jueves, 30 de julio de 2015

[ † ] Sábado de la Virgen María. 01/08/2015. En su día, lo que más agrada a María, es la Misa matutina.

JA

JMJ

Pax

† Lectura del santo Evangelio según san Mateo 14, 1-12

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, el rey Herodes oyó lo que contaban de Jesús, y dijo a sus cortesanos:
"Es Juan el Bautista, que ha resucitado de entre los muertos y por eso actúan en él fuerzas milagrosas".
Es que Herodes había apresado a Juan y lo había encadenado en la cárcel por causa de Herodías, mujer de su hermano Filipo, porque Juan le decía que no le estaba permitido tenerla por mujer. Y aunque quería quitarle la vida, tenía miedo a la gente, porque creían que Juan era un profeta.
El día del cumpleaños de Herodes, la hija de Herodías bailó delante de todos, y le gustó tanto a Herodes, que juró darle lo que pidiera. Ella, aconsejada por su madre, le dijo:
"Dame, ahora mismo, en una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista".
El rey se entristeció, pero a causa de su juramento y por no quedar mal con los invitados, ordenó que se la dieran; y mandó degollar a Juan en la cárcel. Trajeron, pues, la cabeza en una bandeja, se la entregaron a la joven y ella se la llevó a su madre.
Después vinieron los discípulos de Juan, recogieron el cuerpo, lo sepultaron, y luego fueron a avisarle a Jesús.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

Suplicamos tu oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin tus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que leas. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdanos en tus intenciones de Misa!

Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm

Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs

Nota: es una película protestante, por eso falta LA MADRE.

El Misterio de la Misa en 2 minutos: https://www.youtube.com/watch?v=0QCx-5Aqyrk

Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/media/y3hgYNp23xu

El Gran Milagro (película completa): http://www.gloria.tv/media/hYyhhps7cqX

Explicación: http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!

"El GRAN tesoro oculto de la Santa Misa": http://iteadjmj.com/LIBROSW/lpm1.doc

Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). La Misa es lo mínimo para salvarnos. Es como si un padre dijera "si no comes, te mueres, así que come al menos una vez por semana". Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice al otro: "Te amo, pero no quiero verte todos los días, y menos los de descanso"? ¿Le ama realmente?

Faltar a Misa viola los principales mandamientos: el primero ("Amar a Dios sobre todas las cosas") y tercero ("Santificar las fiestas"). Por nuestro propio bien y evitar el infierno eterno, Dios sólo nos pide que nos regalemos 1 de las 168 horas de vida que Él nos regala cada semana: 0,6% ¡No seamos ingratos! Idolatramos aquello que preferimos a Él: los "dioses" son el descanso, entretenimiento, comida, trabajo, compañía, flojera. Prefieren baratijas al oro. Si en la Misa repartieran 1 millón de dólares a cada uno, ¿qué no harías para asistir? ¡Pues recibes infinitamente más! "Una misa vale más que todos los tesoros del mundo"… Por todo esto, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15).

Si rechazamos la Misa, ¿cómo vamos a decir "Padre Nuestro" si rechazamos volver a la Casa del Padre? ¿cómo decir "Santificado sea Tu Nombre", "Venga a nosotros Tu Reino", "Hágase Tu Voluntad", "Danos hoy nuestro pan supersubstancial de cada día" y "no nos dejes caer en la tentación más líbranos del malo", si todo eso lo obtenemos de la Misa?

Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es imprescindible la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado… ver más en http://www.iesvs.org/p/blog-page.html

Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa (Jn 15,22).

 

 

Misal

 

sab 17a. Ordinario año impar

Antífona de Entrada

Sírveme de defensa, Dios mío, de roca y fortaleza salvadoras; y pues eres mi baluarte y mi refugio, acompáñame y guíame.

 

Oración Colecta

Oremos:
Señor nuestro, que prometiste venir y hacer tu morada en los corazones rectos y sinceros, concédenos la rectitud y sinceridad de vida que nos hagan dignos de esa presencia tuya.
Por nuestro Señor Jesucristo.
Amén.

 

Primera Lectura

En el año jubilar todos recobrarán sus propiedades

Lectura del libro del Levítico 25, 1. 8-17

El Señor dijo a Moisés en la montaña del Sinaí:
"Contarás siete semanas de años, siete por siete, o sea, cuarenta y nueve años. El día diez del séptimo mes, el día de la Expiación, harán sonar las trompetas y las harán sonar por todo el país.
Declararán santo el año cincuenta y proclamarán la liberación para todos los habitantes del país. Será para ustedes año de jubileo y podrá recobrar cada uno sus propiedades y volver a su familia.
El año cincuenta será para ustedes un año de jubileo; no sembrarán ni cosecharán lo que los campos produzcan por sí mismos; no harán la vendimia de las viñas sin cultivar, puesto que es año jubilar, y será sagrado para ustedes. Comerán de los productos de la cosecha anterior.
En este año jubilar todos recobrarán sus propiedades. Cuando le vendas o le compres alguna cosa a tu prójimo, no lo engañes. Ponle precio a lo que compres a tu prójimo, atendiendo al número de años transcurridos desde el último jubileo; él te venderá a ti en proporción a las cosechas anuales. Mientras más años falten para el jubileo, más aumentará el precio; mientras menos tiempo falte, más rebajarás el precio; porque lo que tu prójimo te vende son las cosechas que faltan.
Ninguno de ustedes haga daño a su hermano; antes bien, teman a su Dios, porque yo soy el Señor, Dios de ustedes".
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial Del salmo 66

Que te alaben, Señor, todos los pueblos.

Ten piedad de nosotros y bendícenos; vuelve, Señor, tus ojos a nosotros. Que conozca la tierra tu bondad y los pueblos tu obra salvadora.
Que te alaben, Señor, todos los pueblos.

Las naciones con júbilo te canten, porque juzgas al mundo con justicia; con equidad tú juzgas a los pueblos y riges en la tierra a las naciones.
Que te alaben, Señor, todos los pueblos.

La tierra ha producido ya sus frutos, Dios nos ha bendecido. Que nos bendiga Dios y que le rinda honor el mundo entero.
Que te alaben, Señor, todos los pueblos.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos, dice el Señor.
Aleluya.

Evangelio

Herodes mandó degollar a Juan. Los discípulos de Juan fueron a avisarle a Jesús

† Lectura del santo Evangelio según san Mateo 14, 1-12

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, el rey Herodes oyó lo que contaban de Jesús, y dijo a sus cortesanos:
"Es Juan el Bautista, que ha resucitado de entre los muertos y por eso actúan en él fuerzas milagrosas".
Es que Herodes había apresado a Juan y lo había encadenado en la cárcel por causa de Herodías, mujer de su hermano Filipo, porque Juan le decía que no le estaba permitido tenerla por mujer. Y aunque quería quitarle la vida, tenía miedo a la gente, porque creían que Juan era un profeta.
El día del cumpleaños de Herodes, la hija de Herodías bailó delante de todos, y le gustó tanto a Herodes, que juró darle lo que pidiera. Ella, aconsejada por su madre, le dijo:
"Dame, ahora mismo, en una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista".
El rey se entristeció, pero a causa de su juramento y por no quedar mal con los invitados, ordenó que se la dieran; y mandó degollar a Juan en la cárcel. Trajeron, pues, la cabeza en una bandeja, se la entregaron a la joven y ella se la llevó a su madre.
Después vinieron los discípulos de Juan, recogieron el cuerpo, lo sepultaron, y luego fueron a avisarle a Jesús.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

 

Oración sobre las Ofrendas

Que este sacrificio, Señor, que vamos a ofrecerte, nos purifique y no renueve y nos ayude a obtener la recompensa eterna, prometida a quienes cumplen tu voluntad.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

 

Prefacio

El misterio de nuestra salvación en Cristo

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias, Padre santo, siempre y en todo lugar,
por Jesucristo, tu Hijo amado. Por él, que es tu Palabra, hiciste todas las cosas; tú nos lo enviaste para que , hecho hombre por obra del Espíritu Santo y nacido de María, la Virgen,
fuera nuestro Salvador y Redentor. él, en cumplimiento de tu voluntad, para destruir la muerte y manifestar la resurrección extendió sus brazos en la cruz y así adquirió para Ti un pueblo santo.
Por eso,
con los ángeles y los santos, proclamamos tu gloria, diciendo:

Antífona de la Comunión

El Señor colmó el deseo de su pueblo: comieron y quedaron satisfechos.

 

Oración después de la Comunión

Oremos:
Señor, aviva cada vez más en nosotros el deseo de recibir este pan eucarístico, por medio del cual nos comunicas tú a vida verdadera.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén

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Dia 1/08 San Alfonso María de Ligorio ( obispo y doctor de la Iglesia, blanco)

Antífona de Entrada

Buscaré a mis ovejas, dice el Señor, y suscitaré un pastor que las apaciente: yo, el Señor, seré su Dios.

 

Oración Colecta

Oremos:
Dios todopoderoso y eterno, que has puesto a san Alfonso al frente de tu pueblo; te rogamos que, por la eficiencia de sus méritos, concedas a tu pueblo tu amor y tu perdón.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.

 

Primera Lectura

Si estamos unidos a Cristo Jesús, la ley del Espíritu vivificador nos ha librado del pecado y de la muerte

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 8, 1-4

Hermanos: Ya no hay condenación que valga contra los que están unidos a Cristo Jesús, porque ellos ya no viven conforme al desorden egoísta del hombre. Pues, si estamos unidos a Cristo Jesús, la ley del Espíritu vivificador nos ha librado del pecado y de la muerte.
En efecto, lo que bajo el régimen de la ley de Moisés era imposible por el desorden y egoísmo del hombre, Dios lo ha hecho posible, cuando envió a su propio Hijo, que se hizo hombre y tomó una condición humana semejante a la nuestra, que es pecadora, y para purificarnos de todo pecado, condenó a muerte al pecado en la humanidad de su Hijo. De este modo, la salvación prometida por la ley se realiza cumplidamente en nosotros, puesto que ya no vivimos conforme al desorden y egoísmo humanos, sino conforme al Espíritu.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor

Salmo Responsorial Del Salmo 118

Enséñame, Señor, tus leyes.

¿Cómo podrá un joven andar honestamente? Cumpliendo tus palabras. Te busco de todo corazón, no consientas que me desvíe de tus mandamientos.
Enséñame, Señor, tus leyes.

En mi corazón escondo tus consignas, así no pecaré contra ti.
Enséñame, Señor, tus leyes.

Bendito eres, Señor; enséñame todas tus leyes.
Enséñame, Señor, tus leyes.

Mis labios van enumerando los mandamientos de tu boca. Mi alegría es el camino de tus preceptos más que todas las riquezas.
Enséñame, Señor, tus leyes.

Aclamación Antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
Alumbre así nuestra luz a los hombres, para que vean nuestras buenas obras y den gloria a nuestro Padre.
Aleluya.

Evangelio

Ustedes son la luz del mundo

† Lectura del santo Evangelio según san Mateo 5, 13-16

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:
"Ustedes son la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán? No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente.
Ustedes son la luz del mundo. No se puede ocultar un ciudad puesta en lo alto de un monte. Tampoco se enciende una vela para meterla debajo de una olla, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa.
Alumbre la luz de ustedes luz a los hombres, para que vean sus buenas obras y den gloria a su Padre que está en el cielo".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

 

Oración sobre las Ofrendas

Señor, dirige tu mirada propicia sobre las ofrendas que te presentamos en la festividad de san Alfonso; que ellas nos merezcan tu perdón y glorifiquen tu piedad y tu nombre.
Por Jesucristo, Señor nuestro.
Amén.

 

Prefacio

La gloria de los santos

En verdad es justo darte gracias y deber nuestro glorificarte, Padre santo, porque tu gloria resplandece en cada uno de los Santos, ya que, al coronar sus méritos, coronas tus propios dones.
Con su vida, nos proporcionas ejemplo; ayuda, con su intercesión, y por la comunión con ellos, nos haces participar de sus bienes, para que, alentados por testigos tan insignes, lleguemos victoriosos al fin de la carrera y alcancemos con ellos la corona inmortal de la gloria, por Cristo, Señor nuestro.
Por eso,
con los ángeles y arcángeles y con la multitud de los santos, te cantamos un himno de alabanza diciendo sin cesar:

Antífona de la Comunión

No son ustedes los que me han elegido, dice el Señor; soy yo quien los he elegido, y los he destinado para que vayan y den fruto, y su fruto dure.

 

Oración después de la Comunión

Oremos:
Reanimados por estos sacramentos te rogamos, Señor, humildemente, que, a ejemplo de san Alfonso, nos esforcemos en dar testimonio de aquella misma fe que él profesó en su vida, y en llevar a la práctica todas sus enseñanzas.
Por Jesucristo, Señor nuestro.
Amén

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Meditación diaria

17ª Semana. Sábado

SABER CALLAR, SABER HABLAR

— El silencio de Jesús.

— Hablar cuando sea necesario, con caridad y fortaleza. Huir del silencio culpable.

— Valentía y fortaleza en la vida ordinaria. Ser coherentes con nuestra fe y con la vocación recibida.

I. Durante treinta años, Jesús llevó una vida de silencio; solo María y José conocían el misterio del Hijo de Dios. Cuando vuelve de nuevo al pueblo donde había vivido, sus paisanos se extrañan de su sabiduría y de sus milagros, pues solo habían visto en Él una vida ejemplar de trabajo.

Durante los tres años de su ministerio público vemos cómo se recoge en el silencio de la oración, a solas con su Padre Dios, se aparta del clamor y del fervor superficial de la multitud que pretende hacerle rey, realiza sus milagros sin ostentación y recomienda frecuentemente a los que han sido curados que no lo publiquen...

El silencio de Jesús ante las voces de sus enemigos en la Pasión es conmovedor: Él permaneció en silencio y nada respondió1. Ante tantas acusaciones falsas aparece indefenso. "Dios nuestro Salvador –comenta San Jerónimo–, que ha redimido al mundo llevado de su misericordia, se deja conducir a la muerte como un cordero, sin decir palabra; ni se queja ni se defiende. El silencio de Jesús obtiene el perdón de la protesta y excusa de Adán"2. Jesús calla durante el proceso ante Herodes y Pilato, y lo contemplamos en pie, sin decir palabra, ante Barrabás y delante de enemigos clamorosos, excitados, vigilantes, sirviéndose de falsos testimonios para tergiversar sus palabras. Está en pie ante el procurador. Y aunque le acusaban los príncipes de los sacerdotes, nada respondió. Entonces Pilato le dijo: ¿No oyes cuántas cosas alegan contra ti? Y no le respondió a pregunta alguna, de tal manera que el procurador quedó admirado en extremo3.

El silencio de Dios ante las pasiones humanas, ante los pecados que se cometen cada día en la Humanidad, no es un silencio lleno de ira, ni despreciativo, sino rebosante de paciencia y de amor. El silencio del Calvario es el de un Dios que viene a redimir a todos los hombres con su sufrimiento indecible en la Cruz. El silencio de Jesús en el Sagrario es el del amor que espera ser correspondido, es un silencio paciente, en el que nos echa de menos si no le visitamos o lo hacemos distraídamente.

El silencio de Cristo durante su vida terrena no es en modo alguno vacío interior, sino fortaleza y plenitud. Los que se quejan continuamente de las contrariedades que padecen o de su mala suerte, quienes pregonan a los cuatro vientos sus problemas, los que no saben sufrir calladamente una injuria, quienes se sienten urgidos a dar continuamente explicaciones de lo que hacen y lo que dejan de hacer, los que necesitan exponer las razones y motivos de sus acciones, esperando con ansiedad la alabanza o la aprobación ajena..., deberían mirar a Cristo que calla. Le imitamos cuando aprendemos a llevar las cargas e incertidumbres que toda vida lleva consigo sin quejas estériles, sin hacer partícipes de ellas al mundo entero, cuando hacemos frente a los problemas personales sin descargarlos en hombros ajenos, cuando respondemos de los propios actos sin excusas ni justificaciones de ningún tipo, cuando realizamos el propio trabajo mirando la perfección de la obra y la gloria de Dios, sin buscar alabanzas...4.

Iesus autem tacebat. Jesús callaba. Y nosotros debemos aprender a callar en muchas ocasiones. A veces, el orgullo infantil, la vanidad, hacen salir fuera lo que debió quedar en el interior del alma; palabras que nunca debieron decirse. La figura callada de Cristo será un Modelo siempre presente ante tanta palabra vacía e inútil. Su ejemplo es un motivo y un estímulo para callar a veces ante la calumnia o la murmuración. In silentio et in spe erit fortitudo vestra, en el silencio y en la esperanza se fundará vuestra fortaleza, nos dice el Espíritu Santo, por boca del Profeta Isaías5.

II. Pero Jesús no siempre calla. Porque existe también un silencio que puede ser colaborador de la mentira, un silencio compuesto de complicidades y de grandes o pequeñas cobardías; un silencio que a veces nace del miedo a las consecuencias, del temor a comprometerse, del amor a la comodidad, y que cierra los ojos a lo que molesta para no tener que hacerle frente: problemas que se dejan a un lado, situaciones que debieron ser resueltas en su momento porque hay muchas cosas que el paso del tiempo no arregla, correcciones fraternas que nunca se debieron dejar de hacer... dentro de la propia familia, en el trabajo, al superior o al inferior, al amigo y a quien cuesta tratar.

La Palabra de Jesús está llena de autoridad, y también de fuerza ante la injusticia y el atropello: ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócrita!, porque exprimís las casas de las viudas con el pretexto de hacer largas oraciones...6. Jamás le importó ir contra corriente a la hora de proclamar la verdad.

San Juan Bautista, cuyo martirio leemos hoy en el Evangelio de la Misa7, era voz que clama en el desierto. Y nos enseña a decir todo lo que deba ser dicho, aunque nos parezca alguna vez que es hablar en el desierto, pues el Señor no permite en ninguna ocasión que sea inútil nuestra palabra, porque es necesario hacer lo que debe hacerse, sin preocuparse excesivamente de los frutos inmediatos, ya que si cada cristiano hablara conforme a su fe, habríamos cambiado ya el mundo. No podemos callar ante infamias y crímenes como el del aborto, la degradación del matrimonio y de la familia, o ante una enseñanza que pretende arrinconar a Dios en la conciencia de los más jóvenes... No podemos callar ante ataques a la persona del Papa o a Nuestra Señora, ante las calumnias sobre instituciones de la Iglesia cuya verdad y rectitud conocemos bien de sobra... Callar cuando debemos hablar por razón de nuestro puesto en la sociedad, en la empresa o en la familia, o sencillamente por la condición de cristianos, podría ser en ocasiones colaborar con el mal, permitiendo que se piense que "el que calla, otorga". Si los católicos hablasen cuando han de hacerlo, si no contribuyeran con una sola moneda a la difusión de la prensa o de la literatura que causan estragos en las almas, difícilmente podrían sostenerse esas empresas.

Hablar cuando debamos hacerlo. A veces, en el pequeño grupo en el que nos movemos, en la tertulia que se organiza espontáneamente a la salida de una clase, o con unos amigos o vecinos que vienen a nuestra casa a visitarnos; entre los amigos o clientes..., ante un vídeo indecente en el autobús en el que viajamos..., y desde la tribuna, si ese es nuestro lugar dentro de la sociedad. Por carta cuando sea preciso para animar con nuestro aliento o para agradecer un buen artículo aparecido en un periódico o manifestar nuestra disconformidad con una determinada línea editorial o un escrito doctrinalmente desenfocado. Y siempre con caridad, que es compatible con la fortaleza (no existe caridad sin fortaleza), con buenas maneras, disculpando la ignorancia de muchos, salvando siempre la intención, sin agresividad ni formas cerriles o inadecuadas que serían impropias de alguien que sigue de cerca a Jesucristo... Pero también con la fortaleza con que actuó el Señor.

III. Si en los momentos en que el Bautista vio en peligro su vida hubiera callado o se hubiera mantenido al margen de los acontecimientos, no habría muerto degollado en la cárcel de Herodes. Pero Juan no era así; no era como una caña que a cualquier viento se mece. Fue coherente con su vocación y con sus principios hasta el final. Si hubiera callado, habría vivido algunos años más, pero sus discípulos no serían quienes primero siguieron a Jesús, no habría sido quien preparara y allanara el camino al Señor, como había profetizado Isaías. No habría vivido su vocación y, por tanto, no habría tenido sentido su vida.

A nosotros, muy probablemente, no nos pedirá Jesús el martirio violento, pero sí esa valentía y fortaleza en las situaciones comunes de la vida ordinaria: para cortar un mal programa de televisión, para llevar a cabo esa conversación apostólica que debemos tener y no retrasarla más... Sin quedarse en quejas ineficaces, que para nada sirven, dando doctrina positiva, soluciones..., con optimismo ante el mundo y las cosas buenas que hay en él, resaltando lo bueno: la alegría de una familia numerosa, el profundo gozo que produce realizar el bien, el amor limpio que se conserva joven viviendo santamente la virtud de la pureza...

Existe un silencio cobarde, contra el que debemos luchar: el del que enmudece ante quien Dios ha puesto a su lado para que le ayude y le fortalezca en su caminar hacia Dios. Difícilmente podríamos ser valientes en la vida si no lo fuéramos en primer lugar con nosotros mismos, siendo sinceros con quien orienta nuestra alma.

Muchos de nuestros amigos, al ver que somos coherentes con la fe, que no la disimulamos ni escondemos en determinados ambientes, se verán arrastrados por ese testimonio sereno, de la misma manera que muchos se convertían al contemplar el martirio –testimonio de fe– de los primeros cristianos.

Pidamos en el día de hoy, que dedicamos especialmente a Nuestra Señora, que Ella nos enseñe a callar en tantas ocasiones en que debemos hacerlo, y a hablar siempre que sea necesario.

1 Mc 14, 61. — 2 San Jerónimo, Comentario sobre el Evangelio de San Marcos, in loc. — 3 Mt 27, 12-14. — 4 F. Suárez, Las dos caras del silencio, en Revista Nuestro Tiempo, nn. 297 y 298. — 5 Is 30, 15. — 6 Mt 23, 14. — 7 Mt 14, 1-12.

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1 de agosto

SAN ALFONSO M.ª DE LIGORIO*
Memoria

— Su devoción a la Virgen.

— La mediación de Nuestra Señora.

— Eficacia de esta mediación.

I. El espíritu del Señor está sobre mí; por eso me ha consagrado con la unción, me ha mandado anunciar a los pobres la alegre noticia y a curar al que tiene el corazón herido1.

La larga vida de San Alfonso "estuvo llena de un trabajo incesante: trabajo de misionero, de obispo, de teólogo y de escritor espiritual, de fundador y superior de una congregación religiosa"2. Le tocó vivir un tiempo en que la descristianización iba en continuo aumento. Por eso, el Señor le llevó a entrar en contacto con el pueblo, culturalmente desatendido y espiritualmente necesitado, mediante las misiones populares. Predicó incansablemente, enseñando la doctrina y alentando a todos, con la palabra y con sus escritos, a la oración personal, "que devuelve a las almas la tranquilidad de la confianza y el optimismo de la salvación. Escribió entre otras cosas: "Dios no niega a nadie la gracia de la oración, con la cual se obtiene la ayuda para vencer toda concupiscencia y toda tentación. Y digo, y repito y repetiré siempre mientras tenga vida recalcaba el Santo, que toda nuestra salvación está en la oración". De donde el famoso axioma: "El que reza se salva, el que no reza se condena""3. La oración ha sido siempre el gran remedio de todos los males, la que nos abre la puerta del Cielo. Ha sido esta una enseñanza continua de las almas que han estado muy cerca de Dios.

San Alfonso procuró que los fieles cristianos centraran su vida en el Sagrario, con una piedad íntima hacia Jesús Sacramentado, dio una particular importancia a la Visita al Santísimo, y para facilitarla escribió un pequeño tratado4. Por la rectitud y hondura de su doctrina, especialmente en materia de Moral, fue declarado Doctor de la Iglesia5.

Este santo, tan preocupado por la formación de las conciencias, comprendió que el camino que lleva a la pérdida de la fe comienza en muchas ocasiones por la tibieza y frialdad en la devoción a la Virgen. Y, por el contrario, la vuelta a Jesús comienza por un gran amor a María. Por eso difundió su devoción por todas partes y preparó para los fieles, y en especial para los sacerdotes, un arsenal de "materiales para predicar y propagar la devoción a esta Madre divina". Siempre ha entendido la Iglesia que "un punto enteramente particular en la economía de la salvación es la devoción a la Virgen, Mediadora de las gracias y Corredentora, y por ello Madre, Abogada y Reina. En realidad afirma el Papa Juan Pablo II, Alfonso fue siempre todo de María, desde el comienzo de su vida hasta su muerte"6.

También cada uno de nosotros debe ser "todo de María", teniéndola presente en nuestros quehaceres ordinarios, por pequeños que sean. Y no olvidaremos jamás, y sobre todo si alguna vez hemos tenido la desgracia de alejarnos, que "a Jesús siempre se va y se "vuelve" por María"7. Ella nos conduce rápida y eficazmente a su Hijo.

II. San Alfonso murió muy anciano. Y los últimos años de su vida permitió el Señor que fueran de purificación. Entre las pruebas que padeció, una muy dolorosa fue la pérdida de la vista. Y el Santo distraía las horas rezando y haciendo que le leyeran algún libro piadoso. Se cuenta de él que un día, entusiasmado con el libro que le leían, y no recordando al autor de tales maravillas, preguntó quién había escrito tales cosas, tan llenas de piedad y de amor a Nuestra Señora. Por toda respuesta, quien le acompañaba abrió el libro por la portada y leyó: "Las glorias de María, por Alfonso María de Ligorio". El venerable anciano se cubrió el rostro con ambas manos, lamentando una vez más la perdida de la memoria8, pero alegrándose inmensamente de aquel testimonio de amor a la Virgen Santísima. Fue un gran consuelo que el Señor permitió, en medio de tanta oscuridad.

Los conocimientos teológicos del Santo y su experiencia personal le llevaron al convencimiento de que la vida espiritual y su restauración en las almas se ha de alcanzar, según el plan divino que Dios mismo ha preestablecido y realizado en la historia de la salvación, a través de la mediación de Nuestra Madre, por quien nos vino la Vida, y camino fácil de retorno al mismo Dios.

Dios quiere afirma el Santo que todos los bienes que de Él nos llegan, nos vengan por medio de la Virgen Santísima9. Y cita la conocida sentencia de San Bernardo: "que es voluntad de Dios que todo lo obtengamos por María"10. Ella es nuestra principal intercesora en el Cielo, la que nos consigue todo cuanto necesitamos. Es más, muchas veces se adelanta a nuestras peticiones, nos protege, sugiere en el fondo del alma esas santas inspiraciones que nos llevan a vivir con más delicadeza la caridad, a confesarnos con la regularidad que habíamos previsto; nos anima y da fuerzas en momentos de desaliento, sale en nuestra defensa en cuanto acudimos a Ella en las tentaciones... Es nuestra gran aliada en el apostolado: en concreto, permite que la torpeza de nuestras palabras encuentren eco en el corazón de nuestros amigos. Este fue con frecuencia el gran descubrimiento de muchos santos: con María se llega "antes, más y mejor" a las metas sobrenaturales que nos habíamos propuesto.

III. La función del mediador consiste en unir o poner en comunicación dos extremos entre los que se encuentra. Jesucristo es el Mediador único y perfecto entre Dios y los hombres11, porque siendo verdadero Dios y Hombre verdadero ha ofrecido un sacrificio de valor infinito su propia muerte- para reconciliar a los hombres con Dios12. Pero esto no impide que los santos y los ángeles, y de modo del todo singular Nuestra Señora, ejerzan esta función de mediadores. "La misión maternal de María hacia los hombres de ninguna manera oscurece ni disminuye esta única mediación de Cristo, sino más bien muestra su eficacia. Porque todo el influjo salvífico de la Bienaventurada Virgen en favor de los hombres no es exigido por ninguna ley, sino que nace de su beneplácito y de la superabundancia de los méritos de Cristo"13. La Virgen, por ser Madre espiritual de los hombres, es llamada especialmente Mediadora, ya que presenta al Señor nuestras oraciones y nuestras obras, y nos hace llegar los dones divinos.

Muchas de nuestras peticiones que no van del todo bien orientadas, Ella las endereza para que obtengan su fruto. Por su condición de Madre de Dios, Nuestra Señora entra a formar parte, de modo peculiar, en la Trinidad de Dios, y por su condición de Madre de los hombres tiene el encargo divino de cuidar de sus hijos que aún estamos como peregrinos que se dirigen a la Casa del Padre14. ¡Cuántas veces la hemos encontrado en el camino! ¡En cuántas ocasiones se hizo encontradiza, ofreciéndonos su ayuda y su consuelo! ¿Dónde estaríamos si Ella no nos hubiera tomado de la mano en circunstancias bien determinadas?

"¿Por qué tendrán tanta eficacia los ruegos de María ante Dios?", se pregunta San Alfonso. Y responde: "Las oraciones de los santos son oraciones de siervos, en tanto que las de María son oraciones de Madre, de donde procede su eficacia y carácter de autoridad; y como Jesús ama inmensamente a su Madre, no puede rogar sin ser atendida". Y para probarlo, recuerda las bodas de Caná, donde Jesús realizó su primer milagro por intercesión de Nuestra Señora: "Faltaba el vino, con el consiguiente apuro de los esposos. Nadie pide a la Santísima Virgen que interceda ante su Hijo en favor de los consternados esposos. Con todo, el corazón de María, que no puede menos de compadecer a los desgraciados ( ... ), la impulsó a encargarse por sí misma del oficio de intercesora y pedir al Hijo el milagro, a pesar de que nadie se lo pidiera". Y concluye el Santo: "Si la Señora obró así sin que se lo pidieran, ¿qué hubiera sido si le rogaran?"15. ¿Cómo no va a atender nuestras súplicas?

Pedimos hoy, en su fiesta, a San Alfonso M.ª de Ligorio que nos alcance la gracia de amar a Nuestra Señora tanto como él la amó mientras estuvo aquí en la tierra, y nos aliente a difundir su devoción por todas partes. Aprendamos que con Ella llegamos antes, más y mejor a lo que solos no hubiéramos logrado jamás: metas apostólicas, defectos que debemos desarraigar, intimidad con su Hijo.

1 Antífona de Entrada de la Misa propia del Santo, Lc 4, 18; cfr. Is 61, 1. — 2 Juan Pablo II. Carta Apost. Spiritus Domini, en el II Centenario de la muerte de San Alfonso M.ª de Ligorio, 1-VIII-1987. — 3 Ibídem. — 4 San Alfonso M.ª de Ligorio. Visitas al Santísimo Sacramento, Rialp, Madrid 1965. — 5 Pío IX, Decr. Urbis et orbis, 23-III-1871. — 6 Juan Pablo II, loc. cit. — 7 San Josemaría Escrivá, Camino, n. 495. — 8 P. Ramos, en el Prólogo a Las glorias de María, Perpetuo Socorro, Madrid 1941. — 9 Cfr. San Alfonso M.ª de Ligorio, Las glorias de María, Rialp, Madrid 1977, V, 3-4. — 10 San Bernardo, Sermón sobre el Acueducto. — 11 Cfr. 1 Tim 2, 51. — 12 Cfr. Santo Tomás, Suma Teológica, 3, q. 26, a. 2. — 13 Conc. vat. II, Const. Lumen gentium, 60. — 14 Cfr. Ibídem, n. 62; Juan Pablo II, Enc. Redemptoris Mater, 2-IV-1987, n. 40. — 15 San Alfonso M.ª de Ligorio, Sermones abreviados, en Obras ascéticas de..., II, BAC, Madrid 1952, 48.

* San Alfonso M.ª de Ligorio nació en Nápoles el año 1696. Obtuvo el doctorado en Derecho civil y en Derecho canónico, recibió la ordenación sacerdotal y fundó la Congregación del Santísimo Redentor. Para fomentar la vida cristiana en el pueblo, se dedicó a la predicación y publicó diversas obras, especialmente sobre la Virgen, la Eucaristía, la vida cristiana, y de teología moral, materia por la que fue nombrado Doctor de la Iglesia. Su dilatada vida constituye un admirable ejemplo de trabajo, de sencillez, de espíritu de sacrificio y de preocupación por ayudar a los demás a conseguir la salvación eterna. Fue elegido obispo de Sant'Agata de Goli, pero algunos años después renunció a dicho cargo y murió entre los suyos, en Pagani, cerca de Nápoles, el año 1787.

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Santoral               (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)

 

San Alfonso M. de Ligorio
(1696 - 1787)

Alfonso significa: "listo para el combate".

Nació cerca de Nápoles el 27 de septiembre de 1696. Sus padres fueron Don José, Marqués de Ligorio y Capitán de la Armada naval, y Doña Ana Cabalieri.

Nuestro santo fue el primogénito de siete hermanos, cuatro varones y tres niñas. Siendo aún niño fue visitado por San Francisco Jerónimo el cual lo bendijo y anunció: "Este chiquitín vivirá 90 años, será obispo y hará mucho bien".

A los 16 años, caso excepcional obtiene el grado de doctor en ambos derechos, civil y canónico, con notas sobresalientes en todos sus estudios.

Para conservar la pureza de su alma escogió un director espiritual, visitaba frecuentemente a Jesús Sacramentado, rezaba con gran devoción a la Virgen y huía como de la peste de todos los que tuvieran malas conversaciones.

Su padre, que deseaba hacer de él un brillante político, lo hizo estudiar varios idiomas modernos, aprender música, artes y detalles de la vida caballeresca. Y en su profesión de abogado iba obteniendo resaltantes triunfos. Pero todo esto no lo dejaba satisfecho, por el gran peligro que en el mundo existe de ofender a Dios.

A sus compañeros les repetía: "Amigos, en el mundo corremos peligro de condenarnos".

Más tarde escribiría: "Las vanidades del mundo están llenas de amargura y desengaños. Lo sé por propia y amarga experiencia"

Su padre quería casarlo con alguna joven de familia muy distinguida para que formara un hogar de alta clase social. Pero cada vez que le preparaban algún noviazgo, la novia tenía que exclamar: "Muy noble, muy culto, muy atento, pero... ¡Vive más en lo espiritual que en lo material!.

Hubo un pleito famoso entre el Doctor Orsini y el gran duque de Toscana. El Dr. Alfonso defendía al de Orsini. Su exposición fue maravillosa, brillante. Sumamente aplaudida. Creía haber obtenido el triunfo para su defendido. Pero apenas terminada su intervención, se le acerca el jefe de la parte contraria, le alarga un papel y le dice: "Todo lo que nos ha dicho con tanta elocuencia cae de su base ante este documento".

Alfonso lo lee, y exclama: "Señores, me he equivocado", y sale de la sala diciendo en su interior: "Mundo traidor, ya te he conocido. En adelante no te serviré ni un minuto más".

Se encierra en su cuarto y está tres días sin comer. No hace sino rezar y llorar.

Después se dedica a visitar enfermos, y un día en un hospital de incurables le parece que Jesús le dice: "Alfonso, apártate del mundo y dedícate sólo a servirme a mí". Emocionado le responde: "Señor, ¿qué queréis que yo haga?".

Y se dirige luego a la Iglesia de Nuestra Señora de la Merced y ante el sagrario hace voto de dejar el mundo. Y como señal de compromiso deja su espada ante el altar de la Sma. Virgen.

Pero tuvo que sostener una gran lucha espiritual para convencer a su padre, el cual cifraba en este hijo suyo, brillantísimo abogado, toda la esperanza del futuro de su familia. "Fonso mío - le decía llorando - ¿Cómo vas a dejar tu familia? - y él respondía: Padre, el único negocio que ahora me interesa es el de salvar almas".

Al fin, a los 30 años de edad logra ser ordenado sacerdote. Desde entonces se dedica trabajar con las gentes de los barrios más pobres de Nápoles y de otras ciudades. Reúne a los niños y a la gente humilde, al aire libre y les enseña catecismo.

Su padre que gozaba oyendo sus discursos de abogado, ahora no quiere ir a escuchar sus sencillos sermones sacerdotales. Pero un día entra por curiosidad a escucharle una de sus pláticas, y sin poderse contener exclama emocionado: "Este hijo mío me ha hecho conocer a Dios". Y esto lo repetirá después muchas veces.

Se le reunieron otros sacerdotes y con ellos, el 9 de noviembre de 1752, fundó la Congregación del Santísimo Redentor (o Padres Redentoristas). Y a imitación de Jesús se dedicaron a recorrer ciudades, pueblos y campos predicando el evangelio. Su lema era el de Jesús: "Soy enviado para evangelizar a los pobres".

Durante 30 años, con su equipo de misioneros, recorre campos, pueblos, ciudades, provincias, permaneciendo en cada sitio 10 o 15 días predicando, para que no quedara ningún grupo sin ser instruido y atendido espiritualmente.

La gente al ver su gran espíritu de sacrificio, corría a su confesionario a pedirle perdón de sus pecados. Solía decir que el predicador siembra y el confesor recoge la cosecha.

Es admirable como a San Alfonso le alcanzaba el tiempo para hacer tantas cosas. Predicaba, confesaba, preparaba misiones y escribía. Hay una explicación: Había hecho votos de no perder ni un minuto de su tiempo. Y aprovechaba este tesoro hasta lo máximo. Al morir deja 111 libros y opúsculos impresos y 2 mil manuscritos. Durante su vida vio 402 ediciones de sus obras.

Su obra ha sido traducida a 70 lenguas, y ya en vida llegó a ver más de 40 traducciones de sus escritos.

Para su libro más famoso, Las Glorias de María, empezó San Alfonso a recoger materiales cuando tenía 38 años de edad, y terminó de escribirlo a los 54 años, en 1750. Su redacción le gastó 16 años.

Sus obras las escribió en sus últimos 35 años, que fueron años de terribles sufrimientos.

En 1762 el Papa lo nombró obispo de Santa Agueda. Quedó aterrado y dijo que renunciaba a ese honor.Pero el Papa no le aceptó la renuncia. "Cúmplase la Voluntad de Dios. Este sufrimiento por mis pecados" - exclamó - y aceptó. Tenía 66 años.

Estuvo 13 años de obispo. Visitó cada dos años los pueblos. En cada pueblo de su diócesis hizo predicar misiones, y él predicaba el sermón de la Virgen o el de la despedida.

Vino el hambre y vendió todos sus utensilios, hasta su sombrero y anillo y la mula y el carro del obispo para dar de comer a los hambrientos.

Cuando le aceptaron su renuncia de obispo exclamó: Bendito sea Dios que me ha quitado una montaña de mis hombros.

Dios lo probó con enfermedades. Fue perdiendo la vista y el oído. "Soy medio sordo y medio ciego - decía - pero si Dios quiere que lo sea más y más, lo acepto con gusto".

Su delicia era pasar las horas junto al Santísimo Sacramento. A veces se acercaba al sagrario, tocaba a la puertecilla y decía: "¿Jesús, me oyes?"

Le encantaba que le leyeran Vidas de Santos. Un hermano tras otro pasaban a leerle por horas y horas.

Preguntaba: ¿Ya rezamos el rosario? Perdonadme, pero es que del Rosario depende mi salvación . "Traedme, a Jesucristo", decía, pidiendo la comunión.

San Alfonso muere el 1 de agosto de 1787, (Tenía 90 años).

El Papa Gregorio XVI lo declara Santo en 1839. El Papa Pío IX lo declara Doctor de la Iglesia en 1875.

Para un devoto de la Virgen ninguna lectura más provechosa que Las Glorias de María de San Alfonso.

No hay gente débil y gente fuerte en lo espiritual, sino gente que no reza y gente que sí sabe rezar.
(San Alfonso)

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Fuente: ACIprensa.com
Juan Bufalari de Rieti, Beato Eremita Agustino, 1 de agosto  

Juan Bufalari de Rieti, Beato

Eremita Agostino

Martirologio Romano: En Rieti, de la Sabina, beato Juan Bufalari, religioso de la Orden de los Eremitas de San Agustín, joven humilde y amable, y siempre solícito para con su prójimo (c. 1336).

Etimolgía: Juan = Dios es misericordia. Viene de la lengua hebrea.

Nació a principios del siglo XIV, en Castel Porziano de la Umbría. Era hermano de la Beata Lucía Amelia.

El Beato Juan, ingresó a temprana edad en el convento de los ermitaños de San Agustín, en Rieti. Vivía consagrado al servicio de sus prójimos, especialmente de los enfermos y forasteros.

Pasaba largas horas en contemplación. Poseía un don de lágrimas extraordinario y lloraba no sólo por sus pecados, sino también por los de los otros. Decía: "Imposible dejar de llorar! Los árboles y las plantas germinan, crecen, dan fruto y mueren sin apartarse un punto de las leyes que les ha fijado el Creador.

En cambio los hombres, a quienes Dios ha dado inteligencia y prometido un premio eterno, se oponen continuamente a su voluntad". Es ésta una reflexión sencilla pero muy profunda. No se conoce la fecha exacta de la muerte del beato. Su santa vida y los milagros obrados en su tumba, dieron origen al culto popular, que fue confirmado oficialmente en 1832.

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Fuente: EWTN.com
Siete Hermanos Macabeos, Santos Mártires, 1 de agosto  

Siete Hermanos Macabeos, Santos

Martirologio Romano: Conmemoración del triunfo de los siete santos hermanos mártires, que, en Antioquía, de Siria, durante el reinado de Antioco Epifanes, por su invencible fidelidad en el cumplimiento de la Ley del Señor sufrieron un fin cruel, al igual que su madre, que presenció con dolor la muerte de cada uno de sus hijos, coronada de gloria en todos ellos, como se nos refiere en el libro de los Macabeos. Conmemoración, asimismo, de san Eleazar, uno de los primeros escribas, varón de edad avanzada, que, en la misma persecución, por negarse para salvar su vida a comer carne prohibida, aceptó una muerte gloriosísima antes que una vida despreciable y se adelantó al lugar del suplicio, dándonos un gran ejemplo de fortaleza.

 

En la S. Biblia hay dos libros llamados de Los Macabeos (palabra que significa: "fuerte contra el adversario"). Allí se narran las historias heroicas de quienes prefirieron perder todos sus bienes y hasta morir, con tal de defender la santa religión del verdadero Dios.
En el libro 2o de los Macabeos, capítulo 7º, se narra la historia de los siete hermanos mártires, los cuales fueron cruelmente atormentados para hacerles renegar de la fe, pero prefirieron toda clase de tormentos con tal de permanecer fieles a los mandatos de Dios hasta la muerte. La siguiente es su historia, según la cuenta la S. Biblia:

Sucedió que siete hermanos israelitas fueron apresados, junto con su madre, y eran forzados por el rey a que renegaran de la santa religión verdadera. Fueron flagelados con azotes y fuetes de cuero, para que hicieran lo que la santa religión prohibe.

Uno de ellos decía al impío rey Antíoco que pretendía alejarlos de la religión de sus padres: -"¿Qué pretendes de nosotros? Estamos dispuestos a morir, antes que desobedecer las leyes que Dios les dio a nuestros antepasados".

El rey lleno de rabia, mandó prender fuego debajo de sartenes y calderas, e hizo echar allí la lengua del que había hablado en nombre de los demás. Hizo que le arrancaran toda la piel de la cabeza, y que le cortaran las manos y los pies, en presencia de sus hermanos y de su madre. Cuando quedó completamente inutilizado, viendo que todavía respiraba, mandó el rey que lo echaran a un sartén que estaba sobre el fuego y allí lo tostaran. Aparte, mientras el humo de la sartén se difundía lejos, los demás hermanos, junto con su madre, se animaban mutuamente a morir con generosidad y decían:

"El Señor Dios cuida de todos nosotros y está presenciando lo que sucede. Siempre se cumplirá lo que prometió Moisés: Dios se compadece de sus amigos".

Cuando el primero pasó a la eternidad, llamaron al segundo, y después de arrancarle la piel de la cabeza y todos sus cabellos, le preguntaron: "¿Está dispuesto a hacer lo que le prohibe su religión? ¿O quiere ser torturado en su cuerpo, parte por parte?".

Él respondió: "¡De ninguna manera y por ninguna causa haré jamás lo que prohibe mi santa religión!".

Y entonces lo torturaron del mismo modo que habían hecho con el primero. Antes de que le arrancaran la lengua dijo al rey: "Tú, injusto y criminal, nos privas de la vida presente. Pero el Rey de los cielos nos resucitará para la vida eterna a los que morimos por cumplir sus santas leyes".

Luego llamaron al tercero. Este presentó la lengua para que la arrancaran y las manos para que se las cortaran, pero antes dijo: "Por bondad del Dios del cielo poseo esta lengua y estas manos. Pero por cumplir sus santas leyes renuncio a todo esto que es tan precioso y útil. Yo espero que en la eternidad me devolverá el Señor lo que he sacrificado por su amor". El rey y sus acompañantes estaban admirados y sorprendidos del valor de aquel muchacho que no tenía miedo a tan terribles dolores con tal de cumplir lo que le mandaba su santa religión. Lo maltrataron y asesinaron como a los otros dos.

Hicieron pasar en seguida al cuarto hermano y lo maltrataron con feroces suplicios. Cuando ya estaba agonizante y cerca de su fin, exclamó: "Es preferible morir a manos de los hombres con tal de conseguir ser resucitado para la vida eterna. En cambio para los enemigos de Dios y de su religión no hay esperanza para la eternidad".

En seguida llevaron al quinto hermano y se pusieron a atormentarlo. Él, mirando al rey le dijo: "¿Se imagina que porque tiene un alto puesto de gobierno puede hacer todo lo que se le antoja? Pero no crea que Dios ha abandonado a quienes pertenecemos a la verdadera religión. Ya verá que pasado un poco de tiempo, nuestra santa religión triunfará, mientras a ustedes les sucederán cosas muy desagradables".

Después de este, trajeron al sexto hermano el cual, cuando estaba a punto de morir a causa de tan terribles tormentos, exclamó: "No se hagan ilusiones los que combaten contra la religión del verdadero Dios, pensando que nada malo les va a suceder por todo esto. A nosotros nos sirven estos sufrimientos para poder pagar nuestros pecados, pero a los que luchan contra Dios, les esperan males espantosos".

Sigue diciendo la S. Biblia, en el Capítulo 7º del 2º libro de los Macabeos: "Admirable en todo aspecto y digna de todo glorioso recuerdo, fue aquella madre que al ver morir a todos sus hijos en el espacio de un solo día, padecía todo esto con valentía, porque tenía la esperanza puesta en los premios que Nuestro Señor tiene reservados para sus fieles amigos. Animaba a cada uno de ellos hablándoles en su lenguaje patrio, llena de generosos sentimientos y estimulándonos a sufrir con gran valor les decía:

- Yo no sé cómo mi Dios me concedió el honor de ser madre de cada uno de ustedes. Qué honrada me siento al ver que ahora entregan su espíritu al Creador por defender sus santas leyes. Él en cambio les concederá la gloria eterna".

El rey Antíoco se propuso ganarse al más pequeño de los hermanos y le ofreció regalos y hacerlo rico y concederle altos empleos con tal de que abandonara la religión del Dios de Israel. Viendo que el muchacho no le hacía caso, el rey llamó a la mamá y le pidió que tratara de convencer al joven para que salvara su vida renegando de su religión.

Entonces aquella valerosa mujer se acercó a su hijo y le dijo: "Hijo: ten compasión de mí, por amor a tu madre no vayas a renegar jamás de la santa religión de nuestros antepasados. Recuerda que estás obedeciendo al Dios que creó los cielos y la tierra. No le tengas miedo a este verdugo que te quiere quitar la vida del cuerpo, porque si perseveras fiel, nos encontraremos todos juntos con tus hermanos en la vida eterna del cielo".

Tan pronto como la mamá terminó de hablar, el joven gritó: "¿Qué más esperan? Jamás obedeceré al mandato del rey que pretende hacerme renegar de mi religión y que yo desobedezca a las leyes que Dios nos dio por medio de Moisés. Y Usted rey, que es el causante de todos estos males que suceden en nuestro pueblo de Israel, ¡esté seguro de que no se va a librar de los castigos del Dios! Nosotros sufrimos para pagar nuestros pecados y los pecados de nuestro pueblo, pero con esto estamos calmando la ira de Dios. Pero a usted rey criminal y malvado, lo espera el terrible juicio de Dios y de Él no logrará librarse. Y Dios todo lo ve y todo lo sanciona. Mis hermanos después de haber sufrido estos tormentos han ido a la vida eterna. Pero a los enemigos de la religión les espera el castigo merecido por sus pecados. Yo, como hicieron mis hermanos, ofrezco mi vida por mi patria y por mi religión, para que tenga misericordia de nuestro pueblo y retire de nosotros los castigos que merecemos".

Al oír tales declaraciones el rey se llenó de furor y mandó que al séptimo y más joven de los hermanos lo atormentaran con mayor crueldad que a los demás. Y después de matarlo a él, hizo asesinar también a la santa heroica madre.

Feliz familia que en un solo día conquistó el reino de los cielos proclamando con valor que es preferible morir antes que renegar de la verdadera religión, la que nos enseñaron nuestros antepasados.

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Fuente: Franciscanos.org
Bienvenido María de Dos Hermanas (José de Miguel Arahal), Beato Mártir Capuchino, 1 de agosto 1  

Bienvenido María de Dos Hermanas (José de Miguel Arahal), Beato

Mártir Capuchino

Martirologio Romano En Madrid, en España, beato Bienvenido (José) de Miguel Arahal, Presbítero de los Terciarios Capuchinos de la Virgen de los Dolores y mártir, que, en el furor de la persecución contra la fe, derramó su sangre por Cristo (1936).

José de Miguel Arahal nace en Dos Hermanas (Sevilla) el 17 de junio de 1887.

Aprende las primeras letras en las escuelitas del pueblo y, a los doce años, se va con los terciarios capuchinos que tienen la Escuela de Reforma de San Hermenegildo, en su pueblo natal.

Al ser presentado en el convento de Monte Sión de Torrent al Venerable P. Luis Amigó, éste le dice: "Bienvenido seas, hijo mío", y Bienvenido será en lo sucesivo su nombre en religión.

El 15 de abril de 1905 hace su primera profesión religiosa y, seis años más tarde, emite sus votos perpetuos. En la primavera de 1920 es ordenado de presbítero. En la congregación de terciarios capuchinos desempeña los cargos de superior, maestro de novicios, consejero y vicario general y, finalmente, general de la congregación desde 1927 a 1932.

Durante su generalato impulsa la promoción vocacional, apoya la capacitación científica de los religiosos y propicia la apertura de la obra a Hispanoamérica. El P. Bienvenido trata siempre de inculcar las devociones que él mismo practica, especialmente a Jesús Sacramentado, a la Virgen de los Dolores, al Seráfico Padre San Francisco y al Sagrado Corazón de Jesús.

Cuando el 20 de julio de 1936 la Escuela de Reforma de Santa Rita de Madrid es asaltada, el P. Bienvenido sigue con su hábito y es el último en abandonarla. El 31 de julio, y acompañado a la fuerza por dos milicianos, hubo de acudir al Banco de Vizcaya primero, y luego al de España, a sacar los fondos de la Escuela.

Acto seguido le arrebatan el dinero y, conducido violentamente a la Pradera de San Isidro, allí fue asesinado.

Sus biógrafos nos trazan la semblanza del P. Bienvenido como un religioso de espíritu recto y fuerte, exigente consigo mismo y con los demás, adornado de grandes dotes de gobierno, muy tenaz en sus propósitos apostólicos, muy amante de la congregación y de su obra de reeducación de menores, gran promotor de vocaciones religiosas y sacerdotales, y de una profunda espiritualidad.

El 11 de marzo del año 2001, el papa Juan Pablo II lo beatificó junto a otros
232 mártires de la persecución religiosa en España.

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Fuente: mercaba.org
Pedro Fabro (o Favre), Beato Primer Sacerdote Jesuita, 1 de agosto  

Pedro Fabro (o Favre), Beato

Jesuita

Martirologio Romano: En Roma, beato Pedro Favre, presbítero. Fue el primero entre los miembros de la Compañía de Jesús que mantuvo duros trabajos en distintas regiones de Europa. Murió en la ciudad de Roma, mientras se dirigía al Concilio Ecuménico de Trento (1546).

Refiere el padre Diego Laínez que cuando, en 1535, San Ignacio salió de París para atender en España a su salud quebrantada, dejó "al buen maestro Pedro Fabro como hermano mayor de todos" los compañeros de un mismo ideal, consagrado meses antes con voto en la colina de Montmartre. Este era el Beato Fabro: el primer sacerdote de la Compañía, ordenado tres semanas antes de aquel voto, y el primer miembro de aquel grupo estable de hombres excepcionales que, con San Ignacio a la cabeza, habían de fundar una nueva Orden.

Oriundo del pueblecito de Villaret, parroquia de San Juan de Sixt, situado en las faldas del Gran Bornand en el ducado de Saboya, donde había visto la luz primera durante las alegrías pascuales de 1506, aquel sencillo y humilde pastorcito ya a los diez años había sentido una atracción irresistible hacia el estudio. Sus padres, movidos por las lágrimas del niño, se vieron obligados a modificar los planes que sobre él tenían y ponerle a estudiar, primero en el vecino pueblo de Thónes y a los dos años en La Roche, bajo la dirección del piadoso sacerdote Pedro Velliard, que le educó no menos en la doctrina que en el temor de Dios.

Siete años permaneció en aquella escuela, hasta que a los diecinueve de edad, en 1525, se dirigió a París para empezar el curso de artes o filosofía en el colegio de Santa Bárbara. La Providencia guiaba sus pasos para que, sin él preverlo ni pretenderlo, se fuese encontrando con sus futuros compañeros. En aquel colegio tuvo como maestro al español Juan de la Peña, el cual, a su vez, cuando encontraba alguna dificultad en la lectura de Aristóteles, se la consultaba a Pedro Fabro, porque "era buen griego". Maestro y discípulo compartían una misma habitación, en la que también por aquel mismo tiempo encontró alojamiento un condiscípulo de Fabro y de su misma edad, nacido solamente seis días antes que él: el navarro Francisco Javier. Más adelante, en octubre de 1529, se les juntó un tercer compañero, quince años mayor que ellos, destinado por Dios a ejercer un influjo decisivo en su vida: era Ignacio de Loyola. Esta convivencia y comunidad de estudios no podía menos de acercar a estos tres nobles espíritus; pero mientras Javier tardó todavía varios años en dejar sus planes de mundo; el dulce saboyano se rindió más fácilmente al ascendiente que sobre él ejercía Ignacio. Dios se valió de un difícil período de escrúpulos y luchas interiores para que Fabro se pusiese bajo la dirección de Ignacio, ya por entonces hábil maestro de espíritus. Cuatro años duró esta íntima comunicación, pero dos bastaron para que Fabro se decidiese a seguir a su compañero en una vida de pobreza y apostolado. Decisiva influencia ejercieron los ejercicios espirituales, que Fabro hizo con tanto rigor que estuvo seis días sin comer ni beber nada, y sin encender el fuego en el crudo invierno de París. Más adelante, según el testimonio del mismo San Ignacio, había de tener el primer lugar entre los que mejor daban los ejercicios.

Mientras se iba desarrollando esta transformación en el interior de Fabro avanzaban también sus estudios teológicos, hasta que el 22 de julio, fiesta de Santa María Magdalena, celebró su primera misa. El 15 de agosto siguiente, en la fiesta de la Asunción de María al cielo, pudo celebrarla cuando, junto con Ignacio, Francisco Javier, Nicolás de Bobadilla, Diego Laínez, Alonso Salmerón, Simón Rodrigues, hizo el voto de vivir en pobreza y de peregrinar a Jerusalén, y, en caso de resultar esto imposible en el espacio de un año, ponerse en Roma a la disposición del Papa; voto renovado en los dos años sucesivos, cuando, si bien estuvo ausente San Ignacio, se asociaron a los anteriores en 1535 el compatriota de Fabro Claudio Jayo y en 1536 los franceses Juan Coduri y Pascasio Broet.

Desde el voto de Montmartre las vidas de Ignacio y de sus compañeros se funden en una sola, aun cuando el curso de los acontecimientos iba a conducir a unos y a otros por caminos del todo distintos. En noviembre de 1536 Fabro y los demás se encaminaban a Venecia con intención de poner en práctica su voto jerosolimitano. Allí se reúnen con Ignacio, que les espera, según lo convenido. Mientras aguardan el tiempo en que debía hacerse a la vela la nave peregrina, se reparten por los hospitales de la ciudad y se ejercitan en las obras de caridad y de celo. Obtenido el necesario permiso de Roma, asisten con los demás peregrinos a la procesión del Corpus el 31 de mayo. En el mes de junio de aquel año 1537 reciben todos los que no eran sacerdotes las sagradas órdenes. Todo estaba preparado para la partida cuando un hecho inesperado se la impidió. Ante el peligro inminente de una guerra entre Venecia y el Turco no salió ninguna nave para Tierra Santa, hecho éste que no había ocurrido desde hacía años y tardó mucho tiempo en volver a repetirse. Los primitivos historiadores hacen constar esta circunstancia, haciendo ver en ella la mano de la Providencia, que tenía otros designios sobre aquel puñado de hombres dispuestos a las más grandes empresas.

Mientras los demás se repartieron por diversas ciudades en espera de nuevos acontecimientos, Ignacio, Fabro y Laínez en el otoño se encaminan a Roma. En el camino, poco antes de entrar en la Ciudad Eterna, Ignacio recibió la célebre visión, que, por el lugar donde ocurrió, suele ser llamada de La Storta. En ella Dios le prometió para él y los suyos una especial protección en Roma. Bien pronto el papa Paulo III se sirvió de aquellos hombres que se habían puesto a su servicio directo. A Fabro le confió la enseñanza de la Sagrada Escritura en la universidad de La Sapienza (noviembre de 1537 a mayo de 1539). A partir de esta fecha comienza para Fabro la serie ininterrumpida de sus misiones apostólicas, que le obligaron a recorrer en un sentido u otro casi toda Europa, de Roma a Colonia, de Ratisbona a Lisboa.

En la trama complicada de sus viajes continuos hay dos hilos orientadores que señalan una doble dirección. Ignacio quería que Fabro diese impulso a la Compañía, sobre todo en Portugal y España. El Papa y el mismo San Ignacio querían valerse de su poder de atracción para salvar a las ovejas perdidas en las regiones protestantes. Un breve recorrido sobre los hechos externos de su vida nos presenta el siguiente cuadro de actividades: En octubre de 1540 parte hacia Alemania como teólogo del doctor Ortiz, consejero del emperador, acompañándole en los coloquios de Worms y de Espira y en la Dieta de Ratisbona. Allí le llega la orden de San Ignacio de encaminarse a España. Parte el 21 de julio de 1541, y, atravesando Baviera, el Tirol, su tierra saboyana, en la que se detiene diez días de intenso trabajo apostólico, por Francia entra en España. Cuatro meses han sido necesarios para este viaje de Ratisbona a Madrid. Apenas han pasado cinco meses, y le llega la orden de regresar nuevamente en compañía del cardenal Morone a Alemania. Seis meses se detiene en Espira. El cardenal Alberto de Brandeburgo le invita a Maguncia y allí conquista para la Compañía a Pedro Canisio, joven entonces de veintidós años y futuro apóstol de Alemania. En agosto y septiembre de 1543 le encontramos en Colonia. Pero no podía permanecer mucho tiempo en un mismo sitio. Esta vez le llega la orden de partir para Portugal; pero, cuando se dispone a emprender el viaje, pierde la ocasión de embarcarse en Amberes. En Lovaina cae enfermo. El nuncio en Renania, Juan Poggi, recibe la autorización para retenerle en Colonia, y en esta ciudad permanece seis meses, parte trabajando para desarraigar la herejía, parte dedicando su apostolado a los católicos y en íntimo trato con los cartujos colonienses. Por todo ello se aficiona a la ciudad del Rhin más que a ninguna otra. Pero Portugal sigue reclamándole, y en agosto de 1544 llega por mar a Lisboa, de donde pasa a Evora y a Coimbra. En mayo de 1545 se traslada por segunda vez a España, visitando Salamanca, Valladolid, Madrid, Toledo y otras ciudades de Castilla. Por entonces su salud empieza a debilitarse y se ve forzado a guardar cama en Madrid. Una nueva llamada parte desde Roma el 17 de febrero de 1546, la última de todas. Es menester que se ponga en camino para ir a Trento y juntarse con los padres Laínez y Salmerón, que trabajan en el concilio. Esta vez hace el viaje pasando por el reino de Valencia, llegando hasta Gandía, donde puso la primera piedra del colegio de la Compañía fundado por el duque Francisco de Borja. En Barcelona vuelve a sentirse enfermo y se ve forzado a detenerse tres semanas. Pero era necesario obedecer a la orden del Papa. Se embarca y llega a Roma cuando los calores son más intensos. A los pocos días sus fuerzas sucumben, y el 1º de agosto de 1546, fiesta de las cadenas de San Pedro, ve romperse las que a él le tenían atado a la tierra. Contaba entonces cuarenta años y cuatro meses de edad, y expiraba exactamente diez años antes que San Ignacio.

Pero en el Beato Fabro, más que la sucesión de los hechos externos, cautiva el encanto que emana de toda su persona. Los testigos del proceso de 1596 nos lo presentan como de mediana estatura, rubio de cabello, de aspecto franco y devoto, dulce y maravillosamente gracioso. Ejercía sobre todos los que le trataban un extraordinario poder de captación. A esto se añadía un talento, que era una especie de carisma, en el arte de conversar. Más que en los púlpitos le vemos actuar en el trato penetrante y espiritual con las más variadas personas, desde los grandes de la tierra y los dignatarios eclesiásticos hasta la gente sencilla, que le recordaba su origen montañés. Por su hablar y su obrar parece un precursor de su compatriota San Francisco de Sales, que tanto le estimó, y que dejó de él un hermoso elogio en su Introducción a la vida devota. Por su mansedumbre y caridad ha sido también comparado con San Bernardo. "¿Es un hombre, o no es más bien un ángel del cielo?", dirá de él San Pedro Canisio.

No todo en él era efecto de un natural excepcionalmente dotado. Por encima de sus cualidades descuella una virtud aparentemente sencilla, pero en la que es fácil encontrar rasgos de verdadero heroísmo. Su alma de niño no excluyó durante la infancia y juventud las luchas de la pasión. De ahí más adelante la angustia en que le sumergieron los escrúpulos. Su misma atracción hacia los ideales más elevados no excluye que sintiese la inclinación hacia una carrera seglar en el mundo. Pero él resistió a todo. Ya a los doce años consagró a Dios, con voto, su castidad. Más adelante hizo aquel otro tan revelador de su fina sensibilidad: el de no acercar jamás su rostro al de ningún niño; que eso pudiese ocurrirle con personas mayores, ni pensarlo siquiera. No es de maravillar que un alma tan pura sintiese como nadie el atractivo de la oración.

Su Memorial, o diario espiritual, en el que durante los últimos cuatro años de su vida dejó un reflejo de su alma, nos descubre con una ingenuidad espontánea su intensa vida de oración. Todo le sirve para elevarse a Dios, En todas las partes por donde pasa encuentra objetos de culto. Venera con singular devoción las reliquias de los santos —y esto es en él característico— venera con singular devoción a los ángeles de los poblados por donde pasa y de las personas con quien trata. A todos encomienda a Dios en sus oraciones, y la oración, junto con su trato exquisito, se convierte en su principal arma de apostolado. Oraba especialmente por ocho personas, y esta oración es significativa porque nos revela hacia dónde convergían los anhelos de su alma apostólica: el Sumo Pontífice, el emperador, el rey de Francia, el rey de Inglaterra, Lutero, el sultán de Turquía, Bucero y Melanchton. A estos dos últimos herejes había tenido ocasión de combatirlos en Colonia. Como, entre todas, le atraían especialmente las almas más necesitadas, de ahí sus ansias por la salvación de Alemania, su voto de ofrecer todas sus energías por aquel país: punto éste que le acerca a su hijo espiritual San Pedro Canisio.

En un alma tan privilegiada no podía faltar la característica del sufrimiento. En el Beato Fabro la ocasión de su dolor radicaba en su temperamento, extremadamente sensible. Era una lira que vibraba al menor roce, y las impresiones le llegaban hasta lo más hondo del alma. En un sujeto así pueden imaginarse las luchas interiores que tuvo que sostener. En su juventud fueron las intranquilidades de conciencia y los estímulos de la pasión. Más adelante fue la oscilación constante entre los planes que soñaba y el abatimiento al ver que no podía realizarlos. Versátil, de humor desigual, creyendo a veces haberlo conseguido todo, otras teniéndolo todo por irremisiblemente perdido. Tremendamente irresoluto, sufrió el tormento de la indecisión. Reconocía en sí mismo el defecto de querer abrazar demasiado, no sabiendo aferrar las cosas y las situaciones conforme aconsejaba la razón. De ahí un complejo de pusilanimidad, matizado de melancolía. Pero el Beato no se dejó arrastrar por sus tendencias temperamentales. Procuró combatir la desconfianza con el recurso constante a Dios. San Pedro Canisio nos dirá que luchó contra el espíritu de temor y desconfianza que le atormentaba. Meta suprema para él, la estabilidad del corazón, estorbada tanto por la tristeza infundada como por la vana alegría. La sensación de insuficiencia quedó en él transformada por la gracia en una maravillosa humildad, y esta virtud, a su vez, animó los demás aspectos de su espiritualidad: su caridad, su celo de las almas, pero, sobre todo, su oración. Además del recurso a Dios, su salvación fue la obediencia a sus superiores. La carta ignaciana de la obediencia se hizo letra viva en el Beato Fabro.

Obediencia la suya que llegó al heroísmo. Cuentan que, al salir de Barcelona con el cuerpo enfermo, a quien le disuadía de emprender semejante viaje le respondió: "No es necesario que yo viva, pero es necesario que obedezca". Y por obediencia murió, a semejanza de Jesucristo.

Años después San Francisco de Sales se mostró maravillado de que su compatriota no hubiese sido honrado como otros. Pero tampoco al Beato Fabro le faltó este tributo de la veneración y aun del culto; culto que, aunque muy tarde, reconoció finalmente la suprema autoridad del papa Pío IX el 5 de septiembre de 1872.

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Fuente: www.archimadrid.es
María Estrella del Santísimo Sacramento (Adela) Mardosewicz y sus diez compañeras, Beatas Mártires de Bielorusia, 1 de agosto  

María Estrella del Santísimo Sacramento (Adela) Mardosewicz y sus diez compañeras, Beatas

Martirologio Romano: En el bosque cercano a la ciudad de Nowogródek, en Polonia, beatas María Estrella del Santísimo Sacramento (Adelhéidis, Adela en castellano) Mardosewicz y sus diez compañeras, de la Congregación de las Hermanas de la Sagrada Familia de Nazaret, vírgenes y mártires. En los funestos tiempos de guerra, fusiladas por los enemigos de la fe, entraron en la gloria de los cielos (1943).

Juan Pablo II beatificó el domingo 5 de marzo de 2000 a la hermana María Estrella Mardosewicz y sus diez compañeras polacas mártires, que murieron en 1940 en Nowogrodek, Bielorrusia, tras pedir a la Gestapo tomar el lugar de 120 civiles arrestados.

Las religiosas, de entre 27 y 54 años, pertenecían a la Congregación de la Sagrada Familia de Nazaret -comúnmente llamadas nazarenas- y habitaban un convento fundado en la zona en 1929, cuando ésta pertenecía a Polonia. Allí dirigían una escuela primaria en la que educaban a niños polacos, tártaros y judíos y se encargaban de atender la iglesia local.

Al momento de la ocupación nazi las religiosas aguardaban su deportación a campos de concentración en Alemania, pero inesperadamente fueron llevadas a un bosque cercano a Nowogrodek y allí asesinadas al borde de una fosa común abierta para ellas.

Pasada la guerra pudo comprobarse que murieron de rodillas, con los hábitos puestos y rosarios o cruces en sus manos. Sólo se les había hecho quitar las tocas para recibir el tiro de remate en la cabeza.

La hermana Malgorzata Banas, que no fue conducida con las demás a la muerte, siguió viviendo en la sacristía de la iglesia y preservó secretamente el Santísimo Sacramento, incluso durante la ocupación soviética, hasta su fallecimiento en 1966.

Las once religiosas asesinadas fueron reconocidas como mártires tanto polacas como bielorrusas porque "las nazarenas siempre estuvieron abiertas a distintos grupos étnicos y religiosos, y su ejemplo puede servir para entablar puentes" en la región, donde no hay buenas relaciones entre la mayoría ortodoxa y los católicos.

Sus nombres:
Beata María Imelda de Jesús Hostia (Hedwigis Carolina) Zak,
María Raimunda de Jesús y María (Ana) Kukolowicz,
María Daniela de Jesús y María Inmaculada (Eleonora Aniela) Jozwik,
María Canuta de Jesús en el Huerto de Getsemaní (Josefa) Chrobot,
María Sergia de la Virgen Dolorosa (Julia) Rapiej,
María Guidona de la Divina Providencia (Helena) Cierpka,
María Felicidad (Paulina) Borowik,
María Heliodora (Leocadia) Matuszewska,
María Canisia (Eugenia) Mackiewicz y
María Boromea (Verónica) Tarmontowicz.

El proceso de beatificación se había iniciado en Varsovia en 1991, año en el que los restos de las religiosas fueron trasladados a la parroquia de Nowogrodek.

La congregación de la Sagrada Familia de Nazaret fue fundada en 1875 por Sor Franciszka Siedliska, beatificada en 1989, y tiene más de 1.750 miembros alrededor del mundo.

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Fuente: santiebeati.it
Emerico de Quart, Beato Obispo, 1 de agosto  

Emerico de Quart, Beato

Obispo

Martirologio Romano: En Aosta, en los Alpes Graios, beato Emerico de Quart, obispo, admirable por su austeridad de vida y por su celo en la salvación de las almas (1313).

 

Otro fulgurante figura de santidad de la antigua diócesis de Aosta, que cuenta entre sus hijos a San Anselmo, San Urso, San Giocondo y San Grato.

El beato Emerico nació en el castillo de Quart hacia la mitad del siglo XIII, hijo del aristócrata Giacomo II; de joven, deseoso de estudiar teología, fue enviado a la universidad, quizás a la de Turín, dónde consiguió el doctorado.

Al término de los estudios, volvió al castillo de Quart; no sintiéndose a gusto con las vanidades de este mundo, se apartó a un lugar, hoy llamado Valsainte, a una hora del castillo, para llevar una vida solitaria, entregado a la contemplación y a la oración; en este lugar luego surgió un oratorio que recuerda las penitencias de Emerico y es destino de peregrinaciones.

No está claro si luego del período eremítico, ingresó a los Canónigos de San Orso, o bien como subdiácono en el Capítulo de la Catedral, de todo modo él se dedicó totalmente a la salvación de las almas, suscitando una admiración general, al punto que a la muerte del obispo Nicolás I Bersatori (1301) fue elegido como el sucesor.

Fue consagrado Obispo hacia finales de 1301, en Biela, por el obispo de Vercelli Aimone de Challant; su obra fue muy vasta, nombró a buenos maestros de escuela, admitió al sacerdocio solo a clérigos dignos y probos, aplicó la ley de la residencia, donó sus ingresos a las limosnas, reteniendo para si tan sólo lo estrictamente necesario para vivir, ayudando en todo momento a las iglesias de la diócesis.

Emerico demostró una sabia firmeza para la defensa de los derechos y deberes temporales, que su cargo imponía; tuvo un espíritu fuerte y brillante, de carácter dócil, tratable pero inflexible ante el error, manejaba maneras tan cariñosas y amables que "hechizaban" a todos.

En el campo espiritual, visitó la diócesis, convocó el Sínodo diocesano del 1307, hizo revitalizar la religión, construyó numerosas iglesias, instituyó en el 1311 el "festum conceptionis Virginis Mariæ"; en 1305 escribió el precioso ´Liber censuum´, una descripción fiel y sorprendente de las costumbres feudales en Valle de Aosta, útil para los historiadores del Edad Media.

Su episcopado duró del 1302 al 1313; Emerico murió el 1 de septiembre del 1313 y fue enterrado en la catedral. Varios milagros ocurridos por su intercesión a lo largo de los siglos, hicieron que fuera considerado beato por los fieles y el clero.

En 1551 las reliquias fueron exhumadas y puestas en un relicario; los obispos de Aosta siempre aprobaron el culto del beato Emerico, pero tan sólo el 14 de julio de 1881 con decreto de papa León XIII, después de un proceso canónico regular, el culto y el título de beato fueron confirmados oficialmente.

Desde hace tiempo inmemorial los enfermos, especialmente los niños, fueron llevados ante su tumba para recibir la bendición; fue particularmente invocado en los partos difíciles; es venerado sobre todo en su parroquia de origen: Quart.

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Ethelwold, Santo Obispo, 1 de agosto  

Ethelwold, Santo

Obispo

Martirologio Romano: En Winchester, en Inglaterra, sepultura de san Ethelwold, obispo. Compuso la famosa Concordia Regular, para restablecer la disciplina monástica que había aprendido de san Dunstán (984).

 

Nació alrededor del año 912 en Winchester, Inglaterra.

Creció en la corte del Rey Athelstan (rey de Inglaterra de 924 a 939). Realizó sus estudios bajo la supervisión de San Alphege de Winchester, que era pariente suyo, y quien fue también quien lo ordeno. Junta a él fue ordenado San Dunstan de Canterbury. Canónigo benedictino de la Abadía Glastonbury y quien sería el reformador de la Regla.

Ethelwold fue Abad de Abingdon, Inglaterra, en el año 954. El 29 de noviembre de 963 fue nombrado Obispo de Winchester, Inglaterra. Construye algunas abadías en su diócesis, restaura los monasterios de Newminster, Milton Abbas, Chertsey, Peterborough, Thorney y Ely, reforzó la disciplina, siendo uno de los líderes del renacimiento monástico del siglo X. Erudito, profesor, prelado, y consejero real. Apoyó las artes litúrgicas incluyendo la música y la iluminación de manuscritos. Escribió la "Regularis Concordia", un decreto monástico basado en la Regla benedictina.

Falleció el 1 de agosto 984, y está sepultado en la catedral Winchester

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Gerhard (Gerardo) Hirschfelder, Venerable Sacerdote y Mártir, 1 de agosto  

Gerhard (Gerardo) Hirschfelder, Venerable

Sacerdote y Mártir

En el campo de concentración de Dachau, Alemania, Venerable Gerardo Hirschfelder, sacerdote diocesano y mártir por odio a la fe ( 1942)

 

Gerhard (Gerardo) Hirschfelder nace el 17 de febrero de 1907 en Glatz, localidad alemana, hoy perteneciente a Polonia.

Después de graduarse de escuela secundaria católica en Glatz ingresó, como candidato al sacerdocio de la Arquidiócesis de Praga a la que en ese entonces pertenece Glatz, a estudiar filosofía y teología en la Universidad de Breslau. Después de su ordenación, del 31 de enero de 1932 a febrero de 1939 fue capellán en Tscherbeney y luego en Habelschwerdt. Además, fue nombrado pastor para la juventud del condado de Glatz en julio 1939.

Hirschfelder tenía una reputación como un excelente y popular pastor. Una preocupación particular para él era el denominado trabajo con los jóvenes. Este era uno de los objetivos que caracterizó a la Asociación Católica de Quickborn, de la que él formaba parte. En sus meditaciones y orientaciones expresaba lo que él esperaba de la juventud ante la ideología nazi. Por esto, y también por sus sermones contra el nazismo, fue denunciado cuando era capellán en Tscherbeney. Luego en Habelschwerdt la Gestapo lo espió e interrogó reiteradamente. En un sermón de julio de 1941 denunció la destrucción sin sentido de los símbolos cristianos, por lo que, el 1 de agosto fue detenido y llevado a prisión. Estando allí escribió sus dos obras: Oraciones en las Estaciones de la Cruz y Comentarios a las Epístolas de San Pablo.

Cuatro meses más tarde fue trasladado al campo de concentración de Dachau, donde su número como prisionero fue el 28972. Murió el 1 de agosto de 1942 de agotamiento. Sus cenizas fueron enterradas una semana más tarde en el cementerio de Tscherbeney. Aunque la causa de su muerte no podía ser confirmada, en los lugares en que ejerció su ministerio creció su fama de santidad.

El sábado 27 de marzo de 2010, S.S. Benedicto XVI firmó el decreto referente al martirio del Venerable Gerardo Hirschfelder, ahora sólo faltaría se señale la fecha para su beatificación.

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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; hablarcondios.org, Catholic.net, misalpalm.com

 

Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/

 

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