JMJ
Pax
Den limosna de lo que tienen, y todo lo de ustedes quedará limpio
† Lectura del santo Evangelio según san Lucas 11, 37-41
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo un fariseo invitó a Jesús a comer. El fue a su casa y se sentó a la mesa.
El fariseo se extrañó de que Jesús no hubiera cumplido con la ceremonia de lavarse las manos antes de comer. Pero el Señor le dijo:
"Ustedes, los fariseos, limpian por fuera el vaso y el plato, mientras por dentro están llenos de robos y maldades. ¡Insensatos!
El que hizo lo de fuera, ¿no hizo también lo de dentro? Den más bien limosna de lo que tienen, y todo lo de ustedes quedará limpio".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Suplicamos tu oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin tus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que leas. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdanos en tus intenciones de Misa!
Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Nota: es una película protestante, por eso falta LA MADRE.
El Misterio de la Misa en 2 minutos: https://www.youtube.com/watch?v=0QCx-5Aqyrk
El que no valora una obra de arte es porque necesita cultura: https://www.youtube.com/watch?v=mTKKaT-KaKw
Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/media/y3hgYNp23xu
El Gran Milagro (película completa): http://www.gloria.tv/media/hYyhhps7cqX
Explicación: http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!
San Leonardo, "El GRAN tesoro oculto de la Santa Misa": http://iteadjmj.com/LIBROSW/lpm1.doc
Audio (1/5): https://www.youtube.com/watch?v=2NjKuVnxH58
Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). La Misa es lo mínimo para salvarnos. Es como si un padre dijera "si no comes, te mueres, así que come al menos una vez por semana". Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice al otro: "Te amo, pero no quiero verte todos los días, y menos los de descanso"? ¿Le ama realmente?
Faltar a Misa viola los principales mandamientos: el primero ("Amar a Dios sobre todas las cosas") y tercero ("Santificar las fiestas"). Por nuestro propio bien y evitar el infierno eterno, Dios sólo nos pide que nos regalemos 1 de las 168 horas de vida que Él nos regala cada semana: 0,6% ¡No seamos ingratos! Idolatramos aquello que preferimos a Él: los "dioses" son el descanso, entretenimiento, comida, trabajo, compañía, flojera. Prefieren baratijas al oro. Si en la Misa repartieran 1 millón de dólares a cada uno, ¿qué no harías para asistir? ¡Pues recibes infinitamente más! "Una misa vale más que todos los tesoros del mundo"… Por todo esto, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15).
Si rechazamos la Misa, ¿cómo vamos a decir "Padre Nuestro" si rechazamos volver a la Casa del Padre? ¿cómo decir "Santificado sea Tu Nombre", "Venga a nosotros Tu Reino", "Hágase Tu Voluntad", "Danos hoy nuestro pan supersubstancial de cada día" y "no nos dejes caer en la tentación más líbranos del malo", si todo eso lo obtenemos de la Misa?
Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es imprescindible la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado… ver más en http://www.iesvs.org/p/blog-page.html
Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa (Jn 15,22).
† Misal
mar 28a. Ordinario año impar
Antífona de Entrada
Sírveme de defensa, Dios mío, de roca y fortaleza salvadoras; y pues eres mi baluarte y mi refugio, acompáñame y guíame.
Oración Colecta
Oremos:
Señor nuestro, que prometiste venir y hacer tu morada en los corazones rectos y sinceros, concédenos la rectitud y sinceridad de vida que nos hagan dignos de esa presencia tuya.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.
Primera Lectura
Los hombres conocieron a Dios, pero no lo glorificaron como a Dios
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 1, 16-25
Hermanos:
No me avergüenzo de predicar el Evangelio, que es una fuerza de Dios para salvar a todos los que creen, a los judíos primeramente y también a los no judíos. Pues en el Evangelio se nos revela que Dios trabaja con su actividad salvadora en nosotros por medio de la fe, de principio a fin, como dice la Escritura: El justo vivirá por medio de la fe.
En efecto, Dios manifiesta desde el cielo su reprobación contra los hombres impíos e injustos, que por la injusticia mantienen cautiva a la verdad. Porque las cosas de Dios que se pueden conocer las tienen a la vista: Dios mismo se las ha manifestado. Pues las perfecciones invisibles de Dios, como su poder eterno y su divinidad, resultan visibles desde la creación del mundo para quien reflexiona sobre sus obras, de modo que no tienen disculpa. Han conocido a Dios, pero no lo han glorificado como a Dios ni le han dado gracias; antes bien, se han ofuscado con razonamientos inútiles, y su insensata inteligencia se ha llenado de oscuridad. Pretendían ser sabios, pero se volvieron insensatos, pues cambiaron la gloria de Dios inmortal por imágenes de hombres mortales, de aves, cuadrúpedos y reptiles.
Por eso Dios los entregó a los deseos impuros de su corazón, y llegaron a tal inmoralidad, que deshonran sus cuerpos unos con otros, porque cambiaron al Dios verdadero por dioses falsos y dieron culto y adoraron a la criatura en vez de al Creador, el cual merece alabanza por siempre. Amén.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
Del salmo 18
Los cielos proclaman la gloria de Dios.
Los cielos proclaman la gloria de Dios y el firmamento anuncia la obra de sus manos. Un día comunica su mensaje al otro día y una noche se lo trasmite a la otra noche.
Los cielos proclaman la gloria de Dios.
Sin que pronuncien una palabra, sin que resuene su voz, a toda la tierra llega su sonido y su mensaje hasta el fin del mundo.
Los cielos proclaman la gloria de Dios.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
La palabra de Dios es viva y eficaz y descubre los pensamientos e intenciones del corazón.
Aleluya.
Evangelio
Den limosna de lo que tienen, y todo lo de ustedes quedará limpio
† Lectura del santo Evangelio según san Lucas 11, 37-41
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo un fariseo invitó a Jesús a comer. El fue a su casa y se sentó a la mesa.
El fariseo se extrañó de que Jesús no hubiera cumplido con la ceremonia de lavarse las manos antes de comer. Pero el Señor le dijo:
"Ustedes, los fariseos, limpian por fuera el vaso y el plato, mientras por dentro están llenos de robos y maldades. ¡Insensatos!
El que hizo lo de fuera, ¿no hizo también lo de dentro? Den más bien limosna de lo que tienen, y todo lo de ustedes quedará limpio".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración sobre las Ofrendas
Tú nos has dado, Señor, por medio de estos dones que te presentamos, el alimento del cuerpo y el sacramento que renueva nuestro espíritu; concédenos con bondad que siempre gocemos del auxilio de estos dones.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio
El misterio de nuestra salvación en Cristo
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias, Padre
santo, siempre y en todo lugar, por Jesucristo, tu Hijo amado.
Por él, que es tu Palabra, hiciste todas las cosas; tú nos lo enviaste para que, hecho hombre por obra del Espíritu Santo y nacido de María la Virgen, fuera nuestro Salvador y Redentor.
El, en cumplimiento de tu voluntad, para destruir la muerte y manifestar la resurrección, extendió sus brazos en la cruz, y así adquirió para ti un pueblo santo.
Por eso,
con los ángeles y los santos, proclamamos tu gloria diciendo:
Antífona de la Comunión
Una cosa pido al Señor, eso buscaré: habitar en la casa del Señor por los días de mi vida.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Que esta comunión en tus misterios, Señor, expresión de nuestra unión contigo, realice la unidad de tu Iglesia.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén
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Dia 17/10 San Ignacio de Antioquía (obispo y mártir, rojo)
Antífona de Entrada
Estoy clavado con Cristo en la cruz; ya no soy yo quien vive, sino que es Cristo quien vive en mí; vivo en la fe del Hijo de Dios que me amó y se entregó por mí.
Oración Colecta
Oremos:
Dios eterno y todopoderoso, que has querido glorificar a tu Iglesia con el testimonio de tus mártires concédenos que, el glorioso martirio que mereció a san Ignacio una corona inmortal, fortalezca cada vez más nuestra fe.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.
Primera Lectura
Somos ciudadanos del cielo
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses 3, 17-21; 4,1
Hermanos: Sean todos ustedes imitadores míos y observen la conducta de aquellos que viven el ejemplo que les he dado a ustedes. Porque, como muchas veces se lo he dicho a ustedes, y ahora se lo repito llorando, hay muchos que viven como enemigos de la cruz de Cristo. Esos tales acabarán en la perdición, porque su Dios es el vientre, se enorgullecen de lo que deberían avergonzarse y sólo piensan en cosas de la tierra.
Nosotros, en cambio, somos ciudadanos del cielo, de donde esperamos que venga nuestro salvador, Jesucristo. El transformará nuestro cuerpo miserable en un cuerpo glorioso, semejante al suyo, en virtud del poder que tiene para someter a su dominio todas las cosas.
Hermanos míos, a quienes tanto quiero y extraño: ustedes, hermanos míos amadísimos, que son mi alegría y mi corona, manténganse fieles al Señor.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
Del salmo 33
El Señor me libró de todos mis temores.
Bendeciré al Señor a todas horas, no cesará mi boca de alabarlo. Yo me siento orgulloso del Señor; que se alegre su pueblo al escucharlo.
El Señor me libró de todos mis temores.
Proclamemos qué grande es el Señor y alabemos su nombre. Cuando acudí al Señor, me hizo caso y me libró de todos mis temores.
El Señor me libró de todos mis temores.
Vuélvanse a él y quedarán radiantes, jamás se sentirán decepcionados. El Señor siempre escucha al afligido, de su tribulación lo pone a salvo.
El Señor me libró de todos mis temores.
A quien teme al Señor, el ángel del Señor lo salva y cuida. ¡Prueben! Verán qué bueno es el Señor; dichoso quien en él confía.
El Señor me libró de todos mis temores.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Dichoso el hombre que sufre la tentación porque, después de haberla superado, recibirá en premio la corona de la vida.
Aleluya.
Evangelio
Si el grano de trigo muere, producirá mucho fruto
Lectura del santo Evangelio según san Juan 12, 24-26
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:
"Yo les aseguro que si el grano de trigo sembrado en la tierra, no muere, queda infecundo; pero si muere, producirá mucho fruto. El que se ama a sí mismo, se pierde; el que se aborrece a sí mismo en este mundo, se asegura para la vida eterna.
El que quiera servirme, que me siga, para que donde yo esté, también esté mi servidor. El que me sirve será honrado por mi Padre".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración sobre las Ofrendas
Señor Dios, que después de purificar como trigo de Cristo a san Ignacio de Antioquía, lo aceptaste como pan inmaculado, dígnate aceptar los dones que tu Iglesia te presenta.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio
Significado y ejemplaridad del martirio
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Porque la sangre del glorioso mártir san Ignacio de Antioquía, derramada, como la de Cristo, para confesar tu nombre, manifiesta las maravillas de tu poder; pues en su martirio, Señor, has sacado fuerza de lo débil, haciendo de la fragilidad tu propio testimonio, por Cristo, Señor nuestro.
Por eso,
como los ángeles te cantan en el cielo, así nosotros en la tierra te aclamamos diciendo sin cesar:
Antífona de la Comunión
Soy trigo de Cristo, escribió san Ignacio de Antioquía, seré triturado por los dientes de las fieras y transformado así en pan inmaculado.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Que el Cuerpo y la Sangre de Cristo que hemos recibido, Señor, al conmemorar el martirio de san Ignacio, nos dé nuevas fuerzas para que, con las palabras y con las acciones, nos manifestemos auténticos cristianos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén
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† Meditación diaria
28ª semana. Martes
EL PERDÓN DE NUESTRAS OFENSAS
— Somos pecadores. El pecado es siempre y ante todo una ofensa a Dios.
— Al Señor le encontramos siempre dispuesto para el perdón. Todo pecado puede ser perdonado si el pecador se arrepiente.
— Una condición para ser perdonados: perdonar de corazón a los demás. Cómo ha de ser nuestro perdón.
I. Padre, perdónanos nuestras ofensas, pedimos todos los días en el Padrenuestro.
Somos pecadores, y si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros1, escribe San Juan en su primera Carta. La universalidad del pecado aparece con frecuencia en el Antiguo Testamento2 y es enseñada también en el Nuevo3. Cada día tenemos necesidad de pedir perdón al Señor por nuestras faltas y pecados. Le ofendemos quizá en cosas pequeñas y sin una expresa voluntariedad actual, con nuestras acciones y con omisiones; de pensamiento, de palabra y de obra. "Lo que la revelación nos dice coincide con la experiencia. El hombre, cuando examina su corazón, comprueba su tendencia al mal, se ve anegado por muchos males. Esto explica la división íntima del hombre"4.
Hoy, mientras hacemos nuestra oración con el Señor, y a lo largo del día, podemos hacer nuestra aquella jaculatoria del publicano que no se atrevía a levantar la vista en el Templo, y que reconocía, como nosotros, haber ofendido al Señor: ¡Oh Dios! –decía, lleno de humildad y de arrepentimiento–, ¡ten compasión de mí, que soy un pecador!5. ¡Cuánto bien nos puede hacer esta breve oración, repetida con un corazón humilde! La puso el Señor en boca del publicano de la parábola, pero para que la repitiéramos nosotros.
Muchas veces, los hombres suelen confundir el pecado con sus consecuencias. Y les entristece entonces el fracaso que introduce en su vida personal, o la humillación de haber faltado a un deber o los daños producidos a otras personas. Ven el pecado en relación a su propio ideal roto o al mal causado a otros. Sin embargo, no hay pecado sino en cuanto ofensa a Dios; secundariamente, también en relación a uno mismo, a los demás y a toda la sociedad. He pecado contra Yahvé6, afirma el rey David cuando se da cuenta del delito que cometió contra Urías. Había cometido un adulterio, procurando después la muerte, de forma vergonzosa, al marido de la adúltera, un amigo y uno de sus mejores generales. Sin embargo, el adulterio, el crimen perpetrado, el abuso de poder, el escándalo dado al pueblo, por graves que hubieran sido, los juzgaba superados en malicia por la ofensa a Dios.
Del incumplimiento de la ley pueden derivarse desastres y sufrimientos, pero pecado propiamente solo existe ante Dios. He pecado contra el Cielo y contra Ti7, proclamará el hijo pródigo cuando vuelve arrepentido a la casa paterna. "Sin estas palabras: He pecado, el hombre no puede entrar verdaderamente en el misterio de la muerte y de la resurrección de Cristo, para sacar de ella los frutos de la redención y de la gracia. Estas son palabras-clave. Evidencian sobre todo la gran apertura interior del hombre hacia Dios: Padre, he pecado contra Ti (...).
"El Salmista habla aún más claramente: Tibi soli peccavi, contra Ti solo pequé (Sal 50, 6).
"Ese "Tibi soli" no anula las demás dimensiones del mal moral, como es el pecado en relación a la comunidad humana. Sin embargo, "el pecado" es un mal moral de modo principal y definitivo en relación con Dios mismo, con el Padre en el Hijo. Así, pues, el mundo (contemporáneo) y el príncipe de este mundo trabajan muchísimo para anular y aniquilar este aspecto en el hombre,
"En cambio, la Iglesia (...) trabaja sobre todo para que cada uno de los hombres se encuentre a sí mismo con el propio pecado ante Dios solo, y en consecuencia para que acoja la penitencia salvífica del perdón contenida en la pasión y en la resurrección de Cristo"8.
¡Qué gran don del Cielo es poder reconocer nuestros pecados, sin excusas ni mentiras, y acercarnos hasta la fuente inagotable de la misericordia divina y poder decir: Padre, perdónanos nuestras ofensas! ¡Qué paz tan grande da el Señor!
II. No basta con reconocer nuestros pecados, "es preciso que su recuerdo sea doloroso y amargo, que hiera el corazón, que mueva el alma al arrepentimiento; de modo que, sintiéndonos angustiados interiormente, nos movamos a recurrir a Dios nuestro Padre, pidiéndole con humildad que nos saque las espinas de los pecados, clavadas en nuestra alma"9.
El Señor está dispuesto a perdonarlo todo de todos. Al que viene a Mí -nos dice- Yo no lo echaré fuera10. No es voluntad de vuestro Padre que está en los cielos -nos enseña en otro lugar- que se pierda ni uno solo de estos pequeñuelos11. Es más: como enseña Santo Tomás, la Omnipotencia de Dios se manifiesta, sobre todo, en el hecho de perdonar y usar de misericordia, porque la manera que Dios tiene de mostrar que tiene el supremo poder es perdonar libremente12. En el Evangelio aparece la misericordia de Jesús para con los pecadores como una constante que se repite una y otra vez: los recibe, los atiende, se deja invitar por ellos, los comprende, los perdona. A veces los fariseos lo criticaban por esto, pero Él los recrimina diciéndoles que no necesitan médico los sanos sino los enfermos, y que el Hijo del hombre ha venido a buscar lo que estaba perdido13.
La ofensa ha de ser perdonada por el ofendido. El pecado solamente puede ser perdonado por el mismo Dios. Así lo hicieron notar a Jesús unos fariseos: ¿Quién puede perdonar los pecados sino solo Dios?14. El Señor no rechazó estas palabras, sino que se sirvió de ellas para mostrarles que Él tiene ese poder precisamente porque es Dios. Después de la Resurrección, lo transmitió a su Iglesia, para que Ella, por medio de sus ministros, lo pudiese ejercer hasta el fin de los tiempos: Recibid el Espíritu Santo -dijo a los Apóstoles-; a quienes perdonéis los pecados, les serán perdonados, a quienes se los retuvierais les serán retenidos15.
Al Señor le encontramos siempre dispuesto al perdón y a la misericordia en el sacramento de la Confesión. "Podemos estar absolutamente ciertos –enseña el Catecismo Romano– de que Dios está inclinado hacia nosotros de tal modo que con muchísimo gusto perdona a los que de veras se arrepienten. Es verdad que pecamos contra Dios (...), pero también es verdad que pedimos perdón a un Padre cariñosísimo, que tiene poder para perdonarlo todo, y no solo dijo que quería perdonar, sino que además anima a los hombres para que le pidan perdón, y hasta nos enseña con qué palabras lo hemos de pedir. Por consiguiente, nadie puede tener duda de que –porque Él lo ha dispuesto– en nuestra mano está, por así decir, recobrar la gracia divina"16.
III. Perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden, rezamos cada día, quizá muchas veces. El Señor espera esta generosidad que nos asemeja al mismo Dios. Porque si vosotros perdonáis a otro sus faltas, también os perdonará vuestro Padre celestial17. Esta disposición forma parte de una norma frecuentemente afirmada por el Señor a lo largo del Evangelio: Absolved y seréis absueltos. Dad y se os dará... La medida que uséis con otros, esa se usará con vosotros18.
Dios nos ha perdonado mucho, y no debemos guardar rencor a nadie. Hemos de aprender a disculpar con más generosidad, a perdonar con más prontitud. Perdón sincero, profundo, de corazón. A veces nos sentimos heridos sin una razón objetiva; solo por susceptibilidad o por amor propio lastimado por pequeñeces que carecen de verdadera entidad. Y si alguna vez se tratara de una ofensa real y de importancia, ¿no hemos ofendido nosotros mucho más a Dios? Él "no acepta el sacrificio de quienes fomentan la división: los despide del altar para que vayan primero a reconciliarse con sus hermanos: Dios quiere ser aplacado con oraciones de paz. La mayor obligación para Dios es nuestra paz, nuestra concordia, la unidad de todo el pueblo fiel en el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo"19.
Con frecuencia debemos hacer examen para ver cómo son nuestras reacciones ante las molestias que en alguna ocasión la convivencia puede llevar consigo. Seguir a Cristo en la vida corriente es encontrar, también en este punto, el camino de la paz y de la serenidad. Debemos estar vigilantes para evitar la más pequeña falta de caridad externa o interna. Las pequeñeces diarias –normales en toda convivencia– no pueden ser motivo para que disminuya la alegría en el trato con quienes nos rodean. Si alguna vez tenemos que perdonar alguna ofensa real, entendamos que esa es una ocasión muy particular de imitar a Jesús, que pide perdón para los que le crucifican; nos hará saborear el amor de Dios, que no busca su propia ventaja; se enriquece el propio corazón, que se hace más grande, con mayor capacidad de amar. No debemos olvidar entonces que "nada nos asemeja tanto a Dios como estar siempre dispuestos al perdón"20. La generosidad con los demás conseguirá que la misericordia divina perdone tantas flaquezas nuestras.
1 1 Jn 8. — 2 Cfr. Job 9, 2; 14, 4; Prov 20, 9; Sal 13, 1-4; 50, 1 ss.; etc. — 3 Cfr. Rom 3, 10-18. — 4 Conc. Vat. II, Const. Gaudium et spes, 13. — 5 Lc 18, 13. — 6 2 Sam 12, 13. — 7 Lc 15, 18, — 8 Juan Pablo II, Ángelus 16-III-1980. — 9 Catecismo Romano, IV, 14, n. 6. — 10 Jn 10, 37. — 11 Mt 18, 14. — 12 Santo Tomás, Suma Teológica, 1. q. 25 a. 3 ad 3. — 13 Lc 19, 10. — 14 Cfr. Lc 5, 18-25. — 15 Cfr. Jn 20, 19-23. — 16 Catecismo Romano, IV, 24, n. 11. — 17 Mt 14, 15. — 18 Cfr. Lc 6, 37-38. — 19 San Cipriano, Tratado de la oración del Señor, 23. — 20 San Juan Crisóstomo, Homilías sobre San Mateo, 19, 7.
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† Santoral (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)
San Ignacio de Antioquía
Mártir
Año 107
Ignacio significa: "lleno de fuego" (Ingeus: fuego).
Nuestro santo estaba lleno de fuego de amor por Dios.
Antioquía era una ciudad famosa en Asia Menor, en Siria, al norte de Jerusalén. En esa ciudad (que era la tercera en el imperio Romano, después de Roma y Alejandría) fue donde los seguidores de Cristo empezaron a llamarse "cristianos". De esa ciudad era obispo San Ignacio, el cual se hizo célebre porque cuando era llevado al martirio, en vez de sentir miedo, rogaba a sus amigos que le ayudaran a pedirle a Dios que las fieras no le fueran a dejar sin destrozar, porque deseaba ser muerto por proclamar su amor a Jesucristo.
Dicen que fue un discípulo de San Juan Evangelista. Por 40 años estuvo como obispo ejemplar de Antioquía que, después de Roma, era la ciudad más importante para los cristianos, porque tenía el mayor número de creyentes.
Mandó el emperador Trajano que pusieran presos a todos los que no adoraran a los falsos dioses de los paganos. Como Ignacio se negó a adorar esos ídolos, fue llevado preso y entre el perseguidor y el santo se produjo el siguiente diálogo.
- ¿Por qué te niegas a adorar a mis dioses, hombre malvado?
- No me llames malvado. Más bien llámame Teóforo, que significa el que lleva a Dios dentro de sí.
- ¿Y por qué no aceptas a mis dioses?
- Porque ellos no son dioses. No hay sino un solo Dios, el que hizo el cielo y la tierra. Y a su único Hijo Jesucristo, es a quien sirvo yo.
El emperador ordenó entonces que Ignacio fuera llevado a Roma y echado a las fieras, para diversión del pueblo.
Encadenado fue llevado preso en un barco desde Antioquía hasta Roma en un largo y penosísimo viaje, durante el cual el santo escribió siete cartas que se han hecho famosas. Iban dirigidas a las Iglesias de Asia Menor.
En una de esas cartas dice que los soldados que lo llevaban eran feroces como leopardos; que lo trataban como fieras salvajes y que cuanto más amablemente los trataba él, con más furia lo atormentaban.
El barco se detuvo en muchos puertos y en cada una de esas ciudades salían el obispo y todos los cristianos a saludar al santo mártir y a escucharle sus provechosas enseñanzas. De rodillas recibían todos su bendición. Varios se fueron adelante hasta Roma a acompañarlo en su gloriosos martirio.
Con los que se adelantaron a ir a la capital antes que él, envió una carta a los cristianos de Roma diciéndoles: "Por favor: no le vayan a pedir a Dios que las fieras no me hagan nada. Esto no sería para mí un bien sino un mal. Yo quiero ser devorado, molido como trigo, por los dientes de las fieras para así demostrarle a Cristo Jesús el gran amor que le tengo. Y si cuando yo llegue allá me lleno de miedo, no me vayan a hacer caso si digo que ya no quiero morir. Que vengan sobre mí, fuego, cruz, cuchilladas, fracturas, mordiscos, desgarrones, y que mi cuerpo sea hecho pedazos con tal de poder demostrarle mi amor al Señor Jesús". ¡Admirable ejemplo!.
Al llegar a Roma, salieron a recibirlo miles de cristianos. Y algunos de ellos le ofrecieron hablar con altos dignatarios del gobierno para obtener que no lo martirizaran. Él les rogó que no lo hicieran y se arrodilló y oró con ellos por la Iglesia, por el fin de la persecución y por la paz del mundo. Como al día siguiente era el último y el más concurrido día de las fiestas populares y el pueblo quería ver muchos martirizados en el circo, especialmente que fueran personajes importantes, fue llevado sin más al circo para echarlo a las fieras. Era el año 107.
Ante el inmenso gentío fue presentado en el anfiteatro. Él oró a Dios y en seguida fueron soltados dos leones hambrientos y feroces que lo destrozaron y devoraron, entre el aplauso de aquella multitud ignorante y cruel. Así consiguió Ignacio lo que tanto deseaba: ser martirizado por proclamar su amor a Jesucristo.
Algunos escritores antiguos decían que Ignacio fue aquel niño que Jesús colocó en medio de los apóstoles para decirles: "Quien no se haga como un niño no puede entrar en el reino de los cielos" (Mc. 9,36).
San Ignacio dice en sus cartas que María Santísima fue siempre Virgen. Él es el primero en llamar Católica, a la Iglesia de Cristo (Católica significa: universal).
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Fuente: Archidiócesis de Madrid
Juan de Licópolis, Santo Ermitaño, Octubre 17
Ermitaño Martirologio Romano: En Licópolis, de Egipto, san Juan, eremita, que entre sus muchas virtudes se distinguió por su espíritu profético (s. IV).
Nació en Licópolis, hoy Asiut, en los comienzos del siglo IV y pasó la mayor parte de su vida en la Tebaida, dedicado a la oración y a la penitencia. Parece ser que nació en el seno de una familia pobre y que tuvo en la juventud la profesión de carpintero. |
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Rodolfo, Santo Obispo de Gubbio, 17 Octubre
Obispo de Gubbio
Etimológicamente significa "lobo glorioso". Viene de la lengua alemana. |
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Fuente: Franciscanos.org
Contardo Ferrini, Beato Jurista, 17 Octubre
Jurista
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Celia o Cilina, Santa Virgen, Octubre 17
Virgen Etimología: Celia = la que vino del cielo, viene de la lengua latina. |
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Fuente: Foros.marianistas.org
Fidel Fuidio Rodriguez, Beato Mártir Marianista, 17 Octubre
Nació en Yécora (Alava) el 24 de abril de 1880. Hizo el Postulantado marianista en Vitoria (España) y en Pontacq (Francia) de 1892 a 1896 y emitió sus primeros votos en la Compañía de María en 1897. |
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Isidoro Gagelin, Santo Mártir, 17 Octubre
Nació en Montperreaux diócesis de Besancom (Francia) en 1799. |
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Fuente: EWTN.com
Pedro Casani, Beato Sacerdote Escolapio, 17 Octubre
Nacido en Lucca, Italia, en 1572. Impresionado por la muerte ejemplar de su madre, él se sentía llamado entrar en la Congregación de la Virgen Bendita, fundado en Lucca por San Juan Leonardi. Antes de entrar en el noviciado había estudiado con los franciscanos en Lucca. Se ordenó en la Basílica de Lateran y se realizó su ministerio sacerdotal predicando, oyendo confesiones y en el cuidado pastoral de juventud para quienes fundó la Congregación de Nuestra Señora el Nieve en Lucca. |
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Raimondo Stefano Bou Pascual, Beato Mártir español, 17 Octubre
Raimondo fue un sacerdote español nacido en Benimanteil, España, el 12 de Octubre de 1903. Muerto en La Nucia el 17 de Octubre de 1936. |
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Fuente: Catholic.org
Ricardo Gwyn, Santo Mártir Inglés, 17 Octubre
Uno de los cuarenta Mártires de Inglaterra y Gales. también llamado Richard White, nació en Montgomeryshire, Gales, en 1547, y estudió en la Universidad de Cambridge, Inglaterra. |
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Tarsila Cordoba Belda, Beata Mártir española, 17 Octubre
Nació en Sollana en 1861, madre de tres hijos, viuda, asesinada en Algemesí el 17 de Octubre de 1936. |
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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; hablarcondios.org, Catholic.net, misalpalm.com
Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/
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