JMJ
Pax
Mujer, ¡qué grande es tu fe!
† Lectura del santo Evangelio según san Mateo 15, 21-28
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús se fue de allí y se retiró a las región de Tiro y Sidón. En esto, una mujer cananea procedente de aquellos lugares se puso a gritar:
"Ten piedad de mí, Señor, Hijo de David; mi hija vive maltratada por un demonio".
Jesús no le respondió nada. Pero sus discípulos se acercaron y le decían:
"Atiéndela, porque viene gritando detrás de nosotros".
El respondió:
"Dios me ha enviado sólo a las ovejas perdidas del pueblo de Israel".
Pero ella fue, se postró ante Jesús le suplicó:
"¡Señor, socórreme!"
El respondió:
"No está bien tomar el pan de los hijos para echárselo a los perros".
Ella contestó:
"Es cierto, Señor, pero también los perros comen las migajas que caen de la mesa de sus amos".
Entonces Jesús le dijo:
"¡Mujer, qué grande es tu fe! Que te suceda lo que pides".
Y desde aquel momento quedó sana su hija.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Suplicamos tu oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin tus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que leas. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdanos en tus intenciones de Misa!
Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Nota: es una película protestante, por eso falta LA MADRE.
El Misterio de la Misa en 2 minutos: https://www.youtube.com/watch?v=0QCx-5Aqyrk
El que no valora una obra de arte es porque necesita cultura: https://www.youtube.com/watch?v=mTKKaT-KaKw
Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/media/y3hgYNp23xu
El Gran Milagro (película completa): http://www.gloria.tv/media/hYyhhps7cqX
Explicación: http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!
San Leonardo, "El GRAN tesoro oculto de la Santa Misa": http://iteadjmj.com/LIBROSW/lpm1.doc
Audio (1/5): https://www.youtube.com/watch?v=2NjKuVnxH58
Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). La Misa es lo mínimo para salvarnos. Es como si un padre dijera "si no comes, te mueres, así que come al menos una vez por semana". Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice al otro: "Te amo, pero no quiero verte todos los días, y menos los de descanso"? ¿Le ama realmente?
Faltar a Misa viola los principales mandamientos: el primero ("Amar a Dios sobre todas las cosas") y tercero ("Santificar las fiestas"). Por nuestro propio bien y evitar el infierno eterno, Dios sólo nos pide que nos regalemos 1 de las 168 horas de vida que Él nos regala cada semana: 0,6% ¡No seamos ingratos! Idolatramos aquello que preferimos a Él: los "dioses" son el descanso, entretenimiento, comida, trabajo, compañía, flojera. Prefieren baratijas al oro. Si en la Misa repartieran 1 millón de dólares a cada uno, ¿qué no harías para asistir? ¡Pues recibes infinitamente más! "Una misa vale más que todos los tesoros del mundo"… Por todo esto, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15).
Si rechazamos la Misa, ¿cómo vamos a decir "Padre Nuestro" si rechazamos volver a la Casa del Padre? ¿cómo decir "Santificado sea Tu Nombre", "Venga a nosotros Tu Reino", "Hágase Tu Voluntad", "Danos hoy nuestro pan supersubstancial de cada día" y "no nos dejes caer en la tentación más líbranos del malo", si todo eso lo obtenemos de la Misa?
Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es imprescindible la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado… ver más en http://www.iesvs.org/p/blog-page.html
Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa (Jn 15,22).
† Misal
mie 18a. Ordinario año Par
El Señor es mi protector; él me libró de las manos de mis enemigos y me salvó, porque me ama.
Oremos:
Concédenos, Señor, que el curso de los acontecimientos del mundo se desenvuelva, según tu voluntad, en la justicia y en la paz, y que tu Iglesia pueda servirte con tranquilidad y alegría.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.
Yo te amo con amor eterno
Lectura del libro del profeta Jeremías 31, 1-7
En aquel tiempo, palabra el Señor, yo seré el Dios de todas las familias de Israel, y ellas serán mi pueblo.
Así dice el Señor: Me he apiadado en el desierto del pueblo que escapó de la espada; Israel marcha hacia su descanso. El Señor se manifiesta de lejos. Con amor eterno te amo, por eso te mantengo mi favor; te edificaré de nuevo y serás reedificada, doncella de Israel; de nuevo tomarás tus panderetas y saldrás a bailar alegremente. De nuevo plantarás viñas en los montes de Samaria, y quienes las planten las cosecharán. Llegará un día en que los centinelas gritarán en la montaña de Efraín: "¡Vengan, subamos a Sión, hacia el Señor nuestro Dios!"
Así dice el Señor: ¡Griten de alegría por Jacob! ¡Aplaudan a la primera de las naciones! ¡Que se escuche su alabanza! Digan: "El Señor ha salvado a su pueblo, al resto de Israel".
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Jer 31, 10.11-12ab.13
El Señor será nuestro pastor.
Escuchen, naciones, la palabra del Señor; anúncienla en las islas lejanas; digan: "El que dispersó a Israel lo reunirá y lo guardará como un pastor a su rebaño".
El Señor será nuestro pastor.
El Señor rescatará a Jacob y lo librará de una mano más fuerte. Vendrán y gritarán de alegría en las montañas de Sión, acudirán hacia los bienes del Señor.
El Señor será nuestro pastor.
Entonces las muchachas bailarán alegremente, junto con los jóvenes y los viejos. Yo cambiaré su duelo en risas, los consolaré, transformaré en alegría su dolor.
El Señor será nuestro pastor.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Un gran profeta ha surgido entre nosotros; Dios ha visitado a su pueblo.
Aleluya.
Mujer, ¡qué grande es tu fe!
† Lectura del santo Evangelio según san Mateo 15, 21-28
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús se fue de allí y se retiró a las región de Tiro y Sidón. En esto, una mujer cananea procedente de aquellos lugares se puso a gritar:
"Ten piedad de mí, Señor, Hijo de David; mi hija vive maltratada por un demonio".
Jesús no le respondió nada. Pero sus discípulos se acercaron y le decían:
"Atiéndela, porque viene gritando detrás de nosotros".
El respondió:
"Dios me ha enviado sólo a las ovejas perdidas del pueblo de Israel".
Pero ella fue, se postró ante Jesús le suplicó:
"¡Señor, socórreme!"
El respondió:
"No está bien tomar el pan de los hijos para echárselo a los perros".
Ella contestó:
"Es cierto, Señor, pero también los perros comen las migajas que caen de la mesa de sus amos".
Entonces Jesús le dijo:
"¡Mujer, qué grande es tu fe! Que te suceda lo que pides".
Y desde aquel momento quedó sana su hija.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Que este pan y este vino, que tú mismo nos das para ofrecértelos, nos ayuden, Señor, convertidos en el Cuerpo y Sangre de tu Hijo, a conseguir el premio de la felicidad eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Jesús, buen samaritano
En verdad es justo darte gracias, y deber nuestro alabarte, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, en todos los momentos y circunstancias de la vida, en la salud y en la enfermedad, en el sufrimiento y en el gozo, por tu siervo, Jesús, nuestro Redentor.
Porque él, en su vida terrena, pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el mal. También hoy, como buen samaritano, se acerca a todo hombre que sufre en su cuerpo o en su espíritu, y cura sus heridas con el aceite del consuelo y el vino de la esperanza.
Por este don de tu gracia, incluso cuando nos vemos sumergidos en la noche del dolor, vislumbramos la luz pascual en tu Hijo, muerto y resucitado.
Por eso,
unidos a los ángeles y a los santos, cantamos a una voz el himno de tu gloria:
Cantaré al Señor por el bien que me ha hecho; y entonaré un himno de alabanza al Dios altísimo.
Oración después de la Comunión
Oremos;
Te pedimos, Padre misericordioso, que por este sacramento con que ahora nos fortaleces, nos hagas algún día participar de la vida eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén
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Dia 8/08 Santo Domingo de Guzmán (presbítero, blanco)
Antífona de Entrada
Que toda tus criaturas te den gracias, Señor; que te bendigan tus santos; que proclamen la gloria de tu reinado, que hablen de tus hazañas.
Oración Colecta
Oremos:
Dios nuestro, que en santo Domingo de Guzmán otorgaste a tu Iglesia un predicador insigne de tu Evangelio y del amor a la Virgen María, concédenos una inquebrantable fidelidad a tu Hijo y una sólida devoción a su santísima Madre.
Por nuestro Señor Jesucristo.
Amén.
Primera Lectura
Enseñamos una sabiduría divina, misteriosa
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 2, 1-10a.
Hermanos: Cuando vine a ustedes a anunciarles el testimonio de Dios, no lo hice con sublime elocuencia o sabiduría, pues nunca entre ustedes me precié de saber cosa alguna, sino a Jesucristo, y éste crucificado. Me presenté a ustedes débil y temeroso; mi palabra y mi predicación no fue con persuasiva sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios.
Hablamos, entre los perfectos, una sabiduría que no es de este mundo, ni de los príncipes de este mundo que quedan desvanecidos, sino enseñamos una sabiduría divina, misteriosa, escondida, predestinada por Dios antes de los siglos para nuestra gloria. Ninguno de los príncipes de este mundo la ha conocido, pues si la hubieran conocido, nunca hubieran crucificado al Señor de la gloria. Sino como está escrito: "Ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni el hombre puede pensar lo que Dios ha preparado para los que lo aman". Y Dios nos lo ha revelado por el Espíritu.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial Del Salmo 95
Alégrese el cielo y goce la tierra.
Cantemos al Señor un canto nuevo, cantemos al Señor, toda la tierra; cantemos al Señor, bendecid su nombre.
Alégrese el cielo y goce la tierra.
Proclamemos día tras día su victoria. Cantemos a los pueblos su gloria, sus maravillas a todas las naciones.
Alégrese el cielo y goce la tierra.
el Señor ha hecho el cielo; honor y majestad le preceden, fuerza y esplendor están en su templo.
Alégrese el cielo y goce la tierra.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Yo soy la luz del mundo, dice el Señor; quien me sigue tendrá la luz de la vida.
Aleluya.
Evangelio
Te seguiré a donde vayas
† Lectura del santo Evangelio según san Lucas 9, 57-62.
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo mientras iban de camino Jesús y sus discípulos, le dijo uno:
"Te seguiré a donde vayas".
Jesús le respondió:
"Las zorras tiene madriguera, y los pájaros nido, pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza".
A otro le dijo:
"Sígueme".
El respondió:
"Déjame primero ir a enterrar a mi Padre".
Le contestó:
"Deja que los muertos entierren a sus muertos, tú vete a anunciar el Reino de Dios".
Otro le dijo:
"Te seguiré, Señor. Pero déjame primero despedirme de mi familia".
Jesús le contestó:
"El que echa mano al arado sigue y mirando atrás, no vale para el Reino de Dios.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración sobre las Ofrendas
Acepta, Señor, el sacrificio que vamos a ofrecerte y, por intercesión de santo Domingo, concédenos dar a conocer nuestra fe con nuestra conducta diaria.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio
Acción de los santos en la Iglesia
En verdad es justo y necesario, nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre Santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro.
Porque con la vida de tus santos, enriqueces a tu Iglesia con formas siempre nuevas de admirable santidad, y nos das pruebas indudables de tu amor por nosotros; y también, porque su ejemplo nos impulsa y su intercesión nos ayuda a colaborar en el misterio de la salvación.
Por eso,
ahora nosotros, llenos de alegría, te aclamamos con los ángeles y santos diciendo:
Antífona de la Comunión
Los justos se alegran, gozan en la presencia de Dios rebosando de alegría.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Que el Sacramento que hemos recibido en esta festividad aumente, Señor, en nosotros el amor por tu Iglesia, a cuyo servicio consagró su vida y su predicación santo Domingo.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén
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† Meditación diaria
18ª semana. Miércoles
LA VIRTUD DE LA HUMILDAD
— La humildad de la mujer sirofenicia.
— Carácter activo de la humildad.
— El camino de la humildad.
I. Narra San Mateo en el Evangelio de la Misa1 que Jesús se retiró con sus discípulos a tierras de gentiles, en la región de Tiro y de Sidón. Allí se les acercó una mujer que, a grandes gritos, imploraba: ¡Señor, Hijo de David, apiádate de mí! Mi hija es cruelmente atormentada por el demonio. Jesús la oyó y no contestó nada. Comenta San Agustín que no le hacía caso precisamente porque sabía lo que le tenía reservado: no callaba para negarle el beneficio, sino para que lo mereciera ella con su perseverancia humilde2.
La mujer debió de insistir largo rato, de tal manera que los discípulos, cansados de tanto empeño, dijeron al Maestro: Atiéndela y que se vaya, pues viene gritando detrás de nosotros. El Señor le explicó entonces que Él había venido a predicar en primer lugar a los judíos. Pero la mujer, a pesar de esta negativa, se acercó y se postró ante Jesús, diciendo: ¡Señor, ayúdame!
Ante la perseverante insistencia de la mujer cananea, el Señor le repitió las mismas razones con una imagen que ella comprendió enseguida: No está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perrillos. Le dice de nuevo que ha sido enviado primero a los hijos de Israel y que no debe preferir a los paganos. El gesto amable y acogedor de Jesús, el tono de sus palabras, quitarían completamente cualquier tono hiriente a la expresión. Las palabras de Jesús llenaron aún más de confianza a la mujer, quien, con gran humildad, dijo: Es verdad, Señor, pero también los perrillos comen de las migajas que caen de las mesas de sus amos. Reconoció la verdad de su situación, "confesó que eran señores suyos aquellos a quienes Él había llamado hijos"3. El mismo San Agustín señala que aquella mujer "fue transformada por la humildad" y mereció sentarse a la mesa con los hijos4. Conquistó el corazón de Dios, recibió el don que pedía y una gran alabanza del Maestro: ¡Oh mujer, grande es tu fe! Hágase como tú quieres. Y quedó sanada su hija en aquel instante. Sería seguramente más tarde una de las primeras mujeres gentiles que abrazaron la fe, y siempre conservaría en su corazón el agradecimiento y el amor al Señor.
Nosotros, que nos encontramos lejos de la fe y de la humildad de esta mujer, le pedimos con fervor al Maestro: "Buen Jesús: si he de ser apóstol, es preciso que me hagas muy humilde.
"El sol envuelve de luz cuanto toca: Señor, lléname de tu caridad, endiósame: que yo me identifique con tu Voluntad adorable, para convertirme en el instrumento que deseas... Dame tu locura de humillación: la que te llevó a nacer pobre, al trabajo sin brillo, a la infamia de morir cosido con hierros a un leño, al anonadamiento del Sagrario.
"—Que me conozca: que me conozca y que te conozca. Así jamás perderé de vista mi nada"5. Solo así podré seguirte como Tú quieres y como yo quiero: con una fe grande, con amor hondo, sin condición alguna.
II. Se cuenta en la vida de San Antonio Abad que Dios le hizo ver el mundo sembrado de los lazos que el demonio tenía preparados para hacer caer a los hombres. El santo, después de esta visión, quedó lleno de espanto, y preguntó: "Señor, ¿quién podrá escapar de tantos lazos?". Y oyó una voz que le contestaba: "Antonio, el que sea humilde; pues Dios da a los humildes la gracia necesaria, mientras los soberbios van cayendo en todas las trampas que el demonio les tiende; mas a las personas humildes el demonio no se atreve a atacarlas".
Nosotros, si queremos servir al Señor, hemos de desear y pedirle con insistencia la virtud de la humildad. Nos ayudará a desearla de verdad el tener siempre presente que el pecado capital opuesto, la soberbia, es lo más contrario a la vocación que hemos recibido del Señor, lo que más daño hace a la vida familiar, a la amistad, lo que más se opone a la verdadera felicidad... Es el principal apoyo con que cuenta el demonio en nuestra alma para intentar destruir la obra que el Espíritu Santo trata incesantemente de edificar.
Con todo, la virtud de la humildad no consiste solo en rechazar los movimientos de la soberbia, del egoísmo y del orgullo. De hecho, ni Jesús ni su Santísima Madre experimentaron movimiento alguno de soberbia y, sin embargo, tuvieron la virtud de la humildad en grado sumo. La palabra humildad tiene su origen en la latina humus, tierra; humilde, en su etimología, significa inclinado hacia la tierra; la virtud de la humildad consiste en inclinarse delante de Dios y de todo lo que hay de Dios en las criaturas6. En la práctica, nos lleva a reconocer nuestra inferioridad, nuestra pequeñez e indigencia ante Dios. Los santos sienten una alegría muy grande en anonadarse delante de Dios y en reconocer que solo Él es grande, y que en comparación con la suya todas las grandezas humanas están vacías y no son sino mentira.
La humildad se fundamenta en la verdad7, sobre todo en esta gran verdad: es infinita la distancia entre la criatura y el Creador. Por eso, frecuentemente hemos de detenernos para tratar de persuadirnos de que todo lo bueno que hay en nosotros es de Dios, todo el bien que hacemos ha sido sugerido e impulsado por Él, y nos ha dado la gracia para llevarlo a cabo. No decimos ni una sola jaculatoria si no es por el impulso y la gracia del Espíritu Santo8; lo nuestro es la deficiencia, el pecado, los egoísmos. "Estas miserias son inferiores a la misma nada, porque son un desorden y reducen a nuestra alma a un estado de abyección verdaderamente deplorable"9. La gracia, por el contrario, hace que los mismos ángeles se asombren al contemplar un alma resplandeciente por este don divino.
La mujer cananea no se sintió humillada ante la comparación de Jesús, señalándole la diferencia entre los judíos y los paganos; era humilde y sabía su lugar frente al pueblo elegido; y porque fue humilde, no tuvo inconveniente en perseverar a pesar de haber sido aparentemente rechazada, en postrarse ante Jesús... Por su humildad, su audacia y su perseverancia obtuvo una gracia tan grande. Nada tiene que ver la humildad con la timidez, la pusilanimidad o con una vida mediocre y sin aspiraciones. La humildad descubre que todo lo bueno que existe en nosotros, tanto en el orden de la naturaleza como en el orden de la gracia, pertenece a Dios, porque de su plenitud hemos recibido todos10; y tanto don nos mueve al agradecimiento.
III. "A la pregunta "¿cómo he de llegar a la humildad?", corresponde la contestación inmediata: "por la gracia de Dios" (...). Solamente la gracia de Dios puede darnos la visión clara de nuestra propia condición y la conciencia de su grandeza que origina la humildad"11. Por eso hemos de desearla y pedirla incesantemente, convencidos de que con esta virtud amaremos a Dios y seremos capaces de grandes empresas a pesar de nuestras flaquezas...
Junto a la petición, hemos de aceptar las humillaciones, normalmente pequeñas, que surgen cada día por motivos tan diversos: en la realización del propio trabajo, en la convivencia con los demás, al notar las flaquezas, al ver las equivocaciones que cometemos, grandes y pequeñas. De Santo Tomás de Aquino se cuenta que un día fue corregido por una supuesta falta de gramática mientras leía; la corrigió según le indicaban. Luego, sus compañeros le preguntaron por qué la había corregido si él mismo sabía que era correcto el texto tal como lo había leído. Y el Santo contestó: "Vale más delante de Dios una falta de gramática, que otra de obediencia y de humildad". Andamos el camino de la humildad cuando aceptamos las humillaciones, pequeñas o grandes, y cuando aceptamos los propios defectos procurando luchar en ellos.
Quien es humilde no necesita demasiadas alabanzas y elogios en su tarea, porque su esperanza está puesta en el Señor; y Él es, de modo real y verdadero, la fuente de todos sus bienes y su felicidad: es Él quien da sentido a todo lo que hace. "Una de las razones por las que los hombres son tan propensos a alabarse, a sobreestimar su propio valor y sus propios poderes, a resentirse de cualquier cosa que tienda a rebajarlos en su propia estima o en la de otros, es porque no ven más esperanza para su felicidad que ellos mismos. Por esto son a menudo tan susceptibles, tan resentidos cuando son criticados, tan molestos para quien les contradice, tan insistentes en salirse con la suya, tan ávidos de ser conocidos, tan ansiosos de alabanza, tan determinados a gobernar su medio ambiente. Se afianzan en sí mismos como el náufrago se sujeta a una paja. Y la vida prosigue, y cada vez están más lejos de la felicidad..."12.
Quien lucha por ser humilde no busca ni elogios ni alabanzas; y si llegan procura enderezarlos a la gloria de Dios, Autor de todo bien. La humildad se manifiesta no tanto en el desprecio como en el olvido de sí mismo, reconociendo con alegría que no tenemos nada que no hayamos recibido, y nos lleva a sentirnos hijos pequeños de Dios que encuentran toda la firmeza en la mano fuerte de su Padre.
Aprendemos a ser humildes meditando la Pasión de Nuestro Señor, considerando su grandeza ante tanta humillación, el dejarse hacer como cordero llevado al matadero, según había sido profetizado13, su humildad en la Sagrada Eucaristía, donde espera que vayamos a verle y hablarle, dispuesto a ser recibido por quien se acerque al Banquete que cada día prepara para nosotros, su paciencia ante tantas ofensas... Aprenderemos a caminar por este sendero si nos fijamos en María, la Esclava del Señor, la que no tuvo otro deseo que el de hacer la voluntad de Dios. También acudimos a San José, que empleó su vida en servir a Jesús y a María, llevando a cabo la tarea que Dios le había encomendado.
1 Mt 15, 21-28. — 2 Cfr. San Agustín, Sermón 154 A, 4. — 3 ídem, Sermón 60 A, 2-4. — 4 Ibídem. — 5 San Josemaría Escrivá, Surco, n. 273. — 6 Cfr. R. Garrigou-Lagrange, Las tres edades de la vida interior, vol. II, p. 670. — 7 Santa Teresa, Las Moradas, VI, 10. — 8 Cfr. 1 Cor 12, 3. — 9 R. Garrigou-Lagrange, o. c., vol II, p. 674. — 10 Cfr. 1 Cor 1, 4. — 11 E. Boylan, El amor supremo, vol. II, p. 81. — 12 Ibídem, p. 82. — 13 Is 53, 7.
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8 de agosto
SANTO DOMINGO DE GUZMÁN*
Memoria
— Necesidad de la sana doctrina. La ayuda de la Virgen.
— El Rosario, arma poderosa.
— La consideración de los misterios del Santo Rosario.
I. A principios del siglo xiii algunas sectas causaban estragos en la Iglesia, sobre todo en el Sur de Francia. Durante un viaje que realizó Santo Domingo, acompañando a su Obispo por esa región, pudo comprobar por sí mismo los daños que esas nuevas doctrinas originaban en el Pueblo de Dios, falto de formación como en tantas ocasiones. ¡Cuántos males ha causado la ignorancia! Durante su viaje, el Santo comprendió la necesidad de enseñar las verdades de la fe con claridad y sencillez, y con gran celo y amor a las almas se entregó del todo a este quehacer. Poco tiempo más tarde, se determinó a fundar una nueva Orden religiosa que tenía como fin la difusión de la doctrina cristiana y su defensa del error en cualquier parte de la Cristiandad. Así surgió la Orden de Predicadores, que tendría en el estudio de la Verdad uno de sus pilares fundamentales1. Desde entonces, «en cualquier actividad apostólica en servicio de la Iglesia pueden encontrarse dominicos ocupados en llevar la verdad a las inteligencias de sus hermanos, los hombres (...), actuando con el carisma peculiar, que es el mismo de su fundador: iluminar las conciencias con la luz de la palabra de Dios»2.
La tarea de enseñar a todos el contenido de la fe no ha sido solo una necesidad del pasado. En las circunstancias actuales, esta misión de la Iglesia entera se hace quizá más urgente que en épocas pretéritas. El Papa Juan Pablo II ha alertado ante esa situación de ignorancia generalizada de las verdades más elementales, y ante la difusión de muchos errores doctrinales, cuyas consecuencias no han tardado en hacerse notar en las almas: la falta de amor y de piedad hacia la Sagrada Eucaristía; el olvido de la Confesión, sacramento imprescindible para obtener el perdón de Dios y para formar la conciencia; el desconocimiento del fin trascendente al que hemos sido llamados...; arrinconar la fe al ámbito de la vida privada, sin que tenga manifestaciones públicas; el matrimonio parece haber sido privado en algunos casos de su íntimo y natural significado y valor; la introducción de la legislación permisiva del aborto es el triunfo del principio del bienestar material y del egoísmo sobre el valor más sacro, el de la vida humana; la disminución de la natalidad y la senectud demográfica han llevado a algún responsable europeo a hablar de un suicidio demográfico de Europa y aparece como el grave síntoma de un profundo empobrecimiento espiritual3. No es difícil darse cuenta de cómo en muchos se ha perdido el sentido de la amistad con Dios, del pecado, de la vida eterna, del sentido cristiano del dolor... A la vez, se puede comprobar cómo el mundo se hace menos humano en la medida en que deja de ser cristiano. Y esta ola de materialismo, de pérdida del sentido de lo sobrenatural, afecta también, y a veces en gran medida, a esas personas que todos los días vemos, y a las que quizá el Señor ha puesto a nuestro cuidado, por unas u otras razones.
Meditemos hoy junto al Señor si sentimos en nuestro corazón esa llamada del Papa a recristianizar el mundo que nos rodea, según nuestras fuerzas y con nuestro modo cristiano de estar en medio de la sociedad. Pensemos hoy junto al Señor si nos esforzamos por conocer a fondo la doctrina de Jesucristo, si ajustamos a ella nuestra conducta personal, familiar, profesional, social, política, etcétera; si nos empeñamos en difundirla; si procuramos mantener esos signos externos –que tanto empeño hay en eliminar– de religiosidad y sentido cristiano: el escapulario, la bendición de la mesa, de la nueva casa que habitamos, el tener alguna imagen del Señor o de la Virgen en nuestro hogar, en el lugar de trabajo...
II. Santo Domingo de Guzmán, como tantos otros después de él, contó además con un arma poderosa4 para vencer en esta batalla, que al principio parecía perdida, pues «emprendió con ánimo esforzado la guerra contra los enemigos de la Iglesia católica, no con la fuerza ni con las armas, sino con la más acendrada fe en la devoción del Santo Rosario, que fue el primero en propagar, y que personalmente y por sus hijos llevó a los cuatro ángulos del mundo»5. «Con razón, pues, mandó Domingo a sus hijos que, al predicar al pueblo la palabra de Dios, se entretuvieran con frecuencia y con cariño en inculcar en las almas de los oyentes esta manera de orar, de cuya utilidad tenía mucha experiencia. Pues sabía bien que María, por una parte, tenía tanta autoridad delante de su Hijo divino que las gracias que confiere a los hombres las provee siempre Ella como administradora y dispensadora; y, por otra parte, es de natural tan benigna y clemente que, habiendo acostumbrado a socorrer espontáneamente a los necesitados, no puede, en modo alguno, rehusar la ayuda a los que se la piden. Así, pues, la Iglesia, por medio principalmente del Rosario, siempre ha encontrado en Ella a la Madre de la gracia y a la Madre de la misericordia, como tiene costumbre de saludarla; por lo cual los romanos pontífices no dejaron pasar jamás ocasión alguna hasta el presente de ensalzar con las mayores alabanzas el Rosario mariano y de enriquecerlo con indulgencias apostólicas»6.
Los cristianos, por instinto filial y por esta recomendación expresa de los Papas, han acudido al rezo del Santo Rosario en los momentos ordinarios y en las circunstancias más difíciles (calamidades públicas, guerras, herejías, problemas familiares importantes...) y como medio excelente de acción de gracias. Los consejos de los últimos Papas han sido constantes, principalmente en lo que se refiere al Rosario en familia. El Concilio Vaticano II advertía a todos los fieles cristianos «que tengan muy en consideración las prácticas y los ejercicios piadosos hacia Ella recomendados por el Magisterio a lo largo de los Siglos»7. Y Pablo VI interpretaba auténticamente estas palabras como referidas al Santo Rosario8.
Examinemos nosotros hoy, cuando tantas necesidades padece la Humanidad, con qué amor y confianza acudimos a Nuestra Señora a través de esta devoción tan cargada de gracias. Pensemos si a la hora de difundir la sana doctrina a nuestro alrededor, y especialmente si vemos que alguno de los más cercanos a nosotros se va separando del Señor, acudimos con fe a nuestra Madre del Cielo.
III. Si procuramos rezar cada día con amor el Santo Rosario atraeremos, como Santo Domingo, muchas gracias sobre aquellos que queremos llevar hasta el Señor y sobre nuestra alma. En él, consideramos los principales misterios de nuestra salvación: desde la Anunciación de la Virgen hasta la Resurrección y Ascensión a los Cielos del Señor, pasando por su Pasión y Muerte.
Los cinco primeros, que llamamos de gozo, recogen la vida oculta de Jesús y de María y nos enseñan a santificar las realidades de la vida ordinaria. Los cinco siguientes, los misterios de dolor, nos permiten contemplar y vivir la Pasión y nos enseñan a santificar el dolor, la enfermedad, la cruz que se hace presente en la vida de cada hombre a su paso por este mundo. En los cinco últimos, los gloriosos, contemplamos el triunfo del Señor y de su Madre, y nos llenan de alegría y de esperanza al meditar la gloria que Dios nos tiene reservada si somos fieles.
En la consideración de estos misterios vamos a Jesús por María: gozamos con Cristo, al contemplarlo hecho Hombre como nosotros, nos dolemos con Cristo paciente, vivimos anticipadamente su gloria. Para que esa contemplación sea posible hemos de procurar rezar de tal manera «que favorezca en quien ora la meditación de los misterios de la vida del Señor, a través del corazón de Aquella que estuvo cerca de Él, y que desvelen su insondable riqueza»9. Rezar así el Santo Rosario, «con la consideración de los misterios, la repetición del Padrenuestro y del Avemaría, las alabanzas a la Beatísima Trinidad y la constante invocación a la Madre de Dios, es un continuo acto de fe, de esperanza y amor, de adoración y reparación»10.
En tiempos de Santo Domingo se saludaba a la Virgen con el título de rosa, símbolo de la alegría. Se adornaban ya las imágenes con una corona de rosas, y se cantaba a María como jardín de rosas (en latín medieval Rosarium). Y de ahí parece provenir el nombre que ha llegado hasta nosotros11. No olvidemos que cada Avemaría es como una rosa que ofrecemos a Nuestra Madre del Cielo. No dejemos que, por falta de interés o de atención, salga marchita de nuestros labios. No dejemos de emplear esta arma poderosa ante tantos obstáculos como en ocasiones encontramos. Acudamos también a Nuestra Señora, a través de esta devoción, cuando sintamos más el peso de nuestras flaquezas: «"Virgen Inmaculada, bien sé que soy un pobre miserable, que no hago más que aumentar todos los días el número de mis pecados...". Me has dicho que así hablabas con Nuestra Madre, el otro día.
»Y te aconsejé, seguro, que rezaras el Santo Rosario: ¡bendita monotonía de avemarías que purifica la monotonía de tus pecados!»12.
1 Cfr. J. M. Macías, Santo Domingo de Guzmán, BAC, Madrid 1979, pp. 230 ss. — 2 Ibídem, p. 260. — 3 Cfr. Juan Pablo II, Alocución 11-X-1985. — 4 Cfr. San Josemaría Escrivá, Santo Rosario, Rialp, 24.ª ed., Madrid 1979, p. 7. — 5 León XIII, Enc. Supremi apostolatus, I-IX-1883. — 6 Benedicto XV, Enc. Fausto appetente, 29-VI-1921. — 7 Conc. Vat. II, Const. Lumen gentium, 67. — 8 Cfr. Pablo VI, Enc. Christi Matri Rosarii, 15-IX-1966; Exhort. Apost. Marialis cultus, 2-II-1974. — 9 ídem, Exhort. Apost. Marialis cultus, cit., 46. — 10 San Josemaría Escrivá, o. c., p. 9. — 11 J. Corominas-J. A. Pascual, Diccionario crítico etimológico, Gredos, Madrid 1986, vol. V, voz Rosa. — 12 San Josemaría Escrivá, Surco, n. 475.
* Santo Domingo de Guzmán nació en Caleruega, alrededor del año 1170. Combatió con su predicación y su vida ejemplar la herejía albigense. Fundó la Orden de Predicadores (Dominicos) y extendió la devoción del Santo Rosario. Murió en Bolonia el 6 de agosto de 1221.
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† Santoral (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)
Santo Domingo de Guzmán
Fundador
Año 1221.
Domingo significa: "Consagrado al Señor".
La Madre de Dios, en persona, le enseñó a Sto. Domingo a rezar el rosario en el año 1208 y le dijo que propagara esta devoción y la utilizara como arma poderosa en contra de los enemigos de la Fe.
Domingo de Guzmán era un santo sacerdote español que fue al sur de Francia para convertir a los que se habían apartado de la Iglesia por la herejía albingense. Esta enseña que existen dos dioses, uno del bien y otro del mal. El bueno creó todo lo espiritual. El malo, todo lo material. Como consecuencia, para los albingenses, todo lo material es malo. El cuerpo es material; por tanto, el cuerpo es malo. Jesús tuvo un cuerpo, por consiguiente, Jesús no es Dios.
También negaban los sacramentos y la verdad de que María es la Madre de Dios. Se rehusaban a reconocer al Papa y establecieron sus propias normas y creencias. Durante años los Papas enviaron sacerdotes celosos de la fe, que trataron de convertirlos, pero sin mucho éxito. También había factores políticos envueltos.
Domingo trabajó por años en medio de estos desventurados. Por medio de su predicación, sus oraciones y sacrificios, logró convertir a unos pocos. Pero, muy a menudo, por temor a ser ridiculizados y a pasar trabajos, los convertidos se daban por vencidos. Domingo dio inicio a una orden religiosa para las mujeres jóvenes convertidas. Su convento se encontraba en Prouille, junto a una capilla dedicada a la Santísima Virgen. Fue en esta capilla en donde Domingo le suplicó a Nuestra Señora que lo ayudara, pues sentía que no estaba logrando casi nada.
La Virgen acude en ayuda de Santo Domingo de Guzmán
La Virgen se le apareció en la capilla. En su mano sostenía un rosario y le enseñó a Domingo a recitarlo. Dijo que lo predicara por todo el mundo, prometiéndole que muchos pecadores se convertirían y obtendrían abundantes gracias.
Domingo salió de allí lleno de celo, con el rosario en la mano. Efectivamente, lo predicó, y con gran éxito por que muchos albingenses volvieron a la fe católica.
Lamentablemente la situación entre albingences y cristianos estaba además vinculada con la política, lo cual hizo que la cosa llegase a la guerra. Simón de Montfort, el dirigente del ejército cristiano y a la vez amigo de Domingo, hizo que éste enseñara a las tropas a rezar el rosario. Lo rezaron con gran devoción antes de su batalla más importante en Muret. De Montfort consideró que su victoria había sido un verdadero milagro y el resultado del rosario. Como signo de gratitud, De Montfort construyó la primera capilla a Nuestra Señora del Rosario.
Las promesas de la Virgen a los que recen el rosario
Un creciente número de hombres se unió a la obra apostólica de Domingo y, con la aprobación del Santo Padre, Domingo formó la Orden de Predicadores (más conocidos como Dominicos). Con gran celo predicaban, enseñaban y los frutos de conversión crecían. A medida que la orden crecía, se extendieron a diferentes países como misioneros para la gloria de Dios y de la Virgen.
El rosario se mantuvo como la oración predilecta durante casi dos siglos. Cuando la devoción empezó a disminuir, la Virgen se apareció a Alano de la Rupe y le dijo que reviviera dicha devoción. La Virgen le dijo también que se necesitarían volúmenes inmensos para registrar todos los milagros logrados por medio del rosario y reiteró las promesas dadas a Sto. Domingo referentes al rosario.
Promesas de Nuestra Señora, Reina del Rosario, tomadas de los escritos del Beato Alano:
1. Quien rece constantemente mi Rosario, recibirá cualquier gracia que me pida.
2. Prometo mi especialísima protección y grandes beneficios a los que devotamente recen mi Rosario.
3. El Rosario es el escudo contra el infierno, destruye el vicio, libra de los pecados y abate las herejías.
4. El Rosario hace germinar las virtudes para que las almas consigan la misericordia divina. Sustituye en el corazón de los hombres el amor del mundo con el amor de Dios y los eleva a desear las cosas celestiales y eternas.
5. El alma que se me encomiende por el Rosario no perecerá.
6. El que con devoción rece mi Rosario, considerando sus sagrados misterios, no se verá oprimido por la desgracia, ni morirá de muerte desgraciada, se convertirá si es pecador, perseverará en gracia si es justo y, en todo caso será admitido a la vida eterna.
7. Los verdaderos devotos de mi Rosario no morirán sin los Sacramentos.
8. Todos los que rezan mi Rosario tendrán en vida y en muerte la luz y la plenitud de la gracia y serán partícipes de los méritos bienaventurados.
9. Libraré bien pronto del Purgatorio a las almas devotas a mi Rosario.
10. Los hijos de mi Rosario gozarán en el cielo de una gloria singular.
11. Todo cuanto se pida por medio del Rosario se alcanzará prontamente.
12. Socorreré en sus necesidades a los que propaguen mi Rosario.
13. He solicitado a mi Hijo la gracia de que todos los cofrades y devotos tengan en vida y en muerte como hermanos a todos los bienaventurados de la corte celestial.
14. Los que rezan Rosario son todos hijos míos muy amados y hermanos de mi Unigénito Jesús.
15. La devoción al Santo rosario es una señal manifiesta de predestinación de gloria.
Biografía de Santo Domingo
El fundador de los Padres Dominicos, que son ahora 6,800 en 680 casas en el mundo, nació en Caleruega, España, en 1171. Su madre, Juana de Aza, era una mujer admirable en virtudes y ha sido declarada Beata. Lo educó en la más estricta formación religiosa.
A los 14 años se fue a vivir con un tío sacerdote en Palencia en cuya casa trabajaba y estudiaba. La gente decía que en edad era un jovencito pero que en seriedad parecía un anciano. Su goce especial era leer libros religiosos, y hacer caridad a los pobres.
Por aquel tiempo vino por la región una gran hambre y las gentes suplicaban alguna ayuda para sobrevivir. Domingo repartió en su casa todo lo que tenía y hasta el mobiliario. Luego, cuando ya no le quedaba nada más con qué ayudar a los hambrientos, vendió lo que más amaba y apreciaba, sus libros (que en ese tiempo eran copiados a mano y costosísimos y muy difíciles de conseguir) y con el precio de la venta ayudó a los menesterosos. A quienes lo criticaban por este desprendimiento, les decía: "No puede ser que Cristo sufra hambre en los pobres, mientras yo guarde en mi casa algo con lo cual podía socorrerlos".
En un viaje que hizo, acompañando a su obispo por el sur de Francia, se dio cuenta de que los herejes habían invadido regiones enteras y estaban haciendo un gran mal a las almas. Y el método que los misioneros católicos estaban empleando era totalmente inadecuado. Los predicadores llegaban en carruajes elegantes, con ayudantes y secretarios, y se hospedaban en los mejores hoteles, y su vida no era ciertamente un modelo de la mejor santidad. Y así de esa manera las conversiones de herejes que conseguían, eran mínimas. Domingo se propuso un modo de misionar totalmente diferente.
Vio que a las gentes les impresionaba que el misionero fuera pobre como el pueblo. Que viviera una vida de verdadero buen ejemplo en todo. Y que se dedicara con todas sus energías a enseñarles la verdadera religión. Se consiguió un grupo de compañeros y con una vida de total pobreza, y con una santidad de conducta impresionante, empezaron a evangelizar con grandes éxitos apostólicos.
Sus armas para convertir eran la oración, la paciencia, la penitencia, y muchas horas dedicadas a instruir a los ignorantes en religión. Cuando algunos católicos trataron de acabar con los herejes por medio de las armas, o de atemorizarlos para que se convirtieran, les dijo: "Es inútil tratar de convertir a la gente con la violencia. La oración hace más efecto que todas las armas guerreras. No crean que los oyentes se van a conmover y a volver mejores por que nos ven muy elegantemente vestidos. En cambio con la humildad sí se ganan los corazones".
Domingo llevaba ya diez años predicando al sur de Francia y convirtiendo herejes y enfervorizando católicos, y a su alrededor había reunido un grupo de predicadores que él mismo había ido organizando e instruyendo de la mejor manera posible. Entonces pensó en formar con ellos una comunidad de religiosos, y acompañado de su obispo consultó al Sumo Pontífice Inocencio III.
Al principio el Pontífice estaba dudoso de si conceder o no el permiso para fundar la nueva comunidad religiosa. Pero dicen que en un sueño vio que el edificio de la Iglesia estaba ladeándose y con peligro de venirse abajo y que llegaban dos hombres, Santo Domingo y San Francisco, y le ponían el hombro y lo volvían a levantar. Después de esa visión ya el Papa no tuvo dudas en que sí debía aprobar las ideas de nuestro santo.
Y cuentan las antiguas tradiciones que Santo Domingo vio en sueños que la ira de Dios iba a enviar castigos sobre el mundo, pero que la Virgen Santísima señalaba a dos hombres que con sus obras iban a interceder ante Dios y lo calmaban. El uno era Domingo y el otro era un desconocido, vestido casi como un pordiosero. Y al día siguiente estando orando en el templo vio llegar al que vestía como un mendigo, y era nada menos que San Francisco de Asís. Nuestro santo lo abrazó y le dijo: "Los dos tenemos que trabajar muy unidos, para conseguir el Reino de Dios". Y desde hace siglos ha existido la bella costumbre de que cada año, el día de la fiesta de San Francisco, los Padres dominicos van a los conventos de los franciscanos y celebran con ellos muy fraternalmente la fiesta, y el día de la fiesta de Santo Domingo, los padres franciscanos van a los conventos de los dominicos y hacen juntos una alegre celebración de buenos hermanos.
En agosto de 1216 fundó Santo Domingo su Comunidad de predicadores, con 16 compañeros que lo querían y le obedecían como al mejor de los padres. Ocho eran franceses, siete españoles y uno inglés. Los preparó de la mejor manera que le fue posible y los envió a predicar, y la nueva comunidad tuvo una bendición de Dios tan grande que a los pocos años ya los conventos de los dominicos eran más de setenta, y se hicieron famosos en las grandes universidades, especialmente en la de París y en la de Bolonia.
El gran fundador le dio a sus religiosos unas normas que les han hecho un bien inmenso por muchos siglos. Por ejemplo estas:
- Primero contemplar, y después enseñar. O sea: antes dedicar mucho tiempo y muchos esfuerzos a estudiar y meditar las enseñanzas de Jesucristo y de su Iglesia, y después sí dedicarse a predicar con todo el entusiasmo posible.
- Predicar siempre y en todas partes. Santo Domingo quiere que el oficio principalísimo de sus religiosos sea predicar, catequizar, tratar de propagar las enseñanzas católicas por todos los medios posibles. Y él mismo daba el ejemplo: donde quiera que llegaba empleaba la mayor parte de su tiempo en predicar y enseñar catecismo.
La experiencia le había demostrado que las almas se ganan con la caridad. Por eso todos los días pedía a Nuestro Señor la gracia de crecer en el amor hacia Dios y en la caridad hacia los demás y tener un gran deseo de salvar almas. Esto mismo recomendaba a sus discípulos que pidieran a Dios constantemente.
Los santos han dominado su cuerpo con unas mortificaciones que en muchos casos son más para admirar que para imitar. Recordemos algunas de las que hacía este hombre de Dios.
Cada año hacía varias cuaresmas, o sea, pasaba varias temporadas de a 40 días ayunando a pan y agua.
Siempre dormía sobre duras tablas. Caminaba descalzo por caminos irisados de piedras y por senderos cubiertos de nieve. No se colocaba nada en la cabeza ni para defenderse del sol, ni para guarecerse contra los aguaceros. Soportaba los más terribles insultos sin responder ni una sola palabra. Cuando llegaban de un viaje empapados por los terribles aguaceros mientras los demás se iban junto al fuego a calentarse un poco, el santo se iba al templo a rezar. Un día en que por venganza los enemigos los hicieron caminar descalzos por un camino con demasiadas piedrecitas afiladas, el santo exclamaba: "la próxima predicación tendrá grandes frutos, porque los hemos ganado con estos sufrimientos". Y así sucedió en verdad. Sufría de muchas enfermedades, pero sin embargo seguía predicando y enseñando catecismo sin cansarse ni demostrar desánimo.
Era el hombre de la alegría, y del buen humor. La gente lo veía siempre con rostro alegre, gozoso y amable. Sus compañeros decían: "De día nadie más comunicativo y alegre. De noche, nadie más dedicado a la oración y a la meditación". Pasaba noches enteras en oración.
Era de pocas palabras cuando se hablaba de temas mundanos, pero cuando había que hablar de Nuestro Señor y de temas religiosos entonces sí que charlaba con verdadero entusiasmo.
Sus libros favoritos eran el Evangelio de San Mateo y las Cartas de San Pablo. Siempre los llevaba consigo para leerlos día por día y prácticamente se los sabía de memoria. A sus discípulos les recomendaba que no pasaran ningún día sin leer alguna página del Nuevo Testamento o del Antiguo.
Los que trataron con él afirmaban que estaban seguros de que este santo conservó siempre la inocencia bautismal y que no cometió jamás un pecado grave.
Totalmente desgastado de tanto trabajar y sacrificarse por el Reino de Dios a principios de agosto del año 1221 se sintió falto de fuerzas, estando en Bolonia, la ciudad donde había vivido sus últimos años. Tuvieron que prestarle un colchón porque no tenía. Y el 6 de agosto de 1221, mientras le rezaban las oraciones por los agonizantes cuando le decían: "Que todos los ángeles y santos salgan a recibirte", dijo: "¡Qué hermoso, qué hermoso!" y expiró.
A los 13 años de haber muerto, el Sumo Pontífice lo declaró santo y exclamó al proclamar el decreto de su canonización: "De la santidad de este hombre estoy tan seguro, como de la santidad de San Pedro y San Pablo".
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Maria de la Cruz (María Elena MacKillop), Beata Fundadora, 8 de agosto
Fundadora de las Hermanas de San José y del Sagrado Corazón Martirologio Romano: En Sydney, en Australia, beata María de la Cruz (María Elena) Mac- Killop, virgen, que fundó la Congregación de las Hermanas de San José y del Sagrado Corazón, y la dirigió entre múltiples fatigas y vejaciones (1909). |
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Fuente: Franciscanos.org
María Margarita del Sagrado Corazón (María Ana Rosa Caiani), Beata Fundadora, Agosto 8
Fundadora de las Hermanas Mínimas Franciscanas del Sagrado Corazón Martirologio Romano: En Poggio a Caiano, en la Toscana, beata Margarita María (María Ana Rosa) Caiani, virgen, que fundó el Instituto de las Hermanas Mínimas Franciscanas del Sagrado Corazón, para la formación de la juventud y para la ayuda a los enfermos (1921). |
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Fuente: Vatican.va
Bonifacia Rodríguez Castro, Beata Fundadora, Agosto 8
Fundadora de las Siervas de San José Martirologio Romano: En la ciudad de Zamora, en España, beata Bonifacia Rodríguez Castro, virgen, que fundó la Congregación de las Siervas de San José, para promover cristiana y socialmente a la mujer mediante la oración y el trabajo, según el ejemplo de la Sagrada Familia (1905). |
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Fuente: Escolapias.org
María del Niño Jesús Baldillou y compañeras, Beatas Mártires Escolapias, 8 de agosto
Religiosas Mártires Martirologio Romano: En Valencia, España, beatas María del Niño Jesús Baldillou y Bullit y sus compañeras, vírgenes del Instituto de las Hijas de María de las Escuelas Pías y mártires, que, en la persecución contra la fe, salieron gloriosamente al encuentro de Cristo, su Esposo, martirizadas por la violencia de los enemigos de la Iglesia (1936).
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Fuente: Mercaba.org
Juan Felton, Beato Mártir Laico, 8 de agosto
Mártir Laico Martirologio Romano: En Londres, en Inglaterra, beato Juan Felton, mártir, que fijó en público la sentencia de excomunión lanzada por el papa san Pío V contra la reina Isabel I y, por este motivo, fue despedazado cruelmente junto a la iglesia de San Pablo, mientras invocaba el nombre del Salvador, consumando así gloriosamente su martirio (1570).
El santoral encierra sus sorpresas. Muchas veces tenemos la idea de que es sólo un monótono e interminable desfile de religiosos y religiosas que se santificaron entre las cuatro paredes de su convento. Pero de vez en cuando nos encontramos con que figuran en los altares, expuestos a la veneración de los fieles, quienes, mientras estuvieron en la tierra, participaron de nuestro mismo género de vida y como nosotros contrajeron un día matrimonio y vieron alegrado su hogar con la sonrisa de un nuevo ser. |
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Cruz Laplana y Laguna, Beato Obispo y Mártir, 8 de agosto
Obispo y Mártir Nació en Casa Alonso de Plan, (Huesca) 3 de mayo de 1875. A la edad de once años escogió la carrera eclesiástica. Estuvo en el Seminario de Barbastro. Cursó tres años de Derecho canónico y uno de Teología en la Universidad Pontificia de Zaragoza. Se ordenó presbítero el 25 de septiembre de 1898. |
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_Fuente: www3.planalfa.es/diocesiscuenca
Fernando Español Berdié, Beato Presbítero y Mártir, 8 de agosto
Presbítero y Mártir
Nació en Anciles, Diócesis de Barbastro y Provincia de Huesca, el 11 de octubre de 1875. |
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Fuente: dominicos.org
Antero Mateo García, Beato Laico Mártir, 8 de agosto
Mártir Laico
Antero Mateo García, nació en Valdevimbre (León), el 4 de marzo de 1875, primogénito de nueve hermanos. Fue bautizado el 6 de marzo con los nombres de Antero Marcelino Lucio y confirmado el 24 de mayo de 1887. Contrajo matrimonio con Manuela Trabadelo Malagón el 27 de enero de 1902 y se estableció por razones de trabajo en Cembranos (León), pero tuvo que emigrar a Barcelona en 1916 y se empleó en los Ferrocarriles del Norte. Junto con su esposa, ingresó en la orden seglar dominicana y fue miembro de la "Adoración Nocturna". En algunas peregrinaciones a Lourdes hizo de camillero para los enfermos y ejercitaba la virtud de la caridad visitando a los necesitados. Padre de ocho hijos, uno de los cuales fue Dominico y una Carmelita Descalza. |
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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; hablarcondios.org, Catholic.net, misalpalm.com
Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/
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