JMJ
Pax
† Lectura del santo Evangelio según san Lucas (10, 38-42)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, entró Jesús en un poblado, y una mujer, llamada Marta, lo recibió en su casa. Ella tenía una hermana, llamada María, la cual se sentó a los pies de Jesús y se puso a escuchar su palabra. Marta, entre tanto, se afanaba en diversos quehaceres, hasta que, acercándose a Jesús, le dijo:
"Señor, ¿no te has dado cuenta de que mi hermana me ha dejado sola con todo el quehacer? Dile que me ayude".
El Señor le respondió:
"Marta, Marta, muchas cosas te preocupan y te inquietan, siendo así que una sola es necesaria. María escogió la mejor parte y nadie se la quitará".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Suplicamos tu oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin tus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que leas. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdanos en tus intenciones de Misa!
Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Nota: es una película protestante, por eso falta LA MADRE.
El Misterio de la Misa en 2 minutos: https://www.youtube.com/watch?v=0QCx-5Aqyrk
El que no valora una obra de arte es porque necesita cultura: https://www.youtube.com/watch?v=mTKKaT-KaKw
Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/media/y3hgYNp23xu
El Gran Milagro (película completa): http://www.gloria.tv/media/hYyhhps7cqX
Explicación: http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!
San Leonardo, "El GRAN tesoro oculto de la Santa Misa": http://iteadjmj.com/LIBROSW/lpm1.doc
Audio (1/5): https://www.youtube.com/watch?v=2NjKuVnxH58
Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). La Misa es lo mínimo para salvarnos. Es como si un padre dijera "si no comes, te mueres, así que come al menos una vez por semana". Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice al otro: "Te amo, pero no quiero verte todos los días, y menos los de descanso"? ¿Le ama realmente?
Faltar a Misa viola los principales mandamientos: el primero ("Amar a Dios sobre todas las cosas") y tercero ("Santificar las fiestas"). Por nuestro propio bien y evitar el infierno eterno, Dios sólo nos pide que nos regalemos 1 de las 168 horas de vida que Él nos regala cada semana: 0,6% ¡No seamos ingratos! Idolatramos aquello que preferimos a Él: los "dioses" son el descanso, entretenimiento, comida, trabajo, compañía, flojera. Prefieren baratijas al oro. Si en la Misa repartieran 1 millón de dólares a cada uno, ¿qué no harías para asistir? ¡Pues recibes infinitamente más! "Una misa vale más que todos los tesoros del mundo"… Por todo esto, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15).
Si rechazamos la Misa, ¿cómo vamos a decir "Padre Nuestro" si rechazamos volver a la Casa del Padre? ¿cómo decir "Santificado sea Tu Nombre", "Venga a nosotros Tu Reino", "Hágase Tu Voluntad", "Danos hoy nuestro pan supersubstancial de cada día" y "no nos dejes caer en la tentación más líbranos del malo", si todo eso lo obtenemos de la Misa?
Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es imprescindible la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado… ver más en http://www.iesvs.org/p/blog-page.html
Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa (Jn 15,22).
† Misal
Condúceme, Señor, por tu camino
Feria de la 27a. semana del Tiempo Ordinario
Dichosos los que escuchan la palabra de Dios
Antífona de Entrada
Yo soy la salvación de mi pueblo, dice el Señor. Los escucharé en cualquier tribulación en que me llamen y seré siempre su Dios.
Oración Colecta
Oremos:
Dios nuestro, que en el amor a ti y a nuestro prójimo has querido resumir toda tu ley, concédenos descubrirte y amarte en nuestros hermanos para que podamos alcanzar la vida eterna.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.
Primera Lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los gálatas (1, 13-24)
Hermanos:
Ciertamente ustedes han oído hablar de mi conducta anterior en el judaísmo, cuando yo perseguía encarnizadamente a la Iglesia de Dios, tratando de destruirla.
Deben saber que me distinguía en el judaísmo, entre los jóvenes de mi pueblo y de mi edad, porque los superaba en el celo por las tradiciones paternas. Pero Dios me había elegido desde el seno de mi madre, y por su gracia me llamó. Un día quiso revelarme a su Hijo, para que yo lo anunciara entre los paganos. Inmediatamente, sin solicitar ningún consejo humano y sin ir siquiera a Jerusalén para ver a los apóstoles anteriores a mí, me trasladé a Arabia y después regresé a Damasco.
Al cabo de tres años fui a Jerusalén, para ver a Pedro y estuve con él quince días. No vi a ningún otro de los apóstoles, excepto a Santiago, el pariente del Señor. Y Dios es testigo de que no miento en lo que les escribo.
Después me fui a las regiones de Siria y de Cilicia, de manera que las comunidades cristianas de Judea no me conocían personalmente. Lo único que habían oído decir de mí era:
"El que antes nos perseguía, ahora va predicando la fe que en otro tiempo quería destruir", y glorificaban a Dios por mi causa.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial Salmo 138
Condúceme, Señor,
por tu camino.
Tú me conoces, Señor, profundamente: tú conoces cuándo me siento y me levanto, desde lejos sabes mis pensamientos, tú observas mi camino y mi descanso, todas mis sendas te son familiares.
Condúceme, Señor,
por tu camino.
Tú formaste mis entrañas, me tejiste en el seno materno. Te doy gracias por tan grandes maravillas; soy un prodigio y tus obras son prodigiosas.
Condúceme, Señor,
por tu camino.
Conocías plenamente mi alma, no se te escondía mi organismo, cuando en lo oculto me iba formando y entretejiendo en lo profundo de la tierra.
Condúceme, Señor,
por tu camino.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica, dice el Señor.
Aleluya.
Evangelio
† Lectura del santo Evangelio según san Lucas (10, 38-42)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, entró Jesús en un poblado, y una mujer, llamada Marta, lo recibió en su casa. Ella tenía una hermana, llamada María, la cual se sentó a los pies de Jesús y se puso a escuchar su palabra. Marta, entre tanto, se afanaba en diversos quehaceres, hasta que, acercándose a Jesús, le dijo:
"Señor, ¿no te has dado cuenta de que mi hermana me ha dejado sola con todo el quehacer? Dile que me ayude".
El Señor le respondió:
"Marta, Marta, muchas cosas te preocupan y te inquietan, siendo así que una sola es necesaria. María escogió la mejor parte y nadie se la quitará".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración sobre las Ofrendas
Acepta, Señor, los dones que te presentamos a fin de que, por medio de esta Eucaristía, podamos obtener las gracias de la redención.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio Común VII
Cristo, huésped y peregrino en medio de nosotros.
El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Levantemos el corazón.
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
Es justo y necesario.
En verdad es justo darte gracias, Señor, Padre santo, Dios de la alianza y de la paz. Porque tú llamaste a Abraham y le mandaste salir de su tierra, para constituirlo padre de todas las naciones.
Tú suscitaste a Moisés para librar a tu pueblo y guiarlo a la tierra de promisión. Tú, en la etapa final de la historia, has enviado a tu Hijo, como huésped y peregrino en medio de nosotros, para redimirnos del pecado y de la muerte; y has derramado el Espíritu, para hacer de todas las naciones un solo pueblo nuevo, que tiene como meta, tu reino, como estado, la libertad de tus hijos, como ley, el precepto del amor.
Por estos dones de tu benevolencia, unidos a los ángeles y a los santos, cantamos con gozo el himno de tu gloria:
Santo, Santo, Santo...
Antífona de la Comunión
Tú promulgas, Señor, tus preceptos para que se observen con exactitud. Que mi conducta se ajuste siempre, al cumplimiento de tu voluntad.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Concede siempre tu ayuda, Señor, a quienes has alimentado con la Eucaristía, a fin de que la gracia recibida en este sacramento, transforme
continuamente nuestra vida.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
__________________________________________________________________________________________
† Meditación diaria
27ª semana. Martes
EN BETANIA
— Los quehaceres de la vida corriente, medio y ocasión para encontrar a Dios.
— Unidad de vida.
— Solo una cosa es necesaria, la santidad personal.
I. Refiere San Lucas en su Evangelio que Jesús marchaba hacia Jerusalén, y unos pocos kilómetros antes de llegar a la ciudad entró a descansar en casa de unos amigos en la pequeña localidad de Betania1. Son tres hermanos –Lázaro, Marta y María– a los que Jesús mostró un particular aprecio, como podemos leer en otros lugares del Evangelio2. El Maestro se siente bien en aquel hogar, rodeado de amigos. Marta se dispuso a dar algún refrigerio a Jesús y a sus acompañantes, cansados después de una larga andadura por caminos duros y polvorientos. Por eso, se afanaba en los múltiples quehaceres de la casa. Su hermana María, sentada a los pies del Señor, escuchaba sus palabras.
Durante mucho tiempo se ha considerado a Marta como figura e imagen de la vida activa, mientras que María ha sido el símbolo de la contemplativa. Sin embargo, para la mayoría de los cristianos que han de santificarse en medio de las tareas seculares, no pueden considerarse como dos modos contrapuestos de vivir el cristianismo. En primer lugar, porque no tendría sentido una vida de trabajo, metida en los negocios, en el estudio, o preocupada de los problemas del hogar, que se olvide de Dios; por otro, porque habría serios motivos para dudar de la sinceridad de una vida de oración que no se manifestara en una caridad más fina, en un trabajo mejor realizado, en una amistad leal. El trabajo, el estudio, los problemas que se presentan en una vida normal, lejos de ser obstáculos, han de ser medio y ocasión de un trato afectuoso con Nuestro Señor3. «En esta tierra, la contemplación de las realidades sobrenaturales, la acción de la gracia en nuestras almas, el amor al prójimo como fruto sabroso del amor a Dios, suponen ya un anticipo del Cielo, una incoación destinada a crecer día a día. No soportamos los cristianos una doble vida: mantenemos una unidad de vida, sencilla y fuerte en la que se fundan y compenetran todas nuestras acciones (...). Seamos almas contemplativas, con un diálogo constante, tratando al Señor a todas horas; desde el primer pensamiento del día al último de la noche, poniendo de continuo nuestro corazón en Jesucristo Señor Nuestro, llegando a Él por Nuestra Madre Santa María y, por Él, al Padre y al Espíritu Santo»4.
El quehacer profesional, las dificultades corrientes que lleva consigo toda existencia, las ilusiones nobles, las preocupaciones... han de alimentar nuestra conversación diaria con Jesús. Si no fuera así, ¿de qué hablaríamos con Él? Aquellos amigos de Betania, como también hacían los Apóstoles, le contaban al Maestro las pequeñas incidencias de su vivir diario, le preguntaban lo que no entendían. Alguno de estos diálogos de Jesús con sus más íntimos ha quedado plasmado en el Evangelio: Maestro -le dicen los Apóstoles en una ocasión-, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre y se lo hemos prohibido porque no es de nuestro grupo... Otras veces le confiesan sencillamente sus inquietudes: Mira, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido, ¿qué será de nosotros?... Su vida misma era el tema de conversación con Jesús. Así hemos de hacer nosotros.
A la vez, la oración ha de enriquecer todas las circunstancias por las que hemos de pasar. Cerca de Jesús aprenderemos a ser mejores amigos de nuestros amigos, a vivir con plenitud la justicia y la lealtad en la tarea profesional, a ser más humanos, a permanecer abiertos y disponibles para atender las necesidades de otros.
II. Es muy posible que Marta, ante la urgencia y el aumento del trabajo doméstico, prestara mayor atención y estuviera más preocupada de sus quehaceres que del Señor mismo. Además, parece como si María, sentada a los pies de Jesús, le quitara la paz. Por eso, poniéndose delante dijo: Señor, ¿nada te importa que mi hermana me deje sola en el trabajo de la casa? Dile, pues, que me ayude. Podemos imaginar fácilmente al Maestro dirigiéndole esta afectuosa reconvención: Marta, Marta, tú te preocupas y te inquietas por muchas cosas. En verdad una sola cosa es necesaria. Solo una es necesaria: el amor a Dios, la santidad personal. Cuando Cristo es el objetivo de nuestra vida las veinticuatro horas del día, trabajamos más y mejor. Este es el hilo fuerte –como en un collar de perlas finas– que une todas las obras del día; así evitamos la doble vida: una para Dios y otra dedicada a las tareas en medio del mundo: a los negocios, a la política, al descanso...
En la existencia del cristiano, enseña el Papa Juan Pablo II, «no puede haber dos vidas paralelas: por una parte, la denominada vida espiritual, con sus valores y exigencias; y por otra, la denominada vida secular, es decir, la vida de familia, del trabajo, de las relaciones sociales, del compromiso político y de la cultura. El sarmiento arraigado en la vid que es Cristo, da fruto en cada sector de su actividad y de su existencia. En efecto, todos los distintos campos de la vida laical entran en el designio de Dios, que los quiere como el lugar histórico del revelarse y realizarse de la caridad de Jesucristo para gloria del Padre y servicio a los hermanos. Toda actividad, toda situación, todo esfuerzo concreto –como por ejemplo, la competencia profesional y la solidaridad en el trabajo, el amor y la entrega a la familia y a la educación de los hijos, el servicio social y político, la propuesta de la verdad en el ámbito de la cultura– son ocasiones providenciales para "un ejercicio continuo de la fe, de la esperanza y de la caridad" (Apostolicam actuositatem, 4)»5.
El acontecer diario, la intensidad del trabajo, el cansancio, las relaciones con los demás, son circunstancias que se presentan para ejercitar no solo las virtudes humanas, sino también las sobrenaturales. A Jesús le tenemos muy cerca de nosotros, como Marta. Nos acompaña en el hogar, en la oficina, en el laboratorio, cuando vamos por la calle. No dejemos de referir a Él todo lo que sucede a lo largo de la jornada. Porque entonces, metidos de lleno en los diferentes quehaceres que nos ocupan durante todo el día, sabremos decir, con palabras de un Salmo que hoy se reza en la Liturgia de las Horas: ¡Cuánto amo tu voluntad!: todo el día la estoy meditando; tu mandato me hace más sabio que mis enemigos, siempre me acompaña; soy más docto que todos mis maestros porque medito tus preceptos6.
III. Solo una cosa es necesaria: la amistad creciente con el Señor. «Este debe ser el objetivo y el designio constante de nuestro corazón... Todo lo que le aparte de esto, por grande que pueda parecernos, ha de tener un lugar secundario o, por mejor decir, el último de todos. Inclusive debemos considerarlo como un daño positivo»7, un gran mal. El mayor bien que podemos prestar a la familia, al trabajo, a nuestros amigos..., a la sociedad, es el cuidado de esos medios que nos unen al Señor: la presencia de Dios durante el día, el empeño en la oración diaria, la Confesión frecuente llena de contrición... El mayor mal, el descuido de estos medios que nos acercan a Jesús. Esto puede suceder por desorden, por tibieza, incluso por una aparente eficacia mayor en otras actividades que pueden presentarse como más urgentes o importantes. San Ignacio de Antioquía escribía a San Policarpo que hemos de desear esta amistad con Dios «de la misma forma que el piloto anhela vientos favorables y el marinero sorprendido por la tempestad suspira por el puerto»8.
El trato sincero con el Señor enriquece todas las demás actividades, de la misma manera que la pobreza interior se refleja también en todo aquello que realizamos. Cuando veamos que la multiplicidad de quehaceres tiende a ahogar estos tiempos que dedicamos especialmente al Señor, hemos de oír en la intimidad de nuestra alma que, como a Marta, el Señor nos dice: una sola cosa es necesaria. La búsqueda de la santidad es lo primero que se debe intentar en esta vida, lo que ha de estar siempre en primer lugar. Buscad, pues, primero el Reino de Dios y su justicia, y todo lo demás se os dará por añadidura9, anunció en otra ocasión el Maestro.
«Agradece al Señor el enorme bien que te ha otorgado, al hacerte comprender que "solo una cosa es necesaria". —Y, junto a la gratitud, que no falte a diario tu súplica, por los que aun no le conocen o no le han entendido»10. ¡Qué alegría tan grande poder tener siempre presente que el gran objetivo de nuestra vida es crecer en amor a Jesucristo! ¡Qué gozo poder comunicarlo a muchos! Pidamos a Nuestra Señora que no perdamos nunca de vista al Señor mientras procuramos llevar a cabo con perfección, acabadamente, nuestras tareas profesionales.
1 Lc 10, 38-42. — 2 Cfr. Jn 11, 1-45; 12, 1-9. — 3 Cfr. Sagrada Biblia, Santos Evangelios, EUNSA, Pamplona 1983, in loc. — 4 San Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa, 126. — 5 Juan Pablo II, Exhort. Apost. Christifideles laici, 30-XII-1988, 59. — 6 Liturgia de las Horas, Hora intermedia. Sal 119, 97-99. — 7 Casiano, Colaciones, 1. — 8 San Ignacio de Antioquía, Epístola a San Policarpo. — 9 Mt 6, 33. — 10 San Josemaría Escrivá, Surco, n. 454.
___________________________________________________________________________________________
4 de octubre
SAN FRANCISCO DE ASÍS*
Memoria
— La pobreza de San Francisco. La pobreza en el cristiano corriente.
— Especial necesidad de esta virtud en nuestros días. Manifestaciones y modo de vivirla.
— Frutos de esta virtud.
I. En un momento en que eran grandes el brillo externo y el poder político y social de muchos eclesiásticos, el Señor llamó a San Francisco para que su vida pobre fuera como un fermento nuevo en aquella sociedad que, por su apegamiento a los bienes materiales, se alejaba más y más de Dios. Con él afirma Dante "nace un sol al mundo"1, un instrumento de Dios para enseñar a todos que la esperanza ha de estar puesta solo en Él.
Un día, orando en la Iglesia de San Damián, oyó estas palabras: Ve y repara mi casa en ruinas. Tomando al pie de la letra esta locución divina, empleó sus fuerzas en reparar aquella ruinosa capilla, y después se dedicó a restaurar otros templos. Pero enseguida comprendió que la pobreza como expresión de su vida entera habría de ser un gran bien para la Iglesia; la llamaba Señora2, al modo como los caballeros medievales llamaban a sus damas y los cristianos se dirigen a la Madre de Dios. La restauración de la Cristiandad habría de venir por el desprendimiento de los bienes materiales, pues la pobreza bien vivida, según el propio estado, permite poner nuestra esperanza en Dios y solo en Él. Un día de febrero de 1209, habiendo oído Francisco las palabras del Evangelio: No llevéis oro, ni plata, ni alforja... tuvo un gesto clamoroso para mostrar que nada es bueno si se prefiere a Dios, y se despojó de sus vestidos y del cinturón de cuero, tomó un basto sayal, se ciñó una soga y se puso en camino, confiado en la Providencia.
La pobreza es una virtud cristiana que el Señor pide a todos religiosos, sacerdotes, madres de familia, abogados, estudiantes..., pero es evidente que los cristianos en medio del mundo han de vivirla de un modo bien distinto a San Francisco y a los religiosos que, por su propia vocación, han de dar un testimonio en cierto modo público y oficial de su consagración a Dios. Igual ocurre con las demás virtudes cristianas la templanza, la obediencia, la humildad, la laboriosidad..., que, siendo virtudes que han de vivir todos aquellos que quieran seguir a Cristo, cada uno ha de aprender a vivirlas según la propia vocación a la que fue llamado.
La pobreza del cristiano corriente se hace "a base de desprendimiento, de confianza en Dios, de sobriedad y disposición a compartir con otros"3. El fiel laico ha de aprender como se aprende un camino, una ruta que se desea seguir a armonizar "dos aspectos que pueden a primera vista parecer contradictorios. Pobreza real, que se note y se toque hecha de cosas concretas, que sea una profesión de fe en Dios, una manifestación de que el corazón no se satisface con las cosas creadas, sino que aspira al Creador, que desea llenarse de amor de Dios, y dar luego a todos de ese mismo amor"4. A la vez, la condición secular, el estar en medio del mundo, exige al cristiano "ser uno más entre sus hermanos los hombres, de cuya vida participa, con quienes se alegra, con los que colabora, amando el mundo y todas las cosas buenas que hay en el mundo, utilizando todas las cosas creadas para resolver los problemas de la vida humana, y para establecer el ambiente espiritual y material que facilita el desarrollo de las personas y de las comunidades"5.
¿Se plasma esta virtud de la pobreza y desprendimiento en mi vida, en detalles concretos, reales? ¿La amo, la practico en mi propia condición? ¿Estoy plenamente convencido de que sin ella no podría seguir a Cristo? ¿Puedo decir "soy de verdad pobre de espíritu", por estar realmente desprendido de lo que uso?, ¿aunque posea bienes, de los que he de ser administrador que rendirá cuentas a Dios?
"Despégate de los bienes del mundo. Ama y practica la pobreza de espíritu: conténtate con lo que basta para pasar la vida sobria y templadamente.
-Si no, nunca serás apóstol"6.
II. El Señor hace resonar en todos los tiempos sus palabras: no podéis servir a Dios y a las riquezas7. Es imposible agradar a Dios, llevarle por todos los caminos de la tierra, si al mismo tiempo no estamos dispuestos a hacer renuncias a veces costosas en la posesión y disfrute de los bienes materiales. Particularmente importante en nuestros días resulta ese aviso del Señor, que a muchos puede parecer extraño, cuando un desmedido afán de comodidades alimenta a diario la codicia de las gentes. Son muchos los que aspiran a tener más, a gastar más, a conseguir el mayor número de placeres posibles, como si ese fuera el fin del hombre sobre la tierra.
En la práctica, esa pobreza real tiene muchas manifestaciones. En primer lugar, estar desprendidos de los bienes materiales, disfrutándolos como bondad creada de Dios que son, pero sin considerar necesarias para la salud, para el descanso... cosas de las que se puede prescindir con un poco de buena voluntad. "Hemos de exigirnos en la vida cotidiana, con el fin de no inventarnos falsos problemas, necesidades artificiosas, que en último término proceden del engreimiento, del antojo, de un espíritu comodón y perezoso. Debemos ir a Dios con paso rápido, sin pesos muertos ni impedimentos que dificulten la marcha"8. Esas necesidades artificiosas pueden referirse a instrumentos de trabajo, a artículos de deporte, prendas de vestir, etc.
San Agustín aconsejaba a los cristianos de su tiempo: "Buscad lo suficiente, buscad lo que basta. Lo demás es agobio, no alivio; apesadumbra, no levanta"9. ¡Qué bien conocía el corazón humano! Porque la verdadera pobreza cristiana es incompatible, no solo con los bienes superfluos, sino también con la inquieta solicitud de los necesarios. Si se diera esa apetencia desordenada..., indicaría que su vida espiritual se está deslizando hacia la tibieza, hacia el desamor.
La pobreza se manifiesta en cumplir acabadamente el propio quehacer profesional; en el cuidado de los instrumentos de trabajo, sean nuestros o no, de la ropa, del propio hogar...; en evitar gastos desproporcionados, aunque los pague la empresa en la que trabajamos; en "no considerar de verdad- cosa alguna como propia"10; en escoger para nosotros lo peor, si la elección pasa inadvertida11 (¡cuántas oportunidades en la vida familiar!); en aceptar con paz y alegría la escasez, la falta incluso de lo necesario; en evitar gastos personales motivados por el capricho, la vanidad, el deseo de lujo, la poltronería; en ser austeros con nosotros mismos comida, bebida... y generosos siempre con los demás.
Un día mandó San Francisco erigir en la iglesia del convento una gran cruz para sus frailes, y al colocarla les dijo: "Este debe ser vuestro libro de meditación". El Poverello de Asís había comprendido bien dónde estaban las verdaderas riquezas de la vida y el carácter relativo de todo lo terreno. Hoy, cuando es tan fuerte la presión externa de un ambiente impregnado de materialismo, hemos de amar los cristianos esta virtud con particular empeño.
III. De la pobreza se derivan muchos frutos. En primer lugar, el alma se dispone para los bienes sobrenaturales y el corazón se ensancha para ocuparse sinceramente de los demás. Pidamos hoy al Señor por intercesión de San Francisco la gracia de comprender con más hondura cómo la pobreza cristiana vivida hasta sus últimas consecuencias es un don que ya tiene su premio en esta vida. El Señor da al alma desprendida una especial alegría, incluso en medio de las privaciones de lo que parecía más necesario. "Muchos se sienten desgraciados, precisamente por tener demasiado de todo. –Los cristianos, si verdaderamente se conducen como hijos de Dios, pasarán incomodidad, calor, fatiga, frío... Pero no les faltará jamás la alegría, porque eso –¡todo!- lo dispone o lo permite Él, que es la fuente de la verdadera felicidad"12.
La pobreza verdadera nos permita disponer de nosotros mismos para entregarnos a Cristo, forma suprema de libertad que nos abre sin reservas ni restricciones a la amorosa Voluntad de Dios, como nos enseña el mismo Cristo. Para amarla –querer ser pobres, cuando todo parece inducir a querer ser ricos13– es necesario comprender bien que la pobreza como virtud –como toda virtud– es algo bueno y positivo para el hombre: le pone en condiciones de vivir según el querer divino, utilizando los bienes materiales para ganar el Cielo y ayudar a que el mundo sea más justo, más humano.
La virtud de la pobreza es consecuencia de la vida de la fe. En la Sagrada Escritura, la pobreza expresa la condición de quien se ha puesto, absolutamente, en manos de Dios, dejando en Él las riendas de la propia vida, sin buscar otra seguridad. Se trata de la rectitud de espíritu de quien no quiere depender de los bienes de la tierra, aunque se posean. Es el firme propósito de no tener más que un solo Señor, porque nadie puede servir a dos señores14. Cuando a quien se sirve es a la riqueza, al dinero, a los bienes terrenos sean cuales fueren, estos se convierten en un ídolo. Es esa idolatría de la que San Pablo advertía a los primeros cristianos que ni siquiera debía de nombrarse entre ellos.
Muchos cristianos se ven hoy tentados por esa idolatría moderna del consumo, que les hace olvidar la inmensa riqueza del amor a Dios, que es lo único que puede llenar su corazón. En esta sociedad en la que tanto abunda el afán por las riquezas, por la comodidad, por un desmedido bienestar, nuestra vida sobria y desprendida servirá de fermento para llevarla a Dios, como hizo San Francisco en su tiempo.
Al terminar nuestra oración, pedimos al Santo de Asís, con palabras del Papa Juan Pablo II, que sepamos ser levadura en medio del mundo. Así pedía el Pontífice su intercesión ante la tumba donde reposan los restos de San Francisco: "Tú, que acercaste tanto a Cristo a tu época, ayúdanos a acercar a Cristo a la nuestra, a nuestros tiempos difíciles y críticos. ¡Ayúdanos! Estos tiempos esperan con grandísima ansia, por más que muchos hombres de nuestra época no se den cuenta. Nos acercamos al año 2000 después de Cristo. ¿No serán tiempos que nos preparen a un renacimiento de Cristo, a un nuevo Adviento?"15. La Virgen Nuestra Señora nos enseñará, con una vida sobria y desprendida, a ser protagonistas de este nuevo renacer.
1 Dante Alighieri, La divina comedia, Paraíso, XI, 5, 54. — 2 Cfr. San Francisco de Asís, Testamento de Siena, 4, en Escritos, biografía, documentos de la época, BAC, Madrid 1985, p. 125. — 3 C. para la Doctrina de la Fe, Instr. Sobre la libertad cristiana y la liberación, 22-III-1986, 66. — 4 Conversaciones con Monseñor Escrivá de Balaguer, n. 110. — 5 Ibídem. — 6 San Josemaría Escrivá, Camino, n. 631. — 7 Lc 16, 13. — 8 San Josemaría Escrivá, Amigos de Dios, 125. — 9 San Agustín, Sermón 85, 6. — 10 Cfr. San Josemaría Escrivá, Forja, n. 524. — 11 Cfr. ídem, Camino, n. 635. — 12 ídem, Surco, n. 82. — 13 Conferencia Episcopal Española, Instr. Past. La verdad os hará libres, 20-XI-1990, n. 18. — 14 Cfr. Mt 6, 24. — 15 Juan Pablo II, Homilía en Asís, 5-XI-1978.
* San Francisco nació en Asís (Italia), en el seno de una familia acomodada, en 1182. Vivió y predicó infatigablemente la pobreza y el amor de Dios a todos los hombres. Fundó la Orden religiosa de los Franciscanos; con Santa Clara, las Damas Pobres (Clarisas); y la Tercera Orden, para seglares. Murió el año 1226.
___________________________________________________________________________________________
† Santoral (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)
San Francisco de Asís
Oh, Señor, haz de mí un instrumento de Tu Paz .
Donde hay odio, que lleve yo el Amor.
Donde haya ofensa, que lleve yo el Perdón.
Donde haya discordia, que lleve yo la Unión.
Donde haya duda, que lleve yo la Fe.
Donde haya error, que lleve yo la Verdad.
Donde haya desesperación, que lleve yo la Alegría.
Donde haya tinieblas, que lleve yo la Luz.
Oh, Maestro, haced que yo no busque tanto ser consolado, sino consolar;
Ser comprendido, sino comprender;
Ser amado, como amar.
Porque es dando, que se recibe;
Perdonando, que se es perdonado;
Muriendo, que se resucita a la Vida Eterna.
Amén. su Vida
FRANCISCO Y CLARA EN ESPANOL LATINO
http://www.gloria.tv/?media=423452
Francisco, juglar de Dios … el Simple; Elogio del hermano fuego; Admirable cena con la hermana Clara;Francisco besa al leproso; Un almuerzo para quince días; Caridad de …
http://www.gloria.tv/?media=89203
San Francisco de Asís película
San Francisco de Asís película 1:45:21 SanFrancisco de Asís
http://www.gloria.tv/?media=84821
Hermano sol hermana luna
http://www.gloria.tv/?media=286772
con Mickey Rourke
http://www.gloria.tv/?media=161117
Documental San Francisco de Asís
http://www.gloria.tv/?media=89707
Dibujos animados
26:36
San Francisco de Asís
http://www.gloria.tv/?media=166750
San Francisco de Asís - Dibujos Animados
http://www.gloria.tv/?media=200584
Francisco y Bernardo piden limosna
producida en PaxVox de Paxtv canal 17 UHF Lima-Perú.
http://www.gloria.tv/?media=85865
Florecillas de S. Francisco-1 episodio
http://www.gloria.tv/?media=48290
PaxVox de Paxtv canal 17 UHF Lima-Perú. Texto tomado de: San Francisco de Asís. Escritos. Biografías. Documentos de la época
http://www.gloria.tv/?media=85863
PaxVox de Paxtv canal 17 UHF Lima-Perú.
http://www.gloria.tv/?media=85814
PaxVox de Paxtv canal 17 UHF Lima-Perú.
http://www.gloria.tv/?media=85872
San Francisco y el Caballero Cortés
PaxVox de Paxtv canal 17 UHF Lima-Perú.
http://www.gloria.tv/?media=85874
PaxVox de Paxtv canal 17 UHF Lima-Perú.
http://www.gloria.tv/?media=85815
San Francisco Predica a los Pajarillos
PaxVox de Paxtv canal 17 UHF Lima-Perú.
http://www.gloria.tv/?media=85871
De cómo San Francisco mandó al hermano León que lavase …
PaxVox de Paxtv canal 17 UHF Lima-Perú.
http://www.gloria.tv/?media=85873
San Francisco y el Hermano León Rezaron Maitines sin …
PaxVox de Paxtv canal 17 UHF Lima-Perú.
http://www.gloria.tv/?media=85867
De cómo San Francisco hizo dar vueltas al Hermano Maseo
PaxVox de Paxtv canal 17 UHF Lima-Perú.
http://www.gloria.tv/?media=85866
Dicen que a San Francisco lo declaró santo el pueblo, antes de que el Sumo Pontífice le concediera ese honor, y que si se hace una votación entre los cristianos (aún entre los protestantes) todos están de acuerdo en declarar que es un verdadero santo. Todos, aun los no católicos, lo quieren y lo estiman.
Nació en Asís (Italia) en 1182. Su madre se llamaba Pica y fue sumamente estimada por él durante toda su vida. Su padre era Pedro Bernardone, un hombre muy admirador y amigo de Francia, por la cual le puso el nombre de Francisco, que significa: "el pequeño francesito". Cuando joven a Francisco lo que le agradaba era asistir a fiestas, paseos y reuniones con mucha música. Su padre tenía uno de los mejores almacenes de ropa en la ciudad, y al muchacho le sobraba el dinero. Los negocios y el estudio no le llamaban la atención. Pero tenía la cualidad de no negar un favor o una ayuda a un pobre siempre que pudiera hacerlo. Tenía veinte años cuando hubo una guerra entre Asís y la ciudad de Perugia. Francisco salió a combatir por su ciudad, y cayó prisionero de los enemigos. La prisión duró un año, tiempo que él aprovechó para meditar y pensar seriamente en la vida. Al salir de la prisión se incorporó otra vez en el ejército de su ciudad, y se fue a combatir a los enemigos. Se compró una armadura sumamente elegante y el mejor caballo que encontró. Pero por el camino se le presentó un pobre militar que no tenía con qué comprar armadura ni caballería, y Francisco, conmovido, le regaló todo su lujoso equipo militar. Esa noche en sueños sintió que le presentaban en cambio de lo que él había obsequiado, unas armaduras mejores para enfrentarse a los enemigos del espíritu.
Francisco no llegó al campo de batalla porque se enfermó y en plena enfermedad oyó que una voz del cielo le decía: "¿Por qué dedicarse a servir a los jornaleros, en vez de consagrarse a servir al Jefe Supremo de todos?". Entonces se volvió a su ciudad, pero ya no a divertirse y parrandear sino a meditar en serio acerca de su futuro. La gente al verlo tan silencioso y meditabundo comentaba que Francisco probablemente estaba enamorado. Él comentaba: "Sí, estoy enamorado y es de la novia más fiel y más pura y santificadora que existe". Los demás no sabían de quién se trataba, pero él sí sabía muy bien que se estaba enamorando de la pobreza, o sea de una manera de vivir que fuera lo más parecida posible al modo totalmente pobre como vivió Jesús. Y se fue convenciendo de que debía vender todos sus bienes y darlos a los pobres. Paseando un día por el campo encontró a un leproso lleno de llagas y sintió un gran asco hacia él. Pero sintió también una inspiración divina que le decía que si no obramos contra nuestros instintos nunca seremos santos. Entonces se acercó al leproso, y venciendo la espantosa repugnancia que sentía, le besó las llagas. Desde que hizo ese acto heroico logró conseguir de Dios una gran fuerza para dominar sus instintos y poder sacrificarse siempre a favor de los demás. Desde aquel día empezó a visitar a los enfermos en los hospitales y a los pobres. Y les regalaba cuanto llevaba consigo.
Un día, rezando ante un crucifijo en la iglesia de San Damián, le pareció oír que Cristo le decía tres veces: "Francisco, tienes que reparar mi casa, porque está en ruinas". Él creyó que Jesús le mandaba arreglar las paredes de la iglesia de San Damián, que estaban muy deterioradas, y se fue a su casa y vendió su caballo y una buena cantidad de telas del almacén de su padre y le trajo dinero al Padre Capellán de San Damián, pidiéndole que lo dejara quedarse allí ayudándole a reparar esa construcción que estaba en ruinas. El sacerdote le dijo que le aceptaba el quedarse allí, pero que el dinero no se lo aceptaba (le tenía temor a la dura reacción que iba a tener su padre, Pedro Bernardone) Francisco dejó el dinero en una ventana, y al saber que su padre enfurecido venía a castigarlo, se escondió prudentemente. Pedro Bernardone demandó a su hijo Francisco ante el obispo declarando que lo desheredaba y que tenía que devolverle el dinero conseguido con las telas que había vendido. El prelado devolvió el dinero al airado papá, y Francisco, despojándose de su camisa, de su saco y de su manto, los entregó a su padre diciéndole: "Hasta ahora he sido el hijo de Pedro Bernardone. De hoy en adelante podré decir: Padrenuestro que estás en los cielos". El Sr. Obispo le regaló el vestido de uno de sus trabajadores del campo: una sencilla túnica, de tela ordinaria, amarrada en la cintura con un cordón. Francisco trazó una cruz con tiza, sobre su nueva túnica, y con ésta vestirá y pasará el resto de su vida. Ese será el hábito de sus religiosos después: el vestido de un campesino pobre, de un sencillo obrero.
Se fué por los campos orando y cantando. Unos guerrilleros lo encontraron y le dijeron: "¿Usted quién es? – Él respondió: - Yo soy el heraldo o mensajero del gran Rey". Los otros no entendieron qué les quería decir con esto y en cambio de su respuesta le dieron una paliza. Él siguió lo mismo de contento, cantando y rezando a Dios. Después volvió a Asís a dedicarse a levantar y reconstruir la iglesita de San Damián. Y para ello empezó a recorrer las calles pidiendo limosna. La gente que antes lo había visto rico y elegante y ahora lo encontraba pidiendo limosna y vestido tan pobremente, se burlaba de él. Pero consiguió con qué reconstruir el pequeño templo. La Porciúncula. Este nombre es queridísimo para los franciscanos de todo el mundo, porque en la capilla llamada así fue donde Fracisco empezó su comunidad. Porciúncula significa "pequeño terreno". Era una finquita chiquita con una capillita en ruinas. Estaba a 4 kilómetros de Asís. Los padres Benedictinos le dieron permiso de irse a vivir allá, y a nuestro santo le agradaba el sitio por lo pacífico y solitario y porque la capilla estaba dedicada a la Sma. Virgen
En la misa de la fiesta del apóstol San Matías, el cielo le mostró lo que esperaba de él. Y fue por medio del evangelio de ese día, que es el programa que Cristo dio a sus apóstoles cuando los envió a predicar. Dice así: "Vayan a proclamar que el Reino de los cielos está cerca. No lleven dinero ni sandalias, ni doble vestido para cambiarse. Gratis han recibido, den también gratuitamente". Francisco tomó esto a la letra y se propuso dedicarse al apostolado, pero en medio de la pobreza más estricta. Cuenta San Buenaventura que se encontró con el santo un hombre a quien un cáncer le había desfigurado horriblemente la cara. El otro intentó arrodillarse a sus pies, pero Francisco se lo impidió y le dio un beso en la cara, y el enfermo quedó instantáneamente curado. Y la gente decía: "No se sabe qué admirar más, si el beso o el milagro".
El primero que se le unió en su vida de apostolado fue Bernardo de Quintavalle, un rico comerciante de Asís, el cual invitaba con frecuencia a Francisco a su casa y por la noche se hacía el dormido y veía que el santo se levantaba y empleaba muchas horas dedicado a la oración repitiendo: "mi Dios y mi todo". Le pidió que lo admitiera como su discípulo, vendió todos sus bienes y los dio a los pobres y se fue a acompañarlo a la Porciúncula. El segundo compañero fue Pedro de Cattaneo, canónigo de la catedral de Asís. El tercero, fue Fray Gil, célebre por su sencillez. Cuando ya Francisco tenía 12 compañeros se fueron a Roma a pedirle al Papa que aprobara su comunidad. Viajaron a pie, cantando y rezando, llenos de felicidad, y viviendo de las limosnas que la gente les daba. En Roma no querían aprobar esta comunidad porque les parecía demasiado rígida en cuanto a pobreza, pero al fin un cardenal dijo: "No les podemos prohibir que vivan como lo mandó Cristo en el evangelio". Recibieron la aprobación, y se volvieron a Asís a vivir en pobreza, en oración, en santa alegría y gran fraternidad, junto a la iglesia de la Porciúncula. Dicen que Inocencio III vio en sueños que la Iglesia de Roma estaba a punto de derrumbarse y que aparecían dos hombres a ponerle el hombro e impedir que se derrumbara. El uno era San Francisco, fundador de los franciscanos, y el otro, Santo Domingo, fundador de los dominicos. Desde entonces el Papa se propuso aprobar estas comunidades.
A Francisco lo atacaban a veces terribles tentaciones impuras. Para vencer las pasiones de su cuerpo, tuvo alguna vez que revolcarse entre espinas. Él podía repetir lo del santo antiguo: "trato duramente a mi cuerpo, porque él trata muy duramente a mi alma".
Clara, una joven muy santa de Asís, se entusiasmó por esa vida de pobreza, oración y santa alegría que llevaban los seguidores de Francisco, y abandonando su familia huyó a hacerse moja según su sabia dirección. Con santa Clara fundó él las Damas Pobres o Clarisas, que tienen hoy conventos en todo el mundo.
Francisco tenía la rara cualidad de hacerse querer de los animales. Las golondrinas le seguían en bandadas y formaban una cruz, por encima de donde él predicaba. Cuando estaba solo en el monte una mirla venía a despertarlo con su canto cuando era la hora de la oración de la medianoche. Pero si el santo estaba enfermo, el animalillo no lo despertaba. Un conejito lo siguió por algún tiempo, con gran cariño. Dicen que un lobo feroz le obedeció cuando el santo le pidió que dejara de atacar a la gente.
Francisco se retiró por 40 días al Monte Alvernia a meditar, y tanto pensó en las heridas de Cristo, que a él también se le formaron las mismas heridas en las manos, en los pies y en el costado. Los seguidores de San Francisco llegaron a ser tan numerosos, que en el año 1219, en una reunión general llamado "El Capítulo de las esteras", se reunieron en Asís más de cinco mil franciscanos. Al santo le emocionaba mucho ver que en todas partes aparecían vocaciones y que de las más diversas regiones le pedían que les enviara sus discípulos tan fervorosos a que predicaran. Él les insistía en que amaran muchísimo a Jesucristo y a la Santa Iglesia Católica, y que vivieran con el mayor desprendimiento posible hacia los bienes materiales, y no se cansaba de recomendarles que cumplieran lo más exactamente posible todo lo que manda el santo evangelio.
Francisco recorría campos y pueblos invitando a la gente a amar más a Jesucristo, y repetía siempre: "El Amor no es amado". Las gentes le escuchaban con especial cariño y se admiraban de lo mucho que sus palabras influían en los corazones para entusiasmarlos por Cristo y su religión.
Dispuso ir a Egipto a evangelizar al sultán y a los mahometanos. Pero ni el jefe musulmán ni sus fanáticos seguidores quisieron aceptar sus mensajes. Entonces se fue a Tierra Santa a visitar en devota peregrinación los Santos Lugares donde Jesús nació, vivió y murió: Belén, Nazaret, Jerusalén, etc. En recuerdo de esta piadosa visita suya los franciscanos están encargados desde hace siglos de custodiar los Santos Lugares de Tierra Santa. Por no cuidarse bien de las clientísimas arenas del desierto de Egipto se enfermó de los ojos y cuando murió estaba casi completamente ciego. Un sufrimiento más que el Señor le permitía para que ganara más premios para el cielo.
San Francisco, que era un verdadero poeta y le encantaba recorrer los campos cantando bellas canciones, compuso un himno a las criaturas, en el cual alaba a Dios por el sol, y la luna, la tierra y las estrellas, el fuego y el viento, el agua y la vegetación. "Alabado sea mi Señor por el hermano sol y la madre tierra, y por los que saben perdonar", etc. Le agradaba mucho cantarlo y hacerlo aprender a los demás y poco antes de morir hizo que sus amigos lo cantaran en su presencia. Su saludo era "Paz y bien".
Cuando sólo tenía 44 años sintió que le llegaba la hora de partir a la eternidad. Dejaba fundada la comunidad de Franciscanos, y la de hermanas Clarisas. Con esto contribuyó enormemente a enfervorizar la Iglesia Católica y a extender la religión de Cristo por todos los países del mundo. Los seguidores de San Francisco (Franciscanos, Capuchinos, Clarisas, etc.) son el grupo religioso más numeroso que existe en la Iglesia Católica. El 3 de octubre de 1226, acostado en el duro suelo, cubierto con un hábito que le habían prestado de limosna, y pidiendo a sus seguidores que se amen siempre como Cristo los ha amado, murió como había vivido: lleno de alegría, de paz y de amor a Dios.
Cuando apenas habían transcurrido dos años después de su muerte, el Sumo Pontífice lo declaró santo y en todos los países de la tierra se venera y se admira a este hombre sencillo y bueno que pasó por el mundo enseñando a amar la naturaleza y a vivir desprendido de los bienes materiales y enamorados de nuestra buen Dios. Fue él quien popularizó la costumbre de hacer pesebres para Navidad.
___________________________________________________________________________________________
Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina04
Petronio de Bolonia, Santo Obispo, 4 de octubre
Octubre 4
|
Aurea (u Oriana) de París, Santa Abadesa, 4 de octubre
Abadesa
Etimológicamente significa " encantadora, de oro". Viene de la lengua griega. |
___________________________________________________________________________________________
Fuente: Sanantoniocolegio.com
Alfredo Pellicer Muñoz, Beato Mártir, 4 Octubre
Nació en Bellreguart, provincia Valencia, el 10 de abril de 1914, y lo bautizaron el día 14, imponiéndole el nombre de Jaime. Aprendió las primeras letras en las escuelas nacionales de su pueblo, hasta que, a los once años, ingresó en el Seminario menor franciscano de Benissa (Alicante), donde cursó los estudios del bachillerato. |
___________________________________________________________________________________________
Fuente: Fratefrancesco.org
Tomás de Celano, Beato Compañero y biógrafo de San Francisco de Asís, 4 Octubre
Fray Tomás, hijo de los condes de Marsi o de Celano Berardo y Margarita Gualtieri, nació por el año 1190. Recibió una excelente formación humanista con el estudio de las letras clásicas, de la Escritura y de los Padre de la Iglesia. En 1215, sintiéndose llamado por el Señor, profesó en manos de Francisco la Regla de los Hermanos Menores, aprobada oralmente por Inocencio III seis años antes. En su primera Vida del santo recuerda su experiencia: "Loado sea el buen Dios, que tuvo a bien, por su sola benignidad, acordarse de mí y de otros muchos: y es que, una vez que entró en España, se enfrentó con él, y, para evitar que continuara adelante, le mandó una enfermedad que le hizo retroceder en su camino. Volvióse a la iglesia de Santa María de la Porciúncula, y al poco tiempo se le unieron, muy gozosos, algunos letrados y algunos nobles..." (1Cel 56-57). |
___________________________________________________________________________________________
Fuente: Redentoristas.org
Francisco Xavier Seelos, Beato Redentorista, misionero en Estados Unidos, 4 Octubre
Francisco Xavier Seelos nace el 11 de enero de 1819 en Füssen, en la católica región de Baviera (Alemania). Es bautizado el mismo día en la iglesia parroquial de san Mang. El deseo de ser sacerdote es muy temprano en él, admirado por las cosas del Evangelio. En 1842, tras concluir sus estudios de filosofía entra en el seminario diocesano. |
___________________________________________________________________________________________
Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; hablarcondios.org, Catholic.net, misalpalm.com
Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/
Si NO desea el evangelio, santoral y meditación diaria y sólo artículos interesantes censurados por la prensa (la mayoría), unos 4 por semana escriba a: ave-maria-purisima+subscribe@googlegroups.com (responder el mensaje de confirmación).
Para de-suscribirse escribir desde su casilla de email a:
REEMPLACEporNOMBREdelGRUPO+unsubscribe@googlegroups.com
Si no se desuscribe es porque recibe el mensaje en su otro email que le reenvía al actual: debe escribir desde ese otro email.