domingo, 17 de junio de 2018

[ † ] Lunes por las almas del Purgatorio. 18/06/2018. Santa Juliana de Falconieri ¡ruega por nosotros!

JA

JMJ

Pax

Yo les digo que no hagan resistencia al hombre malo

† Lectura del santo Evangelio según san Mateo 5, 38-42

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:
"Han oído que se dijo: Ojo por ojo y diente por diente. Pero yo les digo que no enfrenten al que les hace mal; al contrario, al que te abofetea en la mejilla derecha, preséntale también la otra; al que te demande para quitarte la túnica, dale también el manto; y al que te pida que lo acompañes mil pasos, ve con él dos mil. Da a quien te pida, y no des la espalda al que te pide prestado".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Suplicamos tu oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin tus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que leas. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdanos en tus intenciones de Misa!

Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm

Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs

Nota: es una película protestante, por eso falta LA MADRE.

El Misterio de la Misa en 2 minutos: https://www.youtube.com/watch?v=0QCx-5Aqyrk

El que no valora una obra de arte es porque necesita cultura: https://www.youtube.com/watch?v=mTKKaT-KaKw

Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/media/y3hgYNp23xu

El Gran Milagro (película completa): http://www.gloria.tv/media/hYyhhps7cqX

Explicación: http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!

San Leonardo, "El GRAN tesoro oculto de la Santa Misa": http://iteadjmj.com/LIBROSW/lpm1.doc

Audio (1/5): https://www.youtube.com/watch?v=2NjKuVnxH58

Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). La Misa es lo mínimo para salvarnos. Es como si un padre dijera "si no comes, te mueres, así que come al menos una vez por semana". Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice al otro: "Te amo, pero no quiero verte todos los días, y menos los de descanso"? ¿Le ama realmente?

Faltar a Misa viola los principales mandamientos: el primero ("Amar a Dios sobre todas las cosas") y tercero ("Santificar las fiestas"). Por nuestro propio bien y evitar el infierno eterno, Dios sólo nos pide que nos regalemos 1 de las 168 horas de vida que Él nos regala cada semana: 0,6% ¡No seamos ingratos! Idolatramos aquello que preferimos a Él: los "dioses" son el descanso, entretenimiento, comida, trabajo, compañía, flojera. Prefieren baratijas al oro. Si en la Misa repartieran 1 millón de dólares a cada uno, ¿qué no harías para asistir? ¡Pues recibes infinitamente más! "Una misa vale más que todos los tesoros del mundo"… Por todo esto, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15).

Si rechazamos la Misa, ¿cómo vamos a decir "Padre Nuestro" si rechazamos volver a la Casa del Padre? ¿cómo decir "Santificado sea Tu Nombre", "Venga a nosotros Tu Reino", "Hágase Tu Voluntad", "Danos hoy nuestro pan supersubstancial de cada día" y "no nos dejes caer en la tentación más líbranos del malo", si todo eso lo obtenemos de la Misa?

Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es imprescindible la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado… ver más en http://www.iesvs.org/p/blog-page.html

Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa (Jn 15,22).

 

 

Misal

 

lun 11a. Ordinario año Par

Antífona de Entrada

Tengo los ojos puestos en el Señor, porque él me libra de todo peligro. Mírame, Dios mío, y ten piedad de mí, que estoy solo y afligido.

 

Oración Colecta

Oremos:
Nos acogemos, Señor, a tu providencia que nunca se equivoca, y te pedimos humildemente que apartes de nosotros todo mal y nos concedas aquéllo que pueda contribuir a nuestro bien.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.

 

Primera Lectura

Apedrearon a Nabot hasta que murió

Lectura del primer libro de los Reyes 21, 1-16

Nabot de Jezrael tenía una viña junto al palacio de Ajab, rey de Samaria. Y Ajab dijo a Nabot: "Cédeme tu viña para hacer un huerto, ya que está al lado de mi palacio. En su lugar te daré un huerto mejor o, si lo prefieres, su valor en dinero".
Nabot dijo a Ajab:
"¡Líbreme el Señor de darte la herencia de mis antepasados!"
Ajab regresó al palacio triste e irritado por la respuesta negativa de Nabot, el jezraelita. Se acostó con el rostro hacia la pared y no quiso comer. Su esposa Jezabel se acercó a la cama y le dijo:
"¿Porqué estás de mal humor y no quieres comer?"
El respondió:
"Es que he hablado con Nabot, el jezraelita, y le he dicho: Véndeme tu viña, o si lo prefieres te daré un huerto a cambio. Y él ha respondido: "No te la cederé"".
Su mujer le dijo:
"¿Eres realmente rey de Israel? Levántate come y no te preocupes. Yo te daré la viña de Nabot, el jezraelita".
Ella escribió unas cartas en nombre de Ajab, las selló con el sello del rey, y se las envió a los ancianos y notables de la ciudad de Nabot: En las cartas decía:
"Proclamen un ayuno y hagan que Nabot se siente delante de la asamblea. Pongan ante el dos hombres perversos que declaren contra él diciendo: "Ha maldecido a Dios y al rey". Sáquenlo fuera y mátenlo a pedradas".
Los ancianos y notables de la ciudad de Nabot procedieron como les había mandado Jezabel en las cartas. Proclamaron un ayuno y llevaron a Nabot ante la asamblea. Llegaron los dos hombres perversos, se sentaron frente a él, y acusaron a Nabot ante el pueblo diciendo:
"Nabot ha maldecido a Dios y al rey".
Lo sacaron fuera de la ciudad y lo mataron a pedradas. Y mandaron decir a Jezabel:
"Nabot ha muerto apedreado".
En cuanto lo supo Jezabel, dijo a Ajab:
"Levántate y toma posesión de la viña de Nabot, el jezraelita, el que se negó a vendértela, pues ya no vive; ha muerto".
Al oír esto, Ajab se levantó, bajo a la viña de Nabot, el jezraelita, y tomó posesión de ella.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 5, 2-3.5-6.7

Señor, atiende a mis gemidos.

Escucha mis palabras, Señor, atiende a mis gemidos, oye mi grito suplicante, Rey mío y Dios mío; porque a ti te estoy invocando.
Señor, atiende a mis gemidos.

Tú no eres un Dios que ame la maldad; el malvado no encuentra refugio junto a ti, ni el necio resiste tu mirada.
Señor, atiende a mis gemidos.

Tu odias a los que hacen el mal; haces perecer a los mentirosos, al hombre sanguinario y traicionero lo detesta el Señor.
Señor, atiende a mis gemidos.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
Tus palabras, Señor, son una antorcha para mis pasos y una luz en mi sendero.
Aleluya.

Evangelio

Yo les digo que no hagan resistencia al hombre malo

† Lectura del santo Evangelio según san Mateo 5, 38-42

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:
"Han oído que se dijo: Ojo por ojo y diente por diente. Pero yo les digo que no enfrenten al que les hace mal; al contrario, al que te abofetea en la mejilla derecha, preséntale también la otra; al que te demande para quitarte la túnica, dale también el manto; y al que te pida que lo acompañes mil pasos, ve con él dos mil. Da a quien te pida, y no des la espalda al que te pide prestado".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

 

Oración sobre las Ofrendas

Confiados en tu misericordia, Señor, venimos a tu altar con nuestros dones, a fin de que te dignes purificarnos por este memorial que estamos celebrando.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

 

Prefacio

El misterio de nuestra salvación en Cristo

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias, Padre santo, siempre y en todo lugar, por Jesucristo, tu Hijo amado.
Por él, que es tu Palabra, hiciste todas las cosas; tú nos lo enviaste para que, hecho hombre por obra del Espíritu Santo y nacido de María la Virgen, fuera nuestro Salvador y Redentor.
El, en cumplimiento de tu voluntad, para destruir la muerte y manifestar la resurrección, extendió sus brazos en la cruz, y así adquirió para ti un pueblo santo.
Por eso,
con los ángeles y los santos, proclamamos tu gloria diciendo:

Antífona de la Comunión

Yo les aseguro que todo cuanto pidan en la oración, si tienen fe en obtenerlo, les será concedido, dice el Señor.

 

Oración después de la Comunión

Oremos:
Padre santo, tú que nos has alimentado con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, guíanos por medio de tu Espíritu a fin de que, no sólo con palabras, sino con toda nuestra vida, podamos demostrarte nuestro amor y así merezcamos entrar al Reino de los cielos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén

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Meditación diaria

11ª semana. Lunes

LA VIDA DE LA GRACIA

— Una vida nueva. Dignidad del cristiano.

— La gracia santificante, participación en la naturaleza divina.

— La gracia nos lleva a la identificación con Cristo: docilidad, vida de oración, amor a la Cruz.

I. Los cristianos, desde el momento en que se nos infunde la gracia santificante en el Bautismo, tenemos una nueva vida sobrenatural, distinta de la existencia común de los hombres; es una vida particular y exclusiva de quienes creen en Cristo, de aquellos que nacen no de la sangre, ni de la voluntad de la carne, ni de querer de hombre, sino que nacen de Dios1. En el Bautismo, el cristiano comienza a vivir la misma vida de Cristo2. Entre Él y nosotros se ha establecido una comunión de vida distinta, superior y más fuerte e íntima que la de los miembros de la sociedad humana. La unión con el Señor es tan profunda que transforma radicalmente la existencia del cristiano, y hace posible que la vida de Dios se desarrolle como algo propio en el interior del alma. Nuestro Señor habla de la vid y los sarmientos3, San Pablo la compara a la unión entre el cuerpo y la cabeza4, pues una misma savia y una misma sangre recorren la cabeza y los miembros.

La primera consecuencia de esta realidad es la dicha incomparable de hacernos hijos de Dios; la filiación divina no es un mero título. Cuando alguien adopta a otro como hijo le da su apellido y sus bienes, le ofrece su cariño, pero no es capaz de comunicarle algo de su propia naturaleza ni de su propia vida. La adopción humana es algo externo: no cambia a la persona ni le añade perfecciones o cualidades que no sean meramente externas (mejores vestidos, más medios para aumentar su cultura...). En la adopción divina es distinto: se trata de un nuevo nacimiento, que produce una admirable mejora de la naturaleza de quien es adoptado. Carísimos -escribe San Juan-, nosotros somos ya ahora hijos de Dios5. No es una ficción, no es otorgar un título honorífico, porque el mismo Espíritu de Dios está dando testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios6. Es una realidad tan grande y tan alegre que le hace escribir a San Pablo: no sois extraños ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios7.

¡Cuánto bien hará a nuestra alma considerar a menudo que Cristo es la fuente de la que mana a raudales esta nueva vida que se nos ha dado! Por Él -escribe San Pedro- Dios nos ha dado las grandes y preciosas gracias que había prometido, para hacernos partícipes por medio de estas mismas gracias de la naturaleza divina8.

Ante tal dignidad, la cabeza y el corazón se inclinan para dar continuas gracias al Señor, que ha querido poner en nosotros tanta riqueza, y nos decidimos a vivir conscientes de las joyas preciosas que hemos recibido. Los ángeles miran al alma en gracia llenos de respeto y de admiración. Y nosotros, ¿cómo vemos a nuestros hermanos los hombres, que han recibido o están llamados a recibir esa misma dignidad? ¿Cómo nos comportamos, llevando un tesoro de tan altísimo valor? ¿Sabemos de verdad lo que vale nuestra alma, y lo manifestamos en la conducta, en la delicadeza con que evitamos aun lo más pequeño que desdiga de la dignidad de nuestra condición de cristianos?

II. Al principio, después de la primera creación, la criatura era nueva, perfecta, según la había hecho Dios. Pero el pecado la envejeció y causó en ellas grandes estragos. Por eso, Dios hizo otra nueva creación9: la gracia santificante, una participación limitada de la naturaleza divina, por la que el hombre, sin dejar de ser criatura, es semejante a Dios, participa íntimamente en la vida divina.

Es una realidad interior que produce "una especie de resplandor y luz que limpia todas las manchas de nuestras almas y las torna hermosísimas y muy brillantes"10. Esta gracia es la que une nuestra alma con Dios en un estrechísimo lazo de amor11. ¡Cómo deberemos protegerla, convencidos de que es el mayor bien que tenemos! La Sagrada Escritura la compara a una prenda que Dios pone en los corazones de los fieles12, a una semilla que echa sus raíces en el interior del hombre13, a un manantial de aguas que manará sin cesar hasta la vida eterna14.

La gracia santificante no es un don pasajero y transitorio, como ocurre con esos impulsos y mociones para realizar u omitir alguna acción, a los que llamamos gracias actuales; es "un principio permanente de vida sobrenatural"15, una disposición estable radicada en la misma esencia del alma. Porque determina un modo de ser estable y permanente –aunque se puede perder por el pecado mortal–, se la llama también gracia habitual.

La gracia no violenta el orden natural, sino que lo supone, lo eleva y perfecciona, y ambos órdenes se prestan mutua ayuda, porque uno y otro de Dios proceden16. Por eso, el cristiano, lejos de renunciar a las obras de la vida terrena –al trabajo, a la familia...–, las desarrolla y las perfecciona, coordinándolas con la vida sobrenatural, hasta el punto de ennoblecer la misma vida natural17.

Con esta dignidad hemos de vivir y de comportarnos en todas nuestras acciones; en ningún momento del día debemos olvidar los dones con que hemos sido favorecidos. Nuestra existencia será bien diferente si en medio de los quehaceres diarios tenemos presente el honor que nos ha hecho nuestro Padre Dios: que –por la gracia– nos llamemos hijos suyos, y que de verdad lo seamos18.

III. La gracia santificante diviniza al cristiano y le convierte en hijo de Dios y en templo de la Trinidad Santísima. Esta semejanza en el ser debe reflejarse necesariamente en nuestro obrar: en pensamientos, acciones y deseos –a medida que progresamos en la lucha ascética–, de modo que la vida puramente humana vaya dejando paso a la vida de Cristo. Se ha de cumplir en nuestras almas aquel proceso interior que indican las palabras del Bautista: conviene que él crezca y yo mengüe19. Hemos de pedir al Señor que se haga cada vez más firme en nosotros esta aspiración: tener en el corazón los mismos sentimientos que tuvo Jesucristo en el suyo20; y desterrar el egoísmo, el pensar excesivamente en nosotros mismos, cualquier síntoma de aburguesamiento... Por esto, quienes se ufanan de llevar el nombre de cristianos, no solo han de contemplar al Maestro como un perfectísimo Modelo de todas las virtudes, sino que han de reproducir de tal manera en sus costumbres la doctrina y la vida de Jesucristo que sean semejantes a Él21, en el modo de tratar a los demás, en la compasión por el dolor ajeno, en la perfección del trabajo profesional, imitando los treinta años de vida oculta en Nazaret...

Así se repetirá la vida de Jesús en la nuestra, en una configuración creciente con Él que realiza de modo admirable el Espíritu Santo, y que tiene como término la plena semejanza y unión, que se consumará en el Cielo. Pero, considerémoslo serenamente en nuestra oración, para llegar a esa identificación con Cristo se precisa una orientación muy clara de toda nuestra vida: colaborar con el Señor en la tarea de la propia santificación, quitando obstáculos a la acción del Paráclito y procurando hacer en todo lo que más agrada a Dios, de tal manera que podamos decir, como Jesús: Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y dar cumplimiento a su obra22. Esta correspondencia a la gracia –que se ha de hacer realidad día tras día, minuto a minuto– se podría resumir en tres puntos principales: ser dóciles a las inspiraciones del Espíritu Santo, mantener en toda circunstancia la vida de oración, a través de las prácticas de devoción que hemos concretado en la dirección espiritual, y cultivar un constante espíritu de penitencia.

Docilidad, porque el Espíritu Santo "es quien nos empuja a adherirnos a la doctrina de Cristo y a asimilarla con profundidad, quien nos da luz para tomar conciencia de nuestra vocación personal y fuerza para realizar todo lo que Dios espera"23 en nuestro personal crecimiento interior y en el abundante apostolado que hemos de ejercer entre nuestros amigos, parientes y colegas.

Vida de oración, "porque la entrega, la obediencia, la mansedumbre del cristiano nacen del amor y al amor se encaminan. Y el amor lleva al trato, a la conversación, a la amistad. La vida cristiana requiere un diálogo constante con Dios Uno y Trino, y es a esa intimidad a donde nos conduce el Espíritu Santo"24.

Unión con la Cruz, "porque en la vida de Cristo el Calvario precedió a la Resurrección y a la Pentecostés, y ese mismo proceso debe reproducirse en la vida de cada cristiano"25, aceptando en primer lugar las contradicciones, grandes o pequeñas, que nos llegan, y ofreciendo al Señor cada día otras muchas pequeñas mortificaciones a través de las cuales nos unimos a la Cruz con sentido de corredención, purificamos nuestra vida y nos disponemos para un diálogo íntimo y profundo con Dios.

Examinemos hoy, al terminar nuestra oración, cómo es nuestra correspondencia a la gracia en estos tres puntos, porque de ella depende el desarrollo de la vida de la gracia en nosotros. Le decimos al Señor que no queremos contentarnos con el nivel alcanzado en la oración, en la presencia de Dios, en el sacrificio...; que, con su gracia y con la protección de Santa María, no nos detendremos hasta llegar a la meta que da sentido a nuestra vida: la plena identificación con Jesucristo.

1 Jn 1, 13. — 2 Cfr. Gal 3, 27. — 3 Jn 15, 1-6. — 4 1 Cor 12, 27. 5 1 Jn 3, 2. — 6 Rom 8, 16. — 7 Ef 2, 19. — 8 2 Pdr 1, 4. — 9 Cfr. Santo Tomás, Comentario a la Segunda Carta a los Corintios, IV, 192. — 10 Catecismo Romano, II, 2, n. 50. — 11 Cfr. ibídem, I, 9, n. 8. 12 Cfr. 2 Cor 5, 5. 13 Cfr. 1 Jn 3, 9. — 14 Jn 4, 14. — 15 Pío XI, Enc. Casti connubii, 31-XII-1930. — 16 Cfr. ídem, Enc. Divini illius Magistri, 31-XII-1929. — 17 Cfr. ibídem; cfr. Conc. Vat. II, Const. Lumen gentium, 40. — 18 Cfr. 1 Jn 3, 1. — 19 Jn 3, 30. — 20 Flp 2, 5. — 21 Cfr. Pío XII, Enc. Mystici Corporis, 29-VI-1943. — 22 Jn 4, 24. — 23 San Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa, 135. — 24 Ibídem, 136. — 25 Ibídem, 137.

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Santoral               (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)

 

Novena en honor a Nuestra Señora del Perpetuo Socorro

El 27 de junio se celebra la Fiesta de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, patrona de los Padres Redentoristas y cuyo icono original está en el altar mayor de laIglesia de San Alfonso, muy cerca de la Basílica de Santa María la Mayor en Roma. Esta imagen recuerda el cuidado de la Virgen por Jesús, desde su concepción hasta su muerte, y como hoy sigue protegiendo a sus hijos que acuden a ella.

Hoy en día la devoción a Nuestra Señora del Perpetuo Socorro se ha expandido por diversos lugares, construyéndose iglesias y santuarios en su honor. Su retrato es conocido y venerado en todas partes del mundo.

A pocos días de esta gran festividad, aquí una novena en su honor:

https://www.aciprensa.com/noticias/hoy-se-inicia-la-novena-en-honor-a-nuestra-senora-del-perpetuo-socorro-79771/

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Santa Juliana de Falconieri
Fundadora
Año 1341

Esta santa tuvo la dicha de ser sobrina de un santo (San Alejo Falconieri, hermano de su padre) y de ser dirigida espiritualmente por otro santo (San Felipe Benicio).
Nació en Florencia en el año 1270. Su padre era riquísimo y había construido por su propia cuenta un templo en honor de la Sma. Virgen de quien era sumamente devoto.
Los papacitos habían suplicado por muchos años a Dios que les concediera descendencia y al fin consiguieron que les diera esta hija que iba a ser su gloria y su alegría.
De joven era tan virtuosa, que San Alejo le dijo a la mamá de Juliana: "Dios no sólo te dio una hija, sino que te regaló un verdadero ángel".
De niña acostumbraba pasar largos ratos rezando en el templo, por lo cual la mamá le repetía: "Si no concedes más tiempo a la costura y a la cocina, no vas a encontrar marido". Pero aquella amenaza no le producía ningún temor, ya que sentía una inmensa inclinación hacia la virginidad. Habiendo muerto su padre cuando ella era muy pequeña, la mamá y el tío le prepararon un honroso matrimonio, pero ella los llamó aparte y les dijo que había tomado la decisión inquebrantable de quedarse soltera y dedicar su vida a la oración, a la meditación, a la caridad y al apostolado. Tenía apenas 15 años.
Bien preparada por su tío, San Alejo (fundador de los Siervos de María) recibió del gran apóstol San Felipe Benicio el distintivo de Terciaria de los Siervos de María. Este distintivo era un manto sobre la cabeza. Ella siguió viviendo en su casa con la mamá, pero observando una conducta tan religiosa y tan santa como la de una fervorosa religiosa. A otras les agradó este modo de practicar la vida religiosa (quedándose con sus familiares, pero observando una conducta como la de una santa monja) y siguieron su ejemplo. Todas llevaban como distintivo un manto sobre la cabeza, por lo cual la gente las llamaba: las muchachas de la pañoleta.
Creció mucho el número de las jóvenes Terciarias (se llaman terciarias a las que pertenecen a la tercera rama de una comunidad religiosa; la primera son los hombres; la segunda son las monjas y la tercera son las personas laicas que viven en el mundo pero llevando una conducta como de gente muy piadosa) y tuvieron que conseguir una casa para reunirse. Entonces ellas eligieron como superiora a Juliana. Su asociación tomó el nombre de "Siervas de la Virgen María". Durante 35 años, hasta su muerte, dirigió nuestra santa a esta piadosa asociación, llevándola a un alto grado de perfección.
Juliana se propuso un Reglamento sumamente riguroso. Ayunaba tres días por semana, y a veces pasaba días sin comer bocado (sobre todo cuando se dedicaba a altísimas oraciones). Esto hizo que se enfermara muy gravemente del estómago (úlcera llamaríamos quizás hoy a la tal enfermedad). Los viernes los dedicaba a meditar en la Pasión y Muerte de Jesucristo. Los sábados a pensar y leer acerca de la Santísima Viren (de quien fue supremamante devota desde sus primeros años). Muchas veces dormía sobre el duro suelo. Se propuso hacer los oficios más humildes de la casa, y tratar a cada una de sus compañeras como si fuera muy superior a ella (cumpliendo lo que recomienda San Pablo: "Considerad a los demás como superiores en todo a vosotros)."(Filip. 2,3).
Redactó para su comunidad un Reglamento que fue aprobado después por 4 Sumos Pontífices (Honorio IV, Nicolás IV, Benedicto XI y Martín V). Ella misma era la más exacta en cumplir cada uno de los artículos del Reglamento, dando así muy buen ejemplo a todas.
Los que tuvieron que tratar con ella estuvieron de acuerdo en que su caridad, su amabilidad y su inclinación a buscar el bien de las almas de los demás, eran extraordinarias. La gente gozaba al recibir las demostraciones de su afectuosa bondad. Nunca dejaba escapar una oportunidad de ayudar a los que necesitaban de su colaboración.
Los sacerdotes decían que a los pecadores les hacían mayor bien los sencillos consejos de esta sencilla religiosa seglar, que los sermones de los mejores predicadores. Muchos pecadores se convirtieron de su vida de maldad, después de tener una charla con Juliana, la de la "pañoleta".
Enemigos que se odiaban a muerte, hacían las paces y se declaraban para siempre la paz, cuando la santa se dedicaba a volverlos otra vez a la amistad.
Pasaba horas y horas seguidas dedicada a la oración, sin sentir pasar el tiempo. A quien le preguntaba por qué se estaba tanto tiempo de rodillas, le respondía: "Es para alejar las tentaciones".
Muchos días los pasó solamente con la Sagrada Comunión, sin ningún alimento más.
Su fama de santidad se extendió por todos los alrededores de la casa donde vivía y por toda la ciudad. Y por medio de sus fervorosas oraciones consiguió favores especialísimos para quienes se encomendaban a sus plegarias.
En su última enfermedad, a la edad de 71 años, ya su estómago no le recibía ningún alimento. Vomitaba todo lo que comía. Así que tuvo que dejar de recibir la Sagrada Comunión. Y esto constituía para Juliana la más grande mortificación y penitencia. Y sucedió que en la última visita que le hizo el sacerdote, llevando el Santísimo Sacramento, la santa, sabiendo que no podía comulgar, pidió que le colocaran sobre
su corazón un mantel blanco y sobre este mantel la Santa Hostia. Y he aquí que de un momento a otro, la Hostia Consagrada desapareció y nadie la pudo encontrar. Ella había pedido poder recibir a Jesús Sacramentado antes de morir, y su estómago no le permitía, pero su fe le consiguió el prodigio de poder comulgar. Después de muerta encontraron sobre su corazón, en la piel, una cicatriz redonda, como si hubieran cortado para que pasara una Hostia.
En recuerdo de esto, sus religiosas llevan siempre sobre su hábito, en el lado del corazón, una medalla donde está grabada una Santa Hostia.
Tan pronto como la Hostia Consagrada colocada sobre su corazón desapareció, Juliana, con una expresión de inmensa alegría en su rostro, como si estuviera en éxtasis, murió llena de amor hacia Nuestro Señor.
En su sepulcro se obraron numerosos milagros. Y nosotros le pedimos a tan grande santa que nos obtenga de Dios que también a la hora de nuestra muerte, recibamos con todo el fervor posible la Sagrada Hostia, donde está el cuerpo Santísimo de Cristo.

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Fuente: Santopedia.com
Osana Andreasi, Beata Religiosa, Junio 18  

Osana Andreasi, Beata

Religiosa

Osanna Andreasi nació el 17 de enero del año 1449 en Mantua (Italia) de padres allegados a la familia Gonzaga, que gobernaba el ducado de Mantua en el siglo XV.

Desde su primera juventud, habiendo rehusado al matrimonio, vistió el hábito de las Hermanas de la Penitencia de Santo Domingo, cultivando en grado sumo las virtudes cristianas, en especial la humildad. Rigió el ducado de Mantua en 1478 en ausencia del duque Federico de Gonzaga.

Pudo valerse de la prudente dirección espiritual del celebérrimo teólogo Francisco de Silvestri (llamado el Ferrarense) que fue después Maestro de la Orden y escribió la biografía de ella.

Alegre y caritativa unió con admirable sabiduría la contemplación de los misterios divinos con las ocupaciones del gobierno y la práctica de las buenas obras, como lo atestiguan sus numerosas cartas.

Llena de gracias místicas extraordinarias murió el 18 de junio de 1505 y su cuerpo se venera en la catedral de Mantua.

A los diez años de su muerte León X permitió su culto en la diócesis de Mantua en 1515, e Inocencio XII lo confirmó universalmente el 27 de noviembre de 1694.

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Isabel de Schönau, Santa Religiosa, Junio 18  

Isabel de Schönau, Santa

Nacida por el año 1126 en Alemania, radicada y educada en un monasterio Benedictino cerca de Bonn, Alemania, desde los 12 años de edad.

Isabel llegó a ver el monasterio como su propia casa, e hizo votos en 1147.

Ella fue vidente, empezando en 1152 comenzó a tener éxtasis místicos y visiones, poseía el don de la profecía, y sufrió ataques de fuerzas demoniacas.

Con la ayuda de su hermano Egberto, monje y abad, escribió tres volúmenes que describen sus visiones.

Fue abadesa de Schönau desde 1157 hasta su muerte, el 18 de junio de 1164.

Nunca a sido formalmente canonizada, pero su nombre consta en el Martirologio Romano.

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Fuente: Archidiócesis de Madrid
Marcos y Marceliano, Santos Mártires, Junio 18  

Marcos y Marceliano, Santos

Mártires

Martirologio Romano: En Roma, en el cementerio de Balbina, en la Vía Ardeatina, santos Marcos y Marceliano, mártires en la persecución bajo el emperador Diocleciano, a los que hermanó el sufrimiento (c. 304).

Son mártires y patronos secundarios de la Diócesis de Badajoz —hoy Archidiócesis de Mérida-Badajoz—.

Un rayo que cayó en el castillo fue la causa del terrible fuego que amenazaba a todas luces alcanzar el polvorín o almacenes de pólvora de la ciudad y cuya explosión hubiera sido una catástrofe tanto en pérdida de vidas humanas como de viviendas y bienes. El apresurado rezo a los santos del día en aquel apuro hizo que milagrosamente se detuvieran las llamas en la misma zona inmediatamente próxima al almacén de munición. Las personas que se supieron protegidas por la intercesión de los santos mártires Marceliano y Pedro pidieron a las autoridades eclesiásticas sea oficialmente reconocida la protección de los santos que les libraron al final de aquella terrible tormente.

Un decreto de la Sagrada Congregación de Ritos faculta al Deán y Cabildo para elegirlos patronos menos principales de la ciudad de Badajoz. Una vez ejecutado, es aprobado por el Obispo Juan Marín Rodezno, el 13 de junio de 1969.

Su celebración es sólo para la ciudad.

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Fuente: ACIprensa.com
Gregorio Barbarigo, Santo Cardenal y Obispo, Junio 18  

San Gregorio nació en Venecia en 1625. Al cumplir los veinte años fue escogido por el gobierno veneciano como acompañante del embajador Luigi Contarini, al famoso Congreso de Munster, donde los representantes de Alemania, Francia y Suecia, firmaron el tratado de Westfalia, el 24 de octubre de 1648, y así pusieron fin a la guerra de Treinta Años.

En 1657, el Papa Alejandro VII, le nombró obispo de Bérgamo y en 1660, le consagró cardenal; cuatro años más tarde, fue transferido al obispado de Padua. Era benigno y misericordioso, su piedad se mostraba sobre todo a los que sufrían o estaban en desgracia. Con el propósito de fomentar la cultura, fundó un colegio y un seminario que tuvieron gran renombre. A las dos instituciones las dotó con imprenta propia y una biblioteca bien surtida, particularmente con los escritos de los Padres de la Iglesia y los estudios sobre las Sagradas Escrituras.

San Gregorio Barbarigo murió el 18 de junio de 1697 y fue beatificado en 1761 y canonizado por S.S. Juan XXIII, el 26 de mayo de 1959.

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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; hablarcondios.org, Catholic.net, misalpalm.com

 

Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/

 

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