JMJ
Pax
† Lectura del santo Evangelio según san Mateo 7, 1-5
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:
"No juzguen, para que Dios no los juzgue; porque Dios los juzgará del mismo modo que ustedes hayan juzgado y los medirá con la medida con que hayan medido a los demás.
¿Cómo es que ves la basura en el ojo de tu hermano y no adviertes la viga que hay en el tuyo? O ¿Cómo dices a tu hermano: "Deja que te saque la basura del ojo", si tienes una viga en el tuyo? Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo y entonces podrás ver para sacar la basura del ojo de tu hermano".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Suplicamos tu oración: Esto es gratis pero cuesta. No sería posible sin tus oraciones: al menos un Avemaría de corazón por cada email que leas. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús; Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ¡Recuérdanos en tus intenciones de Misa!
Aclaración: una relación muere sin comunicación y comunidad-comunión. Con Dios es igual: las "palabras de vida eterna" (Jn 6,68; Hc 7,37) son fuente de vida espiritual (Jn 6, 63), pero no basta charlar por teléfono (oración), es necesario visitarse, y la Misa permite ver a Jesús, que está tan presente en la Eucaristía, que Hostias han sangrado: www.therealpresence.org/eucharst/mir/span_mir.htm
Por leer la Palabra, no se debe dejar de ir a Misa, donde ofrecemos TODO (Dios) a Dios: al actualizarse el sacrificio de la Cruz, a) co-reparamos el daño que hacen nuestros pecados al Cuerpo de Cristo que incluye los Corazones de Jesús y de María, a Su Iglesia y nosotros mismos, b) adoramos, c) agradecemos y d) pedimos y obtenemos Gracias por nuestras necesidades y para la salvación del mundo entero… ¿Que pasa en CADA Misa? 5 minutos: http://www.youtube.com/watch?v=v82JVdXAUUs
Nota: es una película protestante, por eso falta LA MADRE.
El Misterio de la Misa en 2 minutos: https://www.youtube.com/watch?v=0QCx-5Aqyrk
El que no valora una obra de arte es porque necesita cultura: https://www.youtube.com/watch?v=mTKKaT-KaKw
Lo que no ven tus ojos (2 minutos): http://www.gloria.tv/media/y3hgYNp23xu
El Gran Milagro (película completa): http://www.gloria.tv/media/hYyhhps7cqX
Explicación: http://www.youtube.com/watch?v=eFObozxcTUg#!
San Leonardo, "El GRAN tesoro oculto de la Santa Misa": http://iteadjmj.com/LIBROSW/lpm1.doc
Audio (1/5): https://www.youtube.com/watch?v=2NjKuVnxH58
Si Jesús se apareciera, ¿no correríamos a verlo, tocarlo, adorarlo? Jesús está aquí y lo ignoramos. Jesús nos espera (Mc 14,22-24) en la Eucaristía: "si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros" (Jn 6,53; 1 Jn 5,12). La Misa es lo mínimo para salvarnos. Es como si un padre dijera "si no comes, te mueres, así que come al menos una vez por semana". Si comulgamos en estado de Gracia y con amor, nos hacemos uno (común-unión) con el Amor y renovamos la Nueva Alianza de Amor. Si faltamos a las bodas del Cordero (Ap.19,7-10) con su Iglesia (nosotros), sabiendo que rechazamos el Amor de Dios, que está derramando toda su Sangre por nuestros pecados personales, nos auto-condenamos a estar eternamente sin Amor: si una novia falta a su boda, es ella la que se aparta del amor del Novio para siempre, sabiendo que Él da la Vida por ella en el altar. ¿Qué pensaríamos si un cónyuge le dice al otro: "Te amo, pero no quiero verte todos los días, y menos los de descanso"? ¿Le ama realmente?
Faltar a Misa viola los principales mandamientos: el primero ("Amar a Dios sobre todas las cosas") y tercero ("Santificar las fiestas"). Por nuestro propio bien y evitar el infierno eterno, Dios sólo nos pide que nos regalemos 1 de las 168 horas de vida que Él nos regala cada semana: 0,6% ¡No seamos ingratos! Idolatramos aquello que preferimos a Él: los "dioses" son el descanso, entretenimiento, comida, trabajo, compañía, flojera. Prefieren baratijas al oro. Si en la Misa repartieran 1 millón de dólares a cada uno, ¿qué no harías para asistir? ¡Pues recibes infinitamente más! "Una misa vale más que todos los tesoros del mundo"… Por todo esto, es pecado mortal faltar sin causa grave a la Misa dominical y fiestas (Catecismo 2181; Mt 16, 18-19; Ex 20,8-10; Tb 1,6; Hch 20,7; 2 Ts 2,15).
Si rechazamos la Misa, ¿cómo vamos a decir "Padre Nuestro" si rechazamos volver a la Casa del Padre? ¿cómo decir "Santificado sea Tu Nombre", "Venga a nosotros Tu Reino", "Hágase Tu Voluntad", "Danos hoy nuestro pan supersubstancial de cada día" y "no nos dejes caer en la tentación más líbranos del malo", si todo eso lo obtenemos de la Misa?
Estamos en el mundo para ser felices para siempre, santos. Para lograr la santidad, la perfección del amor, es imprescindible la Misa y comunión, si es posible, diaria, como pide la Cátedra de Pedro, el representante de Cristo en la tierra (Canon 904). Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados mortales: "quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11,29; Rm 14,23). ¿Otros pecados mortales? no confesarse con el Sacerdote al menos una vez al año (CDC 989), no comulgar al menos en tiempo pascual (920), abortar (todos los métodos anticonceptivos no barrera son abortivos), promover el aborto (derecho a decidir, derechos (i)reproductivos, fecundación artificial), planificación natural sin causa grave, deseo o actividad sexual fuera del matrimonio por iglesia, privar de Misa a niños en uso de razón, borrachera, drogas, comer a reventar, envidia, calumnia, odio o deseo de venganza, ver pornografía, robo importante, chiste o burla de lo sagrado… ver más en http://www.iesvs.org/p/blog-page.html
Si no ponemos los medios para confesamos lo antes posible y nos sorprende la muerte sin arrepentirnos, nos auto-condenamos al infierno eterno (Catecismo 1033-41; Mt. 5,22; 10, 28; 13,41-50; 25, 31-46; Mc 9,43-48, etc.). Estos son pecados mortales objetivamente, pero subjetivamente, pueden ser menos graves, si hay atenuantes como la ignorancia. Pero ahora que lo sabes, ya no hay excusa (Jn 15,22).
† Misal
lun 12a. Ordinario año Par
Antífona de Entrada
Dios vive en su santa morada; Dios que prepara casa a los desvalidos, da fuerza y poder a su pueblo.
Oración Colecta
Oremos:
Señor Dios nuestro, protector de los que en ti esperan; sin ti nada es fuerte ni santo. Multiplica sobre nosotros los signos de tu misericordia, para que, bajo tu guía providente, de tal modo nos sirvamos de los bienes pasajeros, que desear los eternos.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.
Primera Lectura
El Señor apartó a Israel de su presencia y solamente quedó la tribu de Judá
Lectura del segundo libro de los Reyes 17, 5-8.13-15a.18
En aquellos días, el rey de Asiria invadió todo el país y sitió Samaria por espacio de tres años. El año noveno de Oseas, el rey de Asiria conquistó Samaria y se llevó cautivos a los israelitas estableciéndolos en Jalaj, junto al Jabor, río de Gozán, y en las ciudades de Media.
Esto sucedió porque los israelitas pecaron contra el Señor, su Dios, que los había sacado de Egipto. Adoraron a otros dioses, y siguieron las costumbres de las gentes que el Señor había expulsado ante ellos; costumbres que habían introducido los reyes de Israel.
El Señor repetía insistentemente a Israel y a Judá por medio de todos los profetas y videntes:
"Conviértanse de su mala conducta y cumplan mis preceptos y mandamientos siguiendo en todo la ley que di a sus antepasados y que les comuniqué por mis siervos, los profetas".
Pero ellos la desobedecieron, mostrándose más tercos que sus antepasados. No creyeron en el Señor, su Dios, menospreciaron sus leyes y la alianza que había hecho con sus antepasados, así como las instrucciones que les había hecho.
El Señor, muy irritado contra Israel, lo arrojó de su presencia. Sólo quedó la tribu de Judá.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
Sal 59, 3.4-5.12-13
Escúchanos, Señor, y sálvanos.
Nos has rechazado, Dios mío, nos has destrozado; aunque estés irritado, no te alejes de nosotros.
Escúchanos, Señor, y sálvanos.
Has hecho temblar el país, lo has agrietado: repara sus grietas pues se está debilitando. Has hecho pasar a tu pueblo duras pruebas, nos has dado a beber vino embriagador.
Escúchanos, Señor, y sálvanos.
Tú, Dios mío, nos has rechazado, y ya no sales al frente de nuestras tropas. Socórrenos contra el enemigo, porque de nada sirve la ayuda de los hombres. Con Dios realizaremos proezas, él aplastará a nuestros enemigos.
Escúchanos, Señor, y sálvanos.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
La palabra de Dios es viva y eficaz, y descubre los pensamientos e intenciones del corazón.
Aleluya.
Evangelio
Sácate primero la viga que tienes en el ojo
† Lectura del santo Evangelio según san Mateo 7, 1-5
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:
"No juzguen, para que Dios no los juzgue; porque Dios los juzgará del mismo modo que ustedes hayan juzgado y los medirá con la medida con que hayan medido a los demás.
¿Cómo es que ves la basura en el ojo de tu hermano y no adviertes la viga que hay en el tuyo? O ¿Cómo dices a tu hermano: "Deja que te saque la basura del ojo", si tienes una viga en el tuyo? Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo y entonces podrás ver para sacar la basura del ojo de tu hermano".
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración sobre las Ofrendas
Recibe, Señor, las ofrendas que podemos presentar gracias a tu generosidad, para que estos santos misterios, donde tu Espíritu actúa eficazmente, santifiquen los días de nuestra vida y nos conduzcan a las alegrías eternas.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio
Restauración universal en Cristo
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro.
A quien hiciste fundamento de todo y de cuya plenitud quisiste que participáramos todos. Siendo él de condición divina, se despojó de su rango, y por su sangre derramada en la cruz puso en paz todas las cosas; y así, constituido Señor del universo, es fuente de salvación eterna para cuantos creen en él.
Por eso,
con los ángeles y arcángeles y con todos los coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria:
Antífona de la Comunión
Proclamaré, Señor, todas tus maravillas; y me alegraré en ti y entonaré salmos a tu nombre, Dios altísimo.
Oración después de la Comunión
Oremos:
Que el Cuerpo y la Sangre de Cristo, que nos has dado, Señor, en este sacramento, sean para todos nosotros una prenda segura de vida eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén
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† Meditación diaria
12ª semana. Lunes
LA MOTA EN EL OJO AJENO
— La soberbia tiende a ver aumentadas las faltas ajenas y a disminuir y excusar las propias. Evitar los juicios negativos sobre los demás.
— Aceptar a las personas como son, con sus defectos. Ayudar con la corrección fraterna.
— La crítica positiva.
I. En cierta ocasión, el Señor advirtió a los que le escuchaban: ¿Por qué te fijas en la mota del ojo de tu hermano, y no ves la viga que hay en el tuyo? O ¿cómo vas a decir a tu hermano: deja que saque la mota de tu ojo, cuando tú tienes una viga en el tuyo? Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo y entonces podrás sacar la mota del ojo de tu hermano1. Una manifestación de humildad es evitar el juicio negativo, y frecuentemente injusto, sobre los demás.
Por nuestra soberbia personal, las faltas más pequeñas que afectan a otros se ven aumentadas, mientras que, por contraste, los mayores defectos propios tienden a disminuirse y a justificarse. Es más, la soberbia tiende a proyectar en los demás lo que en realidad son imperfecciones y errores de uno mismo. Por eso aconsejaba sabiamente San Agustín: "Procurad adquirir las virtudes que creéis que faltan en vuestros hermanos, y ya no veréis sus defectos, porque no los tendréis vosotros"2.
La humildad, por el contrario, ejerce positivamente su influjo en una serie de virtudes que permiten una convivencia humana y cristiana. Solo la persona humilde está en condiciones de perdonar, de comprender y de ayudar, porque solo ella es consciente de haber recibido todo de Dios, y conoce sus miserias y lo necesitada que anda de la misericordia divina. De ahí que trate a su prójimo –también a la hora de juzgar– con comprensión, disculpando y perdonando cuando sea necesario. Por otra parte, nuestra visión de las acciones de otros será siempre muy limitada, pues solo Dios penetra en las intenciones más íntimas, lee en los corazones y da el verdadero valor a todas las circunstancias que acompañan a una acción.
Debemos aprender a excusar los defectos, quizá patentes e innegables, de quienes tratamos a diario, de tal manera que no nos separemos de ellos ni dejemos de apreciarlos a causa de sus fallos o incorrecciones. Aprendamos del Señor, que "no pudiendo de ninguna forma excusar el pecado de quienes le habían puesto en la cruz, trata sin embargo de aminorar la malicia, alegando su ignorancia. Cuando no podamos nosotros excusar el pecado, juzguémosle a lo menos digno de compasión, atribuyéndolo a la causa más tolerante que pueda aplicársele, como lo es la ignorancia o la flaqueza"3.
Si nos ejercitamos en ver las cualidades del prójimo, descubriremos que esas deficiencias en su carácter, esas faltas en su comportamiento son, de ordinario, de escaso relieve en comparación con las virtudes que posee. Esta actitud positiva, justa, ante quienes tratamos habitualmente, nos ayudará mucho a acercarnos más al Señor, pues creceremos en mortificación interior, en caridad y en humildad. "Procuremos siempre –aconsejaba Santa Teresa– mirar las virtudes y cosas buenas que viéremos en los otros, y tapar sus defectos con nuestros grandes pecados. Es una manera de obrar que, aunque luego no se haga con perfección, se viene a ganar una gran virtud, que es tener a todos por mejores que nosotros, y comiénzase a ganar por aquí el favor de Dios"4.
Ante las deficiencias de los demás, incluso ante los mismos pecados externos (murmuraciones, faltas de laboriosidad...), hemos de adoptar una actitud positiva: rezar en primer lugar por ellos, desagraviar al Señor, ejercitar la paciencia y la fortaleza, quererles y apreciarles más, porque más lo necesitan; ayudarles lealmente con la corrección fraterna.
II. El Señor no despidió a los Apóstoles ni dejó de apreciarlos porque tuvieran defectos. Estos han quedado bien reflejados en los Evangelios: en aquellos primeros momentos de su entrega al Señor, a veces vemos que se mueven por envidia, que tienen sentimientos de ira, que ambicionan los primeros puestos...; en esas ocasiones el Maestro les corrige con delicadeza, tiene paciencia con ellos y no deja de quererles. Enseña a quienes iban a ser los transmisores de su doctrina algo vital, en la familia, en el trabajo... en la Iglesia entera: el ejercicio, con obras, de la caridad.
Amar a los demás, con sus defectos también, es cumplir la Ley de Cristo, pues toda la Ley se resume en un solo precepto, en este: Amarás a tu prójimo como a ti mismo5, y no dice este mandamiento de Jesús que se ha de amar solo a quienes carecen de defectos o a quienes tienen determinadas virtudes. El Señor nos pide que sepamos apreciar en primer lugar, porque la caridad es ordenada, a quien Dios ha puesto a nuestro lado por razones de parentesco, de trabajo, de amistad, de vecindad... Esta caridad tomará acentos y notas particulares según los lazos que nos unan, pero en todo caso nuestra actitud ha de ser siempre abierta, amistosa, con deseos de ayudar a todos. Y no se trata de vivir esta virtud con personas ideales, sino con quienes habitualmente convivimos, trabajamos o encontramos en la calle a la hora de mayor tráfico, o cuando los transportes públicos van sobrecargados. A veces nos hallaremos –quizá en el mismo hogar, en la misma oficina– a personas que tienen mal carácter o están algo enfermas o cansadas, o son egoístas y envidiosas... Se trata de convivir, de apreciar y de ayudar a esas personas concretas y reales.
Ante las faltas del prójimo, la respuesta del cristiano es comprender, rezar y, cuando sea oportuno, ayudar a través de la corrección fraterna, que recomendó el mismo Señor6 y que se vivió desde siempre en la Iglesia.
Esta ayuda fraterna, por ser fruto de la caridad, ha de hacerse humildemente, sin herir, a solas, de forma amable y positiva, haciendo comprender a ese amigo, a ese colega, que aquello daña a su alma, al trabajo, a la convivencia, a su debido prestigio humano. El precepto evangélico supera con mucho el plano meramente humano de las convenciones sociales y de la misma amistad si se funda solo en criterios exclusivamente humanos. Es una muestra de lealtad humana, que evita toda crítica o murmuración a espaldas del interesado. ¿Nos comportamos así nosotros? ¿Ejercitamos de hecho esta recomendación que tiene su origen en el mismo Cristo?
III. Si tomamos como norma habitual no estar pendientes de la mota en el ojo ajeno, nos será fácil no hablar mal de nadie. Si en algún caso tenemos la obligación de emitir un juicio sobre una determinada actuación, sobre el proceder de alguien, haremos esa valoración en la presencia del Señor, en la oración, purificando la intención y cuidando las normas elementales de prudencia y de justicia. "No me cansaré de insistiros –solía repetir San Josemaría Escrivá– en que, quien tiene obligación de juzgar, ha de oír las dos partes, las dos campanas. ¿Por ventura nuestra ley condena a nadie sin haberle oído primero y examinado su proceder?, recordaba Nicodemo, aquel varón recto y noble, leal, a los sacerdotes y fariseos que buscaban perder a Jesús"7.
Y si tenemos que ejercer la crítica, esta ha de ser siempre constructiva, oportuna, salvando siempre a la persona y sus intenciones, que no conocemos sino parcialmente. La crítica del cristiano es profundamente humana, no hiere y conserva incluso la amistad de quienes nos son contrarios, porque se manifiesta llena de respeto y de comprensión. El cristiano, por honradez humana, no juzga lo que no conoce, y cuando emite un juicio sabe que este debe tener siempre unos requisitos de tiempo, de lugar y con los matices oportunos, sin lo cual se podría convertir con facilidad en detracción o difamación. Por caridad, y por honradez, tendremos cuidado de no convertir en juicio inamovible lo que ha sido una simple impresión, o en transmitir como verdad el "se dice" o la simple noticia sin confirmar, y que quizá nunca se confirme, que daña la reputación de una persona o de una institución.
Si la caridad nos lleva a ver los defectos de los demás solo en un contexto de virtudes y de cualidades positivas, la humildad nos conduce a descubrir tantos errores y defectos en nosotros mismos que nos moverán, sin pesimismos, a pedir perdón al Señor, a comprender que los demás tengan alguno y a poner empeño por mejorar. Y, para esto, debemos aprender a recibir y a aceptar la crítica honrada de esas personas que nos conocen y aprecian. "Signo cierto de grandeza espiritual es saber dejarse decir las cosas: recibirlas con alegría y agradecimiento"8. Por el contrario, es propio de personas que se dejan llevar por la soberbia no tolerar ninguna advertencia, la excusa o la reacción contra quien, llevado de la caridad y de la mejor amistad, les quiere ayudar a superar un defecto o a evitar que repitan un mal proceder.
Entre los muchos motivos para dar gracias a Dios, ojalá podamos contar también con el de tener personas a nuestro lado que sepan decirnos oportunamente lo que hacemos mal y lo que podemos y debemos hacer mejor, en una crítica amiga y honesta.
La Virgen Santa María siempre supo decir la palabra adecuada; jamás murmuró, muchas veces guardó silencio.
1 Mc 7, 3-5. — 2 San Agustín, Comentarios sobre los salmos, 30, 2, 7. — 3 San Francisco de Sales, Introducción a la vida devota, III, 28. — 4 Santa Teresa, Vida, 13, 6. — 5 Gal 5, 14. — 6 Mt 18, 15-17. — 7 San Josemaría Escrivá, Carta 29-IX-1957. — 8 S. Canals, Ascética meditada, p. 120.
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† Santoral (si GoogleGroups corta el texto, lo encontrará en www.iesvs.org)
Cada 29 de junio la Iglesiacelebra la Solemnidad de San Pedro y San Pablo, quienes murieron como mártires al dar testimonio del amor de Cristo. En preparación a esta gran celebración, en que se festeja también al Papa, ACI Prensa ofrece una novena a los Santos Apóstoles.
Oración Inicial
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Buen Jesús, yo creo que Tú eres el Señor de la vida. Yo creo que Tú has venido a reconciliar todas mis rupturas y que me amas hasta el extremo. Te pido que me ayudes a escuchar tu Palabra, a amarte más y seguirte como lo hicieron los Apóstoles.
Acto penitencial
(En silencio, se realiza un breve examen de conciencia).
Te pido perdón Señor por todos mis pecados. ¡Son tantas las veces que te he fallado! Veo tu Corazón traspasado y sé que han sido mis propios pecados los que te han llevado a la muerte en la Cruz. Pero también sé que Tú has querido beber ese Cáliz para reconciliarme. Ayúdame Señor a amarte con todas mis fuerzas y con todo mi corazón
Reflexión para el primer día de la Novena
"La solemnidad de san Pedro y san Pablo nos invita a revivir la fe de estos dos Apóstoles, columnas de la Iglesia, que hicieron de Cristo la pasión de su vida. Pedro, con la palabra y con la sangre, lo confesó 'Hijo de Dios vivo' (Mt 16, 16). Pablo, una vez que se hubo convertido y trasformado en apóstol de los gentiles, fue conquistado por él hasta el punto de exclamar: '¡Para mí la vida es Cristo!' (Flp 1, 21). Su recuerdo nos impulsa al compromiso de una fidelidad cada vez mayor y una unidad cada vez más profunda". San Juan Pablo II, ángelus del 29 de junio de 1996.
Acción de gracias y peticiones personales
Gracias Señor por tu inmenso amor. Gracias por el inmenso don que nos concedes en la Iglesia, gracias porque nos has dejado a Pedro y sus sucesores y a los pastores que nos guían. En este día te pido especialmente por el Santo Padre y por todos los obispos de la Iglesia. Ayúdame a ser yo también un apóstol según mis capacidades y posibilidades. Amén.
– (Si quieres, puedes pedirle al Señor por tus intenciones.)
– Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria…
Súplica a San Pedro
Pedro arrepentido,
Pedro el preferido del Señor,
Pedro el entusiasta por Cristo Jesús,
pídele al Señor me conceda un amor hacia el Salvador,
tan fuerte y tan generoso
como el amor que por Cristo Jesús ardió en tu gran corazón.
Súplica a San Pablo
Pablo, fervoroso Apóstol,
un favor te pedimos al recordar
tu fiesta de cada año:
suplícale a Dios que te imitemos
en tu inmenso amor a Jesucristo
y en tu deseo impresionante de salvar almas.
Que cada uno de nosotros pueda repetir
aquella tu frase famosa:
"Me desgasto y me desgastaré
por el bien de las almas y
por el Reino de Cristo Jesús".
Oración final a los Santos Apóstoles
¡Oh Santos apóstoles Pedro y Pablo! Yo los elijo hoy y para siempre por mis especiales protectores y abogados; y me alegro humildemente tanto contigo, san Pedro, príncipe de los Apóstoles, porque eres la piedra sobre la cual edificó Dios su Iglesia; como contigo, san Pablo, escogido por Dios para vaso de elección y predicador de la verdad en todo el mundo. Alcánceme, les suplico, una fe viva, una esperanza firme y una caridad perfecta; atención en el orar, pureza de corazón, recta intención en las obras, diligencia en el cumplimiento de las obligaciones de mi estado, constancia en los propósitos, resignación a la voluntad de Dios y perseverancia en la divina gracia hasta la muerte; para que mediante sus intercesiones y sus méritos gloriosos, pueda vencer las tentaciones del mundo, del demonio y de la carne, me haga digno de presentarme ante el supremo y eterno pastor de almas Jesucristo, que con el Padre y el Espíritu Santo vive y reina por los siglos de los siglos, para gozarle y amarle eternamente. Amén.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Segundo día
En el nombre del Padre y, del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración Inicial
Buen Jesús, yo creo que Tú eres el Señor de la vida. Yo creo que Tú has venido a reconciliar todas mis rupturas y que me amas hasta el extremo. Te pido que me ayudes a escuchar tu Palabra, a amarte más y seguirte como lo hicieron los Apóstoles.
Acto penitencial
(En silencio, se realiza un breve examen de conciencia)
Te pido perdón Señor por todos mis pecados. ¡Son tantas las veces que te he fallado! Veo tu Corazón traspasado y sé que han sido mis propios pecados los que te han llevado a la muerte en la Cruz. Pero también sé que Tú has querido beber ese Cáliz para reconciliarme. Ayúdame Señor a amarte con todas mis fuerzas y con todo mi corazón
Reflexión para el segundo día de la Novena
"San Pedro y san Pablo, cada uno con su historia personal y eclesial, testimonian que, aun en medio de durísimas pruebas, el Señor no los abandonó nunca. Estuvo con Pedro para librarlo de las manos de sus enemigos en Jerusalén; estuvo con Pablo en sus continuos esfuerzos apostólicos, para darle la fuerza de su gracia, a fin de convertirlo en intrépido heraldo del Evangelio para bien de los gentiles (cf. 2 Tm 4, 17)".
San Juan Pablo II, homilía del 29 de junio de 1997
Acción de gracias y peticiones personales
Gracias Señor por tu inmenso amor. Gracias por el inmenso don que nos concedes en la Iglesia, gracias porque nos has dejado a Pedro y sus sucesores y a los pastores que nos guían. En este día te pido especialmente por el Santo Padre y por todos los obispos de la Iglesia. Ayúdame a ser yo también un apóstol según mis capacidades y posibilidades. Amén. (Si quieres, puedes pedirle al Señor por tus intenciones)
Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria
Súplica a San Pedro
Pedro arrepentido,
Pedro el preferido del Señor,
Pedro el entusiasta por Cristo Jesús,
pídele al Señor me conceda un amor hacia el Salvador,
tan fuerte y tan generoso
como el amor que por Cristo Jesús ardió en tu gran corazón.
Súplica a San Pablo
Pablo, fervoroso Apóstol,
un favor te pedimos al recordar
tu fiesta de cada año:
suplícale a Dios que te imitemos
en tu inmenso amor a Jesucristo
y en tu deseo impresionante de salvar almas.
Que cada uno de nosotros pueda repetir
aquella tu frase famosa:
"Me desgasto y me desgastaré
por el bien de las almas y
por el Reino de Cristo Jesús".
Oración final a los Santos Apóstoles
¡Oh Santos apóstoles Pedro y Pablo! Yo los elijo hoy y para siempre por mis especiales protectores y abogados; y me alegro humildemente tanto contigo, san Pedro, príncipe de los Apóstoles, porque eres la piedra sobre la cual edificó Dios su Iglesia; como contigo, san Pablo, escogido por Dios para vaso de elección y predicador de la verdad en todo el mundo. Alcánceme, les suplico, una fe viva, una esperanza firme y una caridad perfecta; atención en el orar, pureza de corazón, recta intención en las obras, diligencia en el cumplimiento de las obligaciones de mi estado, constancia en los propósitos, resignación a la voluntad de Dios y perseverancia en la divina gracia hasta la muerte; para que mediante sus intercesiones y sus méritos gloriosos, pueda vencer las tentaciones del mundo, del demonio y de la carne, me haga digno de presentarme ante el supremo y eterno pastor de almas Jesucristo, que con el Padre y el Espíritu Santo vive y reina por los siglos de los siglos, para gozarle y amarle eternamente. Amén.
En el nombre del Padre y, del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Tercer día
En el nombre del Padre y, del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración Inicial
Buen Jesús, yo creo que Tú eres el Señor de la vida. Yo creo que Tú has venido a reconciliar todas mis rupturas y que me amas hasta el extremo. Te pido que me ayudes a escuchar tu Palabra, a amarte más y seguirte como lo hicieron los Apóstoles.
Acto penitencial
(En silencio, se realiza un breve examen de conciencia)
Te pido perdón Señor por todos mis pecados. ¡Son tantas las veces que te he fallado! Veo tu Corazón traspasado y sé que han sido mis propios pecados los que te han llevado a la muerte en la Cruz. Pero también sé que Tú has querido beber ese Cáliz para reconciliarme. Ayúdame Señor a amarte con todas mis fuerzas y con todo mi corazón
Reflexión para el tercer día de novena
"'Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella'… El Apóstol es el depositario de las llaves de un tesoro inestimable: el tesoro de la redención. Tesoro que trasciende ampliamente la dimensión temporal. Es el tesoro de la vida divina, de la vida eterna. Después de la resurrección, fue confiado definitivamente a Pedro y a los Apóstoles: 'Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos' (Jn20, 22-23)".
"Quien posee las llaves tiene la facultad y la responsabilidad de cerrar y abrir. Jesús habilita a Pedro y a los Apóstoles para que dispensen la gracia de la remisión de los pecados y abran definitivamente las puertas del reino de los cielos. Después de su muerte y resurrección, ellos comprenden bien la tarea que se les ha confiado y, con esa conciencia, se dirigen al mundo, impulsados por el amor a su Maestro. Van por doquier como sus embajadores (cf. 2 Co 5, 14. 20), puesto que el tiempo del Reino se ha convertido ya en su herencia".
San Juan Pablo II, homilía del 29 de junio de 1998
Acción de gracias y peticiones personales
Gracias Señor por tu inmenso amor. Gracias por el inmenso don que nos concedes en la Iglesia, gracias porque nos has dejado a Pedro y sus sucesores y a los pastores que nos guían. En este día te pido especialmente por el Santo Padre y por todos los obispos de la Iglesia. Ayúdame a ser yo también un apóstol según mis capacidades y posibilidades. Amén. (Si quieres, puedes pedirle al Señor por tus intenciones)
Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria
Súplica a San Pedro
Pedro arrepentido,
Pedro el preferido del Señor,
Pedro el entusiasta por Cristo Jesús,
pídele al Señor me conceda un amor hacia el Salvador,
tan fuerte y tan generoso
como el amor que por Cristo Jesús ardió en tu gran corazón.
Súplica a San Pablo
Pablo, fervoroso Apóstol,
un favor te pedimos al recordar
tu fiesta de cada año:
suplícale a Dios que te imitemos
en tu inmenso amor a Jesucristo
y en tu deseo impresionante de salvar almas.
Que cada uno de nosotros pueda repetir
aquella tu frase famosa:
"Me desgasto y me desgastaré
por el bien de las almas y
por el Reino de Cristo Jesús".
Oración final a los Santos Apóstoles
¡Oh Santos apóstoles Pedro y Pablo! Yo los elijo hoy y para siempre por mis especiales protectores y abogados; y me alegro humildemente tanto contigo, san Pedro, príncipe de los Apóstoles, porque eres la piedra sobre la cual edificó Dios su Iglesia; como contigo, san Pablo, escogido por Dios para vaso de elección y predicador de la verdad en todo el mundo. Alcánceme, les suplico, una fe viva, una esperanza firme y una caridad perfecta; atención en el orar, pureza de corazón, recta intención en las obras, diligencia en el cumplimiento de las obligaciones de mi estado, constancia en los propósitos, resignación a la voluntad de Dios y perseverancia en la divina gracia hasta la muerte; para que mediante sus intercesiones y sus méritos gloriosos, pueda vencer las tentaciones del mundo, del demonio y de la carne, me haga digno de presentarme ante el supremo y eterno pastor de almas Jesucristo, que con el Padre y el Espíritu Santo vive y reina por los siglos de los siglos, para gozarle y amarle eternamente. Amén.
En el nombre del Padre y, del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Cuarto día
En el nombre del Padre y, del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración Inicial
Buen Jesús, yo creo que Tú eres el Señor de la vida. Yo creo que Tú has venido a reconciliar todas mis rupturas y que me amas hasta el extremo. Te pido que me ayudes a escuchar tu Palabra, a amarte más y seguirte como lo hicieron los Apóstoles.
Acto penitencial
(En silencio, se realiza un breve examen de conciencia)
Te pido perdón Señor por todos mis pecados. ¡Son tantas las veces que te he fallado! Veo tu Corazón traspasado y sé que han sido mis propios pecados los que te han llevado a la muerte en la Cruz. Pero también sé que Tú has querido beber ese Cáliz para reconciliarme. Ayúdame Señor a amarte con todas mis fuerzas y con todo mi corazón
Reflexión para el cuarto día de novena
"En su misión apostólica, san Pedro y san Pablo tuvieron que afrontar dificultades de todo tipo. Sin embargo, lejos de debilitar su acción misionera, fortalecieron su celo en beneficio de la Iglesia y para la salvación de los hombres. Pudieron superar todas las pruebas porque su confianza no se basaba en los recursos humanos, sino en la gracia del Señor, quien, como recuerdan las lecturas de esta solemnidad, libra a sus amigos de todos los males y los salva para su Reino (cf. Hch 12, 11; 1 Tm 4, 18)".
"Esa misma confianza en Dios debe sostenernos también a nosotros. Sí, el 'Señor libra de todas las angustias'. Esta certeza debe infundirnos ánimo frente a las dificultades que encontramos al anunciar el Evangelio en la vida diaria. Que san Pedro y san Pablo, nuestros patronos, nos ayuden y nos obtengan el celo misionero que los hizo testigos de Cristo hasta los confines del mundo entonces conocido".
San Juan Pablo II, homilía del 29 de junio de 1999
Acción de gracias y peticiones personales
Gracias Señor por tu inmenso amor. Gracias por el inmenso don que nos concedes en la Iglesia, gracias porque nos has dejado a Pedro y sus sucesores y a los pastores que nos guían. En este día te pido especialmente por el Santo Padre y por todos los obispos de la Iglesia. Ayúdame a ser yo también un apóstol según mis capacidades y posibilidades. Amén. (Si quieres, puedes pedirle al Señor por tus intenciones)
Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria
Súplica a San Pedro
Pedro arrepentido,
Pedro el preferido del Señor,
Pedro el entusiasta por Cristo Jesús,
pídele al Señor me conceda un amor hacia el Salvador,
tan fuerte y tan generoso
como el amor que por Cristo Jesús ardió en tu gran corazón.
Súplica a San Pablo
Pablo, fervoroso Apóstol,
un favor te pedimos al recordar
tu fiesta de cada año:
suplícale a Dios que te imitemos
en tu inmenso amor a Jesucristo
y en tu deseo impresionante de salvar almas.
Que cada uno de nosotros pueda repetir
aquella tu frase famosa:
"Me desgasto y me desgastaré
por el bien de las almas y
por el Reino de Cristo Jesús".
Oración final a los Santos Apóstoles
¡Oh Santos apóstoles Pedro y Pablo! Yo los elijo hoy y para siempre por mis especiales protectores y abogados; y me alegro humildemente tanto contigo, san Pedro, príncipe de los Apóstoles, porque eres la piedra sobre la cual edificó Dios su Iglesia; como contigo, san Pablo, escogido por Dios para vaso de elección y predicador de la verdad en todo el mundo. Alcánceme, les suplico, una fe viva, una esperanza firme y una caridad perfecta; atención en el orar, pureza de corazón, recta intención en las obras, diligencia en el cumplimiento de las obligaciones de mi estado, constancia en los propósitos, resignación a la voluntad de Dios y perseverancia en la divina gracia hasta la muerte; para que mediante sus intercesiones y sus méritos gloriosos, pueda vencer las tentaciones del mundo, del demonio y de la carne, me haga digno de presentarme ante el supremo y eterno pastor de almas Jesucristo, que con el Padre y el Espíritu Santo vive y reina por los siglos de los siglos, para gozarle y amarle eternamente. Amén.
En el nombre del Padre y, del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Quinto día
En el nombre del Padre y, del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración Inicial
Buen Jesús, yo creo que Tú eres el Señor de la vida. Yo creo que Tú has venido a reconciliar todas mis rupturas y que me amas hasta el extremo. Te pido que me ayudes a escuchar tu Palabra, a amarte más y seguirte como lo hicieron los Apóstoles.
Acto penitencial
(En silencio, se realiza un breve examen de conciencia)
Te pido perdón Señor por todos mis pecados. ¡Son tantas las veces que te he fallado! Veo tu Corazón traspasado y sé que han sido mis propios pecados los que te han llevado a la muerte en la Cruz. Pero también sé que Tú has querido beber ese Cáliz para reconciliarme. Ayúdame Señor a amarte con todas mis fuerzas y con todo mi corazón
Reflexión para el quinto día de novena
"La Iglesia de Cristo está edificada sobre la fe y sobre la fidelidad de Pedro. La primera comunidad cristiana era muy consciente de ello y, como narran los Hechos de los Apóstoles, cuando Pedro se encontraba en la cárcel, se reunió para elevar a Dios una oración ferviente por él (cf. Hch 12, 5). Fue escuchada, porque la presencia de Pedro era aún necesaria para la comunidad que daba sus primeros pasos: el Señor envió a su ángel para liberarlo de las manos de sus perseguidores (cf. Hch 12, 7-11)".
"Estaba escrito en los designios de Dios que Pedro, después de confirmar por mucho tiempo en la fe a sus hermanos, sufriría el martirio aquí, en Roma, juntamente con Pablo, el Apóstol de las gentes, quien también había escapado muchas veces de la muerte".
San Juan Pablo II, homilía del 29 de junio del año 2000
Acción de gracias y peticiones personales
Gracias Señor por tu inmenso amor. Gracias por el inmenso don que nos concedes en la Iglesia, gracias porque nos has dejado a Pedro y sus sucesores y a los pastores que nos guían. En este día te pido especialmente por el Santo Padre y por todos los obispos de la Iglesia. Ayúdame a ser yo también un apóstol según mis capacidades y posibilidades. Amén. (Si quieres, puedes pedirle al Señor por tus intenciones)
Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria
Súplica a San Pedro
Pedro arrepentido,
Pedro el preferido del Señor,
Pedro el entusiasta por Cristo Jesús,
pídele al Señor me conceda un amor hacia el Salvador,
tan fuerte y tan generoso
como el amor que por Cristo Jesús ardió en tu gran corazón.
Súplica a San Pablo
Pablo, fervoroso Apóstol,
un favor te pedimos al recordar
tu fiesta de cada año:
suplícale a Dios que te imitemos
en tu inmenso amor a Jesucristo
y en tu deseo impresionante de salvar almas.
Que cada uno de nosotros pueda repetir
aquella tu frase famosa:
"Me desgasto y me desgastaré
por el bien de las almas y
por el Reino de Cristo Jesús".
Oración final a los Santos Apóstoles
¡Oh Santos apóstoles Pedro y Pablo! Yo los elijo hoy y para siempre por mis especiales protectores y abogados; y me alegro humildemente tanto contigo, san Pedro, príncipe de los Apóstoles, porque eres la piedra sobre la cual edificó Dios su Iglesia; como contigo, san Pablo, escogido por Dios para vaso de elección y predicador de la verdad en todo el mundo. Alcánceme, les suplico, una fe viva, una esperanza firme y una caridad perfecta; atención en el orar, pureza de corazón, recta intención en las obras, diligencia en el cumplimiento de las obligaciones de mi estado, constancia en los propósitos, resignación a la voluntad de Dios y perseverancia en la divina gracia hasta la muerte; para que mediante sus intercesiones y sus méritos gloriosos, pueda vencer las tentaciones del mundo, del demonio y de la carne, me haga digno de presentarme ante el supremo y eterno pastor de almas Jesucristo, que con el Padre y el Espíritu Santo vive y reina por los siglos de los siglos, para gozarle y amarle eternamente. Amén.
En el nombre del Padre y, del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Sexto día
En el nombre del Padre y, del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración Inicial
Buen Jesús, yo creo que Tú eres el Señor de la vida. Yo creo que Tú has venido a reconciliar todas mis rupturas y que me amas hasta el extremo. Te pido que me ayudes a escuchar tu Palabra, a amarte más y seguirte como lo hicieron los Apóstoles.
Acto penitencial
(En silencio, se realiza un breve examen de conciencia)
Te pido perdón Señor por todos mis pecados. ¡Son tantas las veces que te he fallado! Veo tu Corazón traspasado y sé que han sido mis propios pecados los que te han llevado a la muerte en la Cruz. Pero también sé que Tú has querido beber ese Cáliz para reconciliarme. Ayúdame Señor a amarte con todas mis fuerzas y con todo mi corazón
Reflexión para el sexto día de novena
"Después de dos milenios, la 'roca' sobre la que está fundada la Iglesia sigue siendo la misma: es la fe de Pedro. 'Sobre esta piedra' (Mt 16, 18) Cristo construyó su Iglesia, edificio espiritual que ha resistido al embate de los siglos. Desde luego, sólo sobre bases humanas e históricas no hubiera podido resistir el asalto de tantos enemigos".
"A lo largo de los siglos, el Espíritu Santo ha iluminado a hombres y mujeres, de todas las edades, vocaciones y condiciones sociales, para que se convirtieran en 'piedras vivas' (1 P 2, 5) de esta construcción. Son los santos, que Dios suscita con inagotable creatividad, mucho más numerosos que los que señala solemnemente la Iglesia como ejemplo para todos. Una sola fe; una sola 'roca'; una sola piedra angular: Cristo, Redentor del hombre".
San Juan Pablo II, homilía del 29 de junio del año 2001
Acción de gracias y peticiones personales
Gracias Señor por tu inmenso amor. Gracias por el inmenso don que nos concedes en la Iglesia, gracias porque nos has dejado a Pedro y sus sucesores y a los pastores que nos guían. En este día te pido especialmente por el Santo Padre y por todos los obispos de la Iglesia. Ayúdame a ser yo también un apóstol según mis capacidades y posibilidades. Amén. (Si quieres, puedes pedirle al Señor por tus intenciones)
Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria
Súplica a San Pedro
Pedro arrepentido,
Pedro el preferido del Señor,
Pedro el entusiasta por Cristo Jesús,
pídele al Señor me conceda un amor hacia el Salvador,
tan fuerte y tan generoso
como el amor que por Cristo Jesús ardió en tu gran corazón.
Súplica a San Pablo
Pablo, fervoroso Apóstol,
un favor te pedimos al recordar
tu fiesta de cada año:
suplícale a Dios que te imitemos
en tu inmenso amor a Jesucristo
y en tu deseo impresionante de salvar almas.
Que cada uno de nosotros pueda repetir
aquella tu frase famosa:
"Me desgasto y me desgastaré
por el bien de las almas y
por el Reino de Cristo Jesús".
Oración final a los Santos Apóstoles
¡Oh Santos apóstoles Pedro y Pablo! Yo los elijo hoy y para siempre por mis especiales protectores y abogados; y me alegro humildemente tanto contigo, san Pedro, príncipe de los Apóstoles, porque eres la piedra sobre la cual edificó Dios su Iglesia; como contigo, san Pablo, escogido por Dios para vaso de elección y predicador de la verdad en todo el mundo. Alcánceme, les suplico, una fe viva, una esperanza firme y una caridad perfecta; atención en el orar, pureza de corazón, recta intención en las obras, diligencia en el cumplimiento de las obligaciones de mi estado, constancia en los propósitos, resignación a la voluntad de Dios y perseverancia en la divina gracia hasta la muerte; para que mediante sus intercesiones y sus méritos gloriosos, pueda vencer las tentaciones del mundo, del demonio y de la carne, me haga digno de presentarme ante el supremo y eterno pastor de almas Jesucristo, que con el Padre y el Espíritu Santo vive y reina por los siglos de los siglos, para gozarle y amarle eternamente. Amén.
En el nombre del Padre y, del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Séptimo día
En el nombre del Padre y, del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración Inicial
Buen Jesús, yo creo que Tú eres el Señor de la vida. Yo creo que Tú has venido a reconciliar todas mis rupturas y que me amas hasta el extremo. Te pido que me ayudes a escuchar tu Palabra, a amarte más y seguirte como lo hicieron los Apóstoles.
Acto penitencial
(En silencio, se realiza un breve examen de conciencia)
Te pido perdón Señor por todos mis pecados. ¡Son tantas las veces que te he fallado! Veo tu Corazón traspasado y sé que han sido mis propios pecados los que te han llevado a la muerte en la Cruz. Pero también sé que Tú has querido beber ese Cáliz para reconciliarme. Ayúdame Señor a amarte con todas mis fuerzas y con todo mi corazón
Reflexión para el séptimo día de novena
"El misterioso itinerario de fe y de amor, que condujo a Pedro y a Pablo de su tierra natal a Jerusalén, luego a otras partes del mundo, y por último a Roma, constituye en cierto sentido un modelo del recorrido que todo cristiano está llamado a realizar para testimoniar a Cristo en el mundo"
"'Yo consulté al Señor, y me respondió, me liberó de todas mis ansias' (Sal 33, 5). ¿Cómo no ver en la experiencia de ambos santos, que hoy conmemoramos, la realización de estas palabras del salmista? La Iglesia es puesta a prueba continuamente. El mensaje que le llega siempre de los apóstoles san Pedro y san Pablo es claro y elocuente: por la gracia de Dios, en toda circunstancia, el hombre puede convertirse en signo del poder victorioso de Dios. Por eso no debe temer. Quien confía en Dios, libre de todo miedo, experimenta la presencia consoladora del Espíritu también, y especialmente, en los momentos de la prueba y del dolor".
San Juan Pablo II, homilía del 29 de junio del año 2002
Acción de gracias y peticiones personales
Gracias Señor por tu inmenso amor. Gracias por el inmenso don que nos concedes en la Iglesia, gracias porque nos has dejado a Pedro y sus sucesores y a los pastores que nos guían. En este día te pido especialmente por el Santo Padre y por todos los obispos de la Iglesia. Ayúdame a ser yo también un apóstol según mis capacidades y posibilidades. Amén. (Si quieres, puedes pedirle al Señor por tus intenciones)
Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria
Súplica a San Pedro
Pedro arrepentido,
Pedro el preferido del Señor,
Pedro el entusiasta por Cristo Jesús,
pídele al Señor me conceda un amor hacia el Salvador,
tan fuerte y tan generoso
como el amor que por Cristo Jesús ardió en tu gran corazón.
Súplica a San Pablo
Pablo, fervoroso Apóstol,
un favor te pedimos al recordar
tu fiesta de cada año:
suplícale a Dios que te imitemos
en tu inmenso amor a Jesucristo
y en tu deseo impresionante de salvar almas.
Que cada uno de nosotros pueda repetir
aquella tu frase famosa:
"Me desgasto y me desgastaré
por el bien de las almas y
por el Reino de Cristo Jesús".
Oración final a los Santos Apóstoles
¡Oh Santos apóstoles Pedro y Pablo! Yo los elijo hoy y para siempre por mis especiales protectores y abogados; y me alegro humildemente tanto contigo, san Pedro, príncipe de los Apóstoles, porque eres la piedra sobre la cual edificó Dios su Iglesia; como contigo, san Pablo, escogido por Dios para vaso de elección y predicador de la verdad en todo el mundo. Alcánceme, les suplico, una fe viva, una esperanza firme y una caridad perfecta; atención en el orar, pureza de corazón, recta intención en las obras, diligencia en el cumplimiento de las obligaciones de mi estado, constancia en los propósitos, resignación a la voluntad de Dios y perseverancia en la divina gracia hasta la muerte; para que mediante sus intercesiones y sus méritos gloriosos, pueda vencer las tentaciones del mundo, del demonio y de la carne, me haga digno de presentarme ante el supremo y eterno pastor de almas Jesucristo, que con el Padre y el Espíritu Santo vive y reina por los siglos de los siglos, para gozarle y amarle eternamente. Amén.
En el nombre del Padre y, del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Octavo día
En el nombre del Padre y, del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración Inicial
Buen Jesús, yo creo que Tú eres el Señor de la vida. Yo creo que Tú has venido a reconciliar todas mis rupturas y que me amas hasta el extremo. Te pido que me ayudes a escuchar tu Palabra, a amarte más y seguirte como lo hicieron los Apóstoles.
Acto penitencial
(En silencio, se realiza un breve examen de conciencia)
Te pido perdón Señor por todos mis pecados. ¡Son tantas las veces que te he fallado! Veo tu Corazón traspasado y sé que han sido mis propios pecados los que te han llevado a la muerte en la Cruz. Pero también sé que Tú has querido beber ese Cáliz para reconciliarme. Ayúdame Señor a amarte con todas mis fuerzas y con todo mi corazón
Reflexión para el octavo día de novena
"San Pedro y san Pablo son 'amigos de Dios' de modo singular, porque bebieron el cáliz del Señor. A ambos Jesús les cambió el nombre en el momento en que los llamó a su servicio: a Simón le dio el de Cefas, es decir, 'piedra', de donde deriva Pedro; a Saulo, el nombre de Pablo, que significa 'pequeño'. El Prefacio de hoy establece un paralelismo entre los dos: 'Pedro fue el primero en confesar la fe; Pablo, el maestro insigne que la interpretó; el pescador de Galilea fundó la primitiva Iglesia con el resto de Israel; el maestro y doctor la extendió a todas las gentes'…"
"Gracias a la humillación de la negación y al llanto incontenible que lo purificó interiormente, Simón se convirtió en Pedro, es decir, en la 'piedra': robustecido por la fuerza del Espíritu, tres veces declaró a Jesús su amor, recibiendo de él el mandato de apacentar su grey (cf.Jn 21, 15-17). La experiencia de Saulo fue semejante: el Señor, a quien perseguía (cf. Hch 9, 5), 'lo llamó por su gracia' (Ga 1, 15), derribándolo en el camino de Damasco. Así, lo liberó de sus prejuicios, transformándolo radicalmente, y lo convirtió en 'un instrumento de elección' para llevar su nombre a todas las gentes (cf. Hch 9, 15)".
San Juan Pablo II, homilía del 29 de junio del año 2003
Acción de gracias y peticiones personales
Gracias Señor por tu inmenso amor. Gracias por el inmenso don que nos concedes en la Iglesia, gracias porque nos has dejado a Pedro y sus sucesores y a los pastores que nos guían. En este día te pido especialmente por el Santo Padre y por todos los obispos de la Iglesia. Ayúdame a ser yo también un apóstol según mis capacidades y posibilidades. Amén. (Si quieres, puedes pedirle al Señor por tus intenciones)
Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria
Súplica a San Pedro
Pedro arrepentido,
Pedro el preferido del Señor,
Pedro el entusiasta por Cristo Jesús,
pídele al Señor me conceda un amor hacia el Salvador,
tan fuerte y tan generoso
como el amor que por Cristo Jesús ardió en tu gran corazón.
Súplica a San Pablo
Pablo, fervoroso Apóstol,
un favor te pedimos al recordar
tu fiesta de cada año:
suplícale a Dios que te imitemos
en tu inmenso amor a Jesucristo
y en tu deseo impresionante de salvar almas.
Que cada uno de nosotros pueda repetir
aquella tu frase famosa:
"Me desgasto y me desgastaré
por el bien de las almas y
por el Reino de Cristo Jesús".
Oración final a los Santos Apóstoles
¡Oh Santos apóstoles Pedro y Pablo! Yo los elijo hoy y para siempre por mis especiales protectores y abogados; y me alegro humildemente tanto contigo, san Pedro, príncipe de los Apóstoles, porque eres la piedra sobre la cual edificó Dios su Iglesia; como contigo, san Pablo, escogido por Dios para vaso de elección y predicador de la verdad en todo el mundo. Alcánceme, les suplico, una fe viva, una esperanza firme y una caridad perfecta; atención en el orar, pureza de corazón, recta intención en las obras, diligencia en el cumplimiento de las obligaciones de mi estado, constancia en los propósitos, resignación a la voluntad de Dios y perseverancia en la divina gracia hasta la muerte; para que mediante sus intercesiones y sus méritos gloriosos, pueda vencer las tentaciones del mundo, del demonio y de la carne, me haga digno de presentarme ante el supremo y eterno pastor de almas Jesucristo, que con el Padre y el Espíritu Santo vive y reina por los siglos de los siglos, para gozarle y amarle eternamente. Amén.
En el nombre del Padre y, del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Noveno día
En el nombre del Padre y, del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración Inicial
Buen Jesús, yo creo que Tú eres el Señor de la vida. Yo creo que Tú has venido a reconciliar todas mis rupturas y que me amas hasta el extremo. Te pido que me ayudes a escuchar tu Palabra, a amarte más y seguirte como lo hicieron los Apóstoles.
Acto penitencial
(En silencio, se realiza un breve examen de conciencia)
Te pido perdón Señor por todos mis pecados. ¡Son tantas las veces que te he fallado! Veo tu Corazón traspasado y sé que han sido mis propios pecados los que te han llevado a la muerte en la Cruz. Pero también sé que Tú has querido beber ese Cáliz para reconciliarme. Ayúdame Señor a amarte con todas mis fuerzas y con todo mi corazón
Reflexión para el novena día de novena
"'Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo' (Mt 16, 16). Tras la pregunta del Señor, Pedro, también en nombre de los demás Apóstoles, hace su profesión de fe.
"En ella se afirma el fundamento seguro de nuestro camino hacia la comunión plena. En efecto, si queremos la unidad de los discípulos de Cristo, debemos recomenzar desde Cristo. Como a Pedro, también a nosotros se nos pide que confesemos que él es la piedra angular, la Cabeza de la Iglesia. En la carta encíclica Ut unum sint escribí: 'Creer en Cristo significa querer la unidad; querer la unidad significa querer la Iglesia; querer la Iglesia significa querer la comunión de gracia que corresponde al designio del Padre desde toda la eternidad' (n. 9)".
"Ut unum sint! De aquí brota nuestro compromiso de comunión, en respuesta al ardiente deseo de Cristo. No se trata de una vaga relación de buenos vecinos, sino del vínculo indisoluble de la fe teologal, por el que estamos destinados no a la separación, sino a la comunión".
San Juan Pablo II, homilía del 29 de junio del año 2004
Acción de gracias y peticiones personales
Gracias Señor por tu inmenso amor. Gracias por el inmenso don que nos concedes en la Iglesia, gracias porque nos has dejado a Pedro y sus sucesores y a los pastores que nos guían. En este día te pido especialmente por el Santo Padre y por todos los obispos de la Iglesia. Ayúdame a ser yo también un apóstol según mis capacidades y posibilidades. Amén. (Si quieres, puedes pedirle al Señor por tus intenciones)
Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria
Súplica a San Pedro
Pedro arrepentido,
Pedro el preferido del Señor,
Pedro el entusiasta por Cristo Jesús,
pídele al Señor me conceda un amor hacia el Salvador,
tan fuerte y tan generoso
como el amor que por Cristo Jesús ardió en tu gran corazón.
Súplica a San Pablo
Pablo, fervoroso Apóstol,
un favor te pedimos al recordar
tu fiesta de cada año:
suplícale a Dios que te imitemos
en tu inmenso amor a Jesucristo
y en tu deseo impresionante de salvar almas.
Que cada uno de nosotros pueda repetir
aquella tu frase famosa:
"Me desgasto y me desgastaré
por el bien de las almas y
por el Reino de Cristo Jesús".
Oración final a los Santos Apóstoles
¡Oh Santos apóstoles Pedro y Pablo! Yo los elijo hoy y para siempre por mis especiales protectores y abogados; y me alegro humildemente tanto contigo, san Pedro, príncipe de los Apóstoles, porque eres la piedra sobre la cual edificó Dios su Iglesia; como contigo, san Pablo, escogido por Dios para vaso de elección y predicador de la verdad en todo el mundo. Alcánceme, les suplico, una fe viva, una esperanza firme y una caridad perfecta; atención en el orar, pureza de corazón, recta intención en las obras, diligencia en el cumplimiento de las obligaciones de mi estado, constancia en los propósitos, resignación a la voluntad de Dios y perseverancia en la divina gracia hasta la muerte; para que mediante sus intercesiones y sus méritos gloriosos, pueda vencer las tentaciones del mundo, del demonio y de la carne, me haga digno de presentarme ante el supremo y eterno pastor de almas Jesucristo, que con el Padre y el Espíritu Santo vive y reina por los siglos de los siglos, para gozarle y amarle eternamente. Amén.
En el nombre del Padre y, del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
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Nuestra Señora de la Consolación Advocación Mariana, Junio 20
La Madre que consuela y sostiene
Fuente: www.terrelontane.org |
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Fuente: Archidiócesis de Madrid
Mártires Ingleses Fiesta, junio 20
Mártires Fueron hombres y mujeres, clérigos y laicos que dieron su vida por la fe entre los años 1535 y 1679 en Inglaterra. |
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Elia o Eliada de Ohren, Santa Abadesa, Junio 20
Abadesa Etimológicamente significa " resplandeciente como el sol". Viene de la lengua griega. |
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Fuente: Santopedia.com
Margarita Ebner, Beata Dominica, Junio 20
Nació en Donauworth. Baviera. Hacia 1306 ingreso en el convento dominico de la Asunción de la Virgen. Su vida debía ser según sus palabras: "Salvadora para sí misma, ejemplar para los hombres, agradable a los ángeles y grata a Dios ". |
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Fuentes: IESVS.org; EWTN.com; hablarcondios.org, Catholic.net, misalpalm.com
Mensajes anteriores en: http://iesvs-org.blogspot.com/
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