JMJ
Pax
No he venido a traer paz, sino más bien división
† Lectura del santo Evangelio según san Lucas 12, 49-53
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:
"He venido a traer fuego a la tierra ¡y cuánto desearía que ya estuviera ardiendo!
Tengo que recibir un bautismo ¡y cómo me angustio mientras llega!
¿Piensan que he venido a traer paz a la tierra? De ningún modo, no he venido a traer paz, sino más bien división.
De aquí en adelante, de cinco que haya en una familia, estarán divididos tres contra dos y dos contra tres. Estarán divididos: el padre, contra el hijo, y el hijo contra el padre; la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Suplicamos tu oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin tus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que leas. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdanos en tus intenciones de Misa!
Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Nota: es una película protestante, por eso falta LA MADRE.
El Misterio de la Misa en 2 minutos: https://www.youtube.com/watch?v=0QCx-5Aqyrk
El que no valora una obra de arte es porque necesita cultura: https://www.youtube.com/watch?v=mTKKaT-KaKw
Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/media/y3hgYNp23xu
El Gran Milagro (película completa): http://www.gloria.tv/media/hYyhhps7cqX
Explicación: http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!
San Leonardo, "El GRAN tesoro oculto de la Santa Misa": http://iteadjmj.com/LIBROSW/lpm1.doc
Audio (1/5): https://www.youtube.com/watch?v=2NjKuVnxH58
Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). La Misa es lo mínimo para salvarnos. Es como si un padre dijera "si no comes, te mueres, así que come al menos una vez por semana". Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice al otro: "Te amo, pero no quiero verte todos los días, y menos los de descanso"? ¿Le ama realmente?
Faltar a Misa viola los principales mandamientos: el primero ("Amar a Dios sobre todas las cosas") y tercero ("Santificar las fiestas"). Por nuestro propio bien y evitar el infierno eterno, Dios sólo nos pide que nos regalemos 1 de las 168 horas de vida que Él nos regala cada semana: 0,6% ¡No seamos ingratos! Idolatramos aquello que preferimos a Él: los "dioses" son el descanso, entretenimiento, comida, trabajo, compañía, flojera. Prefieren baratijas al oro. Si en la Misa repartieran 1 millón de dólares a cada uno, ¿qué no harías para asistir? ¡Pues recibes infinitamente más! "Una misa vale más que todos los tesoros del mundo"… Por todo esto, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15).
Si rechazamos la Misa, ¿cómo vamos a decir "Padre Nuestro" si rechazamos volver a la Casa del Padre? ¿cómo decir "Santificado sea Tu Nombre", "Venga a nosotros Tu Reino", "Hágase Tu Voluntad", "Danos hoy nuestro pan supersubstancial de cada día" y "no nos dejes caer en la tentación más líbranos del malo", si todo eso lo obtenemos de la Misa?
Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es imprescindible la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado… ver más en http://www.iesvs.org/p/blog-page.html
Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa (Jn 15,22).
† Misal
jue 29a. Ordinario año impar
Antífona de Entrada
Confío, Señor, en tu misericordia: alegra mi corazón con tu auxilio y cantaré al Señor por el bien que me ha hecho.
Oración Colecta
Oremos:
Concédenos, Señor, ser dóciles a las inspiraciones de tu Espíritu, para que realicemos siempre en nuestra vida tu santa voluntad
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amen.
Primera Lectura
Libres ya del pecado y entregados al servicio de Dios, dan frutos de santidad
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 6, 19-23
Hermanos: Por la dificultad natural que tienen ustedes para entender estas cosas, voy a seguir utilizando una comparación de la vida ordinaria. Así como en otros tiempos pusieron sus miembros al servicio de la impureza y de la maldad, hasta llegar a la degradación, así ahora pónganlos al servicio del bien, a fin de que alcancen su santificación.
Cuando ustedes eran esclavos del pecado, no estaban al servicio del bien. Y ¿qué frutos recogieron entonces de aquello que ahora los llena de vergüenza? Ninguno, pues son cosas que conducen a la muerte.
Pero ahora, libres ya del pecado y entregados al servicio de Dios, dan frutos de santidad que conducen a la vida eterna. En una palabra, el pecado nos paga con la muerte; en cambio, Dios nos da gratuitamente la vida eterna, por medio de Cristo Jesús, Señor nuestro.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
Del Salmo 1
Dichoso el hombre que confía en el Señor.
Dichoso aquel que no se guía por mundanos criterios, que no anda en malos pasos ni se burla del bueno, que ama la ley de Dios y se goza en cumplir sus mandamientos.
Dichoso el hombre que confía en el Señor.
Es como un árbol plantado junto al río, que da su fruto a tiempo y nunca se marchita. En todo tendrá éxito.
Dichoso el hombre que confía en el Señor.
En cambio los malvados serán como la paja barrida por el viento. Porque el Señor protege el camino del justo y al malo sus caminos acaban por perderlo.
Dichoso el hombre que confía en el Señor.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Todo lo considero una pérdida y lo tengo por basura, para ganar a Cristo y vivir unido a él.
Aleluya.
Evangelio
No he venido a traer paz, sino más bien división
† Lectura del santo Evangelio según san Lucas 12, 49-53
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:
"He venido a traer fuego a la tierra ¡y cuánto desearía que ya estuviera ardiendo!
Tengo que recibir un bautismo ¡y cómo me angustio mientras llega!
¿Piensan que he venido a traer paz a la tierra? De ningún modo, no he venido a traer paz, sino más bien división.
De aquí en adelante, de cinco que haya en una familia, estarán divididos tres contra dos y dos contra tres. Estarán divididos: el padre, contra el hijo, y el hijo contra el padre; la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración sobre las Ofrendas
Que este sacrificio de acción de gracias y de alabanza que vamos a ofrecerte, nos ayude, Señor, a conseguir nuestra salvación eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio
La gloria de Dios es el hombre viviente
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Tú eres el Dios vivo y verdadero; el universo está lleno de tu presencia, pero sobre todo has dejado la huella de tu gloria en el hombre, creado a tu imagen.
Tú lo llamas a cooperar con el trabajo cotidiano en el proyecto de la creación y le das tu Espíritu para que sea artífice de justicia y de paz, en Cristo, el hombre nuevo.
Por eso,
unidos a los ángeles y a todos los santos, cantamos con alegría el himno de tu alabanza:
Antífona de la Comunión
Proclamaré todas tus maravillas, me alegraré en ti y entonaré salmos a tu nombre, Dios altísimo.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Que el Cuerpo y la Sangre de Cristo, que nos has dado, Señor, en este sacramento, sean para todos nosotros una prenda segura de vida eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén
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† Meditación diaria
29ª semana. Jueves
¡FUEGO HE VENIDO A TRAER A LA TIERRA!
— El afán divino de Jesús por todas las almas.
— El apostolado en medio del mundo se ha de propagar como un incendio de paz.
— La Santa Misa y el apostolado.
I. El Señor manifiesta a sus discípulos, como Amigo verdadero, sus sentimientos más íntimos. Así, les habla del celo apostólico que le consume, de su amor por todas las almas: Fuego he venido a traer a la tierra, y ¿qué quiero sino que ya arda? Y les muestra su impaciencia divina por que se consuma en el Calvario su entrega al Padre por los hombres: Tengo que ser bautizado con un bautismo ¡y cómo me siento urgido hasta que se lleve a cabo!1. En la Cruz tuvo lugar la plenitud del amor de Dios por todos, pues nadie tiene amor más grande que el de dar uno la vida por sus amigos2. De esta predilección participamos quienes le seguimos.
San Agustín, comentando este pasaje del Evangelio de la Misa, enseña: "los hombres que creyeron en Él comenzaron a arder, recibieron la llama de la caridad. Es la razón por la que el Espíritu Santo se apareció en esa forma cuando fue enviado sobre los Apóstoles: Se les aparecieron lenguas como de fuego, que se posaron, repartidas, sobre cada uno de ellos (Hech 2, 3). Inflamados con este fuego, comenzaron a ir por el mundo y a inflamar a su vez y a prender fuego a los enemigos de su entorno. ¿A qué enemigos? A los que abandonaron a Dios que los había creado y adoraban las imágenes que ellos habían hecho (...). La fe que hay en ellos se encuentra como ahogada por la paja. Les conviene arder en ese fuego santo, para que, una vez consumida la paja, resplandezca esa realidad preciosa redimida por Cristo"3. Somos nosotros quienes hemos de ir ahora por el mundo con ese fuego de amor y de paz que encienda a otros en el amor a Dios y purifique sus corazones.
Iremos a la Universidad, a las fábricas, a las tareas públicas, al propio hogar... "Si en una ciudad se prendiese fuego en distintos lugares, aunque fuese un fuego modesto y pequeño, pero que resistiese todos los embates, en poco tiempo la ciudad quedaría incendiada.
"Si en una ciudad, en los puntos más dispares, se encendiese el fuego que Jesús ha traído a la tierra y este fuego resistiese al hielo del mundo, por la buena voluntad de los habitantes, en poco tiempo tendríamos la ciudad incendiada de amor de Dios.
"El fuego que Jesús ha traído a la tierra es Él mismo, es la Caridad: ese amor que no solo une el alma a Dios, sino a las almas entre sí (...). Y en cada ciudad estas almas pueden surgir en las familias: padre y madre, hijo y padre, madre y suegra; pueden encontrarse también en las parroquias, en las asociaciones, en las sociedades humanas, en las escuelas, en las oficinas, en cualquier parte (...). Cada pequeña célula encendida por Dios en cualquier punto de la tierra se propagará necesariamente. Luego, la Providencia distribuirá estas llamas, estas almas-llamas, donde crea oportuno, a fin de que en muchos lugares el mundo sea restaurado al calor del amor de Dios y vuelva a tener esperanza"4.
II. El apostolado en medio del mundo se propaga como un incendio. Cada cristiano que viva su fe se convierte en un punto de ignición en medio de los suyos, en el lugar de trabajo, entre sus amigos y conocidos... Pero esa capacidad solo es posible cuando se cumple en nosotros el consejo de San Pablo a los cristianos de Filipos: Tened entre vosotros los mismos sentimientos que tuvo Cristo Jesús5. Esta recomendación del Apóstol "exige a todos los cristianos que reproduzcan en sí, en cuanto al hombre es posible, aquel sentimiento que tenía el Divino Redentor cuando se ofrecía en Sacrificio, es decir, imiten su humildad y eleven a la suma Majestad de Dios, la adoración, el honor, la alabanza y la acción de gracias"6. Esta oblación se realiza principalmente en la Santa Misa, renovación incruenta del Sacrificio de la Cruz, donde el cristiano ofrece sus obras, sus oraciones e iniciativas apostólicas, la vida familiar, el trabajo de cada jornada, el descanso; incluso las mismas pruebas de la vida, que, si son sobrellevadas pacientemente, se convierten en medio de santificación7. Al terminar el Sacrificio eucarístico, el cristiano va al encuentro de la vida, como lo hizo. Cristo en su existencia terrena: olvidado de sí mismo y dispuesto a darse a los demás para llevarlos a Dios.
La vida cristiana debe ser una imitación de la vida de Cristo, una participación en el modo de ser del Hijo de Dios. Esto nos lleva a pensar, mirar, sentir, obrar y reaccionar como Él ante las gentes. Jesús veía a las muchedumbres y se compadecía de ellas, porque andaban como ovejas sin pastor8, en una vida sin rumbo y sin sentido. Jesús se compadecía de ellas; su amor era tan grande que no se dio por satisfecho hasta entregar su vida en la Cruz. Este amor ha de llenar nuestros corazones: entonces nos compadeceremos de todos aquellos que andan alejados del Señor y procuraremos ponernos a su lado para que, con la ayuda de la gracia, conozcan al Maestro.
En la Santa Misa se establece una corriente de amor divino desde el Hijo que se ofrece al Padre en el Espíritu Santo. El cristiano, incorporado a Cristo, participa de este amor, y a través de él desciende sobre las más nimias realidades terrenas, que quedan así santificadas y purificadas y más aptas para ser ofrecidas al Padre por el Hijo, en un nuevo Sacrificio eucarístico. Especialmente el apostolado queda enraizado en la Misa, de donde recibe toda su eficacia, pues no es más que la realización de la Redención en el tiempo a través de los cristianos: Jesucristo "ha venido a la tierra para redimir a todo el mundo, porque quiere que los hombres se salven (1 Tim 2, 4). No hay alma que no interese a Cristo. Cada una de ellas le ha costado el precio de su Sangre (cfr. 1 Pdr 1, 18-19)"9. Imitando al Señor, ningún alma nos debe ser indiferente.
III. Cuando el cristiano participa en la Santa Misa, pensará en primer lugar en sus hermanos en la fe, con quienes se sentirá cada vez más unido, al compartir con ellos el pan de vida y el cáliz de eterna salvación. Es un momento señalado para pedir por todos y especialmente por quien ande más necesitado; nos llenaremos así de sentimientos de caridad y de fraternidad, "porque si la Eucaristía nos hace uno entre nosotros, es lógico que cada uno trate a los demás como hermanos. La Eucaristía forma la familia de los hijos de Dios, hermanos de Jesús y entre sí"10.
Y después de ese encuentro único con el Señor, nos ocurrirá como a aquellos hombres y mujeres que fueron curados de sus enfermedades en alguna ciudad o camino de Palestina: tan alegres estaban que no cesaban de pregonar por todas partes lo que habían visto y oído, lo que el Maestro había obrado en sus almas o en sus cuerpos. Cuando el cristiano sale de la Misa habiendo recibido la Comunión, sabe que ya no puede ser feliz solo, que debe comunicar a los demás esa maravilla que es Cristo. Cada encuentro con el Señor lleva a esa alegría y a la necesidad de comunicar a los demás ese tesoro. Así, como resultado de una fe grande, se propagó el cristianismo en los primeros siglos: como un incendio de paz y de amor que nadie pudo detener.
Si logramos que nuestra vida gire alrededor de la Santa Misa, encontraremos la serenidad y la paz en cada circunstancia del día, con un afán grande de darle a conocer, pues "si vivimos bien la Misa, ¿cómo no continuar luego el resto de la jornada con el pensamiento en el Señor, con la comezón de no apartarnos de su presencia, para trabajar como Él trabajaba y amar como Él amaba? Aprendemos entonces a agradecer al Señor esa otra delicadeza suya: que no haya querido limitar su presencia al momento del Sacrificio del Altar, sino que haya decidido permanecer en la Hostia Santa que se reserva en el Tabernáculo, en el Sagrario"11.
También para nosotros el Sagrario es siempre Betania, "el lugar tranquilo y apacible donde está Cristo, donde podemos contarle nuestras preocupaciones, nuestros sufrimientos, nuestras ilusiones y nuestras alegrías, con la misma sencillez y naturalidad con que le hablaban aquellos amigos suyos, Marta, María y Lázaro"12. En el Sagrario encontraremos, cuando devolvamos la visita al Señor, las fuerzas necesarias para vivir como discípulos suyos en medio del mundo. También nosotros, como algunas almas que estuvieron muy cerca de Dios13, podremos repetir, con el corazón lleno de gozo: Ignem veni mittere in terram... He venido a traer fuego a la tierra, ¿y qué quiero sino que arda? Es el fuego del amor divino, que trae la paz y la felicidad a las almas, a la familia, a la sociedad entera.
1 Lc 12, 49. — 2 Jn 15, 13. — 3 San Agustín, Comentario al Salmo 96, 6. — 4 Ch. Lubich, Meditaciones, pp. 59-60. — 5 Flp 2, 5. — 6 Pío XII, Enc. Mediator Dei, 20-XI-1947, 22. — 7 Cfr. Conc. Vat. II; Const. Lumen gentium, 34. — 8 Mt 9, 36. — 9 San Josemaría Escrivá, Amigos de Dios, 256. — 10 Ch. Lubich, La Eucaristía, Ciudad Nueva, Madrid 1977, p. 78. — 11 San Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa, 154. — 12 Ibídem. — 13 Cfr. A. Vázquez de Prada, El Fundador del Opus Dei, pp. 17, 110, 115, 470.
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† Santoral (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)
Sierva de Dios Paulina María Jaricot (¡reza por su pronta canonización y pídele un milagro!)
Fundadora de la Propagación de la Fe y del Rosario Viviente
Año 1862
Material audiovisual:
http://www.gloria.tv/?search=jaricot
Historieta
http://www.gloria.tv/media/PNPN9oF4Ju1
En cada parroquia del mundo, el tercer domingo de octubre se celebra el Día de las Misiones, una fecha para ofrecer oraciones, sacrificios y limosnas por las misiones y los misioneros de todo el mundo. Hoy vamos a hablar de la joven a la cual se le ocurrió esa idea.
La idea feliz nació de una simple charla con la sirvienta de la casa. Un día llegó Paulina Jaricot de su trabajo, cansada y con deseos de escuchar alguna narración que le distrajera amenamente. Y se fue a la cocina a pedirle a la sirvienta que le contara algo ameno y agradable. La buena mujer le respondió: "si me ayuda a terminar este trabajito que estoy haciendo, le contaré luego algo que le agradará mucho". La muchacha le ayudó de buena gana, y terminando el oficio la cocinera se quitó el delantal y abriendo una revista de misiones se puso a leerle las aventuras de varios misioneros que en lejanas tierras, en medio de terribles penurias económicas, y con grandes peligros y dificultades, escribían narrando sus hazañas, y pidiendo a los católicos que les ayudaran con sus oraciones, limosnas y sacrificios, para poder continuar con éxito su difícil labor misionera.
En ese momento pasó por la mente de Paulina una idea luminosa: ¿por qué no reunir personas piadosas y obtener que cada cual obsequie dinero y ofrezca algunas oraciones y algún pequeño sacrifico por las misiones y los misioneros, y enviar después todo esto a los que trabajan evangelizando en tierras lejanas? Y se propuso empezar a llevar a cabo esa mima semana tan bella idea.
Paulina había nacido en la ciudad de Lyon (Francia) y desde muy niña había demostrado un gran espíritu religioso. Su hermano mayor sentía inmensos deseos de ser misionero y (quizás por falta de suficiente información) le pintaban las misiones como algo terrorífico donde los misioneros tenían que viajar por los ríos sobre el cuello de terribles cocodrilos y por las selvas en los hombros de feroces tigres. Esto la emocionaba a ella pero le quitaba todo deseo de irse de misionera. Sin embargo sentía una gran inclinación a ayudar a los misioneros de alguna manera, y pedía a Dios que la iluminara. Y el Señor la iluminó por medio de una simple lectura hecha por una sirvienta.
De pequeñita aprendió que un gran sacrificio que sirve mucho para salvar almas es el vencer las propias inclinaciones a la ira, a la gula y al orgullo y la pereza, y se propuso ofrecer cada día a Nuestro Señor alguno de esos pequeños sacrificios.
Cuando en 1814 el Papa Pío VII quedó libre de la prisión en la que lo tenía Napoleón, el pueblo entero salió en todas partes a aclamarlo triunfalmente en su viaje hacia Roma. Paulina tuvo el gusto de que el Santo Padre al pasar por frente a su casa la bendijera y le pusiera las manos sobre su pequeña cabecita. Recuerdo bellísimo que nunca olvidó.
De joven se hizo amiga de una muchacha sumamente vanidosa y ésta la convenció de que debía dedicarse a la coquetería. Por varios meses estuvo en fiestas y bailes y llena de adornos, de coloretes y de joyas (pero nada de esto la satisfacía). Su mamá rezaba por su hija para que no se fuera a echar a perder ante tanta mundanidad. Y Dios la escuchó.
Un día en una fiesta social resbaló con sus altas zapatillas por una escalera y sufrió un golpe durísimo. Quedó muda y con grave peligro de enloquecerse. Entonces la mamá le hizo este ofrecimiento a Dios: "Señor: yo ya he vivido bastante. En cambio esta muchachita está empezando a vivir. Si te parece bien, llévame a mí a la eternidad, pero a ella devuélvele la salud y consérvale la vida".
Y Dios le aceptó esta petición. La mamá se enfermó y murió, pero Paulina recuperó el habla, y la salud física y mental y se sintió llena de vida y de entusiasmo.
Poco después, un día entró a un templo y oyó predicar a un santo sacerdote acerca de lo pasajeros que son los goces de este mundo y de lo engañosas que son las vanidades de la vida. Después del sermón fue a confesarse con el predicador y éste le aconsejó: "Deje las vanidades y lo que la lleva al orgullo y dedíquese a ganarse el cielo con humildad y muchas buenas obras". Desde aquel día ya nunca más Paulina vuelve a emplear lujosos adornos de vanidad, ni a gastar dinero en lo que solamente lleva a aparecer y deslumbrar. Sus vestidos son sumamente modestos, hasta el extremo que las antiguas amigas le critican por ello. Ahora en vez de ir a bailes se va a visitar enfermos pobres en los hospitales.
Y es entonces cuando nace la nueva obra llamada Propagación de la fe. Son grupitos de 10 personas, las cuales se comprometen a dar cada una alguna limosna para los misioneros, y ofrecer oraciones y pequeños sacrificios por ellos. Paulina va organizando numerosos grupos (llamados coros) entre sus amistades y las gentes de su alrededor y pronto empiezan ya a recoger buenas ayudas para enviar a lejanas tierras.
Su hermano, que se acaba de ordenar de sacerdote, propone la idea de Paulina a otros sacerdotes en París y a muchos les agrada y empiezan a fundar coros de Propagación de la Fe. La idea se extendió rapidísimo por toda la nación y las ayudas a los misioneros se aumentaron inmensamente. Casi nadie sabía quién había sido la fundadora de este movimiento, pero lo importante era ayudar a extender nuestra santa religión.
Para poder conseguir más oraciones con menos dificultad, Paulina formó grupitos de 15 personas, de las cuales cada una se comprometía a rezar un misterio del rosario al día por los misioneros. Así entre todos rezaban cada día un rosario completo por las misiones. Fue una idea muy provechosa.
Paulina se fue a Roma a contarle al Santo Padre Gregorio XVI su idea de la Propagación de la Fe. El Sumo Pontífice aprobó plenamente tan hermosa idea y se propuso recomendarla a toda la Iglesia Universal.
Al volver a Francia fue a confesarse con el más famoso confesor de ese tiempo, el Santo Cura de Ars. El santo le dijo proféticamente: "Sus ideas misioneras son muy buenas, pero Dios le va a pedir fuertes sacrificios, para que logren tener más éxito". Esto se le cumplió a la letra, porque en adelante los sufrimientos e incomprensiones que tuvo que sufrir nuestra santa fueron enormes.
Al principio recogía ella misma las limosnas para las misiones, pero varios avivados le robaron descaradamente. Entonces se dio cuenta de que debía dejar esto a sacerdotes y laicos especializados que no se dejaran estafar tan fácilmente.
Después recibió ayudas para fundar obras sociales en favor de los obreros pobres, pero varios negociantes sin escrúpulos la engañaron y se quedaron con ese dinero. Paulina se dio cuenta de que Dios la llamaba a dedicarse a lo espiritual, y que debía dejar la administración de lo material a manos de expertos que supieran mucho de eso.
En 1862, después de haber perdonado generosamente a todos los que la habían estafado y hecho sufrir, y contenta porque su obra de la Propagación de la Fe estaba ya muy extendida murió santamente y satisfecha de haber podido contribuir eficazmente a favor de las misiones católicas.
Veinte años después, en 1882, el Papa León XIII extendió la Obra de la Propagación de la Fe a todo el mundo, y ahora cada año, el mes de octubre (y especialmente en el tercer domingo de este mes) los católicos fervorosos ofrecen oraciones, sacrificios y limosnas por las misiones y los misioneros del mundo entero.
¡Gracias Paulina Jaricot!.
La bendición de Dios será siempre tu mejor recompensa
(S. Biblia Ecl. 11, 22).
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Fuente: Archidiócesis de Madrid
Evaristo, Santo 5to Papa y Mártir, 26 Octubre
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Tadeo Machar, Santo Obispo, 26 de octubre
Etimológicamente significa "el que alaba". Viene de la lengua hebrea. |
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Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina04
Damián de Finario, Beato Monje dominico, 26 Octubre
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Celina Chludzinska Borzecka, Beata Viuda y fundadora, 26 Octubre
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Fuente: Wikipédia
Alfredo el Grande, Santo Rey de Wessex, 26 Octubre
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Fuente: Vidasejemplares.org
Buenaventura de Potenza, Beato Franciscano conventual, 26 Octubre
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Fuente: Newadvent.org
Cedda (Cedd), San Obispo, 26 Octubre
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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; hablarcondios.org, Catholic.net, misalpalm.com
Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/
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