor me libró de todos mis temores.
A quien teme al Señor, el ángel del Señor lo salva y cuida. ¡Prueben! Verán qué bueno es el Señor; dichoso quien en él confía.
El Señor me libró de todos mis temores.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Dichoso el hombre que sufre la tentación porque, después de haberla superado, recibirá en premio la corona de la vida.
Aleluya.
Evangelio
No tengan miedo a los que matan el cuerpo
†Lectura del santo Evangelio según san Mateo 10, 28-33
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus apóstoles:
"No tengan miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. Teman, más bien, a quien puede arrojar al lugar de castigo el alma y el cuerpo.
¿No es verdad que se venden dos pajarillos por una moneda? Sin embargo, ni uno solo de ellos cae por tierra si no lo permite el Padre. En cuanto a ustedes, hasta los cabellos de su cabeza están contados. Por lo tanto, no tengan miedo, porque ustedes valen mucho más que todos los pájaros del mundo.
A quien me reconozca delante de los hombres, yo también los reconoceré ante mi Padre, que está en los cielos; pero al que me niegue delante de los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre, que está en los cielos".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración sobre las Ofrendas
Padre misericordioso, bendice nuestros dones y fortalécenos en la fe que tu santo mártir san Sebastián atestiguó con su propia sangre.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio
Testimonio y ejemplo de los mártires
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro.
Porque la sangre del glorioso mártir san Sebastián derramada como la de Cristo para proclamar su fidelidad a ti, manifiesta tu admirable poder, que convierte la fragilidad en fortaleza y al hombre débil robustece para que sea testigo tuyo.
Por eso,
como los ángeles te cantan en el cielo, así nosotros en la tierra te aclamamos, diciendo sin cesar:
Antífona de la Comunión
Yo soy la vid y ustedes los sarmientos, dice el Señor; el que permanece en mí y en el cual yo permanezco, ese dará fruto abundante.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Concédenos, Señor, imitar, confortados con este sacramento, la admirable entereza de san Sebastián, a fin de obtener así el premio eterno, prometido a los que sufren por causa de tu nombre.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén
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Dia 20/01-2 San Fabián (Papa y mártir, rojo )
Antífona de Entrada
Este santo luchó hasta la muerte por la ley de Dios y no se aterrorizó ante la amenaza de los impíos, pues estaba afianzado sobre roca firme.
Oración Colecta
Oremos:
Dios omnipotente y misericordioso, que mantuviste firme en medio de los tormentos a tu santo mártir san Fabián, protege a quienes celebramos hoy su triunfo, para que no caigamos nunca en las tentaciones del enemigo.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.
Primera Lectura
Apacienten el rebaño de Dios que él les ha confiado
Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro 5,1-4
Hermanos: Me dirijo ahora a los pastores de las comunidades de ustedes, yo, que también soy pastor como ellos y además he sido testigo de los sufrimientos de Cristo y participante de la gloria que se va a manifestar.
Apacienten el rebaño que Dios les ha confiado y cuiden de él no como obligados por la fuerza, sino de buena gana, como Dios quiere; no por ambición de dinero, sino con entrega generosa; no como si ustedes fueran los dueños de las comunidades que se les han confiado, sino dando buen ejemplo. Y cuando aparezca el Pastor supremo, recibirán el premio inmortal de la gloria.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
Del salmo 39
Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Con una gran confianza esperé en el Señor; él se inclinó hacia mí y escuchó mi clamor. El me puso en la boca un canto nuevo, un himno a nuestro Dios.
Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Sacrificios y ofrendas ya no quieres, en cambio me has dejado oír tu voz; no pides expiaciones ni holocaustos, así que dije: "Aquí estoy".
Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
En el libro sagrado se me ordena cumplir lo que tú mandas. Me agrada hacer tu voluntad, Dios mío, pues tu ley es la entraña de mi entraña.
Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
He dado a conocer tu salvación ante todo tu pueblo; tú bien sabes, Señor, que no guardé silencio.
Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Yo soy el buen pastor, dice el Señor; yo conozco a mis ovejas y ellas me conocen a mí.
Aleluya.
Evangelio
Apacienta mis corderos, apacienta mis ovejas
† Lectura del santo Evangelio según san Juan 21, 15-17
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, le preguntó Jesús a Simón Pedro:
"Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?"
El le contestó:
"Sí, Señor, tú sabes que te quiero".
Jesús le dijo:
"Apacienta mis corderos".
Por segunda vez le preguntó:
"Simón, hijo de Juan, ¿me amas?"
El le respondió:
"Sí, Señor, tú sabes que te quiero".
Jesús le dijo:
"Pastorea mis ovejas".
Por tercera vez le preguntó:
"Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?"
Pedro se entristeció de que Jesús le hubiera preguntado por tercera vez si lo quería, y le contestó:
"Señor, tú lo sabes todo; tú bien sabes que te quiero".
Jesús le dijo:
"Apacienta mis ovejas".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración sobre las Ofrendas
Santifica, Señor, con tu bendición estas ofrendas y enciende en nosotros ese amor a ti, por el que tu santo mártir Fabián fue capaz de soportar todos los tormentos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio
Testimonio y ejemplo de los mártires
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro.
Porque la sangre del glorioso mártir san Fabián, derramada como la de Cristo para proclamar su fidelidad a ti, manifiesta tu admirable poder, que convierte la fragilidad en fortaleza y al hombre débil robustece para que sea testigo tuyo.
Por eso,
como los ángeles te cantan en el cielo, así nosotros en la tierra te aclamamos, diciendo sin cesar:
Antífona de la Comunión
Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, que tome su cruz y que me siga, dice el Señor.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Que el sacramento que hemos recibido nos dé, Señor, la misma fortaleza con la que tu santo mártir san Fabián fue fiel en tu servicio y generoso en el sufrimiento.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén
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† Meditación diaria
2ª semana. Sábado
LA ALEGRÍA
— Tiene su fundamento en la filiación divina.
— Cruz y alegría. Causas de la tristeza. Remedios.
— El apostolado de la alegría.
I. Cuando el mundo surgió de las manos de Dios, todo desbordaba bondad, y esta tuvo su punto culminante con la creación del hombre1. Pero con el pecado llegó al mundo el mal, y como hierba mala arraigó en la naturaleza humana. Unida siempre al bien, la alegría verdadera vino plenamente a la tierra aquel día en que Nuestra Señora dio su consentimiento y en su seno se encarnó el Hijo de Dios. En Ella ya reinaba un profundo gozo, porque había sido concebida sin el pecado de origen y su unión con Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo era plena. Con su respuesta amorosa a los designios divinos se convierte en causa, en todo el sentido de la palabra, de la nueva alegría del mundo, pues en Ella nos llegó Jesucristo, que es el júbilo pleno del Padre, de los ángeles y de los hombres: en quien Dios Padre tiene puestas todas sus complacencias2, y la misión de Santa María, entonces y ahora, es darnos a Jesús, su Hijo. Por eso llamamos a Nuestra Señora Causa de nuestra alegría.
Hace pocas semanas contemplábamos el anuncio del Ángel a los pastores: No temáis, pues vengo a anunciaros una gran alegría, que lo será para todo el pueblo: hoy en la ciudad de David...3. La alegría verdadera, la que perdura por encima de las contradicciones y del dolor, es la de quienes se encontraron con Dios en las circunstancias más diversas y supieron seguirle: es la alegría colmada del anciano Simeón al tener en sus brazos al Niño Jesús4; o el inmenso gozo –gaudio magno valde5– de los Magos al encontrar de nuevo la estrella que les conducía hasta Jesús, María y José; y la de todos aquellos que un día inesperado descubrieron a Cristo: ¿Por qué no le habéis prendido?, preguntarán más tarde los príncipes de los sacerdotes y los fariseos a los servidores, que posiblemente se ganaron un arresto o un despido al desobedecer: Es que jamás hombre alguno -dijeron- habló nunca como este hombre6; es la dicha de Pedro en el Tabor: Señor, bueno es quedarnos aquí7; o el júbilo que recuperan, al reconocer a Jesús, dos discípulos que caminaban hacia Emaús con profundo desaliento...8; y el alborozo de los Apóstoles cada vez que ven a Cristo Resucitado...9. Y, entre todas, la alegría de María: Mi alma glorifica al Señor, y mi espíritu está transportado de alegría en Dios, salvador mío10. Ella posee a Jesús plenamente, y su alegría es la mayor que puede contener un corazón humano.
La alegría es la consecuencia inmediata de cierta plenitud de vida. Y para la persona, esta plenitud consiste ante todo en la sabiduría y en el amor11. Por su misericordia infinita, Dios nos ha hecho hijos suyos en Jesucristo y partícipes de su naturaleza, que es precisamente plenitud de Vida, Sabiduría infinita, Amor inmenso. No podemos alcanzar alegría mayor que la que se funda en ser hijos de Dios por la gracia, una alegría capaz de subsistir en la enfermedad y en el fracaso: Yo os daré una alegría -había prometido el Señor en la Última Cena- que nadie os podrá quitar12. Cuanto más cerca estamos de Dios, mayor es la participación en su Amor y en su Vida; cuanto más crezcamos en la filiación divina, mayor y más tangible será nuestra alegría. ¿Es alegre, positivo, optimista, mi modo habitual de ser y de comportarme? ¿Pierdo fácilmente la alegría por una contradicción, por un contratiempo? ¿Me dejo llevar con frecuencia por los estados de ánimo?
II. ¡Qué distinta es esta felicidad de aquella que depende del bienestar material, de la salud ¡tan frágil!, de los estados de ánimo ¡tan cambiantes!, de la ausencia de dificultades, del no padecer necesidad...! Somos hijos de Dios y nada nos debe turbar; ni la misma muerte.
San Pablo recordaba a los primeros cristianos de Filipos: Alegraos siempre en el Señor; os lo repito, alegraos13. Y les señalaba enseguida la razón: El Señor está cerca. En medio del ambiente difícil, a veces duro y agresivo, en el que se movían, el Apóstol les indica la mejor medicina: estad alegres. Y es admirable este mandato del Apóstol, pues cuando él escribe esa Carta está encadenado en la cárcel. Y en otra ocasión, en circunstancias extraordinariamente difíciles, escribirá: abundo y sobreabundo de gozo en todas mis tribulaciones14. Para la verdadera alegría nunca son definitivas ni determinantes las circunstancias que nos rodeen, porque está fundamentada en la fidelidad a Dios, en el cumplimiento del deber, en abrazar la Cruz. "¿Cómo es posible estar alegres ante la enfermedad y en la enfermedad, ante la injusticia y sufriendo la injusticia? ¿No será esa alegría una falsa ilusión o una escapatoria irresponsable?: ¡no! La respuesta nos la da Cristo: ¡solo Cristo! Solo en Él se encuentra el verdadero sentido de la vida personal y la clave de la historia humana. Solo en Él –en su doctrina, en su Cruz Redentora, cuya fuerza de salvación se hace presente en los Sacramentos de la Iglesia– encontraréis siempre la energía para mejorar el mundo, para hacerlo más digno del hombre, imagen de Dios, para hacerlo más alegre.
"Cristo en la Cruz: esta es la única clave auténtica. En la Cruz, Él acepta el sufrimiento para hacernos felices; y nos enseña que, unidos a Él, también nosotros podemos dar un valor de salvación a nuestro sufrimiento, que así se transforma en gozo: en la alegría profunda del sacrificio por el bien de los demás y en la alegría de la penitencia por los pecados personales y los pecados del mundo.
"A la luz de la Cruz de Cristo, por tanto, no hay lugar para el temor al dolor, porque entendemos que en el dolor se manifiesta el amor: la verdad del amor, de nuestro amor a Dios y a todos los hombres"15.
En el Antiguo Testamento ya había dicho el Señor por boca de Nehemías: No os entristezcáis, porque la alegría de Yahvé es vuestra fortaleza16. En efecto, la alegría es uno de los más poderosos aliados que tenemos para alcanzar la victoria17, un admirable remedio para todos los males. Este gran bien solo lo perdemos por el alejamiento de Dios (el pecado, la tibieza, la desgana en el trato con Dios, el egoísmo de pensar en nosotros mismos), o cuando no aceptamos la Cruz, que nos llega de formas tan diversas: dolor, enfermedad, fracaso, contradicción, cambio de planes, humillaciones... La tristeza hace mucho daño en nosotros y a nuestro alrededor. Es una planta dañina que debemos arrancar en cuanto aparece: Anímate, pues, y alegra tu corazón, y echa lejos de ti la congoja; porque a muchos mató la tristeza. Y no hay utilidad alguna en ella18.
En cualquier circunstancia que tienda a abatirnos podemos recuperar la alegría si sabemos abrir el corazón: hablar, airear el alma. Cuando acudimos a la oración o vamos con corazón contrito a la Confesión tomamos una actitud eficaz para encontrar el camino de la alegría, sobre todo cuando se perdió a causa del pecado o de descuidos culpables en el trato con el Señor. El olvido de sí mismo, el no andar excesivamente preocupados de las propias cosas, la humildad, en definitiva, es condición imprescindible para abrirnos a Dios como buenos hijos, fundamento de toda alegría verdadera. En la oración confiada –que es hablar con Dios– surgirá la aceptación de una contrariedad (quizá la causa oculta de ese estado triste), o la decisión de abrir el alma en la dirección espiritual –para decir aquello que nos preocupa–, o de ser generosos en eso que Dios nos pide y que quizá –por nuestras escasas luces– nos cuesta darle.
III. El apostolado que nos pide el Señor es, en buena parte, sobreabundancia de alegría sobrenatural y humana, transmitir la alegría de estar cerca de Dios. Cuando esta "se derrama en los demás hombres, allí engendra esperanza, optimismo, impulsos de generosidad en la fatiga cotidiana, contagiando a toda la sociedad.
"Hijos míos –decía el Papa Juan Pablo II–, solo si tenéis en vosotros esta gracia divina, que es alegría y paz, podréis construir algo válido para los hombres"19.
Un campo importante, donde debemos sembrar mucha alegría, es en la familia. La nota dominante en el propio hogar ha de ser la sonrisa habitual –aunque estemos cansados, aunque tengamos asuntos que nos preocupen–, y entonces esta manera optimista, cordial, afable, de comportarnos es también "la piedra caída en el lago"20, que provoca una onda más amplia, y esta otra más: acaba creando un clima grato en el que es posible convivir y en el que, con naturalidad, se desarrolla un apostolado fecundo con los hijos, con los padres, con los hermanos... Por el contrario, un gesto adusto, intolerante, pesimista, reiterativo.... aleja a los demás de uno mismo y de Dios, crea nuevas tensiones y con facilidad se falta a la caridad. Dice Santo Tomás que nadie puede aguantar ni un solo día a una persona triste y desagradable; y, por tanto, todo hombre está obligado, por un cierto deber de honestidad, a convivir amablemente (con alegría) con los demás21. Vencer los estados de ánimo, el cansancio, las preocupaciones personales, será siempre una mortificación muy grata al Señor.
Este espíritu alegre, optimista, sonriente, que tiene como fundamento hondo la filiación divina, hemos de extenderlo al trabajo, a los amigos, a los vecinos, a esas personas con las que quizá solo vamos a tener un breve encuentro en la vida: al cliente que ya no veremos más, al enfermo que una vez sano ya no deseará ver al médico, a esa persona que nos ha preguntado la dirección de una calle... Se llevarán de nosotros un gesto cordial, y el haberles encomendado a su Ángel Custodio... Y muchos encontrarán en la alegría del cristiano el camino que conduce al Señor, que quizá de otra manera no hallarían.
"¡Cómo sería la mirada alegre de Jesús!: la misma que brillaría en los ojos de su Madre, que no puede contener su alegría —"Magnificat anima mea Dominum!" —y su alma glorifica al Señor, desde que lo lleva dentro de sí y a su lado.
"¡Oh, Madre!: que sea la nuestra, como la tuya, la alegría de estar con Él y de tenerlo"22. Junto a Ella hacemos hoy un "propósito sincero: hacer amable y fácil el camino a los demás, que bastantes amarguras trae consigo la vida"23.
1 Cfr. Prov 8, 30-31. — 2 Cfr. Mt 3, 17. — 3 Lc 2, 10. — 4 Cfr. Lc 2, 29-30. — 5 Cfr. Mt 2, 10. — 6 Jn 7, 46. — 7 Mc 9, 5. — 8 Cfr. Lc 24, 13-35. — 9 Cfr. Jn 16, 22. — 10 Lc 1, 46-47. — 11 Cfr. Santo Tomás, Suma Teológica, 2-2, q. 28, a. 4 ss. — 12 Jn 16, 22. — 13 Flp 4, 4. — 14 2 Cor 7, 4. — 15 A. del Portillo, Homilía en la Misa para los participantes en el Jubileo de la juventud, 12-IV-1984. — 16 Neh 8, 10. — 17 Cfr. 1 Mac 3, 2 ss.— 18 Eclo 30, 24-25. — 19 Juan Pablo II, Discurso 10-IV-1979. — 20 Cfr. San Josemaría Escrivá, Camino, n. 831. — 21 Santo Tomás, o. c., 2-2, q. 114, a. 2 ad 2. — 22 San Josemaría Escrivá, Surco, n. 95. — 23 Ibídem, n. 63.
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20 de enero. 3er Día del Octavario
EL DEPÓSITO DE LA FE
— Fidelidad, sin concesiones, a la doctrina revelada. El diálogo ecuménico ha de basarse en el amor sincero a la verdad divina.
— Exponer la doctrina con claridad.
— Veritatem facientes in caritate, proclamar la verdad con caridad, con comprensión siempre hacia las personas.
I. El Espíritu Santo impulsa a todos los cristianos a realizar múltiples esfuerzos para llegar a la plenitud de la unidad deseada por Cristo1. Es Él quien promueve los deseos del diálogo ecuménico para alcanzar esta unión. Pero este diálogo, para que tenga razón de ser, es necesario que tienda a la verdad y que se fundamente en ella. No consistirá, por tanto, en un simple intercambio de opiniones, ni en un mutuo acuerdo sobre la visión particular que cada uno tenga de los problemas que se presentan y de sus posibles soluciones. Por el contrario, el diálogo debe expresar con claridad y nitidez las verdades que Cristo dejó en depósito al Magisterio de la Iglesia, las únicas que pueden salvar; el diálogo debe explicar el contenido y el significado de los dogmas y, a la vez, fomentar en las almas un mayor deseo de seguir de cerca a Cristo, de santidad personal.
La verdad del cristiano es salvadora precisamente porque no es el resultado de profundas reflexiones humanas, sino fruto de la revelación de Jesucristo, confiada a los Apóstoles y a sus sucesores, el Papa y los Obispos, y transmitida por la Iglesia como por un canal divino, con la asistencia constante del Espíritu Santo. Cada generación recibe el depósito de la fe, el conjunto de verdades reveladas por Cristo, y lo transmite íntegro a la siguiente, y así hasta el fin de los tiempos.
Guarda el depósito a ti confiado2, escribía San Pablo a Timoteo. Y comenta San Vicente de Lerins: "¿qué es el depósito? Es lo que tú has creído, no lo que tú has encontrado; lo que recibiste, no lo que tú pensaste; algo que procede, no del ingenio personal, sino de la doctrina; no fruto de rapiña privada, sino de tradición pública. Es una cosa que ha llegado hasta ti, que por ti no ha sido inventada; algo de lo que tú no eres autor, sino guardián; no creador, sino conservador; no conductor, sino conducido. Guarda el depósito: conserva limpio e inviolado el talento de la fe católica. Lo que has creído, eso mismo permanezca en ti, eso mismo entrega a los demás. Oro has recibido, oro devuelve; no sustituyas una cosa por otra, no pongas plomo en lugar de oro, no mezcles nada fraudulentamente. No quiero apariencia de oro, sino oro puro"3.
No consiste el diálogo ecuménico en inventar nuevas verdades, ni en alcanzar un pensamiento concordado, un conjunto de doctrinas aceptado por todos, después de haber cedido cada uno un poco. En la doctrina revelada no cabe ceder, porque es de Cristo, y es la única que salva. El deseo de unión con todos y la caridad no puede llevarnos –dejaría de ser caridad– "a amortiguar la fe, a quitar las aristas que la definen, a dulcificarla hasta convertirla, como algunos pretenden, en algo amorfo que no tiene la fuerza y el poder de Dios"4. El deseo de diálogo con los hermanos separados, y con todos aquellos que dentro de la Iglesia se encuentran lejos de Cristo, nos ha de llevar a meditar con frecuencia en el empeño que ponemos en la propia formación, en el conocimiento adecuado de la doctrina revelada. Hoy, en la oración, podemos pensar en el aprovechamiento de esos medios que tenemos a nuestro alcance para una formación intensa y constante: lectura espiritual, dirección espiritual, retiros...
II. La buena nueva que proclama la Iglesia es precisamente fuente de salvación, porque es la misma verdad predicada por Cristo. "Consciente de ello, Pablo quiere confrontar el propio anuncio con el de los otros Apóstoles, para asegurarse de la autenticidad de su predicación (Gal 2, 10), y durante toda la vida no dejó nunca de recomendar la fidelidad a las enseñanzas recibidas, porque nadie puede poner otro cimiento fuera del ya puesto, que es Jesucristo (1 Cor 3, 11)"5.
La verdad que hemos recibido del Señor es una, inmutable, íntegramente conservada en los comienzos y a través de los siglos, y nunca será lícito relativizarla y aceptar de ella lo que parezca conveniente, pues "cualquier atentado a la unidad de la fe es un atentado contra Cristo mismo"6. Tan profundamente convencido está San Pablo de esta verdad que sus reconvenciones ante las pequeñas facciones que en aquella primera época iban apareciendo son continuas. Os recuerdo, hermanos, el Evangelio que os prediqué, que recibisteis, en el que os mantenéis firmes, y por el cual sois salvados (...), pues os transmití en primer lugar lo que yo mismo recibí: que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras; que fue sepultado y que resucitó al tercer día, según las Escrituras; y que fue visto por Cefas, y después por los Doce. Posteriormente se dejó ver por más de quinientos hermanos a la vez, de los cuales muchos viven todavía, y algunos murieron7.
El Apóstol anuncia a estos primeros cristianos que la doctrina que han de creer no es una teoría personal de él ni de ningún otro, sino la doctrina común de los Doce, testigos de la vida, muerte y resurrección de Cristo, de quien a su vez la recibieron. El contenido de la fe –en los primeros tiempos y ahora se halla resumido en el Credo, que tiene su origen en las enseñanzas de Jesús, transmitidas, con la asistencia constante del Espíritu Santo, por los Apóstoles. Este contenido no es una teoría abstracta acerca de Dios, sino la verdad salvadora revelada por el Señor, que tiene consecuencias prácticas y reales en nuestro modo de ser, de pensar, de trabajar, de actuar... Por no ser un convenio humano o una doctrina inventada por hombres, "es absolutamente necesario exponer con claridad toda la doctrina. Nada es tan ajeno al ecumenismo –enseña el Concilio Vaticano II- como aquel falso irenismo que desvirtúa la pureza de la doctrina católica y oscurece su sentido genuino"8.
El verdadero objetivo del diálogo ecuménico, y también de todo diálogo apostólico, está, pues, en buscar la comunión más perfecta con la verdad salvadora de Cristo. El progreso en el conocimiento y aceptación de esta verdad necesita la continua asistencia del Espíritu Santo, al que pedimos su luz en estos días, y el estudio y la reflexión para entender y explicar cada vez de modo más claro aquello mismo que nos reveló Jesucristo, y que se encuentra guardado como un tesoro en el seno de la Iglesia Católica. Podemos comprender entonces –afirmaba Pablo VI– por qué Ella, "ayer y hoy, da tanta importancia a la conservación rigurosa de la revelación auténtica, la considera un tesoro inviolable, y tiene una conciencia tan severa de su deber fundamental de defender y transmitir en términos inequívocos la doctrina de la fe; la ortodoxia es su primera preocupación; el magisterio pastoral, su función primaria y providencial (...); y la consigna del apóstol Pablo: depositum custodi (1 Tim 6, 20; 2 Tim 1, 14), constituye para ella un compromiso tal, que sería traición violar.
"La Iglesia maestra no inventa su doctrina; ella es testigo, custodia, intérprete, medio; y en lo que se refiere a las verdades propias del mensaje cristiano, se puede decir que es conservadora, intransigente; y a quien solicita de ella que haga su fe más fácil, más de acuerdo con los gustos de la mudable mentalidad de los tiempos, le responde con los Apóstoles: non possumus, no podemos (Hech 4, 20)"9. Esta enseñanza nos sirve también en el apostolado personal con aquellos católicos que querrían adecuar la doctrina, a veces exigente, a una situación particular falta de exigencia y de espíritu de sacrificio, consustancial con el seguimiento del Señor.
III. San Pablo recordaba a los primeros cristianos de Éfeso que habían de proclamar la verdad con caridad: veritatem facientes in caritate10, y eso debemos hacer nosotros: con aquellos que ya están cerca de la plena comunión de la fe y con quienes apenas tienen algún sentimiento religioso. Veritatem facientes in caritate con quienes nos vemos todos los días y con esas personas a las que encontramos incidentalmente en alguna ocasión. Comprensivos, cordiales con las personas, sin ceder en la doctrina. Es más, si por cualquier circunstancia hallamos un ambiente o debemos estar con alguien que nos trata con frialdad, seguiremos el sabio consejo de San Juan de la Cruz: "No piense otra cosa –exhortaba el Santo a una persona que le pedía luz en medio de tribulaciones y dificultades– sino que todo lo ordena Dios; y a donde no hay amor, ponga amor, y sacará amor..."11. En lo pequeño y en lo grande, tendremos sobradas ocasiones de llevar este consejo a la práctica. Y veremos muchas veces cómo, casi sin darnos cuenta, hemos cambiado aquel ambiente hostil o indiferente.
La verdad ha de presentarse en su integridad, sin falsos compromisos, pero de una manera amable; nunca agria ni molesta, ni impuesta a la fuerza o con violencia. Con independencia de que alguien esté o no equivocado, aun cuando se le haga una crítica legítima, toda persona tiene derecho a que se la mire con respeto, a que se valore lo que siempre hay de positivo en sus ideas o en su conducta. No debemos juzgar a nadie, y mucho menos condenar. La misma caridad que nos impulsa a mantenernos firmes en la fe, nos lleva también a querer a las personas, a comprender, a disculpar, a dejar actuar a la gracia de Dios, que no fuerza ni quita la libertad de las almas.
La comprensión nos lleva a querer saciar la necesidad más grande del corazón humano: la aspiración a la verdad y a la felicidad, que Dios ha impreso en cada criatura. Son diferentes las circunstancias en que cada uno se encuentra y el grado de verdad que ha alcanzado; y para que todos lleguen a la plenitud de la fe, nuestro cariño y nuestra amistad pueden servir como un puente del que muchas veces se vale Dios para entrar más hondamente en esas almas.
Si le pedimos su ayuda, Nuestra Señora nos enseñará a tratar a cada uno como conviene: con infinito cariño y respeto para con su persona, con inmenso amor por la verdad, que no nos llevará, por falsa comprensión, a ceder en la doctrina.
1 Cfr. Conc. Vat. II, Decr. Unitatis redintegratio, 4. — 2 1 Tim 6, 20. — 3 San Vicente de Leríns, Commonitorio, 22. — 4 San Josemaría Escrivá, Forja, n. 456. — 5 Juan Pablo II, Homilía 25-1-1987. — 6 Ibídem. — 7 1 Cor 15, 1-6. — 8 Conc. Vat. II, loc. cit., 11. — 9 Pablo VI, Audiencia general 19-1-1972. — 10 Ef 4, 15. — 11 San Juan de la Cruz, A la M. María de la Encarnación, 6-VII-1591.
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† Santoral (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)
San Sebastián, soldado mártir. Año 300.
Se dice de él que entró a la vida militar para poder ayudar a los cristianos que estaban prisioneros. Una vez un mártir estaba para desanimarse a causa de las lágrimas de sus familiares, pero el militar Sebastián lo animó a ofrecer su vida por Jesucristo, y así aquel creyente obtuvo el glorioso martirio. Dicen los antiguos documentos que Sebastián era Capitán de la Guardia en el Palacio Imperial en Roma, y aprovechaba ese cargo para ayudar lo más posible a los cristianos perseguidos.
Pero un día lo denunciaron ante el emperador por ser cristiano. Maximino lo llamó y lo puso ante la siguiente disyuntiva: o dejar de ser cristiano y entonces ser ascendido en el ejército, o si persistía en seguir creyendo en Cristo ser degradado de sus cargos y ser atravesado a flechazos. Sebastián declaró que sería seguidor de Cristo hasta el último momento de su vida, y entonces por orden del emperador fue atravesado a flechazos. En Roma le levantaron desde muy antiguos tiempos una basílica en su honor. Ha sido invocado por muchos siglos como su Patrono contra las flechas envenenadas y para librarse de plagas y enfermedades. San Ambrosio pronunció hermosos sermones acerca de San Sabastián. Es patrono de los arqueros, los soldados y los atletas.
El nombre "Sebastián" significa: "Digno de respeto. Venerable".
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San Fabián, Sumo Pontífice (250)
Fue Sumo Pontífice del año 236 al 250, por 14 años.
El historiador Eusebio cuenta que al morir el Papa San Antero, el clero de Roma se reunió junto con los fieles creyentes, para elegir al nuevo Papa, y que estando allí reunidos, vieron descender una paloma sobre la cabeza de Fabián. No habían pensado elegirlo a él porque todavía no era sacerdote. Pero ante esta señal, lo eligieron, y fue ordenado sacerdote y consagrado obispo. San Cipriano dijo de él: "Fue un hombre muy santo, y la gloria de su martirio correspondió a la gran pureza de su vida". El emperador Decio ordenó en el 250 una terrible persecución contra los cristianos y al primero que mandó matar fue al Papa San Fabián.
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Fuente: Franciscanos.org
Eustoquia (Esmeralda) Calafato de Mesina, Santa Abadesa, Enero 20
Abadesa Martirologio Romano: En la ciudad de Mesina, en Sicilia (hoy Italia), santa Eustoquia Calafato, virgen, abadesa de la Orden de Santa Clara, que se dedicó con todas sus fuerzas a restaurar la primitiva disciplina de la vida regular, en el seguimiento de Cristo según el ejemplo de san Francisco (1485) |
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Fuente: Vatican.va
Basilio Antonio María Moreau, Beato Sacerdote y Fundador, Enero 20
Sacerdote y Fundador El Beato Basilio Antonio María Moreau nació en Laigné-en-Bélin, distrito de Le Mans (Francia), el 11 de febrero de 1799. Fue el octavo de catorce hijos de una familia piadosa. Con su párroco, el p. Julián Le Provost, aprendió las primeras nociones de latín. Prosiguió los estudios en el colegio de Château-Gontier, y los terminó en el seminario mayor de Le Mans. El 12 de agosto de 1821 recibió la ordenación sacerdotal. En su corazón ardía el celo por las misiones, pero su obispo, mons. De la Myre, que lo quería para profesor en el seminario diocesano, lo envió a realizar estudios superiores, primero en San Sulpicio, en París, y después en la "Solitude D´Issy", dirigida también por los sulpicianos. Allí permaneció de 1822 a 1823, y encontró a quien sería su padre espiritual, el p. Gabriel Mollevaut. Al volver a Le Mans, enseñó filosofía, teología dogmática y sagrada Escritura desde 1823 hasta 1836. Al mismo tiempo, desarrolló con fruto una intensa actividad pastoral. |
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Fuente: Vatican.va
María Cristina de la Inmaculada Concepción (Adelaida) Brando, Virgen y Fundadora, 20 de enero
Virgen y Fundadora Martirologio Romano: En la ciudad de Casoria, cerca de Nápoles, en Italia, beata María Cristina de la Inmaculada (Adelaida) Brando, virgen, que dedicó su existencia a la formación cristiana de los niños y fundó la Congregación de las Hermanas Víctimas Expiatorias de Jesús Sacramentado, con la cual promovió en gran manera la adoración a la Sagrada Eucaristía (1906). |
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Fuente: ocso.org
Cipriano (Miguel) Iwene Tansi, Beato Presbítero, Enero 20
Monje y Presbítero Martirologio Romano: En el monasterio de Mount Saint Bernard, cerca de Leicester, en Inglaterra, beato Cipriano (Miguel) Iwene Tansi, presbítero, de la Orden Cisterciense, que nació en el territorio de Onitsha, en Nigeria, y siendo aún niño, y en contra de su familia, abrazó la fe cristiana. Fue ordenado sacerdote, dedicándose con gran diligencia a la cura pastoral hasta que, hecho monje, mereció coronar con una santa muerte una vida santa (1964). |
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Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina01
Neófito, Santo Mártir, Enero 20
Mártir Martirologio Romano: En Nicea, ciudad de Bitinia (hoy Turquía), san Neófito, mártir (s. IV). |
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Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina01
Enrique de Upsala, Santo Obispo y Mártir, Enero 20
Obispo y Mártir Martirologio Romano: En Finlandia, san Enrique, obispo y mártir, nacido en Inglaterra, a quien se le confió la iglesia de Upsala, donde se dedicó con empeño a la evangelización de los finlandeses, siendo herido de muerte por un homicida, al que había tratado de corregir con la disciplina eclesiástica (c. 1157). |
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Fuente: Enciclopedia Católica
Wulfstano (Wolstan) de Worcester, Santo Monje y Obispo, Enero 20
Obispo y Monje Martirologio Romano: En la ciudad de Worcester, en Inglaterra, san Wulfstano, obispo, que, pasando del claustro a la sede, mantuvo las costumbres monásticas junto al celo pastoral. Visitó incansablemente las parroquias de su diócesis, ocupándose en erigir iglesias, fomentar los estudios y condenar la venta de esclavos (1095). |
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Fuente: Martirologio Romano
Otros Santos y Beatos Completando el santoral de este día, Enero 20
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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; hablarcondios.org, Catholic.net, misalpalm.com
Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/
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