JMJ
Pax
Todo el que se enoje contra su hermano, será llevado ante el tribunal
† Lectura del santo Evangelio según san Mateo 5, 20-26
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:
"Les aseguro que si su justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, ciertamente no entrarán ustedes en el Reino de los Cielos. Han oído ustedes que se dijo a los antiguos: No matarás y el que mate será llevado ante el tribunal. Pero yo les digo: todo el que se enoje con su hermano, será llevado también ante el tribunal; el que insulte a su hermano, será llevado ante el tribunal supremo, y el que lo desprecie, será llevado al fuego del lugar de castigo.
Por lo tanto, si cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene alguna queja contra ti, deja tu ofrenda junto al altar y ve primero a reconciliarte con tu hermano, y vuelve luego a presentar tu ofrenda.
Arréglate pronto con tu adversario, mientras vas con él por el camino; no sea que te entregue al juez, el juez al policía y te metan a la cárcel. Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último centavo".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Suplicamos tu oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin tus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que leas. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdanos en tus intenciones de Misa!
Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Nota: es una película protestante, por eso falta LA MADRE.
El Misterio de la Misa en 2 minutos: https://www.youtube.com/watch?v=0QCx-5Aqyrk
El que no valora una obra de arte es porque necesita cultura: https://www.youtube.com/watch?v=mTKKaT-KaKw
Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/media/y3hgYNp23xu
El Gran Milagro (película completa): http://www.gloria.tv/media/hYyhhps7cqX
Explicación: http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!
San Leonardo, "El GRAN tesoro oculto de la Santa Misa": http://iteadjmj.com/LIBROSW/lpm1.doc
Audio (1/5): https://www.youtube.com/watch?v=2NjKuVnxH58
Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). La Misa es lo mínimo para salvarnos. Es como si un padre dijera "si no comes, te mueres, así que come al menos una vez por semana". Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice al otro: "Te amo, pero no quiero verte todos los días, y menos los de descanso"? ¿Le ama realmente?
Faltar a Misa viola los principales mandamientos: el primero ("Amar a Dios sobre todas las cosas") y tercero ("Santificar las fiestas"). Por nuestro propio bien y evitar el infierno eterno, Dios sólo nos pide que nos regalemos 1 de las 168 horas de vida que Él nos regala cada semana: 0,6% ¡No seamos ingratos! Idolatramos aquello que preferimos a Él: los "dioses" son el descanso, entretenimiento, comida, trabajo, compañía, flojera. Prefieren baratijas al oro. Si en la Misa repartieran 1 millón de dólares a cada uno, ¿qué no harías para asistir? ¡Pues recibes infinitamente más! "Una misa vale más que todos los tesoros del mundo"… Por todo esto, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15).
Si rechazamos la Misa, ¿cómo vamos a decir "Padre Nuestro" si rechazamos volver a la Casa del Padre? ¿cómo decir "Santificado sea Tu Nombre", "Venga a nosotros Tu Reino", "Hágase Tu Voluntad", "Danos hoy nuestro pan supersubstancial de cada día" y "no nos dejes caer en la tentación más líbranos del malo", si todo eso lo obtenemos de la Misa?
Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es imprescindible la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado… ver más en http://www.iesvs.org/p/blog-page.html
Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa (Jn 15,22).
† Misal
jue 10a. Ordinario año Par
Antífona de Entrada
Señor, no me abandones, no te me alejes, Dios mío. Ven de prisa a socorrerme, Señor, mi salvador.
Oración Colecta
Oremos:
Dios omnipotente y misericordioso, de cuya mano proviene el don de servirte y de alabarte, ayúdanos a vencer en esta vida cuanto pueda separarnos de ti.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.
Primera Lectura
Elías hizo oración y cayó un fuerte aguacero
Lectura del primer libro de los Reyes 18, 41-46
En aquellos días, dijo Elías a Ajab:
"Vete a comer y a beber, pues ya se oye el ruido de la lluvia".
Ajab se fue a comer y a beber. Elías, mientras tanto, subió a la cumbre del monte Carmelo, se arrodilló y con su cabeza tocó la tierra. Entonces le dijo a su criado:
"Ve a divisar el mar".
El criado fue a ver y le dijo:
"No se ve nada".
Elías insistió:
"Ve otra vez".
El criado volvió siete veces, y a la séptima le dijo:
"Una nubecilla, como la palma de la mano, sube del mar".
Entonces Elías le dijo:
"Ve a decirle a Ajab que enganche su carro y se vaya, para que no lo detenga la lluvia".
Y en un instante el cielo se oscureció de nubes, empezó a soplar el viento y cayó un fuerte aguacero.
Ajab montó en su carro y se fue a Yezrael, y Elías, por inspiración y con la fuerza del Señor, se ciñó la túnica y fue corriendo delante del carro de Ajab hasta la entrada de Yezrael.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
Del salmo 64
Señor, danos siempre de tu agua.
Señor, Tú cuidas de la tierra; la riegas y la colmas de riquezas. Las nubes del Señor van por los campos, rebosantes de agua, como acequias.
Señor, danos siempre de tu agua.
Tú preparas las tierras para el trigo: riegas los surcos, aplanas los terrenos, reblandeces el suelo con la lluvia, bendices los renuevos.
Señor, danos siempre de tu agua.
Tú coronas el año con tus bienes, tus senderos derraman abundancia, están verdes los pastos del desierto, las colinas con flores adornadas.
Señor, danos siempre de tu agua.
Los prados se visten de rebaños, de trigales los valles se engalanan. Todo aclama al Señor. Todo le canta.
Señor, danos siempre de tu agua.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Les doy un mandamiento nuevo, dice el Señor: Que se amen los unos a los otros, como yo los he amado.
Aleluya.
Evangelio
Todo el que se enoje contra su hermano, será llevado ante el tribunal
† Lectura del santo Evangelio según san Mateo 5, 20-26
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:
"Les aseguro que si su justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, ciertamente no entrarán ustedes en el Reino de los Cielos. Han oído ustedes que se dijo a los antiguos: No matarás y el que mate será llevado ante el tribunal. Pero yo les digo: todo el que se enoje con su hermano, será llevado también ante el tribunal; el que insulte a su hermano, será llevado ante el tribunal supremo, y el que lo desprecie, será llevado al fuego del lugar de castigo.
Por lo tanto, si cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene alguna queja contra ti, deja tu ofrenda junto al altar y ve primero a reconciliarte con tu hermano, y vuelve luego a presentar tu ofrenda.
Arréglate pronto con tu adversario, mientras vas con él por el camino; no sea que te entregue al juez, el juez al policía y te metan a la cárcel. Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último centavo".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración sobre las Ofrendas
Que este sacrificio que vamos a ofrecerte en comunión con toda tu Iglesia, te sea agradable, Señor, y nos obtenga la plenitud de tu misericordia.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio
Jesús, buen samaritano.
En verdad es justo darte gracias, y deber nuestro alabarte, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, en todos los momentos y circunstancias de la vida, en la salud y en la enfermedad, en el sufrimiento y en el gozo, por tu siervo, Jesús, nuestro Redentor.
Porque él, en su vida terrena, pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el mal. También hoy, como buen samaritano, se acerca a todo hombre que sufre en su cuerpo o en su espíritu, y cura sus heridas con el aceite del consuelo y el vino de la esperanza.
Por este don de tu gracia, incluso cuando nos vemos sumergidos en la noche del dolor, vislumbramos la luz pascual en tu Hijo, muerto y resucitado.
Por eso,
unidos a los ángeles y a los santos, cantamos a una voz el himno de tu gloria:
Antífona de la Comunión
Me has enseñado el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu presencia.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Continúa, Señor, en nosotros tu obra de salvación por medio de esta Eucaristía
para que, cada vez más unidos a Cristo en esta vida, merezcamos vivir con él eternamente.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Amén
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Dia 9/06 San Efrén (diácono y doctor de la Iglesia, blanco)
Antífona de Entrada
Los sabios brillarán como el fulgor del firmamento; y los que enseñaron a muchos la justicia, serán como estrellas eternas.
Oración Colecta
Oremos:
Señor y Dios nuestro, que infundiste en san Efrén tu admirable doctrina, concédenos, por su intercesión, ser fieles a sus enseñanzas y dar testimonio de ellas con nuestra conducta.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.
Primera Lectura
Sobre todo, tengan amor, que es el vínculo de la perfecta unión
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses 3, 12-17
Hermanos: Puesto que Dios los ha elegido a ustedes, los ha consagrado a él y les ha dado su amor, sean compasivos, magnánimos, humildes, afables y pacientes. Sopórtense mutuamente y perdónense cuando tengan quejas contra otro, como el Señor los ha perdonado a ustedes. Y sobre todas estas virtudes, tengan amor, que es el vínculo de la perfecta unión.
Que en sus corazones reine la paz de Cristo, esa paz a la que han sido llamados como miembros de un solo cuerpo. Finalmente, sean agradecidos.
Que la palabra de Cristo habite en ustedes con toda su riqueza. Enséñense y aconséjense unos a otros lo mejor que sepan. Con el corazón lleno de gratitud, alaben a Dios con salmos, himnos y cánticos espirituales, y todo lo que digan y todo lo que hagan, háganlo en el nombre del Señor Jesús, dándole gracias a Dios Padre, por medio de Cristo.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
Del salmo 36
Rectas y sabias son las palabras del justo.
Confía en el Señor, practica el bien y vivirás tranquilo en esta tierra; que agradar al Señor sea tu deleite, y él te dará cuanto deseas.
Rectas y sabias son las palabras del justo.
Pon tu vida en las manos del Señor, en él confía, y él hará que tu justicia y tu derecho brillen igual que el sol de mediodía.
Rectas y sabias son las palabras del justo.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Yo soy la vid y ustedes los sarmientos; él que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante.
Aleluya.
Evangelio
La boca habla de lo que está lleno el corazón
† Lectura del santo Evangelio según san Lucas 61 43-45
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:
"No hay árbol bueno que produzca frutos malos, ni árbol malo que produzca frutos buenos. Cada árbol se conoce por sus frutos. No se recogen higos de las zarzas, ni se cortan uvas de los espinos.
El hombre bueno dice cosas buenas, porque el bien está en su corazón, y el hombre malo dice cosas malas, porque el mal está en su corazón, pues la boca habla de lo que está lleno el corazón".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración sobre las Ofrendas
Que la participación en esta Eucaristía nos llene, Señor, de la luz de tu espíritu que iluminó a san Efrén, y lo hizo instrumento de tu gloria.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio
Los santos pastores siguen presentes en la Iglesia
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre Santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro.
Porque permites que tu Iglesia se alegre hoy con la festividad de san Efrén, para animarnos con el ejemplo de su vida, instruirnos con su palabra y protegernos con su intercesión.
Por eso,
con los ángeles y los santos, te cantamos el himno de alabanza diciendo sin cesar:
Antífona de la Comunión
Nosotros proclamamos a Cristo crucificado: fuerza de Dios y sabiduría de Dios.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Alimentados con este sacramento, te pedimos, Señor, que fieles a las enseñanzas de san Efrén, te demos gracias sin cesar por los dones recibidos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
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† Meditación diaria
10ª semana. Jueves
MOTIVOS PARA LA PENITENCIA
— Quitar lo que estorba. Renuncia al propio yo. Corredención.
— Invitación de la Iglesia a la penitencia. Su influencia en la oración. Sentido penitencial de los viernes.
— Algunos campos de la mortificación. Condiciones.
I. Convocó Jesús a la muchedumbre y a sus discípulos, y les dijo: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame. Pues el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará1.
El Señor ya había enseñado que para ser su discípulo era necesario desasirse de los bienes materiales2; aquí pide un desprendimiento más profundo: la renuncia a lo que se es, al propio yo, a lo más íntimo de la persona. Pero en el discípulo de Cristo cada entrega lleva consigo una afirmación: dejar de vivir para mí mismo, a fin de que Cristo viva en mí3. La "vida en Cristo", por cuyo amor todo lo sacrifiqué...4, escribe San Pablo a los cristianos de Filipo, es una verdadera realidad de la gracia. La existencia cristiana es toda ella una afirmación: de vida, de amor, de amistad. Yo he venido -nos dice Jesús- para que tengan vida y la tengan en abundancia5. Nos ofrece la filiación divina, la participación en la vida íntima de la Trinidad Beatísima. Y lo que estorba a esta admirable promesa es el apegamiento a nuestro yo, a la comodidad, al bienestar, al propio éxito... Por eso es necesaria la mortificación, que no es algo negativo, sino desprendimiento de sí para permitir que Jesús esté en nosotros. De ahí la paradoja: "para Vivir hay que morir"6: morir a sí mismo para tener vida sobrenatural. Si vivís según la carne, moriréis; si con el espíritu mortificáis las obras de la carne, viviréis7.
Si alguno quiere venir en pos de mí... Para responder a la invitación de Jesús, que pasa a nuestro lado, necesitamos caminar paso a paso, progresar de continuo. Es preciso "morir cada día un poco", negarse: negar al hombre viejo8, que llevamos dentro de nosotros, aquellas obras que nos separan de Dios o dificultan crecer en su amistad. Para caminar hacia la santidad a la que el Señor nos ha llamado es necesario someter las inclinaciones desordenadas, las pasiones, pues después del pecado original y de los pecados personales ya no están debidamente sujetas a la voluntad. Para progresar en pos de Cristo debemos ser dueños de nosotros mismos y orientar nuestros pasos en una determinada dirección: "somos como un hombre que lleva un asno; o conduce al asno o el asno le conduce a él. O gobernamos las pasiones o ellas nos gobernarán"9. Cuando no hay mortificación, "parece como si el "espíritu" se fuera reduciendo, empequeñeciendo, hasta quedar en un puntito... Y el cuerpo se agranda, se agiganta, hasta dominar. —Para ti escribió San Pablo: "castigo mi cuerpo y lo esclavizo, no sea que, habiendo predicado a otros, venga yo a ser reprobado""10.
El mismo San Pablo nos señala otro motivo de penitencia: Ahora me gozo en mis padecimientos por vosotros, y completo en mi carne lo que falta a la Pasión de Cristo en beneficio de su cuerpo que es la Iglesia11. ¿Es que la Pasión de Cristo no fue suficiente por sí sola para salvarnos? –se pregunta San Alfonso Mª de Ligorio–. Nada faltó, sin duda, de su valor y fue plenamente suficiente para salvar a todos los hombres. Con todo, para que los méritos de la Pasión se nos apliquen, debemos cooperar por nuestra parte, llevando con paciencia los trabajos y tribulaciones que Dios nos mande, para asemejarnos a Jesús12.
Nosotros somos los primeros que nos beneficiamos de esta participación en los sufrimientos de Cristo13 cuando le seguimos con una mortificación generosa; además, la eficacia sobrenatural de la penitencia alcanza a la propia familia, de modo particular a los más necesitados, a los amigos, a los colegas, a esas personas que queremos acercar al Señor, a toda la Iglesia y al mundo entero.
II. "La Iglesia –al paso que reafirma la primacía de los valores religiosos y sobrenaturales de la penitencia (valores capaces como ninguno para devolver hoy al mundo el sentido de Dios y de su soberanía sobre el hombre, y el sentido de Cristo y de su salvación)– invita a todos a acompañar la conversión interior del espíritu con el ejercicio voluntario de obras externas de penitencia"14. El dolor, la enfermedad, cualquier tipo de sufrimiento físico o moral, ofrecido a Dios con espíritu penitente, en lugar de ser algo inútil y dañino adquiere un sentido redentor "para la salvación de sus hermanos y hermanas. Por lo tanto, no solo es útil a los demás, sino que realiza incluso un servicio insustituible. El sufrimiento, más que todo lo demás, hace presente en la historia de la humanidad la fuerza de la Redención"15.
La Iglesia nos recuerda frecuentemente la necesidad de la mortificación. Si alguno quiere venir en pos de mí... De modo particular ha querido que un día a la semana, el viernes, consideremos la necesidad y los frutos del negarse a uno mismo y que nos propongamos alguna mortificación especial: la abstinencia de la carne, o bien algo costoso (trabajo mejor realizado, hacer la vida más grata a aquellos con quienes convivimos...) o una práctica piadosa (lectura espiritual, el Santo Rosario, la Visita al Santísimo, el ejercicio piadoso del Vía Crucis...) o alguna obra de misericordia (hacer compañía a un enfermo, dedicar tiempo a alguien que está necesitado, limosna...). Pero no debemos contentarnos solo con esta muestra de penitencia semanal, que es recuerdo de la Pasión de Nuestro Señor, de lo que sufrió por nosotros y del valor del sacrificio; diariamente espera el Señor que sepamos negarnos en pequeñas cosas, que vivificarán el alma y harán fecundo el apostolado.
III. En primer lugar, debemos tener presentes las llamadas mortificaciones pasivas: ofrecer con amor aquello que nos llega sin esperarlo o que no depende de nuestra voluntad (calor, frío, dolor, ser pacientes ante una espera que se prolonga más allá de lo previsto, una contestación brusca que nos desconcierta...). Junto a las mortificaciones pasivas, aquellas que tienden a facilitar la convivencia (poner empeño en ser puntuales, escuchar con interés verdadero, hablar cuando se hace sentir un silencio incómodo, ser afables siempre venciendo los estados de ánimo, vivir con delicadeza las normas habituales de cortesía: dar las gracias, pedir disculpas cuando sin querer hemos podido molestar a alguien...) y el trabajo (intensidad, orden, acabar con perfección la tarea, ayudar y facilitar la tarea a otros...). Mortificación de la inteligencia (evitar actitudes críticas que faltan a la caridad, mortificación de la curiosidad, no juzgar con precipitación) y de la voluntad (luchar con empeño contra el amor desordenado de sí mismo, evitar que las conversaciones se centren en nosotros, en lo que hemos hecho, en nuestras cosas, en lo que personalmente nos interesa...). Mortificación activa de los sentidos (de la vista, del gusto, viviendo la sobriedad y ofreciendo un pequeño sacrificio que nos cueste en las comidas...). Mortificación de la sensibilidad, de la tendencia a "pasarlo bien" como primer objetivo de la vida... Mortificación interior (pensamientos inútiles que retardan el camino de la santidad..., de modo muy particular cuando estos pensamientos se presentan en la oración, en la Santa Misa, en el trabajo).
Examinemos en la presencia de Dios si de verdad podemos decir con alegría que llevamos una vida mortificada. Si cada día dominamos el cuerpo, si hemos ofrecido al Señor, con afán redentor, el dolor y la contrariedad que, de algún modo, siempre están presentes en todo camino. Si de verdad estamos decididos a perder la vida –paso a paso, poco a poco– por amor de Cristo y del Evangelio.
Nuestra mortificación y penitencia en medio del mundo tiene una serie de cualidades. En primer lugar, ha de ser alegre. "A veces –comentaba aquel enfermo consumido de celo por las almas– protesta un poco el cuerpo, se queja. Pero trato también de transformar "esos quejidos" en sonrisas, porque resultan muy eficaces"16. Muchas sonrisas y gestos amables deben nacer –si somos mortificados– en medio del dolor y de la enfermedad.
Continua, que facilite la presencia de Dios allí donde nos encontremos, que ayude a realizar un trabajo más intenso y acabado, y nos lleve a mantener unas relaciones sociales más amables, donde el espíritu apostólico esté siempre presente.
Discreta, amable, llena de naturalidad, que se note por sus efectos en la vida ordinaria, con sencillez, más que por unas manifestaciones poco normales en un fiel corriente.
Por último, la mortificación ha de ser humilde y llena de amor, porque nos mueve la contemplación de Cristo en la Cruz, a quien deseamos unirnos con todo nuestro ser; nada queremos si no nos lleva a Él.
En la mortificación, como en el Calvario, encontramos a María: pongamos en sus manos los propósitos concretos de este rato de oración, pidámosle que nos enseñe a comprender en toda su hondura la necesidad de una vida mortificada.
1 Mc 8, 34-39. — 2 Cfr. Lc 14, 33. — 3 Gal 2, 20. — 4 Flp 3, 8. — 5 Jn 10, 10. — 6 Cfr. San Josemaría Escrivá, Camino, n. 187. — 7 Rom 8, 13. — 8 Ef 4, 21. — 9 E. Boylan, El amor supremo, p. 113. — 10 San Josemaría Escrivá, Surco, n. 841. — 11 Col 1, 24. — 12 Cfr. San Alfonso Mª de Ligorio, Reflexiones sobre la Pasión, 10. — 13 Cfr. Pablo VI, Const. Apost. Paenitemini, 17-II-1966, II. — 14 Ibídem. — 15 Juan Pablo II, Carta Apost. Salvifici doloris, 11-II-1984, 27. — 16 San Josemaría Escrivá, Surco, n. 253.
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Meditaciones sobre la Sagrada Eucaristía. 7
PRENDA DE VIDA ETERNA
— Un adelanto del Cielo.
— Participación en la Vida que nunca acaba.
— María y la Eucaristía.
I. Iesu, quem velatum nunc aspicio... Jesús, a quien ahora veo escondido, te pido que se cumpla lo que tanto ansío: que al mirarte, con el rostro ya descubierto, sea yo feliz con la visión de tu gloria. Amén1.
Un día, por la misericordia divina, veremos a Jesús cara a cara, sin velo alguno, tal como está en el Cielo, con su Cuerpo glorificado, con las señales de los clavos, con su mirada amable, con su actitud acogedora de siempre. Le distinguiremos enseguida, y Él nos reconocerá y saldrá a nuestro encuentro, después de tanta espera. Ahora le vemos escondido, oculto a los sentidos. Lo encontramos cada día en mil situaciones: en el trabajo, en los pequeños servicios que prestamos a quienes están junto a nosotros, en todos los que comparten con nosotros la misma fatiga y los mismos gozos... Pero le hallamos sobre todo en la Sagrada Eucaristía. Allí nos espera y se nos da por entero en la Comunión, que es ya un adelanto de la gloria del Cielo. Cuando le adoramos, tomamos parte de la liturgia que se celebra en la Jerusalén celestial, hacia la cual nos dirigimos como peregrinos y donde Cristo está sentado a la derecha de Dios Padre. Aquí en la tierra nos unimos ya al coro de los ángeles que le alaban sin fin en el Cielo, pues este sacramento "aúna el tiempo y la eternidad"2.
La Sagrada Eucaristía es ya un adelanto y garantía del amor que nos aguarda; en ella "se nos da una prenda de la gloria futura"3. Nos da fuerzas y consuelo, nos mantiene vivo el recuerdo de Jesús, es el viático, las "viandas" necesarias para recorrer el camino, que en ocasiones puede hacerse cuesta arriba. "Al anunciar la Iglesia en la celebración eucarística la muerte del Señor, proclama también su venida. Anuncio que va dirigido al mundo y a sus propios hijos, es decir, a sí misma"4. Nos recuerda que nuestros cuerpos, recibiendo este sacramento, "no son ya corruptibles, sino que poseen la esperanza de la resurrección para siempre"5. El Señor lo reveló claramente en la sinagoga de Cafarnaún: El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna y Yo le resucitaré en el último día6.
Jesús, a quien ahora vemos oculto –Iesu quem velatum nunc aspicio...–, no ha querido esperar el encuentro definitivo, que tendrá lugar después de la jornada de trabajos aquí en la tierra, para unirse íntimamente con nosotros. Ahora, en el Santísimo Sacramento, nos hace entrever lo que será la posesión en el Cielo. En el Sagrario, oculto a los sentidos pero no a la fe, nos espera en cualquier momento en que queramos visitarle. "Allí está como detrás de un muro, y desde allí nos mira como a través de celosías (Cant 2, 9). Aun cuando nosotros no lo veamos, Él nos mira desde allí, y allí se encuentra realmente presente, para permitir que le poseamos, si bien se oculta para que le deseemos. Y hasta que no lleguemos a la patria celestial, Jesús quiere de este modo entregársenos completamente y vivir así unido a nosotros"7.
II. El Señor nos enseña con frecuencia en el Evangelio que muchas cosas que nosotros consideramos reales y definitivas son como imágenes y copias de las que nos aguardan en el Cielo. Cristo es la verdadera realidad, y el Cielo es la Vida auténtica y definitiva; la felicidad eterna, la que realmente tiene contenido, a cuya sombra la de esta vida no es sino un mal sueño. Cuando el Señor nos dice: El que come de este pan vivirá para siempre8, nos habla del Alimento por excelencia y de la Vida que nunca acaba y que es la plenitud del existir.
Para agradecer de todo corazón el inmenso regalo de Jesús presente en la Sagrada Eucaristía, pensemos que se nos da ya como Vida definitiva, como anticipo de la que tendremos un día para siempre en la eternidad; ante esta consideración, "todo el clamor y el estrépito de las calles, todas las grandes fábricas que dominan nuestros paisajes –escribe R. Knox–, son solo ecos y sombras si pensamos por un momento en ellas a la luz de la eternidad; la realidad está aquí, está encima del altar, en esa parte del mismo que nuestros ojos no pueden ver ni nuestros sentidos distinguir. El epitafio colocado en la tumba del Cardenal Newman debería ser el de todo católico –afirma este autor inglés–: Ex umbris el imaginibus in veritatem, desde las sombras y las apariencias hacia la verdad. Cuando la muerte nos lleve a otro mundo, el efecto no será el de una persona que se duerme y tiene sueños, sino el de una persona que se despierta de un sueño a la plena luz del día. En este mundo estamos tan rodeados por las cosas de los sentidos, que las tomamos por la realidad absoluta. Pero algunas veces tenemos un destello que corrige esta perspectiva errónea. Y, sobre todo, cuando vemos al Santísimo Sacramento entronizado, debemos mirar a ese disco blanco que brilla en la Custodia como si fuera una ventana a través de la cual, por un momento, llega hasta aquí la luz del otro mundo"9, el que contiene toda plenitud.
Cuando contemplamos la Sagrada Forma en el altar o en la Custodia, vemos a Cristo mismo que nos anima y alienta a vivir en la tierra con la mirada en los Cielos, en Él mismo, a quien veremos glorioso, rodeado de los ángeles y de los santos. Aquí en la tierra es Cristo en persona quien acoge al hombre, maltratado por las asperezas del camino, y lo conforta con el calor de su comprensión y de su amor. En la Eucaristía hallan su plena actuación las dulcísimas palabras: Venid a Mí, todos los que estáis fatigados y cargados, que Yo os aliviaré10. Ese alivio personal y profundo, que es la única medicina verdadera de toda nuestra fatiga por los caminos del mundo, lo podemos encontrar –al menos como participación y pregustación– en ese Pan divino que Cristo nos ofrece en la mesa eucarística11. No dejemos de recibirle como merece.
III. Muy próxima a Jesús encontramos siempre a Nuestra Señora: en el Cielo y aquí en la tierra, en la Sagrada Eucaristía. Los Hechos de los Apóstoles nos señalan que después de la Ascensión de Jesús al Cielo, María se encuentra junto a los Apóstoles, unida a ellos –ejerciendo ya su oficio como Madre de la Iglesia– en la oración y en la fracción del pan12, "comulgando en medio de los fieles con el Cuerpo, la Sangre, el Alma y la Divinidad de su propio Hijo (...). María reconocía en el Cristo de la Misa y de sus comuniones eucarísticas al Cristo de todos los misterios de la Redención. ¿Qué mirada humana osaría medir la profundidad de la intimidad en que el alma de la Madre y la del Hijo se volvían a encontrar en la Eucaristía?"13. ¿Cómo sería la Comunión de Nuestra Señora mientras permaneció aquí en la tierra?
Después de su Asunción a los Cielos, María contempla cara a cara, de nuevo, a Jesús glorioso, está íntimamente unida a Él, y en Él conoce todo el plan redentor, en el centro del cual se hallan la Encarnación y su Maternidad divina. En torno a Él, en el Cielo y en la tierra, los ángeles y los santos le alaban sin cesar. María, más que todos juntos, ama y adora a su Hijo realmente presente en el Cielo y en la Eucaristía, y nos enseña a tener en nosotros los mismos sentimientos que Ella tuvo en Nazareth, en Belén, en el Calvario, en el Cenáculo; nos anima a tratarle con el amor con el que Ella adora a su Hijo en el Cielo y en el Sacramento del Altar14. Mirando esta inmensa piedad de Nuestra Señora, podemos nosotros repetir: Yo quisiera, Señor, recibiros, con aquella pureza, humildad y devoción con que os recibió vuestra Santísima Madre...
La Virgen Santísima, cerca siempre de su Hijo, nos alienta y nos enseña a recibirle, a visitarle, a tenerle como centro de nuestro día, al que dirigimos frecuentemente nuestros pensamientos, al que acudimos en las necesidades. En el Cielo, muy cerca de Jesús, veremos a María y, junto a Ella, a nuestro Padre y Señor San José. La gloria del Cielo será, en cierto modo, la continuación del trato que aquí en la tierra tenemos con ellos.
"Muchas veces los autores medievales han comparado a María con la Nave bíblica que trae el Pan desde lejos. Realmente así es. María es la que nos trae el Pan Eucarístico; es la Mediadora; es la Madre de la vida divina que Él da a las almas. Sobre todo, a la luz de la Maternidad espiritual de María nos agrada considerar las relaciones entre María y la Eucaristía; como Madre, nos dice Ella: venid, comed el Pan que yo os he preparado, comed bastante, que os dará la vida verdadera"15.
Es la invitación maternal que nos hace llegar en estos días en los que todavía tenemos presente la pasada festividad del Corpus et Sanguis Christi y siempre.
1 Himno Adoro te devote. — 2 Pablo VI, Breve Apost. al Cardenal Lercaro, 16-VII-1968. — 3 Conc. Vat. II, Const. Sacrosanctum Concilium, 47. — 4 M. Schmaus, Teología dogmática, Rialp, 2ª ed., Madrid 1963, vol. VI, p. 448. — 5 San Ireneo, Contra las herejías, 1, 4, 18. — 6 Jn 6, 54. — 7 San Alfonso Mª de Ligorio, Práctica del amor a Jesucristo, 2. — 8 Jn 6, 58. — 9 R . A. Knox, Sermones pastorales, p. 435. — 10 Mt 11, 28. — 11 Cfr. Juan Pablo II, Homilía 9-VII-1980. — 12 Hech 2, 42. — 13 M. M. Philipon, Los sacramentos en la vida cristiana, pp. 139-140. — 14 Cfr. R. M. Spiazzi, María en el misterio cristiano, p. 202. — 15 Ibídem, pp. 203-204.
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† Santoral (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)
San Efrén Espíritu Santo: envíanos muchos poetas y escritores que como tu fiel discípulo San Efrén, redacten bellos escritos que nos entusiasmen a todos por nuestra santa religión católica.
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Efrén significa: "muy fructífero".
San Efrén logró ya durante su vida gran fama como poeta y compositor de himnos religiosos, y en la antigüedad fue el más grande poeta cantor de la Santísima Virgen. La Iglesia Católica lo ha declarado Doctor de la Iglesia y los antiguos lo llamaban "Arpa del Espíritu Santo". Tenía especialísima cualidad para escribir poesías, y San Basilio dice que era tal la estimación que los antiguos tenían por sus escritos, que después de las lecturas de la Sagrada Escritura, en varias iglesias se leía alguna página escrita por este santo.
El mejor triunfo de San Efrén es el que a él le debemos en gran parte la introducción de los cánticos sagrados e himnos en las ceremonias católicas. Por medio de la música, los himnos se fueron haciendo populares y se extendieron prontamente por todas las iglesias. Los himnos de San Efrén se hicieron famosos por todas partes.
Efrén nació en Nisibe, Mesopotamia (Irak) en el año 306. El afirma de sí mismo que de joven no le daba mucha importancia a la religión, pero que cuando le llegaron las pruebas y los sufrimientos, entonces así se dio cuenta de que necesitaba de Dios.
El santo narra que en un sueño vio que de su lengua nacía una mata de uvas, la cual se extendía por muchas regiones, llevando a todas partes racimos muy agradables y provechosos. Con esto se le anunciaba que sus obras (sus himnos y cantos) se iban a extender por muchas regiones, llevando alegría y agradabilidad.
El obispo lo nombró director de la escuela de canto religioso de su ciudad, y allí formó muchos maestros de canto para que fueran a darle solemnidad a las fiestas religiosas de diversas parroquias.
Los persas de Irán invadieron la ciudad de Nisibe, tratando de acabar con la religión católica, y entonces Efrén junto con gran número de católicos, huyeron a la ciudad de Edesa, y en esa ciudad pasó los últimos años de su vida, dedicado a componer sus inmortales poesías, y a rezar, meditar y enseñar religión a cuantos más podía. Dicen que la idea de dedicarse a componer himnos religiosos le llegó al ver que los herejes llevaban mucha gente a sus reuniones por medio de los cantos que allí recitaban. Y entonces Efrén dispuso hacer también muy simpáticas las reuniones de los católicos, por medio de himnos y cánticos religiosos, y en verdad que logró conseguirlo.
Para mejor inspirarse, nuestro santo buscaba siempre la soledad de las montañas, y en los sitios donde santos monjes y eremitas vivían en oración y en continuo silencio. Allí lejos del remolino de la vida social, le llegaba mejor la inspiración de lo alto.
Pero el obispo de Edesa al darse cuenta de las cualidades artísticas del santo lo nombró director de la escuela de canto de la ciudad y allí estuvo durante 13 años (del 350 al 363) formando maestros de canto para las parroquias. Y sus himnos servían en las iglesias para exponer la doctrina cristiana, alejar las herejías y los vicios, y aumentar el fervor de los creyentes. Y aun hoy sus composiciones poéticas siguen siendo de grandísimo provecho para los lectores. El expone las enseñanzas de la religión católica demostrando gran admiración por nuestros dogmas, o grandes verdades de la fe.
Dicen los historiadores que cuando hablaba de la segunda venida de Cristo y el día del juicio final, empleaba una elocuencia tan vigorosa que el pueblo estallaba en gemidos y sonoros llantos. Y en sus predicaciones consideraba como deber suyo principalísimo prevenir y preparar al pueblo para que nadie se dejara engañar por los errores de las sectas.
Los herejes se quejaban de que los muy bien ensayados coros de Efrén en los templos católicos atraían tantos devotos, que los templos de las sectas se quedaban vacíos.
La humildad de San Efrén era tan grande que se creía totalmente indigno de ser sacerdote (Aunque las gentes lo consideraban un gran santo, y su vida era la de un fervoroso monje o religioso). Por eso prefirió quedarse de simple diácono.
La última vez que tomó parte en los asuntos públicos fue en el año 370 cuando hubo una gran carestía y una pavorosa escasez de alimentos. Los ricos habían acaparado los alimentos y se negaban a repartirlos entre los pobres por temor a que se aprovecharan los avivados. Entonces San Efrén se ofreció de mediador y como a él si le tenían total confianza, organizó un equipo de entrenados distribuidores y logró llevar cuantiosos alimentos a las gentes más necesitadas. En una grandísima epidemia organizó un grupo de 300 camilleros y con ellos recogía a los enfermos y los llevaba a sitios especiales para tratar de conseguir su curación. Uno de sus biógrafos comenta: "Estas dos labores fueron dos ocasiones formidables que Dios le dio a nuestro santo, para que se ganara dos bellísimas coronas más para la eternidad: la de calmar el hambre de los más pobres y la de devolverles la salud a los enfermos más abandonados". Seguramente al llegar al cielo, habrá oído de labios de Jesús aquella bellísima frase que El prometió que dirá un día a los que ayudan a los pobres y enfermos: "Estuve enfermo y me fuiste a visitar: tuve hambre y me diste de comer. Ven al banquete preparado desde el comienzo de los siglos". (Mt. 25,40).
De San Efrén se conservan 77 himnos en honor de Cristo, de la Virgen Santísima y de los temas más sagrados de la religión católica. Su admiración inmensa hacia los sufrimientos son verdaderamente admirables y conmovedoras. Con razón las gentes lloraban cuando lo escuchaban o cuando leían sus emocionantes escritos. Por Jesús y por María tenía los más profundos sentimientos de simpatía y admiración. A María la llama siempre "Madre de Dios".
Su muerte sucedió probablemente en junio del año 373.
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Fuente: Corazones.org
Ana María Taigi, Beata Madre de familia, Junio 9
Madre de Familia y Mística Tal vez no hubo en toda Roma, durante el siglo XIX, una mujer más notable que Ana María Taigi, la abnegada y trabajadora esposa de un criado y la madre ejemplar de muchos hijos, quien fue honrada con la particular estimación de tres sucesivos Pontífices y cuya pobre casa fue el centro de reunión para muchos de los altos personajes de la Iglesia y el Estado que buscaban su intercesión, su consejo y su opinión, en las cosas de Dios. |
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Amada de Bolonia, Beata Religiosa, Junio 9
Religiosas Etimológicamente significa "amada", de la lengua latina. |
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Placido de Amiterno, Santo Abad, Junio 9
Abad Etimológicamente significa " de carácter suave". Viene de la lengua latina. |
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Fuente: www.aciprensa.com
José de Anchieta, Beato Sacerdote, Junio 9
Jesuita Nació el 19 de marzo de 1534 en San Cristobal de La Laguna, (Tenerife). A los 14 años ingresó al Colegio de Artes, anexo a la Universidad en Coimbra, destacando como uno de los mejores alumnos y como un gran poeta. Componía versos latinos con extrema facilidad y era llamado el "Canario de Coimbra". El 1 de mayo de 1551 ingresó a la Compañía de Jesús y comenzó sus estudios de Filosofia. Debido a un enfermedad en 1553 partió de Tejo (Lisboa) a Brasil, donde inició su primera labor de catequesis con los indios tupis. |
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ente: www.op.com.ar
Diana degli Andalò. Beata Religiosa, Junio 8
Virgen Dominica Diana de Andaló (abreviación del nombre del noble padre: Andrea Lovello), es una de las más características y simpáticas figuras de los orígenes de la Orden. Ayudó al beato Reginaldo a fundar el convento de Bolonia. |
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Columba de Iona, Santo Abad, 9 de junio
Abad |
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Fuente: Vatican.va
Luis Boccardo, Beato Canónigo y Fundador, Junio 9
Fundador de las Hijas de Jesús Rey Nació en Moncalieri el 9 de agosto de 1861. En 1875 entró en el seminario diocesano; recibió la ordenación sacerdotal el 7 de junio de 1884. Sus superiores lo destinaron a una parroquia de Pancalieri, como vicepárroco de su hermano Juan María. Antes de transcurrir un año, el beato José Allamano lo llamó a ejercer el cargo de vicerrector y padre espiritual del centro de formación de sacerdotes Virgen del Consuelo, en Turín, tarea a la que se sumó la enseñanza de varias materias en la escuela de teología del seminario. |
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Fuente: Magnificat.ca
Primo y Feliciano, Santos Hermanos Mártires, Junio 9
San Primo y San Feliciano, hermanos, nacieron en Roma, ilustres por su sangre y por su fe. |
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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; hablarcondios.org, Catholic.net, misalpalm.com
Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/
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